Las EcoRedes de Cataluña son un nuevo modelo de economía social y regional. Se trata de sistemas monetarios basados en la solidaridad, la cooperación y la soberanía económica regional, construidos por ciudadanos que crean una moneda alternativa.
DIDAC SANCHEZ-COSTA
SOCIÓLOGO, ESCRITOR, ACTIVISTA Y MIEMBRO FUNDADOR DE LAS ECOREDES Y DE LA COOPERATIVA INTEGRAL CATALANA
Redes de intercambio innovadoras
Cataluña, España. Se trata de un nuevo modelo de las conocidas redes de intercambio con moneda local, que incorpora algunas novedades en relación a los modelos más conocidos. En primer lugar se combinan dos métodos distintos de moneda social, el modelo LETS y el de las Regio alemanas o de las ciudades en transición (transition towns). En segundo lugar, se introduce también algo parecido a una cooperativa de consumo, que llamamos Central de Compras Colectivas (CCC), y espacios de trabajo y producción cooperativa que combinan euros y moneda social.
El modelo LETS, del inglés Local Exchange Trade Systems, es el más común en países anglosajones. La primera red de este tipo surgió en Canadá en 1982, y desde entonces se ha extendido en muchos países. En los LETS todos los usuarios comienzan en cero y ganan moneda social al ofrecer cualquier bien o servicio a otro usuario. Quien ofrece ese bien, ve como su cuenta aumenta; quien lo recibe, si aún no ha ofrecido nada, ve como su saldo comienza en negativo, endeudándose. Al empezar todos pueden endeudarse hasta menos 100, y ese límite negativo va aumentando hasta menos 500 a medida que se ofrecen bienes y servicios. No hay problema en estar en negativo, siempre y cuando no se esté siempre así y sin aportar nada; esa deuda no debe devolverse en un plazo determinado, y por supuesto, no hay intereses, lo que constituye una de las diferencias esenciales entre las monedas sociales y las oficiales.
Por otro lado existe también la posibilidad, como en las redes alemanas Regio, o en las monedas de las llamadas aldeas en transición de que un “consumidor” de la red, aquel que no produce y consume a la vez como hacen los prosumidores o usuarios, compre moneda local con euros al cambio de 1 a 1. Esto lo hacen sobretodo quienes conocen la red en una feria, se interesan en adquirir algún producto y no han traído nada para intercambiar. Como no pueden usar los euros dentro del recinto de la feria, hacen el cambio en una mesa de información que hay en la entrada. Así, ellos pueden adquirir productos de la feria, a la vez que la red ingresa de este modo euros de forma colectiva.
Central de Compras Colectivas
Las ferias se convierten de este modo en una especie de escaparate público de la economía social y ecológica local en el que, en lugar de que una o varias empresas, cooperativas o productores estén vendiendo e ingresando euros, es toda una comunidad la que lo hace conjuntamente. A diferencia de las regio alemanas o de las monedas en transición, ese capital no se guarda en un banco por si los consumidores quieren recuperar sus euros, sino que se destina a compras colectivas de productos básicos y de consumo cotidiano que aún no se encuentran en la red, como harina, azúcar, aceite, etcétera. Estos productos se compran con euros a productores próximos y ecológicos, con la condición de que acepten algún porcentaje en moneda social, empezando con un mínimo del 10 por ciento. Esas compras se traen a la siguiente feria de intercambio y se distribuyen íntegramente en moneda social a todo el que tenga, sea o no usuario.
De esta forma hemos creado una especie de Cooperativa de Consumo, parecida a las más de 150 que han surgido en Catalunya en los últimos diez años. Pero se trata más bien de una colectivización de consumo, pues no son cuentas unifamiliares, sino colectivas. Usuarios y consumidores pueden así adquirir con moneda social insumos que generalmente no se encuentran en las redes de trueque; productos básicos que de una u otra forma se deberían comprar con euros, lo que hace que los usuarios activen sus talentos y su imaginación para ofrecer bienes y servicios útiles e interesantes que les permitan disponer de moneda social con la que comprar productos ecológicos a mejores precios y con una moneda más próxima, accesible, humana y cooperativa.
