Trabajo, droga y política en la vida del dominado

09.Nov.10    Análisis y Noticias

Trabajo, droga y política en la vida del dominado

Trabajar es someterse a las reglas de la dominación: de aceptar que otros determinan la propiedad y la oportunidad del uso de los medios de producción o del acceso a los alimentos. Hay una intermediación que nunca había existido y no debe existir, que es la voluntad contraria de otro, o sea, no existe libertad.

En esas condiciones, trabajar es aceptar la violación de la libertad y seguir el tubo o carril que ha establecido el poder-sobre para orientar lo que debe hacer el poder-hacer, la potencia, atributo humano de igualdad, como la inteligencia, ya que nadie tiene más inteligencia que otro ni potencia que otro, no son atributos derivados de una cierta calidad o cantidad de genes o de lecturas, sino atributos de la especie. Trabajando estamos aceptando el dominio heteronómico (en la heteronomía, a diferencia de la autonomía, las reglas del juego las instala un otro).

Las comunidades, o más atrás aún, las hordas, que durante millones de años fueron el contexto de vida humana, no trabajaban, sino que tomaban de la naturaleza lo necesario para subsistir y ayudaban al cuidado y respeto debido de la madre tierra y todo lo que en ella había. Cuando tomaban una yerba o parte de ella (y aún se hace cuando hay respeto) para sanar una dolencia, le hablaban y le pedían disculpas, le explicaban que se destinaba a restituir el equilibrio y la armonía en alguna persona y con ello de la comunidad y de la naturaleza toda. .

La pérdida del equilibrio armónico y el Buen Vivir con la naturaleza ha traído consecuencias tan nefastas en la historia de la humanidad que los dueños del poder y la riqueza se han visto obligados a borrarlos de la memoria histórica, dejando circular solamente aquellos aspectos que no afectan las causas de fondo, por ejemplo el incentivo a la alimentación orgánica entre redes de personas con recursos que constituyen una capa privilegiada, son profesionales universitarios, tienen tierras, presupuesto para instalar un calentador solar o filtros de agua y etcétera. El sistema los envuelve en charlas y metodologías mientras se instalan a paso de caballería nuevos proyectos y maquinarias destructoras del medio ambiente que avanzan a ritmo prusiano aniquilando bosques, montañas, llanos y aguas, así como desplazando comunidades enteras. Algunos se preocupan más de las focas que de esas comunidades, aunque afectando una se afecta también la otra, con la diferencia que las focas no amenazan con guerras mundiales ni calentamiento global.

Como ya no es posible extraer los alimentos directamente de la naturaleza, para conseguirlos hay que trabajar en algo para alguien, así se obtiene el dinero, sea en la forma salario, sea producto de alguna venta, sea intermediando entre productores y vendedores. Una de las principales fuentes de ingreso hoy día es el trabajo de avión, es decir, la venta de drogas, que interesa más al sistema que a los propios narcotraficantes, ya que es una actividad llamada ilícita, como el wisky de los años de la ley seca en los Estados Unidos, que dio origen a algunas de las principales familias ricas de ese país, pues el carácter ilegal de la actividad hacía que el valor de la mercancía no se corresponda a precio de mercado, sino que se pagaba cualquiera cosa por las camionadas de contrabando que luego eran distribuidas en lugares underground, clandestinos, ya que las botellas no eran tan discretas como el papelillo de cocaína, que pasa de mano en mano en las esquinas ante la mirada atenta de agentes del sistema que están envueltos.

