Experiencias autónomas en los barrios

20.Ene.12    Autonomía comunitaria

No hay barrio en Chile donde no haya una o más experiencias autónomas, que se dividen en dos, aquellas hechas por vecinos y aquellas hechas por gente de afuera, generalmente activistas de alguna corriente o autónomos que se “instalan” allí. Las de vecinos están legitimadas de antemano, las llegadas se legitiman con el paso del tiempo. Generalmente se trata de una actividad que aspira a atraer gente, a convocar, tales como una biblioteca, un centro cultural, un medio de comunicación o una escuela alternativa donde se pasan también películas y se hacen esporádicamente actividades artísticas, talleres y cursos, exposiciones y debates, etc.

Por su vez esas actividades también se dividen en dos, las que son el centro de las actividades y las que participan junto a otras actividades de vecinos. Por ejemplo en La Legua algunas actividades se han coordinado para hacer el carnaval y en otras partes el centro organiza e invita a hacer una feria, un encuentro, etc. por fuera de sus instalaciones. La coordinadora de organizaciones autónomas de Renca es horizontal y participativa, aunque siempre el acuerdo inicial es entre los que la llevan en cada actividad ya instalada, habiendo una baja participación de vecinos, que más bien son convocados cada cierto tiempo.

Algunas experiencias en los últimos años están invirtiendo esfuerzos para el desarrollo de actividades y relaciones entre vecinos independiente de su centro de actividades, que en el fondo cumple funciones similares al partido, es decir determinar como y cuando se hace alguna actividad. Se reune la “coordinadora” y planifican como van a hacer la acción en la cual se aspira a que llegue el máximo número de vecinos, luego se hace un balance y se prepara otra a la que se espera que vanga más gente aún. Vamos concientizando y el PC se lleva a la gente a sus votaciones. Nadie sabe para quien trabaja.

Sin embargo las experiencias que están dando resultado son aquellas que aseguran continuidad, papel protagonista de los vecinos, salida constante del encierro de las casas y actividades cotidianas en conjunto, tales como un Comprando Juntos, una huerta, un comité de cesantes, un emprendimiento productivo común, actividades sistemáticas (por ejemplo cada dos semanas) de actividades con niños y jóvenes, un almuerzo en olla común y comedor popular, un comité de salud, una fuente de energía alternativa mantenida entre varios y tantos otros que permiten mayor interactividad entre vecinos avanzando hacia las formas de vida comunitaria. Ya no dependen de los activistas del centro cultural o de la coordinadora, sino que asumen dinámica propia, son adoptadas por los vecinos como parte de su contidianeidad de compartir con los otros, no requieren invitación ni convocatoria, no son esporádicas ni de tanto en tanto, sino que envuelven respuestas a necesidades del día a día, como el cuidado de los hijos de quienes trabajan, el lavado de ropa en una lavadora común, una cocina común, hacer pan en conjunto, cuidar la huerta entre varios, consumir juntos el fruto de la huerta, visitar a los enfermos, hacer tareas entre varios niños, hablar todos en la radio, etc.

Para una actividad esporádica, por ejemplo una tokata, hay que avisar y convocar, así pareciera que para las actividades comunes también habría que contar con la comprensión y la opción de la persona, como que hubiera primero que “hacer conciencia” de la importancia de la vida en común, educar y convencer para que decidan hacer cosas en común y una vez procesado y aceptado, recién podría darse inicio a la actividad. Sin embargo ahí es donde parecen topar los activistas, acostumbrados a ver el asunto en teoría y llegan a creer que para pasar a la práctica todos deben tener claro de qué se trata, o sea, pasar la teoría a otras mentes o voluntades para que sea orientadora de las conductas de los vecinos y les lleve a juntarse con otros a través de un raciocinio. Si lo hacemos así, es por eso que necesitamos tanto medio de comunicación y escuelas populares, para educar y convencer (más bien machacar hasta el cansancio) para llegar a la decisión de participar y sin percibirlo o percibiéndolo, dividimos ese proceso en dos períodos, uno de educación, información o concientización y el otro de la puesta en práctica, lo que ha venido siendo un grave error, pues mientras “educamos”, el sistema también lo hace y machaca con todas las herramientas en su apoyo, la TV, la escuela, la prensa, etc. y pareciera que competimos con el sistema tironeando a la gente para nuestro lado, buscamos la metodología Paulo Freire o el teatro panfletario y vamos dando forma nueva al pensamiento que orientará los pasos del encuentro.

