Chile: Nueva ley represiva en el fútbol
Por el profesor J
Anteriormente el fútbol era un deporte, hoy es un negocio. Mirando las fotos de los estadios en el Mundial del 62 puede verse el tipo de público asistente, personas adultas y aún familias, con pocos jóvenes debido a la baja circulación monetaria en los barrios populares y al atractivo del deporte barrial. Hoy día el narcotráfico, el choreo, el mercado negro, el pirateo y las tristes ferias de las pulgas donde familias llevan sus enseres, algunos extraídos de la basura, otros del bolsillo ajeno, otros de las misma casa o rancha, permiten un mini proceso de acumulación para gastos de espectáculos, tales como el fútbol y algunas actividades musicales de dudosos gustos populares, más orientados al estímulo del alcoholismo y la droga que al disfrute del acto de estar juntos y compartir. En cada barrio se han instalado mafias de micropoder y son contados aquellos donde jóvenes y activistas rebeldes y alternativos levantan formas de compartir y generar espacios de distracción, recreación y placer, tanto para las familias como para los jóvenes, ya que la mayor parte se dedica a la “concientización” y al reclutamiento bajo principios de afinidad ideológica, dejando a la inmensa mayoría de la población en manos de la reproducción cultural mafiosa, mercantil, individualista y competitiva. El marcado tinte ideológico de las actividades tendientes a “politizar” no llega a la gente, salvo unos pocos, levantando barreras y perfiles cerrados que distancian aún más a los vecinos y las familias, poco interesados en ser arrastrados por una corriente o la otra. No hay incentivos para la participación, salvo un show o un “encuentro” o “jornada” muy a lo lejos una de la otra, reproduciendo así la metodología de la izquierda reformista y burocrática de amaestrar a la población para venir detrás de las “convocatorias” cuando ellos, los salvadores de la patria deciden hacerlo, aniquilando el potencial de iniciativas latente de las localidades. No hay noción de que así se mantiene a las personas separadas tal cual las conserva el sistema, juntando con pinza uno que otro en formas asociativas que evitan cuidadosamente el despliegue del protagonismo autónomo de la población para que no se les “escapen”, ya que los colectivos compiten unos con los otros y se reúnen entre dirigentes para hacer “unidad” de jefes cada uno con su masa cautiva.
La juventud no tiene incentivos sistémicos, muy por el contrario, el sistema está para desinflar y agachar el moño, debiendo saltar cercas para expresar ganas de expansión y libertad, de allí la salida de la droga, el alcohol, el fútbol y demás espectáculos enajenantes puestos justamente para atraer incautos y gastar energías detrás del hedonismo (busca de placeres) autocomplaciente, que ya parece onanismo (paja, masturbación). El sistema de relaciones egoísta y competitivo hace que la relación sexual sea meramente corporal, egocéntrica y autogratificante. La TV, Internet y celulares incentivan descaradamente esas modalidades de satisfacción, risa y falta de respeto del uso e intercambio de los cuerpos, que al no estar insertos en un sistema relacional cooperante, sino meramente de lucha de intereses, obviamente no conoce otras vías de placer mucho más pleno y lleno de riqueza espiritual, moral, corporal y social.
El cambio de relaciones cotidianas y mayor comunicación y actividades conjuntas de carácter más permanente apuntando hacia la comunidad barrial mediante otra economía, otra salud, otra educación, otras actividades de niños, adolescente, jóvenes y adultos, va instalando lazos de nuevo tipo, comprar juntos no sólo abarata costos, sino que fomenta el encuentro y permite identificar que la existencia del otro es importante para el propio modo de vivir. Es necesario retomar las prácticas de cerrar una calle y salir las familias a instalar mesas, cocinar y almorzar juntos con una guitarra de por medio, una porotada o tallarinada mientras los chicos juegan y todos comparten. Basta con que comiencen pocas familias y hacer circular la imaginación de que todo un barrio podrían estar viviendo esos instantes, instalando así de modo práctico, sin discursos, el acto concreto que genera o regenera una nueva-vieja autoconciencia del placer de estar juntos. Preguntar a los viejos del barrio y escucharles como dicen “todo ha cambiado” sin la actitud prepotente de aquel que dice: efectivamente, ha sido la dictadura y blablablá, ya que las causas interesan poco pues sólo permiten pensar en que si otras fueran las condiciones, otro gallo cantaría y así quedamos con el pensamiento puro, que la izquierda vieja aprovecha para vender sus pomadas y en la segunda conversación ya no viene nadie y llegamos a la conclusión de que las “causas” son derivadas de la baja conciencia, un absurdo que ya hay que sacarse de encima. Somos nosotros los que estamos fallando, pues bloqueamos el pensamiento y lo paralizamos para que se abran pasivos a tragar nuestras profecías y bienaventuranzas. Hay que dejar las “causas” para después y abordar el hecho, seguir escuchando a esos ancianos y no tanto como relatan lo que había, permitir que esa voz y ese relato sea escuchado por otros, en especial jóvenes y niños, hasta que llegará el momento de que alguien (espere usted, no sea impaciente, disfrute al ver como más de alguien quiere “probar”) haga la sugerencia de realizar la experiencia. Sólo si demora proponga usted, basta con uno o dos, decir a losmvecinos que se va a cerrar o aprovechar un espacio adecuado para jugar el domingo con los niños y se hará una comida conjunta para que las mamás ese día no tengan que cocinar. Verá que es bonito. Y pedagógico. Deje las pomadas en casa. Aprenda como es posible que la propia gente despliegue sus ganas encerradas en las prisiones sistémicas del actual modo vertiginoso y enajenante de vivir.
