LA OTRA CAMPAÑA O LA POLÍTICA DESDE ABAJO
Raul Zibechi
«Un revolucionario se plantea fundamentalmente trans-
formar las cosas desde arriba, no desde abajo, al revés del
rebelde social. El revolucionario se plantea: vamos a hacer
un movimiento, tomo el poder y desde arriba transformo
las cosas. El rebelde social organiza a las masas y desde
abajo va transformando sin tener que plantearse la cues-
tión de la toma del poder.»
SUBCOMANDANTE INSURGENTE MARCOS (2001)
El largo trayecto del movimiento zapatista puede percibirse inmerso en
una doble tensión: la construcción diaria e incesante de la autonomía y la
lucha por modificar la relación de fuerzas a escala nacional y mundial. El
vínculo entre ambos procesos, interrelacionados e interdependientes, pa-
rece ser uno de los aspectos más sobresalientes y más interesantes del
zapatismo. Intentaré seguir el rastro de esa relación desde los primeros
días del alzamiento, con la esperanza de mostrar que la autonomía mate-
rial y la autonomía política no pueden separarse, y que una alienta la otra.
En efecto, la Otra Campaña lanzada por el EZLN el 1 de enero de 2006,
puede tomarse como muestra de que no existe autonomía política sin auto-
nomía material, y que la segunda encuentra límites si los territorios autóno-
mos no consiguen modificar el estado de cosas imperante en cada región
y cada país y, finalmente, en el planeta todo.
Gracias al trabajo periodístico y militante de Gloria Muñoz Ramírez
pudimos conocer de modo sistematizado los aspectos más importantes del
nuevo mundo que están construyendo los zapatistas en los municipios y
regiones autónomas en Chiapas33. El primer aniversario de los caracoles
y las Juntas de Buen Gobierno (agosto de 2004) fue la ocasión para difun-
dir todo lo que el movimiento había avanzado en el tiempo dedicado a
construir su autonomía, no con palabras sino con hechos contundentes.
3 3 «Chiapas: la resistencia» en: La Jornada, México, 4 de setiembre de 2004 y también en:
Gloria Muñoz Ramírez, El fuego y la palabra, Buenos Aires, Tinta Limón, 2005.
127
AUTONOMÍAS Y EMANCIPACIONES. AMÉRICA LATINA EN MOVIMIENTO
La autonomía tiene una larga tradición entre los sectores populares e
indígenas de todo el continente, y desde el primer día del levantamiento ha
sido una seña de identidad del zapatismo. Sin embargo, el actual movi-
miento que toma forma en las Juntas de Buen Gobierno tiene una fecha
precisa de nacimiento: el 8 diciembre de 1994. Ese día los zapatistas co-
municaron el fin de la tregua y el avance de sus tropas, y lanzaron la
campaña «Paz con Justicia y dignidad para los Pueblos Indios» que permi-
tió a lo largo de ese mes la creación de 30 municipios autónomos que
agrupan las zonas de influencia del EZLN34. De ese modo cobraba forma
una realidad que ya era evidente desde hacía cierto tiempo: el EZLN es el
brazo armado de los pueblos indios de Chiapas que se dispusieron a luchar,
el ejército está subordinado a las comunidades que son las que en los
hechos toman las decisiones que luego el ejército ejecuta.
A partir de ese momento la construcción de la autonomía dio un salto
adelante y siguió un camino de escasa visibilidad hacia fuera del mundo
zapatista, que recién conocimos de modo más o menos amplio a través de
los textos de Gloria Muñoz. Puede decirse que en los doce años siguientes
la construcción de la autonomía material ha sido un aspecto central de la
lucha zapatista, ya que representa lo que Marcos señala como «las condi-
ciones materiales para la resistencia» (Subcomandante Marcos, 2003b)35.
I. De las autonomías municipales a las Juntas de Buen Gobierno
Los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MAREZ) tuvieron des-
de el primer día un funcionamiento diferente al de los municipios del Esta-
do mexicano. El comunicado que anuncia su creación determina que «las
poblaciones civiles de estos municipios se dieron a nombrar nuevas auto-
ridades», en tanto «las leyes que deben cumplir y hacer cumplir los nuevos
municipios rebeldes en su mandar obedeciendo son: la Constitución políti-
ca de los Estados Unidos Mexicanos de 1917; las leyes revolucionarias
zapatistas de 1993; las leyes locales del comité municipal que la voluntad
popular de la población civil determine»36.
El control del territorio es la base primera sobre la que se construye la
autonomía. Pero la autonomía no consiste en una declaración ni represen-
34
35
36
128
Comunicados del EZLN del 8 al 20 de diciembre de 1994, en: EZLN, Documentos y
comunicados, México, ERA, 1995, pp. 170-182.
Subcomandante Insurgente Marcos, «La treceava estela», 5a. Parte.
Comunicado del EZLN del 20 de diciembre de 1994, en: EZLN Documentos y comuni-
cados: 181-182.
LA OTRA CAMPAÑA O LA POLÍTICA DESDE ABAJO
ta un objetivo ideológico. La autonomía está vinculada con la diferencia.
Los pueblos indígenas necesitan de la autonomía para proteger su cultura,
su cosmovisión, su mundo como algo distinto y diferente al mundo hege-
mónico. En estos territorios controlados por los zapatistas comenzó a re-
gistrarse un proceso autonómico. Y resulta necesario enfatizar el aspecto
de «proceso», ya que la autonomía no puede ser fruto de «un acto único»
sino que requiere «un lapso relativamente prolongado, cuya duración no es
posible determinar de antemano» (Díaz Polanco, 1997: 156-57). Esto es
así porque la autonomía no es una concesión de una de las partes (el
Estado) sino una conquista del sector social que necesita proteger y po-
tenciar su diferencia para poder seguir existiendo como pueblo.
