Argentina: Avanza organización estudiantil universitaria autónoma desde abajo

22.Nov.10    Zapatismo

Construyamos colectivamente una verdadera alternativa
LA REVUELTA
Por un nuevo movimiento estudiantil
Universidad de Buenos Aires

En el marco del histórico conflicto que marcó a nuestra Facultad este año se gestó un nuevo espacio político, una nueva experiencia de auto-organización y lucha, donde hoy en día depositamos nuestras mayores expectativas, con la perspectiva de construcción de un nuevo movimiento estudiantil, combativo, democrático y participativo. Un sector de ese espacio político todavía en gestación, Prisma, El Cielo por Asalto – CAUCE y un conjunto de activistas independientes, hemos resuelto dar nacimiento a LA REVUELTA, desde donde nos proponemos intervenir en estas elecciones, con la intención de que en el proceso y el debate electoral esté presente la perspectiva de democratización real de nuestro Centro de Estudiantes, en el horizonte de disponernos en mejores condiciones en la lucha para la transformación radical de nuestra sociedad.

El nuevo movimiento estudiantil en desarrollo está signado por dos hechos fundamentales. Por un lado, el histórico conflicto estudiantil, que se inició con la ocupación de 25 secundarios y continuó con la toma de algunas facultades nacionales y del Ministerio de Educación, enfrentó las políticas educativas de la Nación y la Ciudad obteniendo relevantes conquistas. Por otra parte, el asesinato del militante Mariano Ferreyra, estudiante del CBC de Avellaneda, a manos de la burocracia sindical que el propio gobierno reconoció como su bastión, resignifica la lucha del movimiento estudiantil y exige la profundización de su organización y su articulación con otros sectores en lucha.

En LA REVUELTA pretendemos aportar desde el movimiento estudiantil al desarrollo de lo que consideramos una emergente cultura política de izquierda presente en numerosos movimientos sociales y políticos. Una nueva sociabilidad militante que se expresa en la apuesta por organizaciones realmente democráticas frente al verticalismo y al centralismo burocratizantes propio de algunos sectores de la izquierda tradicional y de la autodenominada “izquierda independiente”. Sociabilidad militante que jerarquiza el desarrollo del movimiento en su conjunto por sobre la auto-construcción de la propia organización. Apostamos a desplegar desde abajo la sociabilidad­­­ que prefigure una nueva realidad. Es necesario reinventar en nuevas prácticas la subjetividad universitaria: en instancias gremiales de base permanentes, en instancias de producción teórica (tanto en seminarios como materias de elaboración colectiva), en espacios culturales y artísticos, en la construcción de un Centro de Estudiantes radicalmente democrático. Será en esas disputas donde se auto-constituya el movimiento estudiantil como sujeto político y la Universidad devenga un bastión de la organización y la producción de otras prácticas, otra cultura, otro lenguaje para la política, otra radical y nueva creación teórico-práctica.
Repensando la organización del movimiento estudiantil: hacia una democratización radical.

Desde LA REVUELTA consideramos que el conflicto que se desarrolló este año por un nuevo edificio en nuestra Facultad, en el marco de la extendida rebelión estudiantil (el “estudiantazo”), tuvo tal nivel de masividad en virtud de que el movimiento se dio, aunque embrionariamente, formas más democráticas de organización, más permeables a la participación estudiantil (comisiones de base, autogestión de cursadas, asambleas más participativas que las habituales, etc.). Para LA REVUELTA estas experiencias sirven de base para avanzar hacia una democratización de nuestro órgano gremial (el Centro de Estudiantes), y es con esa perspectiva que buscamos intervenir electoralmente: repensando la forma de organización vigente del Centro y planteando posibilidades de transformación que apuntalen las tendencias democratizantes que se han expresado durante los 31 días de toma. La actual forma del Centro de Estudiantes tiende a la identificación entre la conducción (la agrupación que ganó las elecciones) y el gremio en su conjunto (o, en la versión caricaturesca, a la identificación del CEFyL con la secretaría de publicaciones). Por eso buscamos modificar la actual forma organizativa e impulsar la elaboración colectiva de un Estatuto para avanzar hacia un nuevo Centro de Estudiantes.

