Uruguay, de como los compañeros de izquierda en el gobierno aplican la mano dura contra sindicalistas y pierden apoyo en la población por aplicar el programa aplaudido por la derecha

05.Ene.11    Análisis y Noticias

05-01-2011

Uruguay
Un presidente cotizando a la baja

Ernesto Herrera
Correspondencia de Prensa

“Habla mucho y hace poco”…

En caída libre. Así finaliza el año para la imagen de José Mujica. El miercoles 30 de diciembre, la encuestadora Equipos Mori reveló “que una vez más desciende la cantidad de personas consultadas que aprueba la gestión del mandatario”. Ahora es de tan solo 48%. Los datos divulgados por la empresa de “opinión pública” (que en muchas ocasiones realiza mediciones a pedido del gobierno), registran que en los últimos seis meses Mujica pasó de 71% en junio a 48% en diciembre. Esto significa que el presidente cierra sus primeros diez meses de gobierno por debajo de la aprobación con que inició su administración: 60%.”

Las conclusiones de Equipos Mori coinciden con las de otras consultoras respecto a la pérdida de aceptación que sufre Mujica. Difieren levemente en los porcentajes. Cifra, Factum e Interconsult ubican el retroceso entre 12 y 20 %. Nada muy alejado de lo que es la percepción popular.

Hasta mediados de año, Mujica venía con viento a favor. Su incontinencia verbal seducía a propios y ajenos. Pero todo fue cambiando a partir de julio y agosto. No obstante una economía en “pleno crecimiento” (8,5% del PIB), un aumento record de las exportaciones (6.109 millones dólares) y un desempleo “en niveles muy bajos” (6,7%); los “problemas de seguridad”, la desastrosa situación en la enseñanza y la crisis habitacional, fueron minando las espectativas. En setiembre, el gobierno anunció que el “Plan Juntos” que prometía construir 1.000 viviendas para las capas sociales más pobres -en los primeros cien días de su administración- recién empezará a funcionar en 2011. Siempre y cuando aparezcan los “donantes” privados y los “idealistas” dispuestos a realizar “trabajo voluntario”.

Luego vinieron las disputas familiares. El Frente Amplio inició el ajuste de cuentas “por los malos resultados en las elecciones municipales de mayo” (el “progresismo” perdió cuatro intendencias municipales en el interior del país y bajó la votación en Montevideo); se sucedieron las zancadillas por los espacios de poder y los acomodos en una orgánica parásita; y, finalmente, aparecieron las diferencias en torno a la “ley interpretativa” de la Ley de Caducidad (en realidad, una “interpretación” de la impunidad…para mantenerla), al punto que el gobierno tuvo que retirar el proyecto del Senado.

Entre agosto y diciembre, Mujica tuvo que enfrentar incontables “desbordes sindicales”. Decenas de miles de trabajadores se movilizaron por el Presupuesto Nacional y los Consejos de Salarios. Hubo huelgas, ocupaciones, carpas solidarias, y marchas de los sindicatos. El 6 de octubre se realizó un Paro General de 24 horas.

Ante las críticas de “inacción y lentitud”, el gobierno decidió marcar la cancha y “restablecer el principio de autoridad”. Sin lo cual el “buen clima de negocios” es, ya se sabe, pura palabrería.

Por un lado, rechazó las demandas salariales de los sindicatos, en particular las del sector público. Por otro lado, aplicó el orden jerárquico que debe primar en todo Estado que se precie de tal. Prohibió las ocupaciones de edificios públicos, habilitando la intervención policial para el desalojo en caso de ser necesario; decretó la “esencialidad de los servicios” de recolección de basura y guardavidas; ordenó a los militares limpiar la mugre en diversas zonas de Montevideo. Y obtuvo el premio mayor: derrotó la lucha “ultraizquierdista” de Adeom, el sindicato de los trabajadores municipales.

Desde los medios conservadores y empresariales llegaron los mensajes de celebración por esta “saludable firmeza oficial” para “enfrentar conflictos que amenacen el bienestar ciudadano”. (1)

Las últimas semanas dan cuenta de una superación de las “convulsiones”. Que al final, según Mujica, “no fueron tantas”. Las voces “disidentes” en el Frente Amplio se van apagando. Todas sus fuerzas políticas apoyaron el decreto de “servicios esenciales”, o sea, avalaron la restricción del derecho de huelga en el conflicto municipal. Mientras tanto, el Partido Comunista y el Movimiento de Participación Popular resolvieron, en sus respectivos congresos, el apoyo incondicional al gobierno…”para seguir profundizando los cambios”.

