LECCIONES APRENDIDAS, diciembre 2001-julio 2003
por NUEVO PROYECTO HISTORICO • Thursday July 17, 2003 at 01:17 AM
nuevproyhist@hotmail.com
El poder no se retira, ni se exilia. El pasaje del capital-parlamentario a la república comunal, no se logra, como una simple operación acumulativa de experiencias autónomas.
nph lecciones aprendidas primera parte
Colectivo: Nuevo Proyecto Histórico (NPH)
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nuevproyhist@hotmail.com
Lecciones aprendidas
Diciembre 2001- julio 2003
(primera parte)
Nota: Este trabajo es publicado como primicia para Indymedia. Y constará de cuatro entregas.
A la memoria de todos los compañeros asesinados por el
capital-parlamentario desde el 19 y 20 de diciembre de 2001.
Por la vida insumisa del presente.
A un año del asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío
Santillán. Luchadores del MTD Aníbal Verón.
A los hombres libres del futuro.
1.- Contrapoder
2.- Estado
3.- Representación
4.- Elecciones
5.- Revolución
6.- Vanguardia
7.- Trabajo
8.- Multitud
9.- Psicología
10.- Capitalismo
11.- Anticapitalismo
1.- Contrapoder
El hilo rojo que recorre a las fábricas recuperadas, la clase media asalariada y el movimiento piquetero es el método asambleario. Todos hacen pensando y piensan haciendo.
El método asambleario es un fin en sí mismo. Es el reaseguro que evita la burocratización del poder constituyente de las masas.
El merendero, las elecciones y el contrapoder local. Las fuerzas que se han propuesta realizar simultáneamente todas estas tareas terminaron privilegiando solo alguna de ellas.
Por ahora, los dirigentes existen por más horizontal que sea la forma de hacer política.
A los fines de sintetizar lo ya expuesto en este tema, pasamos a extractar un pasaje de La Fraternidad como Arma Política. “Por el momento, aún en la democracia más horizontal, surgen liderazgos. Referentes instituidos por la asamblea y no autoproclamados por ninguna organización externa. Lo importante es que al constituirse nuevas referencialidades, estos sujetos, no sean aditivos superpuestos al movimiento. Acelerando o retardando, el líder, los tiempos de las masas. Creyéndose portador del destino del conjunto del colectivo asambleario”.
“La multitud, en su pasaje de la representación parlamentaria a la des-representación asamblearia, inviste a ciertos sujetos, con carácter imperativo y funcional, como sus circunstanciales voceros. Su poderío proviene de la potencia derivada por la asamblea. Pero nunca como energía expropiada por el referente. El poder nace del colectivo y el delegado es su servidor”.
“De producir la multitud un cambio de paradigma histórico y el fin de la des-representación, el capitalismo y la política -entendiendo a esta última como ejercicio del poder de unos sobre otros-, el autogobierno de la multitud no precisará más de los líderes. Cada singularidad expresará al colectivo. El conjunto contendrá a cada persona sin masificarla. Y, por lo tanto, la especie conquistará, por vez primera en la historia, la oportunidad de que cada individuo sea un sujeto de subjetividades múltiples. Expresión de la libertad, en toda su potencia y originalidad, del género humano”.
“Fin de la delegación desrepresentativa. Liderazgo de la multitud y, de este modo, fin de todo liderazgo”. Fin del extracto: La Fraternidad como Arma Política
De ser necesario ocupar lugares en el estado con representantes del contrapoder, jamás hay que abandonar el contrapoder territorial. Caso contrario, los delegados del contrapoder, se transformarán en autistas representantes del viejo poder constituido. Y no en autonomistas mandatados por el poder constituyente de sus organismos de contrapoder.
No hay estrategia de contrapoder efectiva que no se plantea terminar con el poder actual.
El capital-parlamentario, o cualquier variante de la forma estado capitalista: cesarismo, fujimorismo, dicta-[cracias] o demo-[duras], no se disuelve desde la exclusiva horizontalidad. El poder no se retira, ni se exilia. El pasaje del capital-parlamentario a la república comunal, no se logra, como una simple operación acumulativa de experiencias autónomas. No es un juego de suma cero, donde todo lo que pierde el estado lo gana el autonomismo.
¿Cómo está compuesta la biopolítica alternativa? Posee una economía de emergencia que debe ser acompañada permanentemente por la lucha ideológica o, al decir de la multitud, por una reflexión orgánica (soma-intelecto-trabajo-afecto). Que involucre un debate pre-activo de las tareas, una práctica autorreflexiba-cooperante y pro-activa y, un debate pos-activo de lo realizado. Ampliando las fronteras de cada labor iniciada o aún descartando las tareas que encontraron su límite. De lo contrario, toda economía de la sobre-vida, se queda en una mera economía autista de subsistencia.