Llegamos así a una suerte de trilogía: territorio-autogobierno-autonomía
o autodeterminación, ya que cada uno de esos aspectos resulta inseparable.
En esos espacios autocontrolados por los pueblos indios de la selva Lacandona
y Los Altos, se fueron registrando procesos de «mandar obedeciendo» que
significaron entre 1994 y el nacimiento de los caracoles en 2003, un gigan-
tesco salto adelante del movimiento. Mirando de modo retrospectivo, pode-
mos decir que desde el Congreso Indígena de 1974 (y probablemente desde
antes) las comunidades vivieron un proceso de fortalecimiento, un «creci-
miento interior» que les permitió liberarse de sus lastres y ataduras tradicio-
nales (Zibechi, 1999: 87-122). Sin embargo, con la declaración de los muni-
cipios autónomos en 1994 se comienza otra etapa, que podemos resumir
como la creación de un mundo nuevo en los territorios zapatistas.
Esta verdadera revolución en zona zapatista tiene varias puntas. Por
un lado hay cambios en la producción y reproducción de la vida cotidiana:
las comunidades y los consejos municipales toman la educación, la salud y
la producción agrícola en sus manos. Esto ha contribuido a mejorar nota-
blemente la calidad de la vida cotidiana de los pueblos y comunidades
zapatistas y ha sido una de las bases materiales decisivas para que cons-
truyeran los diversos escalones del autogobierno.
La segunda cuestión es precisamente la construcción de la autonomía
política. El núcleo básico siguió siendo la comunidad con su asamblea,
pero se crea una instancia superior, el Consejo Municipal, que agrupa re-
presentantes de cada comunidad que integra el municipio rebelde autóno-
mo. Aunque el EZLN decidió mantener durante largo tiempo en un plano
de escasa visibilidad la estructura de la organización autónoma por razo-
nes de seguridad y autodefensa (el 9 de febrero el gobierno de Ernesto
Zedillo lanzó una ofensiva militar que pretendió descabezar al EZLN),
algunos trabajos sostienen que cada consejo contaba con presidente, vice-
129
AUTONOMÍAS Y EMANCIPACIONES. AMÉRICA LATINA EN MOVIMIENTO
presidente, secretario y tesorero, y que además tenía comisiones o comi-
tés encargados de justicia, asuntos agrarios, salud, educación, cultura y
producción, entre los más comunes (Ornelas 2004).
En los ocho años y medio que transcurrieron entre diciembre de 1994
y agosto de 2003, o sea entre la proclamación de los municipios autóno-
mos y la creación de los caracoles en los espacios que antes ocupaban
los Aguascalientes, se fue creando una tupida de red de iniciativas de
todo tipo vinculadas a la vida cotidiana de esas comunidades, municipios y
regiones autónomas. En esos años los zapatistas hicieron mucho más que
crear un mundo nuevo y diferente, ya que mantuvieron una fuerte presencia
en el escenario nacional e internacional: convocaron la Convención Nacio-
nal Democrática en 1994, donde nació el primer Aguascalientes en Guadalupe
Tepeyac; realizaron los Diálogos de San Andrés en 1996, con amplios inter-
cambios con los demás pueblos indígenas de México que redundó en el
nacimiento de la Convención Nacional Indígena; convocaron los Encuen-
tros por la Humanidad y Contra el Neoliberalismo (el primero en 1996 fue
en Chiapas), realizaron consultas a la sociedad civil y marchas, la más im-
portante de las cuales fue la Marcha del Color de la Tierra en 200137.
Pero sigamos poniendo el foco de atención no sobre la actividad públi-
ca, la que mejor conocemos, sino sobre la construcción interna, en sus dos
vertientes de construcción de poder y de las bases materiales y morales
del mundo nuevo. Debemos recordar que desde el comienzo del alzamien-
to los zapatistas proclamaron un conjunto de «leyes revolucionarias» que
fueron aplicadas en esos espacios bajo control del EZLN. Aunque la más
conocida es la ley de mujeres (derecho a decidir la cantidad de hijos, a ser
elegida para cargo militar o civil, matrimonio no obligatorio), existen un
conjunto de «leyes» que de alguna manera fueron el marco político para la
construcción del mundo que va naciendo dentro de las zonas autonómicas.
Lo que sucedió en esos años lo supimos en detalle recién en el mo-
mento en que los zapatistas deciden difundirlo al mundo, a partir de agosto
de 2003 cuando se instalan los Caracoles y las Juntas de Buen Gobierno.
El periodista Luis Hernández Navarro, de La Jornada, describe los gi-
gantescos cambios que se produjeron en Oventic, uno de los pueblos
zapatistas más conocidos de Los Altos:
37
130
Sobre la CNI ver EZLN, Documentos y comunicados, tomo I, México, ERA, 1994;
sobre los Acuerdos de San Andrés: Luis Hernández Navarro y Ramón Vera Herrera
(comp.) Acuerdos de San Andrés; y sobre la marcha: EZLN La Marcha del Color de la
Tierra.
