Es la auto-organización comunitaria de los pueblos lo que prevalece como la resistencia más contundente y la respuestas más fuerte a la violencia institucional.


Barreda destaca los mecanismos de auto-protección de los pueblos, muy desarrollados en ese contexto. El más emblemático es el de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC) de la Costa Chica y Montaña de Guerrero, un sistema jurídico que se auxilia de la Policía Comunitaria, formada desde hace más de 15 años. El mecanismo de la Policía Comunitaria también ha sido emprendido en otras comunidades, como la de Ostula, en Michoacán, con sus formas particulares legitimadas en el derecho a la autodefensa indígena.

La represión a estas formas de organización no es poca. “Es evidente que al gobierno le incomoda mucho la existencia de un grupo armado, organizado y que no esté bajo su control”, advierte un integrante de la CRAC. La Policía Comunitaria cuenta con más de 30 órdenes de aprensión en su contra.

Barrera también refuerza la importancia de las Radios Comunitarias y menciona como ejemplo las radios La Palabra del Agua y la Radio Ñomndaa, que son víctimas de recientes represiones políticas en Guerrero. “Son una experiencia de cómo la gente ha encontrado a través de ese medio de comunicación una manera de reivindicar la defensa de su territorio, de su lengua, de sus derecho colectivo. Y, sobre todo, de cómo alentar la organización comunitaria”.

Es la auto-organización comunitaria de los pueblos lo que prevalece como la resistencia más contundente y la respuestas más fuerte a la violencia institucional. El mejor ejemplo de esto es la autonomía que ejercen los zapatistas en Chiapas, con sus Juntas de Buen Gobierno y sus propios mecanismos de justicia.

Y en Ostula, en una reciente asamblea celebrada el pasado 30 de enero, más de mil comuneros iniciaron la discusión sobre la presión del gobierno para que cedan parte de su territorio a cambio de 40 millones de pesos y del supuesto reconocimiento del área recuperada. Los 400 ancianos del pueblo ya se pronunciaron por una rotunda negativa.

La esperanza, dice Abel Barrera, “surge del mismo aliento que emerge de las comunidades, de los movimientos sociales, de los campesinos que están luchando para poder seguir viviendo en el campo, de la lucha de los indígenas en la defensa de sus territorios y de sus derechos comunitarios, de las acciones de mujeres que están emergiendo como autoras de un nuevo movimiento emancipador. Esa gama de actores sociales tan diversos y tan coloridos en cuanto a su originalidad y versatilidad, es el oxígeno y la nueva lluvia fresca que está tratando de reverdecer esa esperanza”.