Las fábricas ocupadas y autogestionadas por la clase obrera que no lleguen a cambiar el sistema de raíz, subsisten mientras no sea un peligro para la extracción generalizada de plusvalía de la economía postfordista. Caso contrario, el poder las acosará, cooptará o arrasará.
El sistema capitalista puede subsistir con formas híbridas o pre-capitalistas, la gestión obrera acotada y club del trueque.
La autogestión obrera antisalarial que no se generaliza perece. No puede competir con la economía capitalista. Precisa, para resistir, organizarse en red con otras fábricas. Y ampliar la propia red a otras experiencias antisistémicas como las asambleas y los MTD’s. Conformando, de este modo, una red de redes. Aumentando su volumen social con otras clases subalternas y construyendo el contrapoder suficiente para abolir el poder dominante en su conjunto. Caso contrario están condenadas al fracaso. Mientras produzcan y se desarrollen, serán atosigadas por el sistema económico, comunicacional y político capitalista, que buscará reabsorberlas al circuito ampliado del capital por intermedio del sistema de microemprendimientos y fábricas cooperativas. Los obreros ya no tienen al patrón como el comando del capital dentro de la fábrica, pero vuelven a ser presa de él a través del patrón de patrones que es el estado capitalista y su economía de mercado. Que funciona como sustituto, extra fabril, de la expoliación salarial de la economía en su conjunto. Transformando las cooperativas obreras en tercerizadoras del capital y, lo que resulta mas importante para la dominación, operando como difusores políticos de un imaginario que “hizo la revolución sin hacer la revolución”. Dilapidando sus primeras prácticas antagónicas y constituyéndose en un pobre remedo del imaginario autogestivo.
Mientras que, a las fábricas anticapitalistas en su dura lucha por alumbrar una red autónoma y terminar con la sociedad salarial en su conjunto, les espera el desabastecimiento, la tergiversación informativa y el acoso judicial y policial.
Los obreros no son revolucionarios por el solo hecho de ser obreros. Su oposición a la explotación a la que están sometidos resulta una actividad consciente. Entendiendo por conciencia una práctica, que partiendo de la necesidad, está dotada de voluntad de cambio. Conciencia como saber intelectual y somático. Conciencia como expresión afectiva de la fraternidad entre iguales. Conciencia como deseo des-encadenado y ejercicio de libertad. Este trabajo consiente es el que abre las puertas a su antagonismo del capital. Y es una praxis que necesita ser permanentemente alimentada por nuevas tareas consientes si busca transponer todos los límites de la sociedad basada en la compraventa, el estado y el dinero.
Contrapoder = Autovalorización. La energía humana como fuerza del hacer. El trabajo liberado del capital o la autonomía de los productores. Lo realizado, su uso y consumo, que no termina atado a ningún precio o valor. Que retoma toda su potencia, por sobre la compraventa o el valor de cambio. Y que en el trayecto de su práctica, desmitifica el fetiche y mediador por excelencia de las relaciones sociales en el capitalismo: el dinero. Demostrando, desde un trabajo antagónico a la expoliación, lo innecesario del salario y su precio en moneda. Forma soberana que toma el capital para el intercambio de mercancías. Salario y moneda como límite al libre uso y consumo de lo producido por los trabajadores. Moneda como la medida de las privaciones y penurias de los productores para una economía que se basa en el trabajo tarifado por el dinero o trabajo asalariado.
El primer paso ya está dado. La reapropiación fabril, la producción de los MTD’s y las redes de economía barrial en marcha. Pero la única manera de abolir definitivamente la escasez, y evitar la permanente reproducción del capital, que todavía se expande en la economía basada en un empleo por un salario, es generalizando el trabajo sin contraprestación dineraria. Para ello, hace falta desarrollar una red de redes. O un contrapoder organizado. O la autovaloración en expansión. ORGANIZAR es instituir, al mismo tiempo, organismos territoriales de economía, afectos y política de los productores. Esto es biopoder, poder popular, contrapoder, biopolítica alternativa o autovalorización. Cambiando la ley del valor por la ley del uso. O lo que es igual, aboliendo el intercambio dinerario de las mercancías por el uso sin valor monetario de todo lo producido. Uniendo la red que integran los MTD’s, con la red de las fábricas autogestivas y la red productiva de las asambleas. Estos dos circuitos, el dominante capitalista y el autogestivo alternativo, disputarán antagónicamente. Ya que de la extinción definitiva de uno de ellos dependerá el tipo de sociedad que sobreviva. La de la moneda y el trabajo por un salario. O la del uso sin valor monetario, el trabajo liberado y el fin de la expoliación y el desempleo.
