“Respaldamos las candidaturas independientes que desafían el orden partidario”


19-01-2012
El Salvador
El Movimiento por la Democracia Participativa ante los Acuerdos de Paz

Hace veinte años la guerra civil terminó política y militarmente, por primera vez la oligarquía y su poder político se vieron ante la necesidad de negociar; el heroísmo de los combatientes del FMLN, la sangre sagrada de los mártires y la lucha de todos los hombres y mujeres del pueblo hicieron posible que la guerra de veinte años terminara con una serie de acuerdos sobre el régimen político. En realidad estos acuerdos terminaron con la guerra pero no abordaron el conflicto dentro del cual esta guerra se gestó.
La guerra civil fue parte de un solo hilo histórico que da inicio con el levantamiento de Anastasio Aquino en 1832, pasa por el levantamiento de 1932 y culmina con la guerra civil de veinte años. El pueblo debe saber que toda negociación es posible siempre y cuando se construye la correlación de fuerzas que la hace inevitable y además cuando existen los interlocutores y, desde luego, cuando no aparece la derrota de ninguna de las partes. Estamos diciendo que la negociación sigue siendo un acto de fuerza y que hace veinte años se dieron en nuestro país las condiciones históricas, internas y externas, que hicieron inevitable los acuerdos políticos alcanzados.

La ofensiva militar de noviembre de 1989, más el derrumbe de la Unión Soviética y la decisión del gobierno de los Estados Unidos de terminar con la guerra civil fueron el escenario adecuado para que la negociación se abriera paso. Los acuerdos tuvieron que ver con diversos aspectos del régimen político pero sin amenazar a este y así, la disolución de los cuerpos de seguridad, la reforma al sistema electoral, el cese al juego, la creación de la policía nacional civil, la reducción y depuración de la fuerza armada, el plan de trasferencia de tierras, resultan ser medidas democratizadoras que se inscriben perfectamente bien en el marco del juego de la democracia establecida en el país.

Hay que hacer notar que estos acuerdos no abordaron la solución del conflicto que generó la guerra aunque pusieron fin a esa guerra y abrieron un nuevo momento histórico para la sociedad. Se inicia una transición a partir del fin de la dictadura militar de derecha establecida en 1932 y de la finalización del papel de la fuerza armada como clase gobernante, estas resultan ser dos conquistas estratégicas lograda por la guerra popular y aunque la transición no significó una democratización de la sociedad sino el marco adecuado para hacer de El Salvador una especie de laboratorio político para levantar un modelo neoliberal en donde todo es mercancía con todo tiene precio, todo se compra y se vende y todo ser humano es consumidor.

A veinte años de estos acuerdos, aquella guerra civil se convierte en la actual guerra social y el país sufre la mayor crisis económica social y política que jamás hayamos visto, cuando el pueblo es más pobre que nunca y en mayor número; igualmente nos encontramos ante la mayor crisis del régimen político, cuando sus instrumentos, los partidos políticos, sufren el mayor descrédito y falta de prestigio de la historia, el surgimiento del movimiento por la democracia participativa expresa, precisamente la decisión de la parte organizada del pueblo de hacer política de manera independiente y fuera del control de las coyundas partidarias.

Nuestro país, en estos veinte años, ha llegado a ser el mas vulnerable del mundo, ha perdido su soberanía alimentaria y también su agricultura y año tras año los desastres ambientales nos hacen cada vez más pobres mientras la riqueza es controlada por empresas transnacionales y los sectores oligárquicos tradicionales, anteriormente poderosos se convierten en empresas venidas a menos.

Para nuestro país a veinte años de los acuerdos, el problema crucial es el de la supervivencia y nos encontramos, por eso, en un momento en el que la capacidad de alcanzar acuerdos entre sectores diferentes y confrontados determinará la factibilidad del país. Se trata de abordar las bases estructurales del conflicto que generó la guerra, se trata de avanzar hacia acuerdos que definan un nuevo estado y a partir de aquí, de una nueva relación con economía, una nueva relación con naturaleza, una nueva relación con la democracia, una nueva relación con la cultura, una nueva relación con el género, una nueva relación con el mercado, una nueva relación con Centroamerica, una nueva relación con los Estados Unidos y una nueva relación con el mundo.

Es dentro de estos acuerdos de país que se sitúan los términos para la superación de la actual guerra social y la solución al inmenso y creciente abismo que separa a los ricos de los pobres.

A veinte años del fin de la guerra civil los movimientos sociales estamos situados de cara a la historia, le damos continuidad al proceso político, luchamos por una política popular, respaldamos las candidaturas independientes que desafían el orden partidario y trabajamos por un acuerdo de país en el que los intereses del pueblo mayoritario no sean sacrificados ni en el altar del mercado, ni en el estado ni en sus instrumentos.

Llamamos a todo el pueblo trabajador, a los desempleados, a los desocupados a prepararse para el año de lucha popular que hoy iniciamos, necesitamos luchar contra la privatización de lo que todavía queda por privatizar, luchar por una reforma agraria integral como el único camino para asegurar la soberanía alimentaria, recuperar a la clase campesina y volver a tener agricultura, hemos de luchar en defensa de la naturaleza y el medio ambiente, frente a las consecuencia del cambio climático que nos azota, hemos de luchar para garantizar la libertad sindical y construir un nuevo sindicalismo, hemos de defender los interés estratégicos de los trabajadores del sector informal de la economía, los interés de las comunidades y de todos los sectores sociales víctimas del capitalismo salvaje.

La lucha popular es el único camino que nos garantiza nuestra supervivencia como país y como seres humanos.