Dirigentes y personeros del MST y organizaciones aliadas de la Vía Campesina, se salen de esas orgánicas dependientes del PT para trabajar la autonomía

26.Nov.11    Autonomía comunitaria

Vea el originar en portugués al final.

Carta de salida de nuestras organizaciones (MST, MTD, Consulta Popular y Vía Campesina) del proyecto estratégico defendido por ellas

Primavera de 2011

Dentro de los límites de un documento como este, pretendemos aclarar los motivos que nos llevaron a tomar la decisión de dejar estos espacios, hacer un análisis del contexto histórico en que ocurre esta decisión y, con base en estos dos aspectos, entablar un diálogo franco con la militancia

Corren tiempos de aparente mejoría de las condiciones de vida de la clase trabajadora
en Brasil, por lo menos hasta la próxima crisis.
¿Pero será que está todo tan bien como parece?

El resultado del desarrollo y crecimiento económico de los últimos años son migajas para los trabajadores y lucros gigantescos para el capital: aumenta la concentración de la tierra, los trabajadores se endeudan, se intensifica la precarización del trabajo y la flexibilización de derechos, garantizados por la violencia del aparato represivo del Estado

Esto ha sido apoyado por un pacto de colaboración de clases, hecho por las
organizaciones que representan los trabajadores con el objetivo de contenerlos.

El proceso histórico que nos produjo

Dos acontecimientos son fundamentales para que analicemos la situación de las actuales organizaciones de izquierda en Brasil: el impacto de la caída del muro de Berlín, tan determinante cuanto fue la referencia de la Revolución Rusa en el siglo pasado, y la reestructuración productiva del capital.
En las décadas del 50 y 60, la principal concepción de la izquierda afirmaba que para
superar el capitalismo en el país, era fundamental completar su desarrollo.
La dictadura militar interrumpe estas luchas, que son retomadas en las décadas del 70 y 80, delante de una gran crisis para la cual el régimen militar no encontró salida.
Resurgen huelgas, oposiciones sindicales y ocupaciones de tierra en un nuevo carácter, pero trayendo en buena medida, herencias de la estrategia del ciclo anterior.
La CUT (Central Única de Trabajadores) y el PT (Partido de los Trabajadores) surgen en este período, cuestionando el capitalismo y colocando el socialismo en el horizonte.
Dentro de la misma estrategia, surge en seguida, el MST (Movimiento de Trabajadores Rurales
En este período, cualquier lucha de carácter popular o democrática se transformaba en una lucha contra el orden, debido al límite impuesto por la dictadura militar.

Basado en el análisis que el capitalismo en Brasil era dependiente de los países centrales, teniendo como enemigo principal el capital internacional, y una burguesía comprometida con las oligarquías rurales, que no realizó las tareas típicas de una revolución burguesa clásica (“tareas en atraso”), ese bloque histórico construyó una estrategia:
el Proyecto Democrático y Popular
Los trabajadores organizados y en lucha deberían realizar esas reformas, utilizando la vía electoral como fuerzas comunes para llegar al Socialismo.
El PT se construye como polo aglutinador de ese proyecto, junto con otras organizaciones.
Las organizaciones de masa en la ciudad y en el campo - CUT y MST – deberían cumplir el papel de organizar y desenvolver estas luchas.

Al crecer y desenvolverse, organizaciones que tenían en su origen una postura combativa y tácticas radicales (como PT, CUT y MST) van obteniendo victorias importantes, sobretodo conquistando espacios institucionales, mas también sindicatos, tierras, escuelas, cooperativas de producción, cooperativas de crédito, convenios con gobiernos, políticas públicas y compensatorias.
A medida que fueron creciendo estas organizaciones, la lucha institucional y los espacios institucionales, se volvieron centrales.

En este escenario surge la Consulta Popular, criticando al PT por haber puesto la centralidad en la lucha institucional y electoral y cada vez menos en las luchas de masas.
La CP se presenta como alternativa en la lucha por una Revolución Socialista. Surge también el MTD (Movimiento de Trabajadores Desempleados), a partir de la Consulta Popular, inspirado en el ejemplo del MST, con la tarea de ser una herramienta de lucha y organización urbana.

