Casi cien muertos en atentados en Noruega

24.Jul.11    Análisis y Noticias

DOBLE MATANZA EN NORUEGA
El ultra noruego buscaba golpear al marxismo y al Islam
Noruega y toda Europa siguen estupefactas ante la doble masacre de Oslo y Utoya, y más aún al conocer que ha podido ser cometida por una sola persona: un joven de 32 años, ultraderechista y fundamentalista católico, que está detenido. Anoche se supo que horas antes había anunciado sus planes por internet. En Utoya se hallaron también explosivos sin detonar. La Policía sopesa que puede haber más fallecidos en el agua o bajo los escombros de Oslo.

GARA |
El epicentro del horror tiene un nombre: la isla de Utoya. Y también una cara: la de Anders Behring Breivik, 32 años, autodefinido como islamófobo. Una para- doja remarcable si se recuerda que en el primer momento del doble atentado, en la tarde del viernes, se privilegiaba la tesis de que los autores eran grupos islamistas.
Aunque la investigación se lleva a cabo en total secreto, tanto de los testimonios recogidos en la isla como de las hipótesis policiales se desprende la probabilidad de que Breivik actuara solo, lo que aumenta el estupor general por el tamaño de la matanza causada. Sólo contradirían esta tesis algunos relatos de jóvenes que citan haber oído disparos desde dos direcciones diferentes, pero sin demasiada convicción al parecer.
Esta tesis se apuntaló anoche al trascender que Breivik colgó horas antes un manifiesto de doce minutos de duración en Youtube en el que describía los ataques que iba a perpetrar, según informaron fuentes policiales a la cadena TV2.
En el vídeo Breivik -bajo el nombre de usuario ‘BerwickAndrew’- se compara con los caballeros templarios y anima a sus seguidores a participar en una guerra contra el marxismo y el Islam.En el minuto 12, aparece armado con un rifle automático, vestido con un traje de neopreno y con un parche en el brazo en el que pone «cazador de marxistas».
De igual modo, el joven ultra habría publicado en diferentes foros un panfleto de 1.500 páginas de longitud en el que describe con minuciosidad sus planes para atentar contra el Gobierno noruego.
La isla de Ut0ya, a 40 kilómetros de la capital noruega, se convirtió en el principal exponente de lo que el primer ministro, Jens Stoltenberg, califica de «peor tragedia desde la Segunda Guerra Mundial»
Ahí irrumpió armado el viernes sobre las 17.30 el presunto agresor, y allí provocó al menos 85 víctimas mortales.Se sospecha que, tras activar el artefacto de Oslo, se desplazó a la idílica isla donde 560 personas participaban en un campamento de las juventudes socialdemócratas -el partido de Stoltenberg-, con uniforme policial y armado con armas semiautomáticas.
Hora y media de tiroteo
Debido a las peculiares condiciones geográficas y al anterior estallido del coche-bomba ante los edificios gubernamentales de Oslo, la Policía noruega necesitó cerca de media hora para llegar al lugar tras haber recibido el primer aviso. Algunos de los jóvenes que participaban en el campamento del partido socialdemócrata dieron la alarma a través de métodos como mensajes de twitter.
Tras los disparos, muchos de ellos trataron de huir de la isla a nado, por lo que ayer se buscaban cadáveres también en el mar. Además, la llegada de la Policía motivó nuevas escenas de pánico, dado que también el atacante había actuado vestido con ese uniforme.
La Policía considera que la matanza había sido minuciosamente preparada. Se prolongó durante cerca de hora y media en total, en la que aparentemente Breivik actuó con total sangre fría y sin parar.
Según se ha sabido a través de los relatos de los jóvenes supervivientes, muchos de ellos todavía en estado de shock, el autor de la matanza les reunió en tono tranquilo afirmando que iba a darles detalles sobre lo que estaba ocurriendo en Oslo, ya que a la isla ya había llegado noticia sobre la explosión del coche-bomba. Lógicamente, el hecho de que fuera vestido de policía hizo que nadie sospechara de sus intenciones reales. Cuando decenas de ellos ya estaban ante él, empezó a disparar.
El pánico hizo que los jóvenes se refugiaran entre los árboles y las rocas de la zona, o bien que saltaran directamente al mar. Según uno de los heridos, el hombre siguió tirando contra quienes nadaban: «La gente moría en el agua. Yo me tenía que proteger detrás de ellos, rezando para que no me viera. En medio del tiroteo, una bala me alcanzó la espalda», narró.
Algunas fuentes afirman que habría todavía unos 20 jóvenes sin aparecer en el campamento, por lo que si se confirman los peores presagios la matanza podría haberse costado más de cien vidas. Sin embargo, la Policía rebaja la cifra de desaparecidos hasta «cuatro o cinco».
