Telefonía celular y dispositivos de seguimiento


21-03-2011

Entrevista íntegra a Richard Stalmann
Los iPhones y los Android son dispositivos de seguimiento propios del “Gran Hermano”

Jon Brodkin
NetworkWorld

Traducido para Rebelión por Ricardo García Pérez

Después de casi tres décadas en pos de que el mundo se deshaga del software propietario, Richard Stallman ve una nueva amenaza para la libertad del usuario: los smartphones o teléfonos móviles inteligentes.

«Yo no tengo móvil. No pienso llevar móvil», afirma Stallman, fundador del movimiento de software libre y creador del sistema operativo GNU. «Es el sueño de Stalin. Los móviles son instrumentos del Gran Hermano. No pienso llevar un dispositivo de seguimiento que registre dónde voy a cada momento, y no voy a cargar con un aparato de vigilancia que se puede activar sin que lo sepa.»

Stallman cree firmemente que sólo el software libre nos puede salvar de nuestra tecnología, ya se trate de teléfonos móviles, PC, tabletas o cualquier otro aparato. Y cuando habla de «libre» no se refiere al precio del software ; se refiere a la capacidad de utilizar, modificar y distribuir el software como uno quiera.

Stallman fundó el movimiento del software libre a principios y mediados de la década de 1980 con la creación del proyecto GNU y la Fundación para el Software Libre (FSF, Free Software Foundation), de la que sigue siendo presidente.

Cuando pedí a Stallman que enumerara algunos éxitos del movimiento del software libre, lo primero que salió fue Android, no la versión de Andriod de Google, sino más bien la versión de un tercero del sistema operativo variable del que se ha eliminado todo el software propietario (véase también Stallman supports LibreOffice).

«Desde hace muy poco se puede hacer funcionar algunos teléfonos de uso muy generalizado con software libre», decía Stallman. «Hay una versión de Android que se llama Replicant y que, salvo en Estados Unidos, s e puede instalar en el teléfono HTC Dream sin software propietario. Hace algunas semanas, en Estados Unidos todavía había algún problema con algún archivo de marcación, aunque funcionaba en Europa. Ahora tal vez funcione. O tal ves no. No lo sé.»

Aunque Android se distribuye con licencias de software libre, Stallman apunta que los fabricantes pueden cargar los aparatos con ejecutables no libres, que los usuarios no pueden sustituir «porque en el teléfono hay un dispositivo que comprueba si se cambia el software y no deja funcionar ejecutables modificados». Stallman lo llama «tivoización», porque la tecnología TiVo utiliza software libre, pero impone restricciones de hardware para impedir alteraciones. «Si el fabricante puede sustituir el ejecutable pero el usuario no, entonces el producto es una cárcel», señala.

Stallman dice que, en teoría, los teléfonos que solo utilizan software libre se pueden proteger del acecho de las escuchas electrónicas. «Si lo único que contiene es software libre, seguramente te puedes proteger, porque eso lo causa el software del teléfono», comenta.

Por irónico que resulte, Stallman me hablaba desde un móvil. No suyo, por supuesto, sino uno que le prestó un amigo de España mientras realizaba una gira europea de charlas. En el transcurso de los 38 minutos que duró la conexión hubo cinco interrupciones de la línea, uno justo después de los comentarios de Stallman sobre las escuchas electrónicas y el software libre para móviles. Intentamos volver a conectar varias horas más tarde, pero no pudimos acabar la entrevista por teléfono. Stallman respondió el resto de mis preguntas por correo electrónico.

Stallman está acostumbrado a sacrificar la comodidad. Evidentemente, él no va a utilizar Windows ni Mac, pero ni siquiera software como Ubuntu, que tal vez sea el sistema operativo más popular de GNU y núcleo de Linux, cumple con sus exigencias para el software libre.

Stallman reconoce que hay pocas personas dispuestas a hacer los sacrificios que él es capaz de hacer en aras del software libre.