El contrapoder asambleario, al que arribó la multitud, es producto de la inteligencia colectiva del trabajador social. Conforma el organismo político de la moderna clase asalariada y de las legiones estructurales de productores desocupados. Ambos constituyen la multitud. En los centros urbanos mas importantes del país, la forma dominante del trabajo es de tipo cognitivo, inmaterial y cooperante. Esta composición técnica de la clase asalariada es la que facilitó su nueva composición política. El intelecto general de toda la clase, reapropiado por el capital, tiende a autonomizarse desde el cerebro colectivo de la asamblea. Operando el espacio público, los piquetes y los cacerolazos, como el pasaje de la esfera económica a una inédita constitución política. Los cerebros y los cuerpos, fuentes productoras de valor para el capital-parlamentario, devinieron cerebros y cuerpos antagónicos a la representación. Constituyentes en su potencia y asamblearios en sus prácticas.
En el pasado las legiones de productores eran ocupados, asalariados y estables. Y su contracara eran los desempleados temporarios y cíclicos. Su forma organizativa era la sindical. Respondiendo, de este modo, a su composición técnica. Estructurándose políticamente a través de los partidos y aspirando en algún momento a llegar a ser estado. Pero con la implantación de la revolución en el modo de producción capitalista, que trajo consigo la era informacional y cognitiva, se instauró las dotaciones cada vez mas pequeñas de los operarios fabriles. El capital expandió su financiarización y se desarrollaron todo tipo de servicios. El trabajo se tornó, al mismo tiempo que inestable y de medio tiempo para algunos; en precario, intensivo y extensivo en su jornada para otros. La expoliación de la fuerza de trabajo ya no se desarrollaba fundamentalmente en las líneas de producción, sino que se expandía por toda la sociedad. Todo tiempo y espacio era repoblado por el capital. La vía pública, como las fuerzas de ventas y la mercadotecnia. Los hogares, con trabajadores profesionales tercerizados. El ciberespacio, con operadores de todo tipo de transacciones. La economía tecno-comunicacional, o la nueva matrix posfordista, se difuminó en todas las dimensiones que componen las sociedades urbanas.
Las nuevas tecnologías pusieron a los capitalistas ante sus propios límites. Tomarse el trabajo, de destruir trabajo, para no desvalorizar las inversiones. Haciendo que cada novedad técnica y desembolso de capital líquido, o dinerario, transformado en capital fijo o maquinarias, expulse mas empleo. Reduciendo las plantillas de personal, y sus correspondientes salarios, como forma de recuperar una mayor porción de capital circulante para así poderlo transformar en nuevo capital fijo, que vuelve a expulsar mas trabajadores y, así una vez mas, ahorrar mas salarios o capital circulante. El sueño capitalista es solo desembolsar capital líquido o dinero, transformarlo en capital fijo o tecnología, y no tener que pagar salarios como capital circulante. Logrando que su dinero haga mas dinero sin tener que pagar ningún salario. Haciendo que la máquina produzca sin contraprestación a cambio. Pero el capital está atado al trabajo humano. Unica fuente de plusvalor, o excedente de trabajo no retribuido al asalariado, acumulado por el patrón y transformado en capital. El capital vive en permanente antagonía con el salario, o lo que es lo mismo que decir, vive en permanente conflicto con el trabajo. Para no desvalorizase des-ocupa y sub-ocupa a unos y, para valorizarse, ocupa y sobre-ocupa a otros. Cuando efectúa otro salto tecnológico y de continuar con todos los trabajadores que antes valorizaban el capital provocaría la desvalorización de su inversión. Precisa volver a despedir mas empleados, incrementar la expoliación de los que conserva y, así sucesivamente, ante cada nuevo cambio tecnológico. Los patrones perecen si no innovan y se combaten innovando. Los mas poderosos perduran a costa de intensificar la expoliación de los ocupados simultáneamente que, desemplean mas asalariados. Cada vez producen mas pero, cada vez, tienen a menos a quien venderle. Queda disociada, en forma contrastante, la producción del consumo. Hiper-desocupando a unos trabajadores e hiper-explotando a los asalariados restantes. Es el fin del fordismo como forma hegemónica de producción. Es el fin del obrero-masa y es el fin del ejército industrial de reserva. Entramos al reinado del posfordismo. La consagración del obrero-social y de las legiones estructurales de parados.
