Ganaderos de Colombia y Argentina pasan a la ofensiva

Profesor J    25.Dic.12    Campo

Nuevo perfil de las pugnas por el control de las tierras



Pesada está la pista para Cristina Fernández y su bonapartismo nacional populista en Argentina, por una parte fueron saqueados 300 mercados y camiones por grupos de población marginada y empobrecida, en tanto por el lado contrario la poderosa Sociedad Rural convocó a paro mañana miércoles, furiosos por la recuperación del predio urbano de la Feria de Palermo, que habían comprado a Menem en 30 millones de dolores y Fernández se los quitó, como el cuento del huevito: este niñito tenía un huevito, este otro se lo quitó….

En Colombia la Federación Nacional de Ganaderos se negó terminantemente a participar en el Foro Agrario organizado por la ONU donde el presidente Santos ha puesto sus fichas para alcanzar un acuerdo de paz con las Farc. Ese Foro convocado por la Organización de las Naciones Unidas y la Universidad Central de Colombia reúne a una multitud de organizaciones sociales, ONGs y diversos interlocutores que tienen interés en el campo y se espera que salga un acuerdo de mínimos para una reestructuración de la propiedad de la tierra y la economía agraria.

Al parecer los ganaderos de esos dos países se encuentran recelosos y quisquillosos con las medidas populistas de los dos gobiernos que desean avanzar hacia una modernización y sometimiento del campo a las necesidades y requerimientos actuales de la economía-mundo. Para ambos gobiernos el extractivismo minero, energético y de hidrocarburos es la panacea para sus necesidades de acumulación por desposesión (despojo) desde donde irradiar ciertos beneficios sociales a limitadas capas de población que puedan así disminuir las tensiones derivadas de la precariedad del trabajo. Las actuales políticas económicas en el continente requieren modificar sustancialmente la relación del estado con la creciente población marginada y dependen para la gobernanza de medidas populistas que permitan domesticar al sector de capas medias que se ha ido empobreciendo con el modelo con el evidente propósito de instalar un colchón y muro de contención que impida la organización y el avance desde la marginalidad hacia los supermercados o aún hacia la construcción de formas de contrapoder que puedan amenazar la “estabilidad” de la ganancia.

Un importante sector de izquierda se ha sumado a esa política, no sólo desde los llamados gobiernos progresistas, sino también de los que no lo son tanto, como el de Argentina, donde se han establecido importantes alianzas para enfrentar la ofensiva de los terratenientes y ganaderos, golpeados por la modernización del campo que avanza arrasando bosques, páramos, selvas y todo lo que encuentran a su paso, donde Brasil es un ejemplo de sometimiento por ejemplo de los sin tierra que han quedado paralizados a la espera que el PT consiga que la gran burguesía agraria se imponga a las oligarquías reticentes. La industrialización y biotecnología en los procesos de cría y tratamiento para el mercado de la carne ha representado una gigantesca ofensiva empresarial en contra de la tierra, con sus criaderos de cerdos, gallinas y otros animales hacinados en galpones llenos de peligros para la salud y que en ocasiones han resultado en grandes movilizaciones sociales como las de Freirina y Tiltil en Chile. Por otra parte los cultivos transgénicos de soja, vino, frutas y demás productos de exportación agroindustrial en la gran mayoría de los países han llevado a los gobiernos progresistas y de todo tipo a contar con fuertes aliados en el empresariado moderno que pugna por el control de tierras contra el campesinado, las comunidades originarias y aún los productores tradicionales de ganado de extensión.

En Colombia el gobierno Santos aspira a la paz en el campo con las Farc no sólo por una imagen democrática, sino para resolver sus problemas del acceso a la tierra para esta burguesía agroindustrial biotecnológica y el extractivismo, aunque ambas esferas constituyen una sola manera del nuevo proceso de acumulación por desposesión o despojo, donde la concentración de la tierra y padrones de la propiedad ya no pueden depender de los viejos esquemas de la ganadería extensiva, priorizando por métodos de ganadería intensiva, de mayor productividad, rendimiento y disminución extraordinaria de costos operacionales y aún de inversión, lo que se suma a la enorme masa de ganancia actual dado los excelentes resultados de la metodología supermercantil de realización de la mercancía cárnica, es decir, los grandes supermercados y malls, lo que explica también la ofensiva en todas partes por el control de la pesca mediante las nuevas tecnologías del arrastre y otras que aniquilan la biomasa y a las comunidades de pescadores artesanales.

En todas partes está sucediendo el mismo fenómeno, sin embargo ha sido en esos dos países, Colombia y Argentina, donde ha saltado el resorte y los ganaderos han aprovechado las tensiones sociales y las necesidades de los gobiernos por subordinarlas mediante el populismo, para salir a la palestra con sus propias reivindicaciones, constituyéndose de paso en base de sustentación para partidos, organizaciones y propuestas de extrema derecha, como la alianza de los ganaderos argentinos con Macri y la alianza de los ganaderos colombianos con el ex presidente Uribe, que se ha puesto de su lado atacando virulentamente a Santos.

La actual ofensiva latifundista sólo va a conseguir el estrechamiento de relaciones de la burguesía industrial, extractivista y agroexportadora con sectores sociales integrados por el populismo, importantes sectores de izquierda y los gobiernos (uno de cuyos principales exponentes lo constituye hoy día el gobierno de Correa en Ecuador), sin embargo el costo de ello está en que la población marginada, que sigue creciendo ininterrumpidamente en nuestro continente Abya Yala, tiene por delante dos caminos, o transformarse en los modernos esclavos de Roma o apoderarse de las tierras y defenderlas, ya que en esa pugna no hay espacio para propuestas integradoras de esa gran masa excluida. En Argentina no hay capacidad de autoorganización para oponerse a esa gran alianza que les usará de carne de cañón para someter al latifundio, salvo batallas esporádicas y muy pequeños sectores fuertemente organizados como algunas comunidades originarias y experiencias barriales aisladas. Diferente es el caso de Colombia, donde el Congreso de los Pueblos ha salido al paso y aunque valorando las conversaciones gobierno-Farc, se oponen a que se tomen acuerdos en Cuba sin el protagonismo de ellos.

Poco a poco el empresariado, el gran capital extractivista y los gobiernos de todo tipo van estrechando el cerco contra los sectores sociales más desposeídos, de modo que la alternativa es abandonar las viejas y clásicas organizaciones integristas y estrechar lazos con las formas comunitarias de resistencia que al mismo tiempo que defienden sus espacios territoriales, ponen a la orden del día la Otra Economía, la autogestión y las formas de vida comunitaria en las periferias de las ciudades, para juntos tejer desde abajo nuevos países conducidos sobre la base del interés real de las mayorías, no sobre programas de un futuro mejor que es el cuento con el cual la izquierda integrada nos lleva de vuelta al corral.

Abrazos
Jaime Yovanovic (Profesor J)
Red Abya Yala de Reflexión y Acción Comunitaria
rayarac@gmail.com
http://clajadep.lahaine.org