Poder, cambio y sistemas de relaciones

06.Ago.11    Análisis y Noticias

Se entiende por sistema de relaciones el conjunto de vínculos entre seres humanos y de éstos con la naturaleza. Entre humanos hay las relaciones personales (amistades, familiares, etc), sociales y comunitarias, desde las cuales se verifican diferentes tipos de vínculos o aún de interacción con la naturaleza. Entre humanos y la naturaleza existe todo tipo de vinculaciones, desde las destructivas hasta las espirituales. En este caso nos interesa indagar la forma y contenido de las relaciones respecto del cambio, es decir del salto cualitativo de un modo de producción o de vida a otro. Los “cambios” dentro de un mismo modo de vida resultan únicamente en la modificación de quien detenta el poder social y por ende el poder político y de ello puede resultar el poder público, una de las formas de ejercer el poder político. Otros modos de ese mismo “cambio” son las reformas cosmeticas o “mejoramientos” dentro del sistema general de las relaciones de poder, que son siempre sociales, sean politicas o estatales.

Florestán Fernández, notable sociólogo y teórico brasileño, fundador del PT junto a Lula, escribió un importante libro sobre el poder, llegando a la conclusión de que estaba dividido en tres expresiones diferentes: el poder social, es decir, la capacidad de imponer comportamientos en otros, como la propiedad privada, que establece un poderío sobre quien no la tiene y debe someterse al propietario y sus reglas para acceder a su utilización, tal como una fábrica o aun extensiones de tierra, así como su producto, al cual los mismos trabajadores sólo pueden tener acceso mediante su vinculación social al mercado. La fuerza de trabajo resulta entonces también una mercancía sujeta a las leyes de la oferta y la demanda. El poder politico según Florestán es el de clase, es decir, el conjunto de los propietarios, como el consejo de patriarcas que dio nacimiento a la primera estructura de clases de la historia y la primera “conciencia” de clase. El poder público es aquel en que esa clase delega la acción de la dominación a un conjunto de funcionarios, administradores y cobradores de impuestos, lo que da origen al estado y muchos de los cuales aparecen como representantes del conjunto de la sociedad y a través de la historia pos patriarcado asumen diferentes modalidades, como los oradores en el Ágora de la llamada democracia griega, en la fase esclavista superior que supera a la fase anterior de la esclavitud patriarcal, donde las instancias del poder público aún no se estructuran y el monopolio de las armas es controlado y dirigido directamente por los patriarcas, muchos de ellos a la cabeza de las tropas masacran a su propia población o invaden nuevas tierras en busca de ampliar los territorios a explotar y la mano de obra a subordinar. Por eso los ejércitos estatales no son derivados del poder público, sino del poder político, lo que explica que cualquiera nueva Constitución del planeta no toca el monopolio armado evitando que ese tema sea consultado a la población.

Marx escribió en su análisis de la Comunne en el capítulo 3 de “La guerra Civil en Francia” que el ejército profesional debía ser sustituido por el pueblo en armas, lo que Engels rechazó en la introducción del mismo libro, abogando por la necesidad de mantener un ejército profesionalizado, lo que después de la muerte de Marx fue asumido como parte del programa que desembocó posteriormente en la masacre de los soviets autónomos de Rusia y regiones aledañas por parte del ejército soviético. Para Marx el estado socialista es de transición y, ante la presencia de la Comuna, ésta debía cumplir las funciones del estado, para Engels era la forma del estado. Para Marx el ejército era justamente expresión del poder político de una clase sobre otra, lo que traía implícito el poder social, es decir la exclusividad de la propiedad, de allí que la propiedad estatal sigue siendo propiedad del conjunto de personas que dirigen y subordinan a la población, lo que en la ausencia de propiedad antes de la toma del poder, es sustituido por el partido, que evita que sea la gente la que asuma y subsuma los medios de producción. El pueblo debía tener acceso por intermedio de sus “representantes”. Cornelius Castoriadis, marxista por donde se le mire, llegó a calificar a la nomeklatura como clase en su notable obra analitica sobre las características de la burocracia soviética, demostrando que la tal representación ocultaba el carácter de clase de los dirigentes, quienes se reproducen de forma autopoyética, parafraseando a Varela y Maturana, es decir de entre ellos mismos.