Por el lado de los sindicatos, la “conflictividad laboral” da paso a la “razonabilidad” del diálogo. Y todos vuelven a encontrarse en la Dirección Nacional de Trabajo. Como debe ocurrir en un país acostumbrado a los consensos y a la “autorregulación” de la protesta social.

Sin embargo, el “desgaste del presidente” se hace evidente. “Habla mucho y hace poco”. Así como lo demuestran las opiniones de la mayoría de los consultados en las encuestas. O como se puede escuchar en cualquier lugar de trabajo, sindicato, barrio, feria, omnibús, y hasta en rueda de amigos. Existe una amplia coincidencia.

Mujica completa sus diez meses de gobierno “con cada vez menos gente que aprueba su gestión”. Y con muchos más desencantados que empiezan a impacientarse porque la “profundización de los cambios” no acaba de llegar. Por el contrario, la “brecha de la desigualdad” se ensancha y la “redistribución de la riqueza” se alcanzaría no se sabe cuando. Basta con remitirse al último Informe de Coyuntura (diciembre 2010) del Instituto Cuesta-Duarte del PIT-CNT:

“Pese a la coyuntura económica sumamente favorable que está viviendo el país, con tasas de crecimiento del producto y niveles de desempleo récord en términos históricos, no está claro que con los actuales mecanismos que lleva adelante el gobierno se pueda acelerar el proceso de redistribución de la riqueza, elemento en el que se avanzó poco en estos años. Actualmente se mantiene una enorme brecha de ingresos donde el 20% más rico se apropia del 47,7% del ingreso nacional, mientras que el 20% más pobre se debe conformar con apenas el 5,7% de los ingresos totales. La economía sigue creciendo a un ritmo mucho más acelerado que los salarios y las pasividades y más de 800.000 uruguayos todavía perciben salarios por debajo de los $10.000″. (2)

Poco antes de estas lapidarias conclusiones, el Instituto Nacional de Alimentación (INDA) informaba: 100.000 familias (equivalente a 375.000 personas, es decir el 10% de la población total del país), se encuentran “con graves problemas de alimentación”. Esto es, que dependen del “asistencialismo focalizado” para comer una ración básica.

Tan solo pocos días después, otro cachetazo. Unos 20.000 niños (de los más de 35.000 que salen todos los días a trabajar) lo hacen en medio de la basura. Sufriendo “una de las peores formas de trabajo infantil” según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Es lo que indica el estudio “Trabajo infantil en el Uruguay: la paradoja de la sobrevivencia en la basura, un estudio sobre los niños recolectores y clasificadores de basura”. La investigación da cuenta de una “subcultura” que por sus dimensiones “ya no se puede ocultar”. (3)

Son estos miles de niños sobre-explotados los que componen la geografía social en su estado más crítico. Son los hijos y las hijas de la pobreza extrema. Las principales víctimas de un “modelo de crecimiento” que continúa por la senda del capitalismo neoliberal trazada por las instituciones financieras internacionales. Vale decir, que privilegia la acumulación y reproducción de bienes y ganancias empresariales por encima de las necesidades sociales más urgentes. Esta indignante realidad de los “niños-trabajadores” es, apenas, una muestra del “país de primera” que vendían los spots electorales del “progresismo”. Hace poco más de un año atrás.

Justo es decirlo, el presidente y los ministros está preocupados. Quieren “empezar un debate sobre cómo destribuir mejor la riqueza”. Acaban de descubrir -luego de siglos de capitalismo-, que “el mercado sólo no reparte”. Si Adam Smith los escuchara -por no invocar a Karl Marx- se mataría de risa. Por cierto, si alguien piensa que van a debatir un cambio de programa económico, se equivoca. Porque el “intercambio” en el gabinete ministerial “no es tanto sobre el rumbo” que se confirma. Así lo hizo Mujica en el último Consejo de Ministros realizado en la ciudad de Fray Bentos, y así lo hizo su vicepresidente Astori en un foro de empresarios organizado por la Asociación de Dirigentes de Marketing. Los dos ratificaron por completo el rumbo económico. Por más griterío que se escuche.