LA OTRA CAMPAÑA O LA POLÍTICA DESDE ABAJO
En 1994 Oventic era apenas una comunidad rural poco po-
blada cercana a cabeceras municipales de importancia como
San Andrés. Diez años después esta localidad se ha conver-
tido en un centro urbano dotado de una escuela secundaria y
un hospital lleno de pinturas murales y cooperativas, donde
se asienta la junta de buen gobierno Corazón Céntrico de los
Zapatistas Delante del Mundo.38
Según el analista el explosivo crecimiento de Oventic se debe al papel
político que juega la localidad a la que pertenecen siete municipios autóno-
mos. Define a estos espacios autocontrolados como «un laboratorio de
transformación de las relaciones sociales» y «una escuela de gobierno y
una política alternativa». La conclusión es que en las zonas zapatistas los
pueblos «han retomado el control de su sociedad y la están reinventando».
Veamos ahora –a través del texto de Gloria Muñoz y de los comunicados
del EZLN La treceava estela y Leer un video– el perfil que presentan en
los últimos años las más de mil comunidades zapatistas de Chiapas, agru-
padas en 29 municipios autónomos y cinco grandes regiones, en las que
funciona igual número de juntas de buen gobierno y donde viven probable-
mente unas 200 mil personas.
Desde un punto de vista cuantitativo, seguramente impreciso, en las
cinco regiones las comunidades construyeron dos hospitales, 18 clínicas,
unas 800 casas de salud comunitarias con no menos de 500 promotores de
salud formados con los criterios adoptados por las comunidades
zapatistas39. En el área de la educación, y siguiendo el mismo criterio,
habría unas 300 escuelas y alrededor de mil promotores educativos que
conforman el Sistema Educativo Rebelde Autónomo Zapatista de Libera-
ción Nacional (SERAZLN) que cuenta también con educación secunda-
ria, por lo menos en el municipio de Oventic. Todo esto fue conseguido sin
la menor ayuda estatal, sólo con el esfuerzo propio y con el apoyo de la
solidaridad nacional e internacional.
Veamos ahora algunos aspectos más en detalle. En el caracol La
Realidad (Madre de los caracoles de mar de nuestros sueños), el hos-
pital cuenta con quirófano donde se hacen operaciones pequeñas y media-
3 8 Luis Hernández Navarro, «Autonomía sin pedir permiso» en: La Jornada, México, 7 de
septiembre de 2004.
3 9 Las cifras provienen de un recuento cuya base es el texto de Gloria Muñoz citado, pero
seguramente se trata de aproximaciones sin valor estadístico.
131
AUTONOMÍAS Y EMANCIPACIONES. AMÉRICA LATINA EN MOVIMIENTO
nas. En la construcción del hospital participaron en turnos «miles de indí-
genas bases de apoyo» a lo largo de tres años, superando enormes obstá-
culos, entre ellos la falta de médicos (Muñoz, 2004: 317). El trato que
reciben es muy diferente al que se les otorga en los hospitales estatales,
donde el personal humilla a los indígenas, por lo que incluso muchos sim-
patizantes del PRI prefieren acudir a la sanidad zapatista. El hospital cuenta
con consultorio dental y de herbolaria, ya que los zapatistas no se limitan a
reproducir los criterios de salud del capitalismo. Es también una escuela
de promotores y promotoras de salud donde se han formado por los menos
una parte de los 118 promotores que había en este caracol en 2003. Esa
zona cuenta con tres clínicas municipales y más de cien casas de salud
«donde se ofrece consulta gratuita a las bases de apoyo y, cuando hay,
medicina gratuita» (Muñoz, 2004: 318).
Este caracol cuenta también con un laboratorio de herbolaria y una
casa de alimentos conservados y tienen el orgullo de haber capacitado
más de 300 mujeres hueseras, yerberas y parteras. Quisiera detenerme
en este aspecto por varias razones que luego detallaré. Según un testimo-
nio recogido por Gloria Muñoz, el proceso de recuperar la tradición de
curar los huesos supuso vencer muchos obstáculos:
Este sueño empezó cuando nos dimos cuenta que se estaba
perdiendo el conocimiento de nuestros ancianos y nuestras
ancianas. Ellos y ellas saben curar el hueso y las torceduras,
saben el uso de las hierbas, saben atender el parto de las
mujeres, pero toda esa tradición se estaba perdiendo con el
uso de las medicinas de farmacia. Entonces hicimos acuerdo
entre los pueblos y llamamos a todos los hombres y mujeres
que saben de curación tradicional. No fue fácil esta convo-
catoria. Muchos compañeros y compañeras no querían com-
partir su conocimiento, decían que era un don que no puede
traspasarse porque es algo que ya se trae adentro. Entonces
se dio la concientización en los pueblos, las pláticas de nues-
tras autoridades de salud, y se logró que muchos cambiaran
su modo y se decidieran a participar en los cursos. Fueron
como 20 hombres y mujeres, gente grande de nuestros pue-
blos, que se decidieron como maestros de la salud tradicional
y se apuntaron como 350 alumnas, la gran mayoría compa-
ñeras. Ahora se han multiplicado las parteras, las hueseras y
las yerberas en nuestros pueblos. (2004: 319)
132
LA OTRA CAMPAÑA O LA POLÍTICA DESDE ABAJO
Este ejemplo me parece que revela la forma como los zapatistas están
construyendo un mundo nuevo. No se vincula, directamente, con la rela-
ción de fuerzas a escala nacional o mundial, ni siquiera con el tipo de poder
que están construyendo en los caracoles y las juntas de buen gobierno.