«Las decisiones que uno toma se basan en valores», señala. «Y la mayoría de las personas han aprendido a pensar que lo del software es una cuestión netamente de calidad-precio, no de si respeta o no la libertad del usuario. La gente que toma decisiones basándose en esos valores no va a sacrificar un ápice de comodidad para tener software libre, mientras que yo estoy dispuesto a trabajar años y años, y más años, para que mi ordenador no tenga software propietario.»

Stallman trabaja en un portátil Lemote Yeeloong con el sistema operativo gNewSense, una distribución de GNU/Linux integrada en exclusiva por software libre.

«Hay algunas cosas que no puedo hacer. Utilizo un ordenador bastante lento porque es el único portátil con una BIOS libre», dice Stallman. Indica que el sistema gNewSense es la única distribución absolutamente libre que funciona en el Lemote, que tiene un procesador similar al MIPS. El Lemote venía con otra distribución de GNU/Linux que incluía software no libre y Stallman lo sustituyó por gNewSense.
Stallman, de 57 años, participó en una comunidad de software por primera vez cuando empezó a trabajar en el Laboratorio de Inteligencia Artificial del MIT en 1971. La comunidad que compartía software se disolvió a principios de la década de 1980, más o menos en el mismo momento en que Digital Equipment Corp. dejó de producir una plataforma de hardware de la que dependía la comunidad. Stallman pudo haberse sumado al software propietario si hubiera estado dispuesto a «firmar contratos de confidencialidad y prometer no colaborar con mis colegas hackers», dice. En cambio, fue un pionero del movimiento de software libre.

Stallman es un personaje fascinante del mundo de la informática, admirado por muchos y vilipendiado por empresas como Microsoft, que ven una amenaza en el software con el que ellos no se pueden lucrar.

Stallman no ha conseguido quebrar la supremacía de Microsoft/Apple en el mercado del ordenador de sobremesa, por no hablar del predominio de Apple en el terreno de las tabletas. Pero el movimiento de software libre que alumbró sí lideró la proliferación de servidores de Linux que prevalece en los centros de datos y sostiene gran parte de Internet. Quizá sea una ironía, porque Stallman manifiesta resentimiento por el mérito atribuido al núcleo de Linux a expensas de su propio sistema operativo GNU.

Stallman dice que está «un poco» orgulloso de la proliferación de software libre de servidores, «pero me preocupa más la envergadura del problema que hay que corregir que hasta dónde hemos llegado ya».

El software libre en los centros de datos está bien, pero «para el objetivo de dar libertad al usuario, su ordenador de sobremesa, su portátil y su teléfono son los aparatos que más afectan a su libertad». El enfoque se centra mucho más en el software que en el hardware, pero el movimiento insiste en que «el hardware tenga especificaciones para que podamos crear software libre con el que abastecerlo de pleno», comenta. «Poner a la venta hardware y negarse a decirle al comprador cómo utilizarlo denota falta de escrúpulos. Debería ser ilegal.»

Para aceptar la entrevista con Network World, Stallman pidió que este artículo empleara la terminología que él prefiere utilizar; por ejemplo, «software libre» en lugar de «software de código abierto», o «GNU/Linux» en lugar de simplemente «Linux». También pidió que se grabara la entrevista y que, si la grabación se distribuía a través de Internet, que se hiciera en un formato compatible con el software libre.

Stallman comentaba que, en lo que se refiere al software, el usuario tiene cuatro grados de libertad esenciales. «La grado cero de libertad es la libertad ara utilizar el programa como quiera. El grado uno de libertad es el de estudiar el código fuente y cambiarlo para que el programa funcione como uno quiera. El grado 2 de libertad representa la libertad de ayudar a los demás; esa es la libertad de hacer copias exactas y distribuirlas cuando uno quiera. Y el grado tres de libertad alude a la de colaborar con una comunidad de software, y es la libertad de distribuir copias de versiones modificadas cada vez a uno se le antoje».

A Stallman se le ocurrió el término «copyleft» para referirse a las licencias que garantizan que el código del software libre no se puede redistribuir en productos propietarios.