Las contradicciones de este proceso

Ahora nuestras organizaciones, cada una a su tiempo y no sin contradicciones, están dependientes del capital y su Estado.
Las luchas de enfrentamiento pasaron a amenazar las alianzas políticas del pacto de clases, necesarias para mantener los grandes aparatos que conquistamos y construimos.
Lo que en algún momento nos permitió resistir y crecer, se desarrolló de tal manera que se despegó de la necesidad de las familias y de la lucha, adquiriendo vida propia.
Lo que viabilizó la lucha hoy se ve amenazado por ella: lo que antes impulsaba la lucha pasa a contenerla.
El MST, hasta las elecciones de 2002, caminó desenvolviendo sus luchas y enfrentando
grandes contradicciones relacionadas a la hegemonía del agronegocio en el campo.
En las últimas décadas, hubo una reformulación del papel de Brasil en la división internacional de trabajo a partir de la reestructuración productiva del capital.
El agronegocio promovió en el campo brasilero cambios estructurales, integrando latifundio e industria bajo una nueva perspectiva de productividad y el trabajo bajo nueva óptica de exploración.
Este modelo inviabiliza la Reforma Agraria como posibilidad de organización productiva de los trabajadores para el campo brasilero en los marcos del capital.
Con la expansión y el fortalecimiento del agronegocio, se evidenciaron los vínculos de
los gobiernos del PT con los sectores estratégicos de la clase dominante

Algunos elementos confirman este análisis:
La desigualdad de inversiones entre agronegocio y reforma agraria, la aprobación de las semillas transgénicas, la expansión de la frontera agrícola y con todo esto la legalización de grilagemi y las tierras de hasta 1500 hectáreas, la permanencia de los actuales índices de productividad y las recientes alteraciones en el nuevo código forestal.
En ese sentido, enfrentar las fuerzas del agronegocio sería una crítica directa al gobierno petista, colocando por tierra la tesis del “gobierno en disputa”

Estas transformaciones ocurridas en el campo influenciaron en las formas de organización de la vida material de nuestra base, cada vez más proletarizada, exigiendo nuevas formas de organización y lucha, que podrían llevarnos a otro nivel.
Como opción de enfrentamiento a esta realidad, el MST, contradictoriamente, sigue idealizando el “campesino autónomo” y los “territorios libres”.
Al mismo tiempo, pacta con segmentos del proletariado rural, como CUT, Contag y Fetraf, con el objetivo de acumular fuerzas contra el agronegocio.
La cuestión que se coloca es:
¿estas opciones nos llevarán a otro nivel de lucha y organización para enfrentar el agronegocio, dado el grado de compromiso de estas organizaciones con la estrategia del Gobierno y del capital?

El MTD, en el último período, se redujo a reivindicar políticas compensatorias, como los Frentes de Trabajo o Puntos Populares de Trabajo, haciendo la vista gruesa para la nueva realidad de aumento de empleos y sus contradicciones.
Inclusive cuando colocado el desafío de la organización sindical, ella no fue implementada, para no amenazar las actuales alianzas políticas y la sobrevivencia inmediata, reduciendo la pauta a la reivindicación de programas de gobierno para calificación profesional.

Al abandonar las luchas de enfrentamiento, si bien seguimos haciendo movilizaciones, nuestras luchas pasaron a servir para mover la masa dentro de los límites del orden y para ampliar proyectos asistencialistas de los gobiernos, legitimándolos y fortaleciéndolos.
Ahora lo que las organizaciones necesitan son administradores, técnicos y burócratas; y no de militantes que expongan las contradicciones e impulsen la lucha.
No es de hoy que existen críticas al rumbo que tomaron estas organizaciones, no sólo externas, sobretodo críticas elaboradas internamente.
Y este proceso no ocurre sin resistencias por parte de la base, militantes y algunos dirigentes.
Las acciones de enfrentamiento al capital que marcaron el último período expresan este conflicto, por ejemplo: las acciones contra Vale en Pará, la acción de destrucción de la Cooperativa de Crédito (Crenhor) en Rio Grande del Sur y las acciones de las mujeres el 8 de marzo en diferentes estados
.
Este último proceso impulsó un debate profundo sobre la relación entre patriarcado y capitalismo, rompiendo el límite de la cuestión de género y de la participación de las mujeres en las organizaciones, y proponiendo el feminismo y el socialismo juntos como estrategia de emancipación de la clase.
Todas esas acciones sufrieron severas críticas internas y pasaron a ser boicoteadas política y financieramente.
Estamos hace años haciendo luchas de esta naturaleza y elaborando esa crítica en las más diferentes instancias de los movimientos, y como estas acciones no tuvieron fuerza ni de provocar el debate da estrategia, cuanto menos modificarla.
Acabaron por legitimar el rumbo de las organizaciones.

