Evo Morales con sangre en el ojo y lleno de vergüenza por la insurrección popular que le obligó a escapar del país, ahora se desquita moviendo sus hilos de control hacia la estructura de tribunales y acusando a la ex presidenta, sus ministros y mandos militares de tramar y ejecutar “el golpe que lo derrotó”, de inmediato se movilizan enormes multitudes en las grandes ciudades para frenar la estrategia revanchista que busca también remontar la fea caída del MAS en las últimas elecciones. Al ver estas movilizaciones Morales llama a sus organizaciones burocráticas afines a moverse para enfrentar esta “desastibilización” contra el gobierno. Queda demostrada la desesperación de este dirigente progresista y su desmedido afán de venganza que intenta ocultar la enorme pérdida electoral y el crecimiento de la alternativa de la subjetividad aymaquechua