Pero revela algo mucho más profundo: la capacidad de cambiar el mundo
o, como ha señalado Marcos en alguna oportunidad, de construirlo o in-
ventarlo de nuevo.
En primer lugar, destaca la capacidad de buscar en el propio pueblo,
en el seno de las comunidades y de las personas que las integran, los
recursos y los medios para resolver las cuestiones de la salud. Este es un
concepto muy diferente al del sistema, para el que los seres humanos y las
comunidades son menores de edad –más aún si son indios– o seres
«carenciados» como gusta decir el vocabulario acuñado por los organis-
mos internacionales como el Banco Mundial. «Carenciados», no pobres,
objetos de caridad porque son seres que «carecen», incompletos, de los
cuales debe hacerse cargo el Estado que sabe realmente lo que necesitan.
En la concepción zapatista, que pone por encima de todo el valor de la
dignidad y la rebeldía, los seres humanos son sujetos de sus vidas y tam-
bién de su salud. Por el contrario, para lucrar con la salud el capital debe
convertir a los seres en pasivos-pacientes, objetos de los cuales alguien
(poder médico-poder estatal) se hace cargo.
En segundo lugar, recuperar saberes que ya están ahí, en el seno de
los pueblos, supone un largo proceso de descubrimiento interior. En las
comunidades hay personas que saben, pero o bien no quieren compartir
porque consideran que ese saber les da un poder, o bien nadie hasta ahora
se ha preocupado de darle valor colectivo a esos saberes que no son pro-
piedad de cada ser sino una herencia de la comunidad. Este trabajo inte-
rior requiere tiempo y un esfuerzo individual y colectivo por superar el
individualismo y tradiciones que muchas veces son negativas. Ese «cam-
biar el modo» que recoge el testimonio requiere un largo trabajo que no
puede resolverlo un poder externo a la comunidad ni se zanja por decreto.
Es una cuestión de conciencia y, por lo tanto, de vínculos sociales. Al
recuperar el saber de los huesos, las yerbas y el parto se están creando
vínculos de otro tipo, se democratizan los saberes, se socializan conoci-
mientos, se difuminan los poderes y las comunidades en su conjunto adqui-
rieron nuevos saberes y poderes.
Por otro lado, los zapatistas tienen la capacidad de combinar la medi-
cina tradicional y la alopática. En las casas de salud comunitaria cuentan
con dos botiquines: uno con hierbas y otro con medicinas de farmacia.
133
AUTONOMÍAS Y EMANCIPACIONES. AMÉRICA LATINA EN MOVIMIENTO
Esto responde por un lado a la experiencia de las propias comunidades,
que en la práctica combinan «las dos medicinas», pero además se relacio-
na con la promoción de la medicina tradicional que empata con la
cosmovisión y la cultura de los pueblos indígenas40.
En cuarto lugar, la red de salud empieza por la casa comunitaria, el
dispensario que hay en cada comunidad por pequeña que sea y por aislada
que se encuentre. Esto responde a la apropiación de la salud por la co-
munidad, porque esta red se empezó a construir de abajo a arriba. Quie-
nes visitamos comunidades a mediados de la década de 1990, pudimos
ver en todas ellas una pequeña y modesta casita donde una promotora
de salud (en general son mujeres) atendía todos los casos que se le
presentaban y además daba cursos y talleres sobre salud reproductiva,
enseñaba a hervir el agua para el consumo humano y los cuidados ele-
mentales de limpieza personal y en el hogar. El Estado hace lo contrario:
construye un gran hospital en una cabecera importante y los comuneros
deben trasladarse kilómetros durante días para ser inhumanamente aten-
didos. En el caso del caracol de la Realidad, así como en Oventic, el
hospital coronó un largo proceso de dos décadas en el que se construye-
ron cientos de casas de salud comunitarias, microclínicas, clínicas y otros
emprendimientos.
Una red de salud creada de abajo arriba que integre las diferentes
medicinas y recupere y socialice saberes, forma parte de un proceso eman-
cipatorio que ningún Estado puede encarar. En este proceso lo que se está
haciendo es crear nuevos lazos sociales, en el convencimiento de que la
curación es un proceso colectivo y comunitario41. Esta red forma parte del
proceso emancipatorio porque, además, al ser una autoconstrucción co-
munitaria no hay separación entre medicina o «aparato» de salud y comu-
nidad o sociedad. Esa separación es una de las claves del capitalismo.
Todos los aspectos de la sociedad capitalista aparecen mediados por una
capa burocrática que gestiona los intereses de la sociedad (salud, educa-
ción, Estado). En las regiones autónomas zapatistas no existe tal burocra-
cia sino un proceso que supone el camino inverso al que viene realizando
el capitalismo desde hace cinco siglos: el poder médico supuso la apropia-
ción de los saberes curativos de la comunidad y su concentración en el
cuerpo médico-estatal. Las comunidades están reapropiándose de sus
40
41
134
Sobre este tema, véase: Gloria Acero y María Dalle Rive, Medicina indígena, Op. cit.
Sobre este aspecto véase: Benjamín Maldonado Alvarado, «Reflexiones sobre comunalidad
y medicina indígena tradicional».
LA OTRA CAMPAÑA O LA POLÍTICA DESDE ABAJO
saberes y las personas recuperan colectivamente el control de sus cuer-
pos. Esto es lo que denomino un proceso emancipatorio.