Según la filosofía de Stallman, la clave reside en lo siguiente: «Sin esas cuatro libertades, el propietario controla el programa y el programa se encarga de controlar a los usuarios», dice. «Así que el programa es simplemente un instrumento de poder injusto. Los usuarios merecen libertad para controlar sus ordenadores. Un programa no libre es un sistema de poder injusto y no debería existir. La existencia y utilización de software no libre es un problema social. Es un mal. Y nuestro objetivo es un mundo sin ese problema.»

«Ese problema» no lo origina ninguna empresa en particular, pero a quien critica con más frecuencia la gente como Stallman es a Microsoft.

«Siguen considerándonos su enemigo», dice Stallman. Es célebre el calificativo que hace diez años aplicó Steve Ballmer, el consejero delegado de Microsoft, para referirse a Linux: un «cáncer». Desde entonces, Microsoft ha suavizado el tono de sus declaraciones públicas, pero a Stallman no le tranquiliza. «En algunos aspectos han aprendido a ser un poco más sutiles, pero su objetivo es que las personas utilicen Windows y no un sistema operativo libre.» Después de lanzar esa idea se volvió a interrumpir la conexión telefónica.

Además de Microsoft, Stallman vuelve a pronunciar el nombre de «Apple y Adobe, y Oracle, y otro montón de empresas que fabrican software propietario y presionan a la gente para que lo utilice».

Google «hace algunas cosas buenas y otras malas», dice Stallman. «Ha presentado software libre muy valioso, como el codec WebM, y está presionando a YouTube para que distribuya así. Sin embargo, el nuevo Art Project de Google sólo se puede utilizar con software propietario.»

Stallman y su gente trabajó en el sistema operativo GNU durante la mayor parte de la década de 1980, pero faltaba una pieza: un núcleo, que es el que suministra recursos del hardware a los programas que se instalan en el ordenador. Torvalds llenó ese vacío en 1991 cuando desarrolló Linux, un núcleo similar a Unix.

Los sistemas que utilizan el núcleo de Linux se suelen llamar simplemente «Linux», pero Stallman lleva años luchando para que la gente utilice el término que a él le parece más preciso: «GNU/Linux».

Stallman también se opone a algunas personas de la que se conoce como «la comunidad de código abierto». Los defensores del código abierto surgieron sin ninguna duda del movimiento de software libre, y la mayoría del software de código abierto también vale como software libre. Pero Stallman dice que la gente que se autodenomina defensora del código abierto suele considerar que el acceso al código fuente es una cuestión de comodidad práctica y se desentiende de los principios éticos de la libertad de software. Varios distribuidores se han subido al carro del código abierto sin suscribir los principios que Stallman cree que deberían ser el alma del software libre.

«No quiero que esto parezca demasiado injusto», añade Stallman. «Claro que hay mucha gente que suscribe puntos de vista de código abierto y ha trabajado en programas valiosos y libres, y también que algunas de esas empresas han financiado trabajos para programas útiles que son libres. De modo que esa labor es buena. Pero, al mismo tiempo, en un plano más profundo, el enfoque del código abierto distrae la atención de la gente de la idea de que merecen libertad.»

Uno de los blancos de Stallman es Linus Torvalds, creador del núcleo de Linux y una de las figuras más célebres del mundo del software libre.

Stallman y su gente trabajó en el sistema operativo GNU durante la mayor parte de la década de 1980, pero faltaba una pieza: un núcleo, que es el que suministra recursos del hardware a los programas que se instalan en el ordenador. Torvalds llenó ese vacío en 1991 cuando desarrolló Linux, un núcleo similar a Unix.

Los sistemas que utilizan el núcleo de Linux se suelen llamar simplemente «Linux», pero Stallman lleva años luchando para que la gente utilice el término que a él le parece más preciso: «GNU/Linux».

Stallman «quería asegurarse de que GNU recibe el reconocimiento adecuado», comenta Miguel de Icaza, de Novell, que creó el programa de software libre GNOME, pero a quien Stallman ha criticado por asociarse con Microsoft y vender software propietario. «Cuando apareció Linux, Richard no se lo tomó muy en serio durante algún tiempo y siguió trabajando en su propio núcleo. Sólo cuando Linux pasó acaparó mayor atención le pareció, en cierto modo, que su proyecto no había recibido el suficiente reconocimiento. El problema es qué pasaba en el momento en que había una comunidad nueva surgida de improviso y que no se sustentaba necesariamente en GNU.»

