Afp y Reuters
Publicada el 23 de diciembre en la versión impresa.
La Jornada
Bruselas, 22 de diciembre. Las protestas sociales en contra de los planes de austeridad continúan en Europa, mientras los gobiernos siguen adelante con los paquetes de ajustes, que incluyen recortes al gasto público, aumento de impuestos y en la edad de jubilación. Al tiempo que se mantiene la presión de las agencias de calificación sobre los países de europeos.
En esta ocasión le tocó el caso a Bruselas, la capital de Bélgica y sede de la Unión Europea, donde trabajadores del sector público respondieron masivamente al llamado de los sindicatos a un paro general que paralizó el transporte terrestre en esta y otras ciudades del país en rechazo al plan del nuevo gobierno, mientras en Italia se aprobó el severo plan de austeridad elaborado por el gobierno tecnócrata del primer ministro Mario Monti, quien prometió medidas para estimular el crecimiento económico, pese a que los datos confirman que se aproxima una recesión.
El mandatario belga, el socialista Elio Di Rupo, enfrentó este jueves su primera huelga general del sector público, que dejó sin transporte a la capital europea, en protesta por el plan del nuevo gobierno de reformar las pensiones para reducir el déficit público y la deuda en el país, uno de los más amenazados por la crisis de deuda.
Los principales sindicatos convocaron a una huelga general en el conjunto del sector público, sobre todo el transporte, pero también los hospitales, escuelas y cadenas de televisión y radio públicas.
Tres días antes de Navidad, en las calles de Bruselas no circulaba ni un sólo autobús, metro o tren; tampoco funcionaron las líneas de trenes de trayectos internacionales como Eurostar o Thalys, que conectan a Bruselas con Reino Unido, Francia, Holanda y Alemania. En Amberes ningún buque podía entrar o salir del puerto, debido a la ausencia de personal encargado de guiar las embarcaciones.
Los trabajadores del sector privado tampoco pudieron llegar a sus lugares de trabajo, debido a las largas distancias y a la falta de trenes, por lo que en algunos casos se tuvo que trabajar desde los domicilios.
Esta huelga del sector público, la primera desde 2005, se convocó el mismo día en que el parlamento debe pronunciarse sobre una reforma de las pensiones, un plan del gobierno de coalición dirigido por el socialista Elio Di Rupo, quien asumió el poder a penas el 6 de diciembre, poniendo fin a la crisis política qué dejó al país durante más de 540 días sin gobierno.
El proyecto de ley no pretende modificar la edad jubilatoria, fijada a los 65 años, pero sí busca retrasar en dos años el límite de edad para los trabajores que se acogen a la jubilación anticipada, muy común en Bélgica, que de ser aprobado pasaría ser a los 62 años.
Recientemente la agencia Moody’s rebajó en dos niveles la nota de la deuda de Bélgica a Aa3, al advertir un deterioro en las condiciones para el financiamiento de los países de la zona euro.
En Roma el Senado aprobó con amplia mayoríay de forma definitiva el plan de ajuste elaborado por un equipo de tecnócratas encabezado por Monti, por un valor de 20 mil millones de euros.
Las medidas de austeridad, que reforman el sistema de jubilación e introduce nuevos impuestos así como medidas impopulares, habían sido aprobadas el pasado 16 de diciembre primero por la Cámara de Diputados.
Ante los senadores, Monti defendió sus medidas y explicó que el aumento de los impuestos era necesario y afectará sobre todo a los patrimonios que hasta ahora no se habían ajustado al esfuerzo nacional.
En Hungría la presión de las calificadoras se cierne sobre el país que ha pedido la ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI) y que mantiene a los inversionistas ansiosos por ver si esto llevará al país a pedir un rescate internacional.
Las agencias Standard and Poor’s y Moody’s colocaron la nota crediticia del país en categoría especulativa, también considerada categoría basura, lo que afectó este jueves la colocación de bonos del Estado. Las tasas de interés a 12 meses subieron a 7.91 por ciento, cuando hace dos semanas eran de 7.29, considerado un nivel insostenible a largo plazo.
Ante la degradación de la situación económica del país, entre otras la fuerte devaluación de su divisa, el florín, que perdió casi 20 por ciento de su valor con respecto al euro en los últimos tres meses, el jefe de gobierno Viktor Orban se vio obligado a pedir ayuda al FMI, a quien le daba la espalda desde hacía dos años.
Durante la crisis de 2008-2009, Hungría fue rescatada de una bancarrota con un préstamo de 20 mil millones de euros del FMI, del Banco Mundial y de la Unión Europea (UE).
Pero esta vez, las negociaciones con el FMI y Bruselas para un nuevo salvavidas están estancadas: la voluntad del conservador Viktor Orban de reformar el Banco Central, con cuyo presidente Andras Simor, está en conflicto abierto, amenaza, según el FMI, la UE y el BCE la sagrada independencia de esta institución.
Portugal por su parte, avanzó en el plan de privatizaciones, una de las condiciones que le fueron impuestas a cambio del plan de rescate por parte de la UE y el FMI. Hoy la firma China Three Gorges se quedó con una participación de 21.3 por ciento de la empresa de electricidad Energías de Portugal, por 2 mil 700 millones de euros y dejó en el camino a la española Iberdrola, anunció hoy el gobierno portugués.