El narcotráfico es de alto interés para el poder, ya que no sólo permite tener una parte de la población en el nirvana, sino que se legitima y justifica el cerco represivo a los barrios de menores recursos. Cuando el apartheid en Sudáfrica, los barrios eran rodeados y atacados sin argumentos, pero luego asume el aparato del estado el sector dominante de origen africano a partir de las negociaciones con Mandela tras la muerte del peligroso secretario general del Partido Comunista que era a su vez el jefe de la guerrilla, como que al formar el Frente Manuel Rodríquez, el PC chileno hubiese sido dirigido por los frentistas y no puestos al lado como hábilmente hicieron los burócratas. Una vez limpio el PC sudafricano, sacados o subordinados todos los guerrilleros, el Consejo Nacional Africano negocia el poder, se establece como nuevo modelo de dominación y para domesticar a los barrios de Soweto (nombre dado al cordón periférico de pobreza y miseria que rodea Johannesburgo) asume el modelo brasileño de control de las favelas, es decir, la institucionalización de la droga como eje de redes de suministradores y expendedores, coordinada desde las altas esferas del aparato estatal y con recursos como el libre tránsito de contenedores que no revelan su contenido en los puertos, de aviones que no declaran cargas, de camiones bajo protección legal, etc. Los aparatos de inteligencia de los estados se hacen cargo de estos menesteres, mientras la venta de libros de James Bond y John Le Carré crean el mito de los servicios secretos que cuidan a la patria.

En Santiago de Chile se ha implementado un sistema parecido. Personal de inteligencia del gobierno militar ha estudiado los modelos brasileño y sudafricano de aislamiento, control y sometimiento de las poblaciones marginales (podemos imaginar a esos oficiales después de las clases en Brasil, tomando cerveza en algún bar, de civil obviamente, riéndose fuertemente muy alegres y seguros o dueños de si mismos. Espero que se aprecie el juego de palabras con eso de “seguros” y “dueños”), de tal modo que siempre haya que mantener al estado en pie de guerra en esos lugares. Si se compara la circulación de droga de antes de Pinochet con la actual, se verifica un aumento sorprendente. Más sorprendente aún si se piensa que en esos años estábamos bajo un gobierno que puede seguir y aniquilar grupos de combate armados hasta los dientes y dispuestos a todo.

Los ataques a los grupos y casas de seguridad del MIR depués del ajusticiamiento del intendente general Carol Urzúa, dicen a las claras que estaban bajo observación, por lo que el hecho de que el sistema no golpee no significa que no está actuando con la sartén agarrada por el mango. Lo mismo sucedió con la muerte del líder fascista Jaime Guzmán, que el gobierno se había enterado de que sería ajusticiado por el Frente Rodríguez y dejó acontecer, lo que la UDI no va a perdonar al Partido Socialista y a la Democracia Cristiana, que en la época dirigían la Oficina de Seguridad. Quien sabe si había sangre en el ojo en aquellos que mandaron apretar el tubo que mantenía la vida de Frei padre.

Sin embargo en política como en amor, todo vale y ahora la UDI está muy callada, de bajo perfil, ya que el ex demócrata cristiano y actual presidente de la cosa pública, Sebastián Piñera, los tiene cortitos sin posibilidades de gritar por agua, pues los tiene bien por el cuello. Los tipos querían prácticamente entrar a sangre y fuego, ya que no se resignan al resultado del plebiscito que los sacó del poder, sin entender que hay que ser más sutiles para engañar al populacho. Hay que seguir así, dicen, como en Sudáfrica, que viven el nuevo apartheid de la burguesía negra muy aliada al capital financiero internacional, pero todos se han tragado el cuento de que allí hubo una victoria popular.

La política está para eso, para mostrar el espectáculo mientras con la otra mano se esconde el cadáver putrefacto.

Las conversaciones y acciones politicas ya no llegan a la población, por lo que hace falta desplegar el más amplio abanico de posibilidades y lenguajes que evadiendo la politica, permitan a los vecinos salir de sus casas a convivir, ya que en ese compatir se acaban los compartimentos estancos en que nos tienen y podemos neutralizar la formación individualista que actualmente se come a los niños. Con ello es posible reconstruir en los barrios lazos de fraternidad, cooperación y apoyo mutuo.

Abrazos

Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
profesor_j@yahoo.com