Eran casi 50 policías comunitarios. Entraron armados a Chilpancingo, entre vítores y saludos de más de 3 mil maestros en paro contra la reforma educativa. Poco más de 10 años después, el 10 de julio de este año, la historia se repitió. Cerca de 5 mil pobladores de los municipios de Quechultenango, Mochitlán, José Joaquín de Herrera y Chilpancingo, territorio controlado por el grupo delictivo de Los Ardillos, tomaron la capital de Guerrero.
Dos tomas y dos lógicas. La primera, protagonizada por un movimiento de autodefensa legítimo. La segunda, orquestada por un grupo criminal.