De esa manera se explica el por qué los partidarios del capitalismo de estado, que es la verdadera esencia del socialismo cristalizado, no pueden establecer previamente nuevas relaciones, ya que no podrían someter a la población. Veamos eso: la burguesía antes de asumir el estado impuso previamente sus nuevas relaciones de producción y sobre esa base de poder social instaló su hegemonía política para degollar a los reyes y darle forma al estado republicano, a diferencia de los comuneros de París, que posteriormente lucharon por una republica social en lo que Marx denominó notablemente de “vago anhelo” en el capítulo 3 ya comentado, insistiendo en que los obreros no necesitan un programa acabado, impresionante idea que después rescata el poeta con su frase de que no hay camino, sino que se hace al andar. Ese vago anhelo permite que no cristalicen las modalidades castrantes de nuevas instituciones de dominación, sino que se trate esta vez de un proceso cuya continuidad responde a la construcción de cada paso en una dinámica que no debe detenerse. Por eso el llamado marxismo, que más bien debe denominarse “engelismo”, es transformado posteriormente en “estructuralismo marxista” a partir de la escuela de Althusser, el teórico comunista francés que llenó de formas y estructuras la cabeza de Marta Harnecker, la teórica favorita de varias corrientes chilenas que organizan “movimientos” para llevar a la población a la toma del poder y que hoy día trabaja en Venezuela para “consolidar” el modelo centralista, vertical y autoritario del socialismo del s. XXI.

Antonio Gramsci había venido en auxilio del reformismo “marxista” levantando la tesis de que para el ejercicio del poder social obrero sobre la población sin tener que pasar por el establecimiento de nuevas relaciones sociales, sino manteniendo las mismas de la burguesía, hacía falta un partido fuerte que instalara su hegemonía desde ahora sobre la base de la propaganda y la educación política a través de instrumentos de construcción y difusión de ideas, tales como universidades, medios de comunicación, arte y cultura, publicaciones y otras más, instalando una hegemonía política de forma meramente ideológica y cultural, al más puro estilo de Platón, para quien el espíritu viene a instalarse en las personas como una capa que cae del cielo, o también al más puro estilo kantiano, uno de los filósofos de conciliación de la burguesía renana con la oligarquía de los demás feudos que luego constituirían Alemania, para quien existe una teoría “pura” de valores, es decir, no asentada en prácticas relacionales. O como Hegel, otro conciliador alemán, para quien la historia no es más que diferentes formas progresivas de manifestación del “gran espíritu”, con lo que se ganó los aplausos de los religiosos feudales para luego abrir las compuertas de la servidumbre de la gleba y dejar salir el chorro de siervos que alimentarían las empresas burguesas. Es decir, la burguesía renana derrotó a la oligarquía alemana instalando una hegemonía ideológica antes de las nuevas relaciones sociales, lo contrario de la burguesía francesa. Es ello lo que lleva a un grupo de marxistas alemanes a profundizar la teoría en la famosa escuela de Frankfurt dicendo que el eje de Marx era la “teoría crítica”, lo que era falso, pues Marx aclaró que la filosofía antes tenía como tarea “interpretar” el mundo, pero que su misión real era de interpretarlo y cambiarlo. Demás está decir que esas corrientes estructuralistas y teoricistas confluyeron en el llamado eurocomunismo, cuyos militantes se pasaron posteriormente en masa a la socialdemocracia. De tanto darle la vuelta a la estructura y a la teoría optaron finalmente por abandonar la transición hacia la sociedad sin clases y reforzar la idea del socialismo cristalizado como “modelo”, lo que es una aberración, pues si debe ser de transición, su estructura debe ser mediatizada, flexible y en proceso constante de transformación desde abajo, como planteaba el Che, lo que le valió tener que abandonar Cuba cuando ingresan los militantes del viejo partido “marxista” que se había negado a participar en la lucha revolucionaria, dejando la lección de que nadie sabe para quien trabaja.