Esa no separación se relaciona, por último, con la forma como una
persona se involucra en la salud. Los promotores son elegidos por las
comunidades –siempre que lo acepten– para que se capaciten para luego
atender en la comunidad. Quiere decir que desde el primer paso el control
comunitario está siempre presente e impide que se congele un cuerpo
separado de la comunidad para atender la salud. La Junta de Buen Go-
bierno es la encargada de la manutención de los promotores de salud.
(Colectivo Situaciones, 2005: 67-71)
***
La educación está guiada por los mismos principios. Antes del levanta-
miento zapatista en las comunidades no había escuelas o las que había no
contaban con maestro. Desde 1997 los zapatistas elaboraron sus propios
planes de estudio y ya van tres generaciones de promotores de educación
que imparten clases en las más de 300 escuelas que construyeron en las
comunidades y pueblos. Pero los zapatistas no se limitaron a sembrar es-
cuelas y colocar en ellas a los promotores y promotoras. Al igual que la
salud, la educación crece de abajo a arriba.
Los criterios educativos buscan la integración de la escuela en la co-
munidad y en la lucha zapatista. Desde el punto de vista pedagógico, se
basan en que la educación «sale del pensamiento de los pueblos», en que
«los niños van a consultar a los viejitos de los pueblos y junto con ellos van
armando su propio material didáctico», como señalan los promotores. No
califican: «A los que no saben no se les pone cero, sino que el grupo no
avanza hasta que todos vayan parejos, a nadie se reprueba. Asimismo, a fin
de curso los promotores indígenas organizan una serie de actividades que
son presenciadas por los padres de familia, quienes valoran el aprendizaje
de sus hijos sin otorgarles ninguna calificación» (Muñoz, 2004: 351).
Los promotores y promotoras son elegidos por sus comunidades, las
escuelas fueron construidas por las comunidades y los niños llevan como
matrícula una gallina para la alimentación de los maestros. Las Juntas de
Buen Gobierno se encargan de proveer los materiales didácticos, no reci-
ben ni aceptan subsidio estatal alguno y los maestros no cobran sueldo,
son alimentados y vestidos por las comunidades, que les pagan los gastos
en transporte y calzado. Se guían por los principios «nadie educa a nadie,
nadie se educa solo», y «educar produciendo» y «educar aprendiendo»
135
AUTONOMÍAS Y EMANCIPACIONES. AMÉRICA LATINA EN MOVIMIENTO
(Nachman, 2004). De esta forma, los zapatistas erradicaron el Estado
–como concepto educativo– de sus escuelas. Se trata del concepto de
autoeducación, como lo manifiestan explícitamente los promotores
zapatistas: «La educación nos la daremos entre todos. Nadie puede decir
‘yo te libero’, la liberación la haremos entre todos. Nadie concientiza a
nadie, nadie se concientiza solo» (Muñoz, 2004: 351).
Vemos que la educación zapatista es la autoeducación comunitaria, ya
que son las propias comunidades las que toman la educación en sus manos
y, al igual que en la salud y en todos los aspectos de sus vidas, no se crea
un cuerpo separado «especializado» o «profesionalizado» para impartir
educación. Los contenidos y los criterios pedagógicos dependen de las
comunidades y pueblos indígenas; las personas que imparten educación
son elegidas por las comunidades y su labor es vigilada por ellas.
En el municipio Ricardo Flores Magón crearon un centro de capacita-
ción para promotores de educación, con apoyo de la solidaridad griega,
que se inauguró en agosto de 2004 luego de tres años de trabajos comuni-
tarios en los que participaron casi todos los varones de los cien pueblos
que integran el municipio. Un miembro del Consejo Autónomo, Julio, rela-
ta de este modo el tipo de educación que quieren impartir:
Nosotros pensamos que tenemos que cambiar la educación
de todo. Queremos una educación distinta en lo político y
desde la forma de enseñar dentro de los salones. No quere-
mos que los promotores estén sentados en filas, mirándose la
espalda unos a otros. Nosotros queremos que los alumnos
estén en círculos para que sea vean todos la cara. Entonces
por eso nos gustó el proyecto que nos presentaron los grie-
gos, que es una escuela con salones de seis lados para que
las bancas puedan formar un círculo. Son salones hexagonales,
no cuadrados (…) Así la educación es diferente desde las
aulas, al contrario sería igual que una escuela oficial. El estar
sentados en círculos en los salones permite crear la unidad
entre los alumnos, el compañerismo y el conocimiento de los
demás compañeros. (Muñoz, 2004: 4)
Una buena síntesis, respecto a la salud y la educación, la brinda el
propio subcomandante insurgente Marcos al cumplirse el primer aniversa-
rio de las Juntas de Buen Gobierno, donde señala el «giro radical» que se
vive en las zonas zapatistas: «Donde había muerte, empieza a haber vida»
136
LA OTRA CAMPAÑA O LA POLÍTICA DESDE ABAJO
(Subcomandante Marcos, 2004). En un solo año construyeron 50 escuelas
y equiparon las 300 que ya tenían sin recibir un solo peso del Estado.
***
Los aspectos productivos y de distribución registran también cambios im-
portantes. Los pueblos indios producen desde siempre sus alimentos o, por
lo menos, una parte sustancial de lo que consumen. Los zapatistas inten-
tan combatir a los intermediarios (coyotes) que les pagan precios misera-
bles por sus productos. En La Realidad compraron un camión para llevar
sus productos directamente al mercado de Las Margaritas, donde funcio-
na un mercado zapatista, y algunas comunidades como Veracruz crearon
bodegas de abastecimiento para atender cientos de tiendas comunitarias
zapatistas y no zapatistas (Muñoz, 2005: 323). En la zona de Los Altos las
comunidades zapatistas organizaron la comercialización del café orgánico
a través de dos cooperativas propias, mientras las mujeres bordadoras
crearon también sus cooperativas para comercializar sus artesanías y elu-
dir a los voraces y racistas intermediarios de San Cristóbal de Las Casas.