¿Cambio de rumbo o continuidad del proyecto estratégico?

La cuestión fundamental para nosotros/as no es sólo criticar la burocratización, institucionalización, el abandono de las luchas de enfrentamiento, la política de alianzas, que aparecen como un problema en las organizaciones, queremos identificar el proceso que llevó a estas organizaciones políticas a asumir esta postura.
La crítica restricta al resultado lleva a refundar el mismo proceso, cometiendo los mismos errores.
El problema en cuestión no es que hubo una traición de la dirección o un abandono/rebajamiento del proyecto político; un error en la elección de las tácticas o de los aliados.
La cuestión fundamental es la contradicción entre el objetivo y los caminos elegidos para llegar a tales objetivos: nos proponíamos el Socialismo como objetivo, pero el proyecto estratégico que trazamos o ayudamos a andar no nos lleva a ese objetivo.

Tal estrategia política no es nueva en la lucha de clases:
su origen está en la social- democracia europea de hace más de un siglo, adaptada a las condiciones históricas de Brasil en una versión rebajada, que fue reproducida en las últimas décadas por el PT y la CUT, y recientemente, por el MST/Vía Campesina, MTD y CP.
Actualmente, se presenta en la forma del Proyecto Democrático Popular y Proyecto Popular para Brasil.

La Consulta Popular fue construida negando la experiencia del PT: no sólo porque se transformara en partido electoral, sino también por las consecuencias que esa transformación causó en su forma organizativa.
Mientras tanto, la Consulta Popular no niega el Programa Democrático Popular, su crítica se limita a La “reducción” del Programa.

Para nosotros/as, este es un gobierno Democrático y Popular.
No de la forma idealizada como quieren algunos, pero con las concesiones necesarias para una amplia alianza. El PDP acabó así.
En este sentido, nuestras organizaciones fueron victoriosas con respecto a lo que se propusieron

Y nosotros/as contribuimos con este proceso, mientras que hoy percibimos que esta estrategia no lleva al Socialismo, al contrario, transforma las organizaciones de la clase en colaboradoras da expansión y acumulación del capital.
Lo que se presenta como una victoria para nuestras organizaciones, en la perspectiva de la lucha de clase, es una derrota.

Consideraciones finales

Frente a esta crítica concluimos que no sería coherente, en nombre de la lucha, que
continuásemos dentro de estas organizaciones, implementando un proyecto de conciliación de clases.
Somos resultado de este proceso histórico, en él constituimos nuestra experiencia de lucha política y formación teórica, aunque en general, activista y pragmática.
La crítica al interior del pensamiento socialista siempre cumplió un papel revolucionario y por eso
juzgamos ser una tarea la producción de un pensamiento crítico sobre este período de vida de nuestras organizaciones y, para esto, la apropiación de la teoría crítica marxista es urgente.
No podemos querer comprender profundamente nuestras contradicciones dividiendo las posiciones entre “reformistas y revolucionarios”, entre “campesinos y urbanos” o entre “socialistas ya, y socialistas nunca”, pues así estamos ayudando a despolitizar el proceso de reflexión.

Es preciso considerar que se viene conformando una amplia alianza política, consolidando un consenso que envuelve las principales centrales sindicales y partidos políticos, MST, MTD, Vía Campesina, Consulta Popular, en torno de un proyecto de desarrollo para Brasil, subordinado a las líneas políticas del Gobierno, conformando así una izquierda pro-capital.
El grado de compromiso a que llegamos con el capital y el Estado nos llevan a concluir
que este proceso no tiene vuelta.

Este alineamiento político no ocurre sin consecuencias: se generan cambios decisivos en
las formas organizativas y en el plano de luchas de las organizaciones, en la formación de la consciencia de sus militantes y en la postura que la organización tomará en el momento de ascenso.
En este momento, las “fuerzas acumuladas” no actuarán en la perspectiva de ruptura.

