HACIA MERCADOS NO CAPITALISTAS
El camino al mercado social: de las islas al archipiélago
Para generar una nueva economía es necesario conectar empresas solidarias con consumidores y ahorradores responsables.
JORDI GARCÍA JANÉ / COOPERATIVISTA Y ACTIVISTA DE LA XARXA D’ECONOMIA SOLIDÀRIA
VIERNES 21 DE OCTUBRE DE 2011. NÚMERO 159
En todas las fases del ciclo económico surgen iniciativas populares regidas por valores distintos de los capitalistas: propiedad común, cooperación, democracia, equidad, compromiso social, sostenibilidad…
En la producción, se extienden las cooperativas de trabajo, las asociaciones que gestionan servicios sociales, la emergente producción colaborativa por internet creadora de nuevos bienes comunes, ahora digitales, etc. En la comercialización, disponemos de cooperativas de consumo y de servicios, de tiendas de comercio justo y de segunda mano, etc. En la distribución, contamos con las experiencias de presupuestos participativos y de otros sistemas solidarios y participativos de reparto del excedente. En el consumo, proliferan las prácticas de consumo crítico y responsable, tanto por parte de personas como de empresas, entidades e, incluso, de algunas administraciones locales. En el crédito, se está conformando todo un tejido de finanzas éticas y de monedas sociales integrado por fondos solidarios como las comunidades autofinanciadas (CAF), las redes de intercambio con moneda propia, Fiare y Coop57. Todas estas iniciativas –la producción cooperativa, los bienes comunes, la comercialización solidaria, la distribución participativa, el consumo responsable, las finanzas éticas y las monedas sociales– conforman lo que denominamos economía social o solidaria.
Aranzazu
Sin embargo, una de las principales debilidades de este sector socioeconómico, que se está convirtiendo al mismo tiempo en un movimiento social, es que sus agentes no están vertebrados económicamente entre sí, sino que se subordinan, directa o indirectamente, al mercado capitalista. Muchas empresas solidarias no participan en las finanzas éticas ni comercializan sus productos a través de la comercialización solidaria, ni tampoco trabajan con proveedores del sector. El consumo responsable aún es muy débil; podemos afirmar que no existen propiamente consumidoras responsables sino tan solo algunas prácticas dispersas de consumo responsable dentro de una mayoría de actos de consumo que van a engordar las empresas capitalistas. Las finanzas éticas aún tienen poca capacidad para financiar las empresas solidarias.
UNA DE LAS DEBILIDADES DE LA ECONOMÍA SOLIDARIA ES QUE SUS AGENTES NO ESTÁN VERTEBRADOS ECONÓMICAMENTE ENTRE SÍ
Conscientes de estas debilidades, desde hace unos años diversos actores de la economía social y solidaria del Estado español, en especial la Red de Redes de Economía Alternativa y Solidaria (REAS), pero también algunas federaciones de cooperativas de trabajo como la murciana han hecho de la articulación de las iniciativas de economía solidaria uno de sus objetivos estratégicos, y le han dado un nombre: mercado social.
Por mercado social podemos entender una red de intercambios económicos (entre otros) entre empresas de la economía solidaria y entre éstas y los consumidores y ahorradores responsables, la cual permite cubrir una parte significativa de las necesidades de sus participantes, por lo que estos consiguen desconectar, al menos parcialmente, de la economía capitalista.
Aunque el principio básico para crear mercados sociales es simple; a saber, la intercooperación integral, la participación de cada una de las organizaciones y de sus miembros en la producción, el consumo y el ahorro dentro de la economía solidaria, a la hora de la verdad construir el mercado social se revela muy complicado.
EL MERCADO SOCIAL IMPLICA INTERCOOPERAR PARA DESCONECTARSE, EN LO POSIBLE, DE LA ECONOMÍA CAPITALISTA
Para alcanzar la masa crítica suficiente de productores, consumidores y ahorradores solidarios en un territorio, y conformar mercados sociales que cubran de manera significativa las necesidades de miles de personas, aún queda mucho que hacer. Necesitamos multiplicar la intercooperación empresarial, reorientar la política de mercado de muchas empresas solidarias hacia cubrir prioritariamente la demanda interna del sector, impulsar la emprendeduría social y cooperativa, y también ampliar la oferta de bienes y servicios de la economía solidaria, así como facilitar su visualización mediante etiquetas ecosociales, balances y auditorías sociales, portales web, catálogos…
Nada de eso es fácil. Nada importante lo es. El desarrollo de mercados sociales no sólo mejoraría la viabilidad de cada una de las iniciativas de economía solidaria, sino que supondría dar vida a un embrión de nueva economía dentro de ese capitalismo senil que parece que quiera morir matando. El objetivo es pasar de las islas al archipiélago… para luego, si podemos, tomar las playas.