Un grupo de guerrilleros guevaristas ingresó en la década de los 80 en la selva Lacandona, en Chiapas, sur de México y frontera con Guatemala, donde viven miles y miles de descendientes directos de los mayas, preconizando el cambio, la revolución, el socialismo y la sociedad sin clases. Sin embargo encontraron que allí no se expresaba el poder ni la propiedad privada, en fin, todo aquello que combatían, por lo que comprendieron que la nueva sociedad no era cuestión de futuro, sino de presente, con lo que llegaron a la conclusión de que estaba errada la postura de arribar a un estado de transición sin nuevas relaciones sociales concretas entre las personas, a diferencia del “marxismo” anquilosado que lucha por la revolución burguesa, ganar la hegemonía ideológica, cultural, social y política y desde allí transitar al capitalismo controlado vía estado e instalarse como nueva clase dominante. Salieron a la luz del mundo ocupando decenas de ciudades en Chiapas y escribiendo múltiples textos y comunicados críticos y analíticos para que otros vieran con sus propios ojos y sacaran sus propias conclusiones, para luego regresar a la vida cotidiana y hacerlo con sus propias manos mediante actividades y formas relaciones económicas y políticas factibles de ser estudiadas por otros, pero con la constancia de un paso de caminantes sin pausa, habiendo llegado a constituir municipios autónomos que otros han replicado en casi todos los estados mexicanos, cuestión que esconden los medios de información haciendo creer que fueron derrotados o que se les acabó la cuerda, lo que está muy lejos de la realidad.

Ellos optaron por construir nuevas relaciones y desarrollar las tradicionales en una síntesis que se explica por el caracter comunitario de las relaciones internas. Veamos eso: antes del patriarcado, primera estructura de propiedad, poder y de “sociedad” de la historia, la gente vivía en hordas y luego comunidades desde hace alrededor de 10 millones de años. Hace unos 7 millones de años apuntaban las principales investigaciones, pero nuevos descubrimientos demuestran que ya han pasado al menos unos 8 millones de años de la existencia de los primeros vestigios humanos en África, por lo que se supone que podrán descubrirse indicios anteriores. Ese sistema de relaciones es llamado “comunitario”, de común y comunidad, que no tiene nada que ver con “uno, único o unicidad”, sino que todas las individualidades construyen juntas su vida y su relación interactiva con la naturaleza, formando un conjunto de múltiples perfiles y aristas, tal como vemos a los peces, moluscos y anfibios, distintas especies entrelazadas interactuando en el medio y viceversa. El cosmos es el todo, que la filosofía puede englobar en el concepto de la unicidad, un cosmos, sin embargo la infinitud no admite la unicidad, a menos que de forma abstracta hablemos de una infinitud, lo que es un tanto forzado. Los religiosos hablan de un comienzo, pero ello es contradictorio con el concepto de infinito, que debe entenderse hacia adelante, los lados, arriba, abajo, adentro, afuera, pero también hacia atrás, de otro modo no existiría infinito. Por eso no es extraño que los científicos hayan encontrado restos de agua en Marte y las especulaciones y elucubraciones van a multiplicarse, en especial ante la existencia de la crisis universal del capitalismo extractivista y de sus condiciones de hegemonía, cohesión y control de población. Si internet fue descubierto en prácticas militares y tardaron alrededor de 10 años en darlo a conocer, es lógico pensar que esa agua en Marte lleva varios años siendo analizada en laboratoria de la NASA y esperaban la oportunidad política de someterlo a la opinión pública, tal vez para asustar a la población como hacian los sacerdotes egipcios que atemorizaban a la gente con su poder de oscurecer el sol cuando ya sabían que venía un eclipse.

Despues de este breve viaje por el mundo donde algunos desarrollan teorías esotéricas y trascendentales para engañar a la población y desviar la atención de las crisis, volvamos a nuestra comunidad con un paréntesis: Marx escribió tanto material sobre las comunidades que llega a sorprender su interés por el asunto, por lo que la nomenklatura lo ha ocultado y son muy pocas las facultades de antropología del mundo que lo estudian de forma muy reducida, sin embargo en Bolivia era necesario hacerlo y asi lo entendió Álvaro García Linera, actual vicepresidente de Evo Morales, cuya compilación es posible que sea una de las pocas que existe de manera tan sistematizada y reflexionada. La Universidad Libre ha desarrollado un programa para el estudio de dichos materiales y pueden solicitarse informaciones en el mail unlibre@gmail.com

Cuando surge el patriarcado, es quebrada la comunidad por imperativo del poder y las personas son separadas unas de las otras mediante el simple expediente de ordenarlas en determinadas estructuras y funciones, tú aquí, tú allá, tú haces esto y tú haces lo otro, siempre en función del poder y en beneficio de unos pocos, ya que se ha violentado el acceso a la tierra y a todo medio de producción, ahora parte del patrimonio del señor patriarca, que ha ampliado la unidad productiva creando una unidad reproductiva derivada. Comienza la época de la “sociedad”, donde la gente se relaciona por mecanismo del poder, convención, acuerdos, tratados, et, es decir, como “socios” y ya no más como miembros de comunidad, comuneros o comunarios.