Comprender esta conformación de la izquierda no significa afirmar la tesis sobre el fin
de la historia, y decir que no hay nada para hacer.
Al contrario, es preciso actuar en la fragmentación de la clase para retomar su movimiento en la perspectiva de ruptura.
Nos proponemos permanecer con la clase, buscando construir la lucha contra el capital, su Estado, el patriarcado, por una sociedad sin clases.
Comprendemos que no están constituidas las organizaciones del próximo período, así como sabemos que no lo estarán nunca si no hay militantes con iniciativa y dispuestos a construirlas.

Los combates que trabamos, el trabajo de base, los procesos organizativos nos enseñaron mucho y nos volvieron lo que somos hoy, nos enseñaron a luchar.
Seguiremos a partir de esa experiencia, profundizando la crítica y procurando ir más allá de lo que nos produjo.

“Aquel que le cuenta al pueblo falsas leyendas revolucionarias, que lo divierte con historias seductoras, es tan criminal cuanto el geógrafo que traza falsos mapas para los futuros navegadores”

(Hippolyte Lissagaray – Comuna de Paris)

“Las Revoluciones son imposibles… hasta que se vuelven inevitables.”

É importante ressaltar que alguns dos que assinam este documento já se afastaram ou foram expulsos das organizações que faziam parte em 2009 e 2010 sem poderem expor seus motivos, o fazem agora nesta carta.

enviado y traducido por el compa Eduardo de Utopia e Luta: uma estaca de Quebracho no meio da enchente Capitalista

Futuro da Colmeia Classista Revolucionária

http://utopia-e-luta.blogspot.com/

————————————————

En Portugués.

terça-feira, 22 de novembro de 2011

As trincheiras são só trincheiras, caminhamos à Vitoria.


Carta de saída das nossas organizações (MST, MTD, Consulta Popular e Via Campesina)
e do projeto estratégico defendido por elas.

Primavera de 2011
Dentro dos limites de um documento como este, pretendemos esclarecer quais os motivos que nos
levaram a tomar a decisão da saída, fazer uma análise do contexto histórico em que ocorre esta decisão e,
com base nestes dois aspectos, fazer um diálogo franco com a militância.
São tempos de aparente melhoria das condições de vida da classe trabalhadora no Brasil, pelo
menos até a próxima crise. Mas será que está tudo tão bem assim? O resultado do desenvolvimento e
crescimento econômico dos últimos anos são migalhas para os trabalhadores e lucros gigantescos para o
capital: aumenta a concentração da terra, os trabalhadores se endividam, intensifica-se a precarização do
trabalho e a flexibilização de direitos, garantidos pela violência do aparelho repressivo do Estado.
Isto tem sido sustentado por um pacto de colaboração de classes, feito pelas organizações que
representam os trabalhadores com o objetivo de contê-los.
O processo histórico que nos produziu
Dois acontecimentos são fundamentais para analisarmos a situação das atuais organizações de
esquerda no Brasil: o impacto da queda do muro de Berlim, tão determinante quanto foi a referência da
Revolução Russa no século passado, e a reestruturação produtiva do capital.
Nas décadas de 1950 e 60, a principal concepção da esquerda afirmava que para superar o
capitalismo no país era fundamental completar o seu desenvolvimento. A ditadura militar interrompe
estas lutas, que são retomadas nas décadas de 1970 e 80, diante de uma grande crise para a qual o regime
militar não encontrou saída. Ressurgem greves, oposições sindicais e ocupações de terra num novo
caráter, mas trazendo em boa medida heranças da estratégia do ciclo anterior.
A CUT e o PT surgem nesse período, questionando o capitalismo e colocando o socialismo no
horizonte. Dentro da mesma estratégia, surge logo depois o MST, lutando contra a concentração de terras,
pela Reforma Agrária e o Socialismo. Neste período, qualquer luta de caráter popular ou democrático se
transformava numa luta contra a ordem, devido ao limite imposto pela ditadura militar.
Baseada na análise de que o capitalismo no Brasil era dependente dos países centrais, tendo como
inimigo principal o capital internacional, e uma burguesia comprometida com as oligarquias rurais, que
não realizou as tarefas típicas de uma revolução burguesa clássica (“tarefas em atraso”), esse bloco
histórico construiu uma estratégia: o Projeto Democrático e Popular. Os trabalhadores organizados e em
luta deveriam realizar essas reformas, utilizando a via eleitoral como acúmulo de forças para chegar ao
Socialismo.
O PT se construiu como pólo aglutinador desse projeto, junto com outras organizações. As
organizações de massa na cidade e no campo - CUT e MST - deveriam cumprir o papel de organizar e
desenvolver estas lutas.
Ao crescerem e se desenvolverem, organizações que tinham na sua origem uma postura combativa
e táticas radicais (como PT, CUT e MST) vão obtendo vitórias importantes, sobretudo conquistando
espaços institucionais, mas também sindicatos, terras, escolas, cooperativas de produção, cooperativas de
crédito, convênios com governos, políticas públicas e compensatórias. À medida que cresceram essas
organizações, a luta institucional e os espaços institucionais tornaram-se centrais.
Neste cenário surge a Consulta Popular, criticando o PT por ter colocado a centralidade na luta
institucional e eleitoral e cada vez menos nas lutas de massas. A CP se apresenta como alternativa na luta
por uma Revolução Socialista. Surge também o MTD, a partir da Consulta Popular, inspirado no exemplo
do MST, com a tarefa de ser uma ferramenta de luta e organização urbana.
As contradições desse processo
Agora nossas organizações, cada uma a seu tempo e não sem contradições, estão dependentes do
capital e seu Estado. As lutas de enfrentamento passaram a ameaçar as alianças políticas do pacto de
classes, necessárias para manter os grandes aparelhos que conquistamos e construímos. O que em algum
momento nos permitiu resistir e crescer, se desenvolveu de tal maneira que se descolou da necessidade