La insurrección destituyente del 19 y 20 de diciembre de 2001 resultó la expresión, visible y masiva, del colapso del corto reinado posfordista y de su forma estatal capital-parlamentaria. Una crisis que todavía no ha tenido una resolución definitiva. Ni a favor del capital ni a favor del trabajo.
Las clases subalternas metropolitanas son productores sociales, cada vez menos estables, polivalentes, cognitivos, potencialmente pobres y precarios. Y su contracara, son los desempleados de tiempo completo y permanente. Esta multitud resulta la encarnación de la nueva clase explotada por el capital posfordista. Nueva forma de la organización del capital y del trabajo. Que generaliza las condiciones de expoliación y desempleo y las incluye, o subsume, en el capital a través de toda la retícula social. Es por esto que se llaman asalariados u obreros sociales, estén o no en las fábricas. Y no, como en el fordismo obrero-masa, donde reinaba el operario. Que hacía de la fábrica el lugar dominante de la producción y la subordinación o inclusión del trabajo en el capital. Mientras que, tomaba a los trabajadores desocupados como el ejército industrial de reserva.
La moderna clase de los productores, con salario o sin él, instaura a la asamblea como un organismo de democracia absoluta. Opuesta a la matrix capitalista-parlamentaria que vive del trabajo y metaboliza como mercancía cada partícula de vida. El capital necesita encerrar, en su estrecha utilidad, la energía de los trabajadores para transformarla en riqueza individual. Por eso los productores son autónomos del capital, su potencia precede a la expoliación. Mientras que el capital no es autónomo, sin trabajo asalariado perece. Por eso los asalariados, ocupados y desocupados, para liberarse necesitan retomar su potencia y energía, que fueran, o son expropiadas por los patrones.
Aunque nos reivindiquemos autónomos el capital está entre nosotros. Es la forma hegemónica de relación social y dominio político. Lo que lleva al trabajo, necesariamente, aunque quiera autoexiliarse de la matrix a confrontar antagónicamente, irreductiblemente contra su poder.
Los patrones, aun contra su voluntad, toleran islas autoorganizadas que no hiera su hegemonía. Permiten la instauración de cooperativas en los lugares que, por decisión propia, ya abandonaron. Capturan, desmembran y reprimen las prácticas que expanden la simiente de un nuevo tipo de sociedad en gestación. Arrinconan a la autonomía en experiencias fragmentadas e inorgánicas. Apuntan a que no vayan mas allá de una exclusiva economía de subsistencia. Pero si las áreas autónomas resisten los embates, se generalizan y organizan, no habrá éxodo de la explotación que impedía que el capital venga por los insumisos. Evitando, con todos los medios que cuenta, que se ponga en peligro la reproducción del trabajo asalariado en su conjunto y su dominio estatal o político.
Los productores desean terminar con sus privaciones materiales, su condena al subconsumo, la represión estatal y la cosificación de sus fuerzas creativas. Expandiendo las fisuras de la matrix, organizando una red comunal y antisalarial, en donde desarrolle su vida autodeterminada. Por eso no hay contrapoder, sin agrietar a la matrix y sin biopolítica alternativa. De eregirse esta red, la materialidad constituyente deviene poder fundante. Un efectivo contrapoder. No solo simbólico. No solo económico. Sino y al mismo tiempo, un contrapoder deliberativo y ejecutivo, material y subjetivo. Concretando, instituyendo, el nuevo imaginario que nació de las entrañas de la multitud. Que se redespliegue y complejiza con su permanente desarrollo. Un contrapoder cooperante, fraternal y comunitario. Articulado los saberes de su experiencia, o lo que es lo mismo, compartiendo recursos, ideas, valores y deseos en los centros urbanos mas importantes del país. Si este contrapoder resiste los ataques de la matrix y progresa, desplegándose, por ejemplo, en la Capital Federal, el primer y segundo cordón bonaerense, la gran Córdoba, el gran Rosario, Santa Fé capital y Neuquén; las tareas de sustitución definitiva del capital-parlamentarismo estarán a la orden del día. De igual manera, ante el peligro del colapso de la matrix, ella apelará a todos los medios que dispone para cerrar sus fallas. Siendo capaz de recurrir a un salvataje extremo: una violenta contrarrevolución.
Contrapoder = economía + política = autogestión + asamblea = autovaloración. En ciernes una república asamblearia. Que conquistó su autonomía antagonizando al capital sin recrear en su trayecto un dispositivo dirigente que actúa por fuera o más allá del movimiento. Lo que provocaría el cercenamiento o la sustitución del proyecto anticapitalista del contrapoder.