En todos los caracoles hay cooperativas y bibliotecas, en algunos hay
talleres de zapatería y de bicicletas, cafeterías y otros servicios, mientras
las mujeres se destacan por los trabajos colectivos en la siembra de horta-
lizas y verduras, costura, bordado, fabricación de velas y panadería. Evi-
tan los agrotóxicos y buscan bioinsecticidas para combatir las plagas («no
se trata de eliminar las plagas sino de ahuyentarlas», dicen), porque consi-
deran que «la autonomía de los pueblos empieza por el cuidado de la tie-
rra» (Muñoz, 2005: 350). Están en marcha proyectos como una bloquera,
cooperativas de producción de cerdos, gallinas, borregos, pollos y ganado
y de árboles frutales.
El cambio social se relaciona de modo muy estrecho con la autonomía,
individual y colectiva. En terrenos como la educación y la salud esto es
muy visible. El aprendizaje supone autoaprendizaje, o sea «que la gente
tenga el control de su aprendizaje»; del mismo modo sucede con la salud:
«Nosotros hablamos de curarnos de la salud, de recuperar los cuerpos y
de aprender a sanar. Teniendo en cuenta que nadie puede aprender a
sanar por mí. Yo tengo que aprender a sanar, yo soy el control, yo soy el
agente. Si hablo de educación y salud, yo dependo del sistema» (Esteva,
2005: 193). En suma, esta visión integral de la autonomía supone llevar
el principio de autogobierno a todos los aspectos de la vida porque es la
forma de superar la dependencia, y en este terreno lo individual y lo
137
AUTONOMÍAS Y EMANCIPACIONES. AMÉRICA LATINA EN MOVIMIENTO
colectivo no son separables. La autonomía es, digamos, un todo; o es
integral –y abarca por tanto todos los aspectos– o no es autonomía.
Así y todo los avances son siempre parciales. El tema de la mujer es
uno de ellos, al que el EZLN y las juntas de buen gobierno le vienen dedi-
cando esfuerzos, pero según los documentos difundidos por los zapatistas
los avances son lentos. Lo cierto, como señala Fernández Navarro, es que
«a contracorriente producen y reproducen una sociedad diferente»; están
«reinventando la tradición»; producen un desarrollo desde abajo basado
en sus propias fuerzas; como hemos visto, «han recuperado las experien-
cias más avanzadas en cada uno de los distintos campos de acción en los
que incursionan. En muchos sentidos las resumen»42.
Vale la pena insistir en que todas las iniciativas que reseñamos supo-
nen cambios profundos en las relaciones sociales: realizaron una reforma
agraria desde abajo, desplazaron a los ganaderos, a los intermediarios y a
los caciques de sus territorios, impulsan formas de organización popular y
despliegan la creatividad y las energías transformadoras de la gente, las
comunidades y los pueblos. Y, en paralelo, han desplazado a las autorida-
des estatales y a los políticos profesionales. Con ello han conseguido mo-
dificar la correlación de fuerzas en los territorios zapatistas. Este proceso
tuvo en el ejército zapatista, entendido como el brazo armado de las comu-
nidades, un actor decisivo que fue capaz de «despejar el terreno» para
permitir que se desplegaran las múltiples iniciativas que hemos visto. Di-
cho de otro modo, la expulsión del poder estatal y la creación de un espa-
cio controlado por las comunidades fueron las condiciones para permitir
que surgiera esta enorme cantidad de iniciativas que representan, por la
vía de los hechos, un mundo nuevo, o sea diferente.
***
Veamos ahora como se fue diagramando la distribución del poder en los
territorios zapatistas. En el balance del primer año de funcionamiento de
las juntas de buen gobierno, se establece que uno de los logros más impor-
tantes, que permite hablar verdaderamente de «un buen gobierno», es la
rotatividad a la hora de asumir las funciones ejecutivas. «Todos fuimos
gobierno, no tuvimos algún líder, fue un gobierno colectivo, así entre todos
nos enseñamos lo que cada uno sabe» (Subcomandante Marcos, 2004).
42
138
Luis Hernández Navarro, «Desarrollo desde abajo», en: La Jornada, 28 de septiembre
de 2004.
LA OTRA CAMPAÑA O LA POLÍTICA DESDE ABAJO
Más aún, un reporte desde tres de los caracoles a comienzos de 2005,
cuando las juntas de buen gobierno se encaminaban hacia el segundo año
de gestión, muestra sorpresa por la cantidad de jóvenes involucrados en
las tareas de gobierno. Pero lo más sorprendente es la fuerza de la
rotatividad. Los miembros de cada junta son elegidos por las asambleas de
las comunidades y duran tres años en el cargo, pero:
«Sus miembros van rotando cada ocho días, de modo que
vuelven a repetir el cargo varias veces. Cada miembro viaja
de su municipio al Caracol, donde permanecen día y noche
durante una semana y luego regresan a sus casas a seguir
trabajando la tierra y atendiendo las labores domésticas y de
familia. No reciben ningún salario. Es una responsabilidad, no
un privilegio (…) La práctica de la rotatividad, revocabilidad y
rendición de cuentas en las juntas de buen gobierno y el hecho
de que gradualmente todos y todas pasarán por la experiencia
de gobernar y ser gobernados tendrá como consecuencia nada
menos que la eliminación de la clase gobernante»43.