das famílias e da luta, adquirindo vida própria. O que viabilizou a luta hoje se vê ameaçado por ela: o que
antes impulsionava a luta passa a contê-la.
O MST, até as eleições de 2002, caminhou desenvolvendo suas lutas e enfrentando grandes
contradições relacionadas à hegemonia do agronegócio no campo. Nas últimas décadas, houve uma
reformulação do papel do Brasil na divisão internacional do trabalho a partir da reestruturação produtiva
do capital. O agronegócio promoveu no campo brasileiro mudanças estruturais, integrando latifúndio e
indústria sob nova perspectiva de produtividade e o trabalho sob nova ótica de exploração. Este modelo
inviabiliza a Reforma Agrária como possibilidade de organização produtiva dos trabalhadores para o
campo brasileiro nos marcos do capital.
Com a expansão e o fortalecimento do agronegócio, evidenciaram-se os vínculos dos governos do
PT com os setores estratégicos da classe dominante. Alguns elementos confirmam esta análise: a
desigualdade de investimentos entre agronegócio e reforma agrária, a aprovação das sementes
transgênicas, a expansão da fronteira agrícola e com isso a legalização da grilagem nas terras de até 1500
hectares, a permanência dos atuais índices de produtividade e as recentes alterações no novo código
florestal. Nesse sentido, enfrentar as forças do agronegócio seria uma crítica direta ao governo petista,
colocando por terra a tese do “governo em disputa”.
Essas transformações ocorridas no campo influenciaram nas formas de organização da vida
material de nossa base, cada vez mais proletarizada, exigindo novas formas de organização e luta, que
poderiam nos levar a outro patamar. Como opção de enfrentamento a esta realidade, o MST,
contraditoriamente, segue idealizando o “camponês autônomo” e os “territórios livres”. Ao mesmo
tempo, pactua com segmentos do proletariado rural, como CUT, Contag e Fetraf, com o objetivo de
acumular forças contra o agronegócio.
A questão que se coloca é: estas opções nos levarão a outro patamar de luta e organização para
enfrentar o agronegócio, dado o grau de comprometimento destas organizações com a estratégia do
Governo e do capital?
O MTD, no último período, se reduziu a reivindicar políticas compensatórias, como as Frentes de
Trabalho ou Pontos Populares de Trabalho, fechando os olhos para a nova realidade do aumento de
empregos e suas contradições. Mesmo quando colocado o desafio da organização sindical, ela não foi
implementada, para não ameaçar as atuais alianças políticas e a sobrevivência imediata, reduzindo a pauta
à reivindicação de programas de governo para qualificação profissional.
Ao abandonar as lutas de enfrentamento, embora sigamos fazendo mobilizações, nossas lutas
passaram a servir para movimentar a massa dentro dos limites da ordem e para ampliar projetos
assistencialistas dos governos, legitimando-os e fortalecendo-os. Agora o que as organizações necessitam
é de administradores, técnicos e burocratas; e não de militantes que exponham as contradições e
impulsionem a luta.
Não é de hoje que existem críticas ao rumo que tomaram estas organizações, não só externas, mas
sobretudo críticas elaboradas internamente. E este processo não ocorreu sem resistências por parte da
base, militantes e alguns dirigentes. As ações de enfrentamento ao capital que marcaram o último período
expressam esse conflito, por exemplo: as ações contra a Vale no Pará, a ação de destruição da
Cooperativa de Crédito (Crenhor) no RS e as ações das mulheres no 8 de março em diferentes estados.
Este último processo impulsionou um debate profundo sobre a relação entre o patriarcado e
capitalismo, rompendo o limite da questão de gênero e da participação das mulheres nas organizações, e
propondo o feminismo e o socialismo juntos como estratégia de emancipação da classe. Todas essas
ações sofreram severas críticas internas e passaram a ser boicotadas política e financeiramente.
Estamos há anos fazendo lutas dessa natureza e elaborando essa crítica nas mais diferentes
instâncias dos movimentos, e como essas ações não tiveram força nem de provocar o debate da estratégia,
quanto menos modificá-la, acabaram por legitimar o rumo das organizações.
Mudança de rumo ou continuidade do projeto estratégico?
A questão fundamental para nós não é só criticar a burocratização, institucionalização, o abandono
das lutas de enfrentamento, a política de alianças, que aparecem como um problema nas organizações,
mas sim identificar o processo que levou estas organizações políticas a assumirem essa postura. A crítica
restrita ao resultado leva a refundar o mesmo processo, cometendo os mesmos erros.