Un programa no alcanza para convencer a las masas del anticapitalismo. Hay que imaginar, explicar y practicar los rudimentos de una nueva sociedad que no esté sostenida en la plusvalía.
Somos parte de las prácticas antagonistas de la multitud posfordista. Sean MTD’s, asambleas o fábricas recuperadas. Somos protagonistas e intérpretes. Y las dos cosas al mismo tiempo. Por lo tanto, debemos ser fraternalmente críticos con los errores en los que incurre el movimiento que integramos. Y medulares en la autocrítica que merezcan las equivocaciones que provoquemos.
En toda forma organizativa que tome la multitud hay que apelar al intelecto general de sus participantes. Ningún integrante lo sabe todo. Y ningún integrante no sabe nada. Se hace pensando y se piensa haciendo. Lo que somos es lo que imaginamos y hacemos. La teoría es parte de la acción, es parte del hacer. Cuando un cerebro colectivo piensa, hace. E insistiremos, hasta el hartazgo, que todo organismo de la multitud debe ser un cerebro colectivo.
No hay contrapoder paralelo, ni revolución en el desierto del éxodo, que sustituya la definitiva abolición de los dispositivos de consenso y coacción del poder capitalista.
El poder se puede permitir un contrapoder fragmentario y minoritario. De su condición desmembrada y minúscula se desprende su carácter irritante pero controlable.
Ningún poder dominante puede tolerar el crecimiento y la coordinación del contrapoder. Permanentemente buscará la manera de acotarlo, reconquistarlo o reprimirlo.
En los momentos críticos y decisivos de cambio civilizatorio, y antes de producirse una represión generalizada sobre el movimiento anticapitalista, vendrá la cooptación de los vacilantes, la cárcel y el asesinato de los referentes y nuevas formas de represión adaptadas a los tiempos actuales. O, de lo contrario, triunfará la nueva sociedad que está naciendo en las entrañas del capitalismo contemporáneo.
Cada expresión identitaria del contrapoder, la asamblea, el MTD y la fábrica reapropiada, necesita crecer en extensión, generalizarse, ser más sus integrantes. Y crecer en profundidad, en volumen social, relacionando la pluridentidad de todas las clases y fracciones subalternas. La coordinación comienza como una forma de vínculo primario entre las distintas identidades que acuerdan actividades puntuales o específicas. La coordinación es una forma organizativa colectiva y embrionaria, pero no es biopoder alternativo.
Biopoder es compartir cotidianamente la reproducción económica de la vida, la fraternidad cooperante diaria, la subjetividad que se transforma al modificar la materia, la naturaleza, el bios. Es poder como potencia del hacer, como energía y creatividad de los trabajadores. El biopoder es una nueva vida comunal que instituye diferentes relaciones sociales de producción que las capitalistas. Que no remeda, en menor escala, un circuito mercantil alternativo o marginal. Una economía donde siempre reinará la compraventa, la ganancia y la retribución salarial. Y por lo tanto, antes o después, se desarrollará a gran escala la propiedad privada, el capital y la expoliación de unos sobre otros. Malogrando la experiencia autogestiva, producto de la ingenuidad o de la soberbia, al creerse los sujetos que practican una economía solidaria capitalista, que evitarán sus límites objetivos adicionándoles una ética revolucionaria. De este modo, ignorando o renegando, de los fundamentos materiales que posee cualquier economía que se base en los valores de cambio, la compraventa y el salario. El capitalismo con rostro obrero, sea estatal o sea cooperativo, nos remite a las experiencias fracasadas del pasado. Ensayos que necesitamos no obviar, si queremos honrar a las generaciones que nos precedieron en su lucha contra el capital.
El biopoder no es un ejercicio académico, ni un deporte para los días festivos. Es un presente de acción y un proyecto a futuro. Constituye una inherente y amalgamada relación entre lo político, lo social y lo económico. Biopoder como la manera que encontraron los productores para no reproducir, por fuera de su existencia, la esfera de lo político. Ambito específico del poder, sea capital-parlamentario o revolucionario, que de mantenerse separado de la reproducción de la existencia siempre será pasible de transformarse en una forma de dominación sobre los productores.
Para consolidarse en un poder constituyente, que llegado el momento extinga al poder capitalista, dominante y constituido, la multitud trabajadora requiere devenir de la autoorganización del contrapoder, a la organización del conjunto de los contrapoderes. Sin por esto, perder en el trayecto, la autodeterminación que desarrolló originalmente cada contrapoder.
Colectivo Nuevo Proyecto Histórico (NPH)
17 de julio de 2003