El camino para llegar a esta realidad no fue sencillo: supuso un apren-
dizaje de los pueblos y un aprendizaje de los zapatistas, sobre todo del
EZLN. Buena parte de ese proceso viene resumido en La treceava este-
la, documento en el que se decide la creación de los caracoles y las
juntas de buen gobierno y el fin de los cinco Aguascalientes que habían
nacido como respuesta a la destrucción del Aguascalientes de Guadalupe
Tepeyac (donde había sesionado la Convención Nacional Democrática)
luego de la ofensiva militar del ejército estatal el 9 de febrero de 1995.
Desde el punto de vista de la autonomía, fue un paso decisivo, fundamen-
tal. El documento es un balance, una autocrítica pública y sobre la base de
ello ofrece alternativas y respuestas.
Se plantearon dos grandes problemas a resolver: las relaciones de las
autoridades autónomas con la sociedad civil nacional e internacional, y las
relaciones con las comunidades zapatistas y no zapatistas. Ambos aspec-
tos vienen detallados en la quinta parte de La treceava estela, titulada
Una historia. En el primer aspecto sostiene que se ha producido un desa-
rrollo desequilibrado de los municipios autónomos, de las comunidades e
4 3 Fernanda Navarro «Reseña de una visita a Chiapas» en: La Jornada, Michoacán, 14 y
15 de marzo de 2005. Negritas en el original.
139
AUTONOMÍAS Y EMANCIPACIONES. AMÉRICA LATINA EN MOVIMIENTO
incluso de las familias zapatistas. Los municipios más conocidos o de
más fácil acceso son los que reciben más proyectos; algunas familias
que alojaron o tuvieron contacto más estrecho con los visitantes se ven
favorecidas por atenciones o regalos. Ambos aspectos los considera
naturales en las relaciones humanas, pero advierte que «pueden produ-
cir desequilibrios en la vida comunitaria si no hay contrapesos»
(Subcomandante Marcos, 2003b).
La segunda cuestión es más compleja y afecta a las relaciones entre
civiles y militares. Cuando una persona no cumple con sus responsabilida-
des es tradición, anterior a la existencia del EZLN, que se la sustituya por
otra de forma «natural». Pero la presencia del ejército zapatista creó algu-
nos problemas:
Aunque aquí, puesto que se trataba de una organización po-
lítico-militar, el mando tomaba la decisión final. Con esto quiero
decir que la estructura militar del EZLN «contaminaba» de
alguna forma una tradición de democracia y autogobierno. El
EZLN era, por así decirlo, uno de los elementos «antidemo-
cráticos» en una relación de democracia directa comunitaria
(otro elemento antidemocrático es la Iglesia, pero eso es asun-
to de otro escrito) (Subcomandante, 2003b).
Sostiene que cuando los municipios autónomos comenzaron a funcio-
nar y el autogobierno pasa de lo local a lo regional, la «sombra» de la
estructura militar se desprende de las autonomías porque el EZLN no
interviene en los asuntos de municipios y regiones y porque «puesto que el
EZLN, por sus principios, no lucha por la toma del poder, ninguno de los
mandos militares o miembros del Comité Clandestino Revolucionario Indí-
gena puede ocupar cargo en la comunidad o en los municipios autónomos»
(Subcomandante Marcos, 2003b). El que quiera hacerlo debe abandonar
el cargo en el ejército zapatista.
Pero la autocrítica se profundiza cuando se aborda una de las cuestio-
nes más delicadas: los consejos autónomos administran justicia y los resul-
tados son «irregulares» en ocasiones y en otros problemáticos. En este
punto Marcos y el EZLN son muy transparentes y es bueno reproducir en
detalle el carácter de la autocrítica:
Si la relación de los Consejos Autónomos con las comunida-
des zapatistas está llena de contradicciones, la relación con
140
LA OTRA CAMPAÑA O LA POLÍTICA DESDE ABAJO
comunidades no zapatistas ha sido de constante fricción y
enfrentamiento.
En las oficinas de las organizaciones no gubernamenta-
les defensoras de los derechos humanos (y en la Comandan-
cia General del EZLN) hay un buen tanto de denuncias en
contra de los zapatistas por supuestas violaciones a los dere-
chos humanos, injusticias y arbitrariedades. En el caso de las
denuncias que recibe la Comandancia, se turnan a los comités
de Zona para investigar su veracidad y, en caso positivo, solu-
cionar el problema juntando a las partes para hacer acuerdo.
Pero en el caso de los organismos defensores de los de-
rechos humanos hay dudas y confusiones porque no está
definido a quién hay que dirigirse. ¿Al EZLN o a los Conse-
jos Autónomos?
Y tienen razón…(Subcomandante Marcos, 2003b).
Estos problemas se atribuyen, como se percibe en el texto, a la confu-
sión de roles entre civiles y militares. Pero además es el resultado de que,
como señala Marcos, la construcción de la autonomía indígena no ha sido
obra sólo de los zapatistas sino «por la complicidad de cientos de miles de
personas de diferentes colores, diferentes nacionalidades, diferentes cul-
turas, diferentes lenguas, en fin de mundos diferentes» (Subcomandante
Marcos, 2003b).