El núcleo GNU, llamado Hurd, todavía está «en proceso de desarrollo» según la página web del proyecto.

La aportación de Torvalds al software libre se conmemorará de forma generalizada este año con motivo del vigésimo aniversario del núcleo de Linux. Pero Stallman no será uno de los animadores, y no sólo por la disputa del nombre.

«No admiro a nadie que diga que la libertad no es importante», apunta Stallman. «Torvalds dio un mal ejemplo a la comunidad al utilizar públicamente un programa no libre para el mantenimiento de Linux (su núcleo, que es la principal contribución al sistema GNU/Linux). Le critiqué por hacerlo, igual que le criticaron otros. Cuando lo dejó, no fue por decisión propia. Hace poco rechazó [la] versión 3 de GPL para Linux porque preserva la libertad del usuario frente a la «tivoización». El hecho de que rechazara GPLv3 es la razón por la que casi todos los teléfonos Android son como cárceles.»

Ni siquiera Red Hat y Novell, empresas consideradas, en general, defensoras del código abierto, reciben un respaldo muy grandilocuente. «Red Hat apoya en parte el software libre. Novell, mucho menos», dice apuntando que Novell tiene un contrato de patente con Microsoft.

Pese a su aparente pesimismo, Stallman sí ve que su afán por la libertad de software ha propiciado algunas cosas positivas. Cuando no está en su casa de Cambridge, Massachusetts, que es la mayor parte del tiempo, Stallman anda deambulando por el mundo dando conferencias y manteniendo discusiones sobre el software libre. Antes de viajar a España paró en Londres para dar una charla en la que calificó a Windows de «software malintencionado» («malware») y se reunió con un par de parlamentarios para explicarles cuestiones relacionadas con el software libre. En Europa suelen recibirlo mejor que en su país.

«En Estados Unidos el código abierto ha escondido debajo de la alfombra casi por completo la implicación con el software libre. En consecuencia, no encontrarás a casi ningún ningún cargo oficial que quiera hablar conmigo», señala.

Fuera de Norteamérica, algunos gobiernos respaldan el software libre. «Ayer descubrí que en Francia los organismos oficiales están avanzando hacia el software libre», dice. «No hay ninguna medida sistemática que se lo exija, pero cada vez hacen más cosas. Y en algunos países, por ejemplo, Ecuador, hay una normativa explícita para que los organismos oficiales se pasen al software libre y todo organismo que quiera seguir utilizando software no propietario tiene que solicitar una exención provisional, un permiso para hacerlo.»

Aunque Stallman no lo mencionó, el gobierno ruso está exigiendo a sus organismos que antes de 2015 sustituyan el software propietario con alternativas libres, con la intención de mejorar tanto la economía como la seguridad, según The Wall Street Journal.

Además de al software libre, Stallman se dedica a cuestiones políticas y escribe un blog en The Huffington Post. En realidad, ve pocas diferencias entre las empresas que amenazan a la libertad de software y «los bribones de Washington», que tantas deudas tienen por los donativos empresariales que reciben.

Stallman cree ver algo de su espíritu en las recientes manifestaciones sindicales de Wisconsin.

«A veces, la libertad requiere un sacrificio, y la mayoría de los estadounidenses no está dispuesto a hacer ningún sacrificio por su libertad», dice. «Pero quizá los manifestantes de Wisconsin estén empezando a cambiar las cosas.» Las empresas y los medios de comunicación «tienen a los estadounidenses en buena medida convencidos […] de que no tienen derecho a negar a los negocios lo que los negocios pretendan conseguir. Bueno, en Estados Unidos nos hace falta cierto espíritu de resistencia. Tenemos que recuperar el espíritu de libertad con el que fundamos Estados Unidos».
Fuente: http://www.networkworld.com/news/2011/031411-richard-stallman.html?page=1