John Holloway complementa los estudios de Florestán Fernandez sobre el poder visitando Chiapas y escribiendo su famoso libro “Cambiar el mundo sin tomar el poder” y en el conjunto de sus obras va desarrollando el concepto de poder dividiéndolo en dos, el poder-hacer y el poder-sobre, siendo el poder-hacer la potencia de la autonomía del ser, sus capacidades e inteligencia, siendo esta última una potencia verificable. El poder-sobre se instala encima del poder-hacer y determina su dirección y sentido, arrebatándole la autonomía.

En la comunidad se expresa el poder-hacer plenamente, hay un despliegue de la potencia en libertad, en tanto en la “sociedad” existe el poder-sobre que ordena y canaliza contra la voluntad del sujeto sus capacidades inherentes o adquiridas. De esa manera las relaciones comunitarias son la base de una nueva hegemonía que lleva en su interior las nuevas relaciones económicas y de todo tipo que, implementánose en una práctica cotiana constante, configuran desde ya el nuevo “modelo”, que guarda poca o ninguna similitud con el llamado “modelo socialista” y más bien representan el fin de la sociedad y el retorno a la comunidad.

Hay la discusión sobre el primitivismo, de que algunos queremos volver a la comunidad pastoril, sin embargo esas opiniones no tienen asidero, pues no es eso lo que se propone, y que tampoco es una propuesta, sino que está en la raíz del ser, la vuelta a vivir en comunidad, es decir, además de contar con su espacio personal o de la unidad afectiva, en el plano urbano o rural, desarrolla actividades junto a los vecinos y demás miembros de la localidad, lo que tampoco es una teleología, o sea, no es promesa de futuro, sino que está en el instinto humano, pues el niño cuando viene al mundo, todo es de el y él de todos, aprendiendo luego en esta miserable escuela de vida de personas separadas y en competencia, que algunas cosas son “suyas” y que para “tener más” debe ganarle a los otros. De esa manera podemos observar una doble transición, aquella que paulatinamente modifica su entorno inmediato cambiando el mundo desde abajo y en muchas partes que por su vez se van conectando para intercambiar y apoyarse mutuamente de forma horizontal, y una segunda, si es que hacemos un estado socialista dirigido desde las comunidades, que será breve y efímera en la misma medida del desarrollo y multiplicación de las comunidades y las relaciones entre ellas. En la medida que se cristaliza el socialismo, aumentan las fricciones y contradicciones con las comunidades autónomas, así como en la medida que se desarrollan las comunidades antes del socialismo, éste podrá ser dirigido desde las propias comunidades para asumir sus funciones en plazos inmediatos, ya no decenas de años, sino meses o tal vez unos pocos años.

El desarrollo de comunidades barriales y rurales al permitir la expansión de una hegemonía desde abajo, permite intervenir activamente sin perder la autonomía en las elecciones municipales para subordinar las instancias locales y la elaboración de una nueva Constitución elaborada desde las mismas comunidades, sin delegados para generar una propuesta a ser votada, ya que ahí estaríamos formando una nueva casta separada de la población. Las propuestas que consideran que una nueva constitución puede hacerse solamente desde vestigios de hegemonía politica que no modifican la hegemonía social de la propiedad, son aquellas que desean administrar la propiedad desde el estado, por lo que si se hace, que se haga, pero sin perder la autonomía de la expansión, fortalecimiento, multiplicación e interacción de las comunidades. Podemos apoyar un socialismo desde abajo, pero sólo en las medidas que vayan en dirección al aumento del protagonismo de las comunidades y su control territorial, así como será un deber rechazar las resoluciones gubernamentales que vayan en contra de la autonomía comunitaria o en favor del capitalismo extractivista.

Abrazos
Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
profesor_j@yahoo.com