O problema em questão não é que houve uma traição da direção ou um abandono/rebaixamento do
projeto político; um erro na escolha das táticas ou dos aliados. A questão fundamental é a contradição
entre o objetivo e os caminhos escolhidos para atingir tais objetivos: propúnhamos o Socialismo como
objetivo, mas o projeto estratégico que traçamos ou ajudamos a trilhar não nos leva a esse objetivo.
Tal estratégia política não é nova na luta de classes: sua origem está na social-democracia européia
de há mais de um século, adaptada às condições históricas do Brasil numa versão rebaixada, que foi
reproduzida nas últimas décadas pelo PT e CUT e recentemente por MST/Via Campesina, MTD e CP.
Atualmente, se apresenta na forma do Projeto Democrático Popular e Projeto Popular para o Brasil.
A Consulta Popular foi sendo construída negando a experiência do PT: não só porque o PT se
transformara em partido eleitoral, mas também pelas conseqüências que essa transformação causou em
sua forma organizativa. No entanto, a Consulta Popular não nega o Programa Democrático Popular, sua
crítica se limita ao “rebaixamento” do Programa.
Para nós, este é um governo Democrático e Popular. Não da forma idealizada como querem
alguns, mas com as concessões necessárias para uma ampla aliança. O PDP deu nisto. Nesse sentido,
nossas organizações foram vitoriosas quanto ao que se propuseram. E nós contribuímos com este
processo, no entanto hoje percebemos que esta estratégia não leva ao Socialismo, ao contrário, transforma
as organizações da classe em colaboradoras da expansão e acumulação do capital. O que se apresenta
como uma vitória para nossas organizações, na perspectiva da luta de classe, é uma derrota.
Considerações finais
Diante desta crítica, concluímos que não seria coerente que em nome da luta continuássemos em
nossas organizações, implementando um projeto de conciliação de classes.
Somos resultado deste processo histórico, nele constituímos nossa experiência de luta política e
formação teórica, mesmo que em geral ativista e pragmática. A crítica no interior do pensamento
socialista sempre cumpriu um papel revolucionário e por isto julgamos ser uma tarefa a produção de um
pensamento crítico sobre este período de vida das nossas organizações e para isto a apropriação da teoria
crítica marxista é urgente. Não podemos querer compreender profundamente nossas contradições
dividindo as posições entre “reformistas e revolucionários”, entre “camponeses e urbanos” ou entre
“socialistas já e socialistas nunca”, pois assim ajudamos a despolitizar o processo de reflexão.
É preciso considerar que vem se conformando uma ampla aliança política, consolidando um
consenso que envolve as principais centrais sindicais e partidos políticos, MST, MTD, Via Campesina,
Consulta Popular, em torno de um projeto de desenvolvimento para o Brasil, subordinado às linhas
políticas do Governo, conformando assim uma esquerda pró-capital. O grau de comprometimento a que
chegamos com o capital e o Estado nos levam a concluir que esse processo não tem volta.
Esse alinhamento político não ocorre sem conseqüências: operam-se mudanças decisivas nas
formas organizativas e no plano de lutas das organizações, na formação da consciência de seus militantes
e na postura que a organização tomará no momento de ascenso. Neste momento, as “forças acumuladas”
não atuarão na perspectiva de ruptura.
Compreender esta conformação da esquerda não significa afirmar a tese sobre o fim da história, e
dizer que não há o que fazer. Ao contrário, é preciso atuar na fragmentação da classe para retomar seu
movimento na perspectiva de ruptura. Nos propomos a permanecer com a classe, buscando construir a
luta contra o capital, seu Estado, o patriarcado, por uma sociedade sem classes.
Compreendemos que não estão geradas as organizações do próximo período, assim como sabemos
que não haverá nunca se não houver militantes com iniciativa e dispostos à construí-las.
Os combates que travamos, o trabalho de base, os processos organizativos nos ensinaram muito e
nos tornaram o que somos hoje, nos ensinaram a lutar. Seguiremos a partir dessa experiência,
aprofundando a crítica e procurando ir além do que nos produziu.
“Aquele que conta ao povo falsas lendas revolucionárias, que o diverte com histórias sedutoras, é tão
criminoso quanto o geógrafo que traça falsos mapas para os futuros navegadores”
(Hippolyte Lissagaray – Comuna de Paris)
“As Revoluções são impossíveis… até que se tornem inevitáveis.”