Lo que estaría en debate entonces sería la “apertura de oportunidades”, porque “toda la matriz de protección social -que asegura la caída de la pobreza y la indigencia, y que es necesaria, por supuesto- no garantiza mejoras en la distribución del ingreso”. (4) Para empezar por donde se debe, el gobierno ya resolvió acelerar los proyectos público-privado (concesiones y privatizaciones) y una nueva “rebaja de los aportes patronales”. Porque ya lo sabemos de sobra: de los empresarios que invierten y “generan puestos de trabajo” depende la suerte de la evolución del salario. Ergo: la “distribución del ingreso”.

El presidente es un hombre sensible, Con un pasado (cada vez más lejano) de lucha. Reconoce las “dificultades que atraviesa mucha gente” y con su talante paternalista les recuerda a los de abajo “su derecho al pataleo”. Aunque pide “paciencia”. No obstante, a la hora de responder a las críticas sobre la “inacción y lentitud” de su administración, plantó una de sus tantas reflexiones patéticas: “Me siento como un viejo hablando en el desierto (…) En este país no te dejan hacer nada” (…) Es fácil mandar un proyecto de ley, pero andá a saber cuándo sale y andá a saber cuándo se aplica”. (5) Nos dice que quiere hacer, pero se lo impiden. Pasó por alto un pequeño detalle: su partido tiene mayoría parlamentaria (en senadores y diputados) lo que garantiza la aprobación casi automática de las leyes que el Poder Ejecutivo pudiera enviar.

Finalmente, la “caída de imagen” no sólo afecta al gobierno nacional. A la jefa comunal de Montevideo no le va mejor. Ana Olivera (Partido Comunista-Frente Amplio), cierra su gestión anual con el menor apoyo desde que el “progresismo” gobierna la capital del país. Hace 20 años.

En apenas seis meses de gestión, tiene el 38% de desaprobación, contra un 35% de aprobación. Peor: entre los votantes frenteamplistas, “apenas un 50% dice aprobar lo que hace el gobierno municipal”. La limpieza, las obras de infraestructura, la rebaja de impuestos, la “inversión social”, en fin, todo lo prometido espera en una agenda tan incompetente como burocrática.

Sin embargo, la “compañera intendenta” (la segunda más votada a la dirección en el congreso del Partido Comunista) espera revertir en el corto plazo la situación de parálisis. Dice que “llegó el momento de las realizaciones”. La razón para el optimismo es sencilla: fue removido el principal obstáculo. Mejor dicho: el sindicato fue puesto en vereda. El decreto de “esencialidad de los servicios” y los milicos actuando de rompehulegas dejaron las cosas en claro sobre quién (y cómo) manda. Ninguna reivindicación salarial fue contemplada y se aplicarán sanciones a los infractores del decreto represivo. En este punto, vale decirlo, el gobierno municipal cuenta con la “aprobación” de la mayoría de los montevideanos y de los frenteamplistas: el 86% y el 52% respectivamente, estuvo a favor de la mano dura contra Adeom. O lo que es igual: de escarmentar de una buena vez a los “radicales”. Porque los “intereses corporativos” (derechos de la clase trabajadora) no pueden predominar por sobre el “interés general de los ciudadanos todos”. Lo afirmó la “compañera intendenta” en medio del conflicto y lo recalca el presidente de la República cada vez que se le ocurre.

Notas

1) Editorial del diario El Observador, 15-12-2010.

2) Al dato de 800.000 personas que tienen como salario mensual $10.000 (510 dólares), hay que agregar unos 450.000 asalariados que ganan un Salario Mínimo Nacional, $5.924 (300 dólares). Esto significa que cerca del 70% de la fuerza laboral del país se encuentra en una situación de precariedad salarial. La Canasta Familiar del Indice de Precios al Consumidor (IPC) está situada en $40.817 (2.100 dólares), esto corresponde a un “hogar promedio” (3,3 personas, de las cuales 2 reciben ingresos).

3) La investigación fue realizada en el marco del Programa Proniño de Telefónica en coordinación con la ONG Gurises Unidos y el Centro de Informaciones y Estudios del Uruguay (CIESU).

4) Vicepresidente Danilo Astori, nota del semanario Búsqueda, 11-12-2010.

5) Entrevista en el semanario Búsqueda, 11-12-2010.