Tratamos de comprar a productores cercanos, siempre ecológicos y también admitimos en la CCC productos de los propios usuarios, ya sean frutas y verduras de sus huertas familiares, o elaborados, como pan, galletas, etcétera, que pueden vender a la CCC 50 por ciento en euros, 50 por ciento en ecos, o en las ferias, en este caso íntegramente en moneda social.
En algunos lugares hemos logrado crear Eco Tiendas donde se venden estos productos todos los días, más allá de las ferias mensuales. Esto impulsa mucho más la red, permite que más gente la conozca, y que interactúen muchos más consumidores, asegurando el flujo de entrada de euros que fortalece toda la red.
Donación, trueque y venta
Por lo tanto en nuestro sistema no nos basamos únicamente en el intercambio o trueque local como la mayoría de redes, sino que se combinan tres espacios económicos concéntricos: un espacio de donación sin registro ni reciprocidad que funciona dentro de algunas comunidades y grupos de amigos próximos; un segundo espacio de intercambio solidario directo o con moneda social en las bioregiones y entre colectivos próximos ideológicamente; y un tercer espacio de compra y venta con euros hacia terceros, en la periferia del sistema. Es decir, cuanto más uno se interesa y participa en estos modelos de economía solidaria, más puede beneficiarse de los espacios más cooperativos; cuanto más alejado se esté, por ideología o por falta de tiempo, más se financia con euros desde la periferia del sistema a toda la red.
Creemos, y hemos constatado con la práctica, que estos modelos de transición entre la realidad que hoy nos rodea y la utopía a la que queremos llegar permite un tránsito más viable y realista hacia ella. Y que es mucho más eficaz que estar años discutiendo y estudiando cuál de estos tres espacios económicos es más adecuado. Hemos visto que esa transición no sólo es necesaria a nivel técnico y económico sino también a nivel humano y psicosocial: no podemos pasar de la noche a la mañana de un mundo capitalista, organizado 100 por ciento con euros, a un mundo plenamente cooperativo en el que no exista ningún tipo de registro monetario.
Herramientas de organización
Celebramos ferias de intercambio mensuales o trimestrales en plazas y parques, asambleas que al principio también eran bimensuales y ahora que la cosa anda sola, cada seis meses; grupos de trabajo (Gt’s) con sus focalizadores (Gt Moneda, Ferias, Web, Comunicación, etcétera). Usamos una lista de correo, una web externa y una web social para comunicarnos.
Y por último, muy importante, una herramienta online gratuita desarrollada en Suráfrica, el CES, Community Exchange Systems, Sistemas de Intercambio Comunitarios, mediante el cual todos los usuarios inscritos pueden anunciar y modificar sus ofertas y demandas, ver todo lo que se ofrece en la red, y todos los movimientos monetarios de los demás usuarios. De este modo el control ante posibles abusos es descentralizado y colectivo. Este sistema, usado por más de 200 redes en el mundo permite también hacer intercambios entre las distintas redes, y organizar automáticamente y con un registro virtual transparente, toda la actividad económica. Simplifica enormemente la organización de un modelo de red del tipo LETS, que hasta hace poco implicaba un arduo trabajo de contabilidad y coordinación, que pasa a ser automático.
Algunas de las diez EcoRedes catalanas usan también una moneda física, lo que implica un proceso más complejo, pero que resulta más cómodo para los usuarios en las muchas transacciones menores que se dan en las ferias. Sin embargo, la mayoría de EcoRedes catalanas usan únicamente esta herramienta virtual y soportes físicos como anotaciones o “libros de cheques” de moneda social para anotar las transacciones, hasta pasarlas después al CES.
Diferencias con el dinero oficial
Es necesario tener claro que las monedas sociales son muy distintas a las oficiales. Muchas personas nos preguntan si es necesario crear una nueva moneda, y si no acabará en lo mismo que son hoy las oficiales. Sin embargo la respuesta es claramente no: así como el software libre y Microsoft trabajan en el mismo campo de la informática, pero con aproximaciones completamente opuestas; o así como la agroecología y Monsanto trabajan en el campo de la agricultura pero también desde opciones opuestas e irreconciliables, las monedas sociales trabajan en el campo monetario, pero desde posiciones opuestas a las del sistema monetario convencional, que impiden que una moneda social pueda terminar pareciéndose a las oficiales.