No anima a esta propuesta ningún “fetichismo formal u organizativo”. Entendemos que no se trata, solamente, de proponer una “arquitectura formal” alternativa para resolver los problemas políticos y de masificación de nuestro gremio. De hecho, consideramos que no se trata solamente de elaborar una forma alternativa de organización del Centro, sino, también, de modificar la cultura política y las prácticas militantes, para superar las concepciones burocratizantes, sustituistas y verticales características de un sector de las agrupaciones estudiantiles.

Sin embargo, consideramos que poner en la agenda de discusión la cuestión fundamental de las formas de organización es un buen aporte a la perspectiva de radicalizar lo novedoso que tuvo el conflicto por el edificio en términos de autoorganización y participación de base.

Para esto proponemos un centro de estudiantes compuesto por cuatro espacios: las asambleas, el cuerpo de delegados, el cuerpo colegiado y las comisiones de trabajo.

La asamblea: es un espacio de toma de decisiones que supone la participación directa de los estudiantes y por ello pensamos que debe ser un órgano fundamental de construcción colectiva. La democratización real que ésta asuma depende de la participación y el compromiso de todos y todas.

El cuerpo de delegados: lo central de esta instancia es fomentar la participación de todos desde nuestro espacio más cotidiano: las aulas. Supone la discusión en los cursos y su articulación en un todo integrado. Es el encargado de desarrollar la discusión entre los estudiantes rompiendo con la artificial separación que dictamina que en las aulas se estudia y no se hace política, y que ésta se restringe a los pasillos. Las delegadas y los delegados (revocables y rotativos) tienen la tarea de llevar lo discutido en sus cursos a una reunión general abierta y volver a ellos con lo que allí se haya planteado. La reunión de delegados será resolutiva en base a mandatos mayoritarios.

El cuerpo colegiado: es el espacio de representación permanente. Estaría compuesto por 15 miembros de diferentes listas, elegidos anualmente de manera proporcional, en elecciones no obligatorias. La idea es que en períodos de baja movilización garantice, en reuniones semanales, las funciones básicas del centro de estudiantes. Estas son: llamar a Asamblea Ordinaria, llamar a elecciones de cuerpo de delegados y colegiado, viabilizar recursos para las comisiones de trabajo, y garantizar que se forme una comisión abierta revisora de cuentas.

Las comisiones de trabajo: Son ámbitos de participación abierta a todos los estudiantes donde se discuten y garantizan actividades propuestas por las asambleas, delegados y en las mismas comisiones. Las actividades son financiadas por un presupuesto que surja de los balances sobre los ingresos obtenidos de los servicios. Además, las propuestas más importantes deben ser refrendadas por la Asamblea, así como también la creación de nuevas. Estas comisiones de participación directa, abiertas a cualquier estudiante, reemplazarían a las actuales secretarías cuya composición se encuentra sujeta al resultado del proceso electoral. Un ejemplo paradigmático de esta instancia es la existente comisión de lucha por el presupuesto, así como las nuevas comisiones de democratización, de lucha contra la mercantilización, de autogestión educativa, y la comisión antirrepresiva.
La democratización de la producción de conocimiento.

La democratización del Centro de Estudiantes no es un fin en sí mismo, sino que nos dispone en mejores condiciones para dar las luchas políticas que encaremos. Estas luchas incluyen obviamente las reivindicaciones gremiales y presupuestarias, pero también la lucha político-académica, es decir, la disputa por la producción y circulación de conocimiento. Debemos ampliar el campo-de-batalla desde las tradicionales cuestiones presupuestarias hacia la discusión sobre las relaciones político-pedagógicas, los contenidos que se imparten, las relaciones sociales que organiza la Universidad y su complicidad y funcionalidad con el mercado y la sociedad actual. Desde LA REVUELTA nos proponemos aportar a la subversión del tipo de formación que actualmente dispone la Universidad para dar paso a la formación de nuevos profesionales en vinculación con otros sectores de la clase trabajadora organizados como sujetos de cambio. Apostamos a que en nuestras aulas se forme una intelectualidad comprometida con la transformación revolucionaria de la vida y la sociedad, en lugar de técnicos abstraídos de la vida social. Esta transformación implica cuestionar y desarmar las jerarquías y los dispositivos a través de los cuales la Universidad distribuye y organiza la circulación de conocimientos, avanzando hacia formas más democráticas y abiertas en el aula, resignificando, sin anular, la función docente.
Unidad y articulación del movimiento estudiantil con los diversos sectores en lucha. Independencia del Gobierno Nacional y de la Gestión de la facultad.