Pese a la opacidad de la investigación, un portavoz de la Policía noruega sí apuntó que Breivik se rindió sin oponer resis- tencia, dejando sus armas en el suelo, en el mismo tono calmado que usó para perpetrar la masacre.
«El atacante ha confesado que se encontraba en la isla, que tenía acceso a armas y que había abierto fuego», declaró el jefe policial en funciones, Sveinung Sponheim. Breivik, apuntó, está siendo interrogado en la comisaría de Policía de Oslo. Según las leyes de aquel país, disponen de tres días para los interrogatorios, antes de ponerlo a disposición judicial.
¿Más bombas en Oslo?
El ataque en la isla se produjo dos horas después del de la capital, cuando en los medios noruegos se sucedían las imágenes de escenas de caos en Oslo, con personas heridas tendidas en las aceras y ciudadanos ensangrentados entre ambulancias y equipos sanitarios.
La potente detonación había causado graves destrozos en cuatro edificios gubernamentales y otros inmuebles vecinos, y la policía procedía a evacuar la estación central de ferrocarril, centros comerciales y redacciones de los principales medios del país.
Tras saltar la noticia del tiroteo, las informaciones sobre ambos atentados se solaparon durante horas. Si inicialmente toda la atención se centró en la capital, de la que llegaban imágenes de edificios destrozados y ciudadanos heridos, con las horas se trasladó a la isla, donde finalmente, ya de madrugada, se confirmó la matanza de dimensiones catastróficas.
El mismo portavoz policial que dio detalles de la detención de Anders Behring Breivik invitó a no descartar que haya más explosivos todavía en Oslo que no han estallado, al igual que los hallados ya en la isla, sobre los que no hay más detalles por ahora.
Y junto a ello, se apunta con bastante certeza que la cifra de víctimas mortales por la deflagración de la capital puede aumentar en la medida en que se vayan retirando los escombros provocados en varios edificios de la zona. Tampoco hay datos oficiales por ahora sobre el explosivo y su cantidad, pero el estallido fue devastador.
Abono químico y armas
El presunto agresor había comprado desde la primavera pasada hasta seis toneladas de abono químico, como explicó a medios noruegos la portavoz de un mayorista de estos productos, con los que podría haber preparado la bomba de Oslo.
No levantó sospechas, añadió esa fuentes, puesto que constaba como distribuidor de productos agrícolas. También se sabe que era aficionado a la caza, lo que le habría permitido el acceso a las armas de fuego que utilizó luego en Utoya.
Además de los muertos, se sabe que unas 30 personas permanecen hospitalizadas en estado grave en centros sanitarios de Oslo por la doble masacre, según informó el diario “Aftenposten'’.
El director del hospital de Oslo, Pal Aksel Naess, explicó que hay 30 heridos graves, de los cuales 20 están muy graves y que otras 35 personas habían sido atendidas por heridas de menor gravedad.
Stoltenberg, firme
El primer ministro noruego, Jens Stoltenberg, se vio afectado no sólo políticamente sino también personalmente por la matanza, dado que conocía a algunos de los jóvenes abatidos, por ser miembros de su partido. En una comparecencia hecha tras visitar a algunos heridos, confió en que el doble atentado no afecte «al carácter abierto y democrático» del país nórdico.
«Espero que podamos mantener Noruega como es, abierta y democrática», aseguró Stoltenberg al ser preguntado sobre las consecuencias que podría tener en la población la «mayor tragedia nacional desde la II Guerra Mundial».
«Noruega es un país donde los políticos tienen una relación cercana con la gente, donde los jóvenes son políticamente activos sin tener miedo. Voy a hacer todo lo que pueda para mantener esto así», agregó.
A continuación, abogó por dejar trabajar a las fuerzas de seguridad, en las que tiene «total confianza».
Mandatarios de todo el mundo expresaron su solidaridad con la población noruega; entre ellos estaba el secretario general de la ONU, Ban-Ki Moon; Barack Obama, presidente de Estados Unidos; Dimitri Medvedev, presidente de Rusia; o Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo. Se les unieron gobiernos árabes y latinoamericanos.
El estupor por la matanza y su localización se palpó en reacciones como la de José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, que indicó que un ataque así no es algo que uno espera ver en una nación a la que se asocia «con la paz tanto en el propio país como por sus esfuerzos por lograr acuerdos de paz en el extranjero».