En primer lugar no hay intereses, lo que significa que no se puede vender moneda por más moneda; en segundo lugar la emisión no es centralizada y privada, como el dinero oficial, sino descentralizada y comunitaria; en tercer lugar no hay escasez de moneda, sino tanta como riqueza real hay en cada comunidad; el respaldo no es el oro, la plata o el dinero ingresado, sino la capacidad productiva de cada comunidad; y construyen un nuevo eslabón monetario más próximo y humano, en el que pueden surgir muchas riquezas, talentos y recursos locales adormecidos que no entraban en la escala industrial capitalista de las monedas oficiales.
Historia de las EcoRedes y la Cooperativa Integral Catalana
Todo empezó con una primera red de intercambio regional: la EcoRed del Montseny en enero de 2009. Hoy ya hay en Catalunya diez EcoRedes autónomas y que mantienen a la vez entre ellas un trabajo conjunto permanente. Desde 2010 se ha sumado la Cooperativa Integral Catalana (CIC), que ha multiplicado y facilitado muchas tareas. Se trata de una propuesta más amplia, que actúa a nivel de toda Catalunya, y que une a productores, consumidores y proyectos autónomos. Es, en pocas palabras, una especie de estado paralelo, que utiliza la estructura de una empresa cooperativa para resolver internamente muchas interacciones económicas y legales, protegiéndose de las regulaciones externas colectivamente, y dando espacio, por ejemplo, a que productores internos puedan vender con moneda social y euros sus productos a otros productores internos y usuarios sin tener que pasar por la larga y paralizadora lista de trámites legales requeridos para vender en el mercado capitalista.
La CIC ha impulsado y ha creado un lazo de unión entre las distintas EcoRedes autónomas que actúan en Catalunya. También ha permitido llevar a cabo la compra de bienes caros e importantes, como un camión o un autobús colectivo, que facilita la labor de las redes regionales que por sí solas no hubieran podido adquirir un camión que sirve a todas ellas para mejorar el transporte de bienes de una región a otra. También permite resolver cuestiones legales conjuntamente y agiliza la creación de cooperativas de trabajo, lo que era una de las propuestas de la primera EcoRed, para poder generar puestos de trabajo bajo esta misma lógica cooperativa, y que ahora se ha trasladado, por la dificultad técnica de crear una cooperativa, a los proyectos autónomos de la CIC.
Así, por ejemplo, yo vivo en una comunidad ecológica que es un proyecto autónomo de la CIC. Se encuentra en la región del Montseny, y llevamos a cabo allí ferias de intercambio y el inicio de una nueva CCC local en la que podemos intercambiar los panes y galletas que hacemos, así como los productos de excedente de nuestra huerta por otros productos que gente de la región ofrece directamente o con la moneda social. Pero a la vez vendemos algunos de esos panes y galletas a la Central de Compras de la CIC en Barcelona, 50 por ciento en moneda social, 50 por ciento en euros. De este modo logramos generar los euros necesarios para el alquiler, la gasolina, etcétera sin tener que salir del sistema económico alternativo. El objetivo, más que pretender vivir únicamente del trueque, de la moneda social o de la plena autosuficiencia bioregional, es construir un modelo económico alternativo que pueda ser una alternativa completa. Creciendo mucho más en eso, pero sin dejar de entender la necesidad de tener una parte de nuestra economía en euros. Eso sí, a través de cooperativas de trabajo y de criterios de economía social, comercio justo y sostenibilidad. Así por ejemplo, en lugar de necesitar, como ocurre en una vida capitalista en Barcelona, un salario de 1200 euros para sobrevivir, necesitamos salarios de 300 ó 400 euros, más 300 ó 400 ecos, más la opción de vivienda comunitaria.
CIC y EcoXarxes suman hoy unas tres mil personas en Catalunya que participan directamente de esta economía más humana y ecológica. Personas que han preferido correr el riesgo de equivocarse construyendo una economía más humana, que obedecer al mandato de perder parte de nuestra humanidad para tratar de encajarnos a la economía hoy hegemónica. Y hemos logrado crear vías de salida graduales que nos permiten complementar o sustituir gradualmente las economías convencionales capitalistas con otros espacios económicos más humanos.