Autonomía y diferencia van, entonces, de la mano. Porque la autonomía
o la autodeterminación suponen el derecho de los pueblos a gobernarse a sí
mismos en todos los aspectos: «decidir su forma de gobierno propio, su vida
sociocultural y su organización económica» (Díaz Polanco y Sánchez,
2002:45). Este aspecto es sumamente importante porque a menudo se redu-
ce la autonomía a funciones de gobierno, algo así como fijarse sólo en lo que
sucede en el arriba del pueblo que exige poderes autonómicos. Por el con-
trario, la experiencia zapatista nos enseña que la autonomía tiene un carác-
ter integral y estratégico: abarca desde la más pequeña cooperativa, desde
una escuela en la selva o una casa de salud y se relaciona con la forma y el
modo como se encaran cada uno de los trabajos, en quiénes reside la sobe-
ranía, cómo van a tomar las decisiones y de qué manera van a organizarse.
Por eso la autonomía se relaciona también con la heterogeneidad. Si
somos verdaderamente autónomos, en cada lugar se harán las cosas se-
gún decida cada colectivo. Esa enorme heterogeneidad es lo que los
zapatistas denominan «otro mundo donde caben muchos mundos». O sea
141
AUTONOMÍAS Y EMANCIPACIONES. AMÉRICA LATINA EN MOVIMIENTO
un mundo donde la diferencia es una realidad y no apenas una declaración
vacía. Nos muestran que «es posible actuar unitariamente sin suprimir la
diversidad», y en ese sentido las juntas de buen gobierno «son una instan-
cia de acción unitaria no un mecanismo de uniformidad, en la medida en
que no centralizan poderes o mandatos de las instancias de base» (Ornelas,
2004:10). De este modo los zapatistas promueven un cambio social verda-
dero, que no puede más que ir a contracorriente de las prácticas homoge-
neizadoras y excluyentes del capital. Estos modos del capitalismo han sido
recuperados por la izquierda política que busca la cohesión y la unidad-
uniformidad de las fuerzas antisistémicas, mientras que para los zapatistas
«la multiplicación del sujeto de la transformación social es la alternativa
que oponen a los mecanismos de poder que caracterizan al sistema capi-
talista» (Ornelas, 2004: 11).
Las cinco juntas de buen gobierno, que funcionan en otros tantos ca-
racoles, se proponen:
– contrarrestar el desequilibrio en el desarrollo de los municipios autóno-
mos y las comunidades.
– mediar en los conflictos entre municipios autónomos y entre éstos y
los municipios gubernamentales.
– atender las denuncias contra los Consejos Autónomos por violaciones
a los derechos humanos, protestas e inconformidades, ordenar la co-
rrección de errores y vigilar su cumplimiento
– vigilar la realización de proyectos y tareas comunitarias en los munici-
pios autónomos, cuidando que se cumplan los tiempos y formas acor-
dadas por las comunidades.
– vigilar el cumplimiento de las leyes que funcionan en los municipios en
común acuerdo con las comunidades.
– atender y guiar a la sociedad civil nacional e internacional para visitar
comunidades, llevar adelante proyectos productivos, instalar campa-
mentos de paz y cualquier otra actividad permitida en las comunidades
rebeldes.
– en acuerdo con el CCRI-CG del EZLN promover y aprobar la partici-
pación de personas en los municipios autónomos rebeldes zapatistas
en actividades o eventos fuera de las comunidades.
– cuidar que en territorio zapatista el que mande, mande obedeciendo.
Además se establece que cada junta estará integrada por uno o dos
delegados de los Consejos Autónomos de cada zona. En este punto hay
una clara división civil-militar. A los municipios competen las tareas de
142
LA OTRA CAMPAÑA O LA POLÍTICA DESDE ABAJO
impartir justicia, educación, vivienda, tierra, trabajo, alimentación, infor-
mación, cultura y tránsito local. La parte militar, el EZLN, «vigilará el
funcionamiento de las juntas de buen gobierno para evitar actos de co-
rrupción, intolerancia, arbitrariedades, injusticia y desviación del principio
zapatista de mandar obedeciendo» (Subcomandante Marcos, 2003b).
De este modo los zapatistas buscan resolver tanto los desequilibrios
como los problemas generados por la superposición civil-militar. Y lo ha-
cen siguiendo la lógica que se han dado desde el levantamiento del 1 de
enero de 1994: sin crear un aparato separado de las comunidades, o sea
sin crear Estado, burocracia, y, como señala Ornelas, sin «reproducir la
separación entre política, sociedad y economía, entre lo público y lo priva-
do, entre lo ‘importante’ y lo banal, buscando crear relaciones que tiendan
a (re)unificar la vida social» (Ornelas, 2004: 11). En última instancia, tanto
lo «civil» como lo «militar» dependen de las asambleas de las comunida-
des que son el verdadero poder, las que mandan mandando.
La capacidad de los zapatistas de crear un mundo nuevo en sus terri-
torios, el control de la vida por los pueblos, ha permitido fortalecer sus
capacidades de resistir el cerco militar-estatal. Esa notable capacidad de
resistencia profundizando la diferencia, es lo que les permite encarar la
Otra Campaña, que ya viene anunciada en el texto de creación de los
caracoles, en 2003, con la propuesta del «plan La Realidad-Tijuana» que
se propone «ligar todas las resistencias en nuestro país y, con ellas, re-
construir desde abajo la nación mexicana» (Subcomandante Marcos,
2003b). Este plan comenzó dos años después de haberse anunciado, con
el «alerta roja» y la Sexta Declaración de la Selva Lacandona.