Eso permitirá poco a poco contrarrestar las influencias sistémicas y proponerse otras cosas, como un comprando juntos o un comité de salud, escuche, vea lo que la gente dice de sus propios problemas, no sea papá ni autoridad, aunque piense que tiene “claridad” de las cosas, no oriente, no sea el primero en proponer, no se haga el líder ni el imprescindible, que ya surgirán los que quieren aparecer para competirle a usted, no enseñe el liderazgo ni intente ponerse a la cabeza, haga como que esos asuntos no existen, fomente la horizontalidad y la igualdad, cosa que quede raro que alguien quiera “destacarse”. Es mejor que ninguno se destaque antes que pasarse rompiendo espadas con la competencia. Empiece de lo simple, no cuesta nada poner en cuestión las viejas práctica políticas de juntar y acarrear ganado social, deje que la gente se abra progresivamente y hagan tejido relacional entre sus cuerpos y miradas, es sólo crear la oportunidad, verá que funciona.
Ese marco o contexto de mayor interrelación permite ofrecer otro referente a los vecinos y a la juventud. Hay que rescatar el deporte de barrio y tal vez después del partido, en vez de la tomatera tradicional, hacer ese encuentro de calle entre familias.
La nueva ley que lanza el gobierno para ingresar a los estadios tiene dos aristas fundamentales, partiendo de la base que se golpea permanentemente a la población para que avancen como ovejas a trasquilar en los conductos establecidos, en especial la enajenación del fútbol profesional donde los jóvenes consiguen desplegar una energía y rebeldía increíbles, lo que no tiene otra utilidad que decir que está ahí encerrada, una latencia de la potencia. El potencial está, hay que mostrar el referente de compartir en comunidad para que encuentren allí todas las posibilidades de expansión en la producción, creación, cambio, trabajo voluntario, actividades barriales, etc, donde esa infinita capacidad juvenil puede abrir alas también infinitas y no quebrarlas en los encierros sistémicos ni en la pura esquina o barricada, que al ser actos temporales, no influyen ni poner palos en las ruedas sistémicas de reproducción cultural negativa. Sin el otro referente de la propia reproducción cultural, todo lo que hagamos volverá a ser triturado por la maquinaria sistémica. Por eso el gobierno considera necesario reforzar la presión sobre los encerrados, esta vez como primera arista se rata de solicitar carné de identidad en la entrada, la identificación previa de todo aquel que ingresa al estadio, el fichaje y control de las ovejas para bajarles el moño. La segunda arista de esta norma represiva es la especialización de los guardias, lo que podemos entender de dos maneras, por una la preparación para golpear y reducir personas, y por la otra la noción de reconocer caras y actitudes, como en un aeropuerto.
Esta norma debería ser contestada masivamente levantando campañas de no asistencia a los estadios hasta que sea derogada, lo que repercutiría en los ingresos por boletería y por propaganda de marcas, pero no sería constructivo sin levantar al mismo tiempo el deporte de barrio, o sea, contestar con medidas propias. Por ejemplo en la comuna de Tiltil nos estamos reuniendo con los clubes deportivos y ya hemos conversado con cuatro de ellos para iniciar un ciclo de intercambio donde sean ellos los que coloquen sus intereses, ideas, necesidades, en tanto nosotros colocamos el tema de las familias, asistentes, etc, pues hemos instalado la noción de que el deporte es de interés comunitario y debe ser atendido y compartido por la comunidad toda. Ya estamos midiendo las canchas, verificando sus condiciones, camarines y duchas y empezamos a hacer fotografías y entrevistas en los juegos de fin de semana, compartiendo con vecinos, jugadores y familiares. Esperamos muy luego hacer la primera convivencia con familias después de un partido, pero hay que recordar que todo es un proceso y no se puede apurar, no sólo en hacerlo, sino también en pensarlo, hay que permitir que nuestras ideas se nutran poco a poco de las ideas de ellos y mediante la viceversa en común estamos estimulando el protagonismo.
Abrazos
Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
Pre candidato independiente a la alcaldía de Tiltil
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