1. Ana Hanauer (MST e CP RS)
2. Bianca (MST RS)
3. Carmen Farias (MST SP)
4. Claudia Ávila (MST RS)
5. Claudia Camatti (MTD RS)
6. Claudio Weschenfelder (MPA SC)
7. Cleber (MTD RS)
8. Darlin (MTD RS)
9. Débora (MTD RS)
10. Eder (MST RS)
11. Ezequiel (MTD RS)
12. Fábio Henrique (MST SP)
13. Fernanda (MTD BSB)
14. Gilson (MST RS)
15. Greice (MTD RS)
16. Irma (MST RS)
17. João Campos (MST SP)
18. João Nélio (MST SP)
19. Jesus (MST RJ)
20. Juarez (MST RS)
21. Jussara (MST SP)
22. Letícia (MTD RS)
23. Lucianinha (MST RS)
24. Luís (MPA SC)
25. Marcia Merisse (MST SP)
26. Marcionei (MTD RS)
27. Maria Irany (MST AL)
28. Maurício do Amaral (MST SP)
29. Michel (MTD DF)
30. Micheline (MST RS)
31. Mila (MST e CP SC)
32. Neiva (MST RS)
33. Nina (MST e CP RS)
34. Oscar (MST RS)
35. Paulinho (MST SP)
36. Pedroso (MST RS)
37. Pincel (MST RS)
38. Portela (MTD RS)
39. Raquel (MST RS)
40. Ricardo Camatti (MTD RS)
41. Salete (MTD RS)
42. Socorro Lima (MST CE)
43. Soraia Soriano (MST SP)
44. Tatiana Oliveira (MST SP)
45. Telma (MST SP)
46. Telmo Moreira (MST RS)
47. Thiago (MTD BSB)
48. Valdir Nascimento (MST SP)
49. Vanderlei Moreira (MST CE)
50. Verinha (MST RS)
51. Zé da Mata (MST SP)

É importante ressaltar que alguns dos que assinam este documento já se afastaram ou foram expulsos
das organizações que faziam parte em 2009 e 2010 sem poderem expor seus motivos, o fazem agora
nesta carta