Contexto actual
Estas propuestas se están multiplicando en los últimos dos meses con el movimiento de los indignados, o de las ágoras ciudadanas, o 15M en toda España. Tras la inicial protesta ciudadana, una vez que ésta ha pasado de las plazas centrales de las capitales a los pueblos y barrios, y de la indignación a la construcción de alternativas, estas propuestas en las que venimos trabajando hace años han sido vistas por las nuevas asambleas de barrios y pueblos como modelos útiles, eficaces, viables y perfectamente integrados en los ejes de demandas de profundización democrática del movimiento 15M. Esto hace que en muchos pueblos se estén creando autónomamente más EcoRedes y núcleos de la CIC, junto a redes de educación libre y otras iniciativas, como una de las respuestas constructivas para escapar de la miseria a la que nos condena la crisis económica y los recortes del estado del bienestar impuestos por la oligarquía banquera internacional.
Esto ocurre de un modo parecido a como nosotros mismos empezamos a interesarnos por estas alternativas hace años, cuando el movimiento alterglobalista pasó de la protesta a la construcción de alternativas. Al constatar que protestas y demandas de cambio a gobiernos e instituciones globales de nada servían, pues éstos responden a los mismos patrones de entendimiento cerrado y plutocrático del poder económico, muchos pasamos de la protesta a la acción pacífica y ciudadana para construir por nosotros mismos las alternativas que nos permitan caminar hacia ese mundo en el que quepamos todos, sin pedir ayuda ni permiso a quienes se supone que nos representan política y económicamente. La ciudadanía toma las riendas para construir estos nuevos modelos desde opciones mayoritariamente eco libertarias, basadas en la autogestión, la autoorganización, el consenso y la horizontalidad. Modelos económicos, comerciales y políticos que nos permitan tener una autonomía desde donde poder construir y reconstruir los espacios públicos en una nueva dimensión comunitaria, no estatal. Y que nos permitan disponer de las herramientas para poder desobedecer y prescindir de esa otra economía globalizada y liberal, haciendo que pase de ser la única posible y necesaria, a ser un ámbito cada vez menor, periférico y menos relevante en nuestras vidas.
Estamos por tanto construyendo herramientas que nos doten de autonomía en un campo tan central como es el económico para poder después disponer de esa misma autonomía en lo político, lo cultural, lo interpersonal, y en última instancia en lo psicológico y psicosocial. Y en la redefinición del meta relato que hasta ahora condenaba a millones de ciudadanos en el planeta a convertirse en una infraclase prescindible y esclavizada, para comenzar a crear islas de resistencia pacífica y creativa ante el poder económico global.
De Chiapas a Catalunya
Por todo ello creemos que son modelos socioeconómicos que encajan muy bien con la lucha llevada a cabo hasta hoy por los hermanos indígenas en México, que han arrebatado con un riesgo mucho mayor, a través del único camino que allí era posible, la vía armada, un futuro distinto al trágico fin al que la historia liberal les había condenado. Y así como nuestros colectivos se han inspirado durante muchos años del modelo ejemplar llevado a cabo las comunidades zapatistas, a las que han ido muchos de nuestros compañeros y compañeras tanto para apoyar solidariamente como para aprender, creemos que las EcoRedes y la cooperativa integral, construidas en un marco tan distinto como es el de una capital europea, podrían también servir como referentes a la hora de pensar en nuevas construcciones económicas que por la vía pacífica y legal permitan seguir ampliando y consolidando la autonomía de las comunidades que han optado por vivir con otros modelos más humanos e indio americanos de economía y sociedad. Algo que hasta hace pocos años en Europa era una opción ideológica, y que actualmente, con la crisis económica, el aumento del paro, y el recorte histórico de lo que llegó a ser el estado del bienestar, comienza a ser, como en América Latina, también una necesidad. Motivo por el cual debemos desde ahora trabajar conjuntamente de un modo mucho más unido. Pues nuestros enemigos, los “mercados”, los desreguladores, son los mismos en ambas orillas del Atlántico.