Nosotros proponemos salir de ese campo del traspaso de ideas o concepciones que servirán a las personas para venir al mismo camino que hemos optado, proponemos salir de las lógicas como rutas conceptuales donde los cuerpos de los otros tengan que obedecer al mandato ideológico de sus mentes “gracias” a los mensajes que les hemos trasmitido y, por el contrario, adentrarnos en el lenguaje corporal del sentimiento y del instinto, escapar de la competencia intelectual, conceptual o ideológica contra el sistema y encontrar nuevos puentes hacia, desde y entre las personas, que evadan el universo de las opciones y permitan el despliegue del instinto de lo común, el instinto del afecto y del reconocimiento de la existencia del otro, ya que miles de discursos durante cientos de años de que debemos ser solidarios, respetar al otro y etcétera no han servido de nada o a veces sirven y luego son borrados, como fue borrado tras el golpe militar o como fue borrado el manifiesto comunista de las mentes que lo sabían de memoria, cuando cayó la URSS. No importa, dicen algunos y se aferran fuertemente a la ideología tal o cual, a mi no me pasará, olvidando a los miles y miles que se cambiaron de camiseta o se fueron para su casa con el golpe militar, hasta que pacientemente volvieron las barricadas en medio del calor humano de las colonias urbanas y las ollas comunes, el terror que tuvo frente a eso la dictadura, que corrió al “regreso de la democracia” antes que se desplegara el potencial de los barrios organizados e insurrectos.

Como comunicarnos mensajes para “organizar” sin explicar?
El tema es que no hay que “organizar”, sino hacer. Un acto vale más que mil palabras.
Cierto, pero hay que “organizar” para “hacer”. Y dale. No.
Basta con dos o tres vecinos amigos para empezar y el resto va mirando y viendo y si quiere viene a participar también. Por ejemplo, el catastro de la naturaleza del barrio: un grupo de niños y adolescentes de un taller toca a la puerta y pregunta a la señora por el nombre de las flores de su jardín, que si pueden dibujarlas o hacerles fotografías, que el domingo van a estar expuestas colgando de cordeles entre los árboles de la plaza, que habrán payasos y música, etc. que si quiere venir a ver, que su nombre estará bajo los dibujos o fotos, que habrá una olla para los asistentes, que traiga tallarines o salsa si lo desea, que invite a sus hijos. Veamos a esa señora, que al ver niños y adolescentes, baja sus defensas erigidas de tanto que le han prometido el cielo o el walhala o qué se yo, que no encuentra en su lógica, tan castigada, un antecedente que le explique lo que están promoviendo esos niños, que lo encuentra lindo, o aburrido, en fin, más que pensar y comparar, va a sentir, se trata de un estremecimiento, de una invitación a expresar sentimientos, y así su raciocinio escapa a los laberintos lógicos y de opciones que han vilipendiado su mente durante toda su vida y que actualmente se expresa en la crítica ciudadana a todos los partidos y “pomadas” que todo lo curan, y vuela, abre sus alas de la imaginación perdida y tal vez aparezca el domingo, donde por pura casualidad estaremos también anotando a los interesados en adquirir productos del mar a bajo precio.

Nuestra práctica tradicional indica que nosotros somos los buenos y el sistema el malo, hacemos escuelitas y tratamos de lavar el cerebros de las maldades introducidas por el poder, luego esos niños vuelven a sus casas y a sus escuelas a seguir recibiendo el chorro negativo. Seguimos reproduciendo el “centro”, el espacio donde mandamos y decimos las verdades ocultas, sacamos a la luz la crítica al sistema evitando que esos niños hagan su propia crítica. Si un profesor de escuela dice que las hojas de los árboles son azules, los chicos y chicas harán la crítica, que duda cabe, y dirán “no, profe, las hojas de los árboles son verdes”. Usted dirá que es un ejemplo simplista, pero hay que aplicarlo a todas las áreas del saber, ya que la práctica en el mundo de la vida enseña las realidades, lo que indica que el niño debe vivir y practicar, aprender errando, no salvándose mediante su asistencia a las escuelas donde le entregarán píldoras sintéticas de un saber mediatizado por la ideología dominante o por la ideología liberadora, las que lo transformarán ambas en un seguidor de, en vez de un productor de ideas y de cosmovisión a partir de su acción junto a otros de transformación del mundo inmediato que alcanza con su mirada y su cuerpo, como un niño que aprende de si mismo y de los otros primero mirándose y tocándose las manos y los pies. Para entender el mundo hay que primero empoderarse del entorno inmediato junto a los demás que están allí.

Así, la señora cuando abre la puerta ya no ve a los niños detrás de las flores, sino que en una segunda vez los ve con un carrito con botellas plásticas pidiendo agua para la huerta o solicitando la basura separada. Con estos dos o tres ejemplos usted puede estar segura, o seguro, de que en poco tiempo habrán varios vecinos interactuando como los niños, es decir, con cierta pureza de la ingenuidad robada, a juego pelado, como quien dice a grito pelado. Usted puede descubrir por si solo muchas otras modalidades para hacer, sin esperar la aquiescencia de la teoría, de la academia o de la lógica de algunas mentes en su barrio. Si tiene otras ideas, mande por favor, para circularlas y solicite el manual de como iniciar pasos para avanzar hacia formas de vida comunitaria.

Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
Universidad Libre
unlibre@gmail.com