Los partidos comunista, socialista y demás que dirigen las centrales sindicales tienen intereses de dirigir el aparato del estado y por eso entregaron la oreja. Con eso están debilitando y fraccionaron el movimiento debido al temor que la partidocracia tiene de la autonomía, autogobiernos y guardias comunitarios de los indígenas, campesinos y afrodecendientes, cuyo ejemplo e influencia se está dejando sentir en las periferias de las ciudades.