Mientras la sociedad se convulsiona por la lucha de los pescadores artesanales, de la nación mapuche, las movilizaciones de trabajadores del comercio, la poderosa e indetenible locomotora de la abstención electoral, el temor a la epidemia y brotes de inconformismo por todos lados, las encuestas que denotan la gigantesca caída de los partidos, la falsedad de las estadísticas del empleo, la ofensiva pedófila contra los niños y niñas, las dinámicas de los estudiantes secundarios y otros fenómenos que debilitan la “cohesión” ciudadana en torno a las instituciones del poder, el Partido Comunista, ex miembro de la izquierda chilena, se ha pasado al lecho del conglomerado de los partidos neoliberales de la Concertación y asciende paso a paso como garrapata adentrándose en los pliegues del vestido de la institucionalidad, denominando a ello como “victorias populares”.
La contradicción es demasiado evidente como para que los estudiantes de la Universidad de Chile y de otros centros de estudio no reaccionen. Tanto el PC, como la Concertación, la derecha y los partidos troskistas y similares, han sido enviados a la cola, ocupando desde el primer día de votaciones los dos primeros lugares las agrupaciones estudiantiles que cuestionan severamente a los partidos en general.
El “brillo” de los ex líderes estudiantiles de ese partido, Camilo y Camila, se ha apagado justamente por esa “transición” de las movilizaciones autónomas al papel de candidatos a las instituciones que ya no gozan de la simpatía ciudadana, sea por el motivo que sea: porque ya no creen en nada ni en nadie o porque buscan y buscan nuevos caminos de transformación escapando de las convocatorias que huelen a orgánicas atrapamoscas que les llevarán de vuelta a la “organización social”, sea del color que sea, en especial si consideramos que la organización social en el reducido espacio de la mano de obra más constante, se ha integrado a las dinámicas institucionales y los que más se mueven representan a la “marginalidad”, es decir, pescadores artesanales, mapuche, estudiantes, sin casa y otros. Ya no es la clase obrera o conceptos similares la que constituye el predomino real en los barrios populares y sectores más próximos a la autogestión que a la subordinación laboral, de allí que los destacamentos proletarios o de clase no consiguen despegar, aunque se convoquen unos a los otros a la “unidad” en la enorme dispersión a que se ha llegado dentro del campo rebelde.
Estamos ante una procrastinación de las izquierdas, que han hecho del poder su meta camuflándola de medio para alcanzar otro fin que para algunos es sincero, pero para otros no tanto, a saber, la sociedad sin clases.
Según Wipipedia La procrastinación (del latín: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro), postergación o posposición, es la acción o hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes y agradables.
Sin embargo, sólo puede procrastinar quien vive de la teoría de la zanahoria, que se amarra con un palito delante del burro que da vueltas y vueltas intentando agarrarla, que son las posturas teleológicas o finalísticas, es decir, no importa el presente, pues vamos hacia el futuro mejor, he ahí la zanahoria, como el cielo de los cristianos o la utopía de los racionalistas del iluminismo.
Las posturas futuristas de muchos se enfrentan a la necesidad inmediata de resolver asuntos pendientes, que según el modo en que se encaren, son productores de subjetividad, es decir, según Marx, las relaciones sociales son productoras de conciencia y de ideología, de allí que enfrentar las necesidades apenas en el plano reivindicativo (donde las soluciones están en un sujeto externo, es decir el sometimiento a la heteronomía), lo que reproduce la ideología dominante de subordinación, se trata de producir otros sujetos conscientes mediante la producción y reproducción de su vida con autonomía de la externalidad dominante y aún de las propuestas escatológicas (en los dos sentidos de la palabra: actuar mirando el “futuro” y defecar).
Eso explica el fuerte ascenso de las corrientes libertarias en la Fech, que son diversos agrupamientos y dinámicas grupales y personales, incluyendo anarquistas, ecologistas, críticos y autónomos, que han apoyado con su voto universitario a representantes del FEL, que no se trata de voto duro, sino de reconocimiento a las actividades autónomas de esta organización en barrios populares y sectores sociales desposeídos. Esa corriente amplia y diversa está hasta el momento ocupando el segundo lugar después de los autonomistas, que no son autónomos, sino que giran en torno al concepto de un sujeto poco claro: los movimientos sociales organizados (dirigidos por partidos y corrientes afines al interés por el poder) y la también futurista asamblea constituyente de “reorganización” del estado, esto es, del poder.
Así el PC ha sido derrotado por dos tendencias, la de los de abajo cambiando el mundo en las localidades y la de quienes proponen un estado más participativo cuestionando el actual orden de cosas, manteniéndose lejos de las actuales modalidades de acceso institucional.
Históricamente la Fech ha mostrado las tendencias generales de la sociedad y sus corrientes ocultas o visibles, por lo que podemos sostener que esa tendencia seguirá creciendo en la actualidad, pero sólo en la misma medida en que se fortalezcan los lazos estudiantiles y de sectores concientes con la construcción de respuestas a las necesidades inmediatas de la población que no vota ni participa.
Desarrollando la práctica productiva autogestionaria junto a las formas de vida comunitaria en los barrios y localidades, estaremos contribuyendo sin traspasos ideológicos al proceso auto-constituyente de sujetos autónomos que irán dando forma con sus cuerpos a las nuevas relaciones económicas y sociales.
Ese es el profundo sentido de la derrota de las corrientes integristas.
Abrazos
Jaime Yovanovic (Profesor J)
Comunidad de Las Abejas
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