El autor no esconde su visión reformista ni la estrategia entrista clásica de los partidos del estilo trotskista que elogiando se acercan. Reconoce la existencia sólo de algunos abstencionistas que al sumarse a Boric desaparecen, quedando sin embargo una enorme cantidad de gente que se abstuvo. A pesar de esa realidad el autor centra las posibilidades de avance en las instituciones y en quienes las utilizan relegando a un papel secundario y funcional a los que luchan por la democracia directa y la autogestión. Para terminar de delatarse señala como “independientes” que se suman a Boric a connotados miembros de organizaciones que luchan por el poder, como Mundaca y Chanfreau.