Unir la lucha gremial y la político-académica va de la mano de la perspectiva general de un cambio social radical, en articulación con el resto de las clases subalternas y con plena autonomía respecto al Gobierno Nacional y la Gestión de la Facultad y la Universidad. Desde LA REVUELTA queremos aportar a la unidad de la lucha estudiantil con el resto de los sectores subalternos y la clase trabajadora, recuperando las mejores tradiciones de unidad obrero-estudiantil. Apostamos a construir una confluencia que vaya más allá de la (necesaria pero insuficiente) relación externa de solidaridad entre los estudiantes y los trabajadores (fondos de huelga, apoyo en conflictos, etc.), partiendo también del reconocimiento de que el grueso del estudiantado (de universidades masivas como son las universidades nacionales y, especialmente, la UBA) también trabaja y vive de su trabajo. A partir de esto entendemos necesario pensar y llevar adelante dispositivos de articulación más radicales entre la problemática estudiantil y la de clase.

Para nosotros no cabe ninguna duda de que la secuencia de gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernandez ha tenido la misión histórica de contener el carácter destituyente del estallido de 2001. La recomposición de la institucionalidad y la gobernabilidad de la democracia burguesa, lograda mediante la cooptación de amplios sectores de los movimientos sociales, la apropiación y distorsión de las luchas por los derechos humanos adquieren su carácter real ante el asesinato de Mariano Ferreyra a manos de la burocracia sindical, a la que el kirchnerismo ha hecho columna vertebral de su armado de poder, ante los más de 6000 compañeros procesados por luchar según releva CORREPI, ante el mantenimiento y aggiornamiento de las reaccionarias estructuras económicas de la Argentina. Este carácter no es otro que el de perpetrar una vez más la hegemonía política y económica de las clases dominantes por distintas vías, mediante una resignificación y reconfiguración de sus elementos.

Es por esta razón que la disputa entre el gobierno nacional y la oposición no ofrece una alternativa real para las clases subalternas. Durante el conflicto estudiantil de este año el silencio del gobierno ante las tomas de las facultades de Sociales y Filosofía y Letras fue precedido por un supuesto apoyo de la presidenta a los secundarios movilizados de Capital Federal, con la intención de diferenciarse de la “oposición de derecha” representada por la figura de la Mauricio Macri. Pero las facultades tomadas y su lucha por mayor presupuesto pusieron de manifiesto que tanto el gobierno como la supuesta oposición comparten objetivos estratégicos en detrimento de los sectores populares, más allá de que su expresión coyuntural sea diferente. Por lo anterior es falso y equivocado pensar que si nos oponemos al kirchnerismo se le “hace el juego a la derecha”.

Frente a las falsas dicotomías, desde La Revuelta apostamos a organizarnos desde abajo denunciando todas las injusticias y opresiones, sosteniendo firmemente las reivindicaciones propias de los distintos sectores, y avanzando en forma articulada y conjunta en la construcción de poder popular para la formación de un movimiento social y político capaz de dar una disputa real que contribuya a un cambio radical de las relaciones sociales de producción material y simbólica.
Con la perspectiva de la construcción de una fuerza social emancipatoria, anti-capitalista y radicalmente democrática, es que participamos cotidianamente en el movimiento estudiantil y, en este caso, en el proceso electoral. Te invitamos a que participes activamente de los distintos espacios de organización abiertos para que entre todos/as construyamos colectivamente una verdadera alternativa.