Periódico La Jornada
Lunes 28 de noviembre de 2011, p. 29
Londres, 27 de noviembre. Los europeos en mayores problemas económicos enfrentan serias dificultades para pagar sus cuentas de calefacción justo cuando llega el invierno; visitan comedores públicos y se deshacen de mascotas costosas.
La crisis de deuda que azota la zona euro ha obligado a los gobiernos a recortar gastos, incluidos los programas sociales, y subir impuestos; el desempleo va al alza y muchos europeos se preparan para un futuro sombrío.
El alcalde rumano Florin Cazacu realizó una huelga de hambre esta semana, por los recortes al subsidio para la calefacción, lo cual significa que su ciudad, Brad, no podrá comprar combustible para sus residentes, instituciones públicas y hospitales, en una ciudad en la que las temperaturas pueden caer a 30 grados bajo cero.
Mi huelga fue una solución extrema para ayudar a la comunidad, expresó. El edil suspendió la huelga el sábado, después de que el gobierno central accedió a pagar unos 229 mil euros, pero dijo que ello sólo cubriría entre 15 y 20 días de calefacción.
Lo que hace falta es que el gobierno asigne 2 mil 500 toneladas de combustible para cubrir las necesidades de calefacción para todo el invierno, subrayó.
El gobierno de Rumania –segundo país más pobre de la Unión Europea– ha recortado sueldos y ha elevado impuestos para hacer frente al déficit.
En Grecia las estufas de leña –en el pasado, símbolo de pobreza– están volviendo con fuerza, cuando los griegos enfrentan un alza de precios tras el aumento de impuestos a la energía.
El negocio ha crecido 100 por ciento, aseveró Costas Mitsionis, quien vende estufas y es una de las pocas personas que sonríen en un mercado de Atenas. Todo mundo quiere comprar, pobres y ricos, expresó.
Incluso en Alemania, la mayor economía de Europa, la crisis ha llevado a un incremento de los comedores públicos.
Hay unos 700 en todo el país, donde los pobres pueden ir por una comida gratis, señaló Ulrich Schneider, director de Parity Welfare. Los comedores eran algo de lo que no se hablaba en Alemania desde hace una década. Ahora van a ellos un millón de personas cada día, añadió.