03-01-2013
En respuesta a Salvador López Arnal
Las cuestiones nacionales y las izquierdas en el Estado español
David Fernández
Rebelión
Article de Salvador López Arnal: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=161431
He leído con atención –y con cierta sorpresa y con cierta desazón, también– las reflexiones de Salvador Lopez Arnal en Rebelión a propósito del discurso colectivo de la CUP en el pasado pleno de investidura. Como un bucle melancólico, de te fabula narratur: esta historia ya había sido escrita, discutida, polemizada. Desde la década de los 70 en el seno de la(s) izquierda(s). Pero dado que con Salvador nos conocemos, que hemos coincidido anteriormente y que en otras ocasiones me ha entrevistado a propósito del cooperativismo y las alternativas financieras éticas, me he tomado el sinfín de preguntas –algunas profundas, otras ramplonas– que lanza como una nueva entrevista. Esta vez, empero, en auténtico tercer grado y ante un dedo acusador.
Sea como fuere, estas son las respuestas, Salvador. Rápidas por la urgencia de darlas en plena era digital. Siempre desde la fraternidad pero, en esta ocasión, desde una profunda y radical discrepancia. Como diría l’estimat Ramon Zallo, las respuestas son de cajón. De rey desnudo. De perogrullo. Dejo para el final algunas consideraciones últimas y el porqué de una respuesta que es, en primera instancia y por ahora, interna y sin voluntad de ser publicada.
Un abrazo roig.
[Las negritas refieren las preguntas extraídas del texto de Salvador]
Sobre los pueblos del Estado español. ¿No aspiran todos ellos, no aspiramos todas y todos, a la ruptura democrática en serio, a la transformación social con orientación y finalidades socialistas y a la conquista de una democracia real que no sea un timo ni un mito ni un concepto demediado hasta la simple y pura asignificatividad?
Si, por supuesto, y eso esperamos a pesar de las debilidades actuales de las izquierdas y de las aspiraciones referidas. Pero venimos de la derrota, cabrá recordarlo, y la hegemonía dominante es la que es. Concretando aspiraciones: no solo con los otros pueblos del Estado español –con los que ‘compartimos’ estructuras y superestructuras de dominación– sino con los del sur europeo -empezando por Grecia, donde nos la jugamos todos. Y más, mucho más, porque pretendemos no olvidarnos de nada ni de nadie: también abiertamente con los pueblos latinoamericanos y con todos los pueblos del mundo. Desde una profunda perspectiva internacionalista. Pero entrando en el quid de la cuestión que López Arnal sugiere… cabría recordar y retener que en el acto central de campaña electoral de la CUP-Alternativa d’Esquerres en Barcelona había sólo dos invitados que precisamente expresaban ese anhelo y una solidaridad inalterable e inalterada. Diego Cañamero, del Sindicato Andaluz de Trabajadores, y Txelui Moreno, portavoz de la izquierda abertzale. El cariño y la estima con la que fueron recibidos y ovacionados es la mejor muestra de esa complicidad granítica. Hechos, no palabras: es la mejor enmienda general a tu pregunta. Además, cabría recordar, ante una izquierda española mayoritariamente ausente del reclamo y/o respeto al libre derecho de autodeterminación, las palabras precisas de Cañamero el pasado 18 de noviembre: reclamó a viva voz el derecho a la independencia de Catalunya. Como derecho democrático y desde la solidaridad de clase. Por eso, Cañamero sí nos representa.
Països Catalans. ¿Por una historia común? ¿Por proyectos políticos muy similares? ¿Por la existencia de una misma lengua? ¿O se trata más bien del proyecto político-territorial que una vanguardia quiere construir, quiere sugerir, basándose en una determinada lectura de una historia que ofrece multitud de interpretaciones consistentes que ponen el acento en puntos de unión y no de diferenciación?
Los Països Catalans son hoy –y han sido– una innegable realidad cultural y social. ¿Política? Sin tiempo ni espacio para reflexionar sobre rasgos histórico-culturales comunes y diferenciales cabe afirmar que, al menos desde 1968 , se conforma como un proyecto político de liberación: el de la izquierda independentista y otras expresiones de izquierda radical. No hay tiempo para hablar del PSUC y el PSAN (su embrión). Pero en todo caso, desde 1968, es un proyecto, como insistimos en la investidura, que radica en la indisociabilidad de la liberación nacional y la emancipación social. Y viceversa. Rebobinemos para seguir. Del fraude de la transición –donde el papel de la tradición eurocomunista respecto a la autodeterminación nacional (Constitución, Monarquía) y social (trágala de los Pactos de la Moncloa) debería ser objeto de otra crítica extensa que hoy no podrá ser– dan buena fe los propósitos franquistas y presiones militares en el proceso de redacción de la Constitución de 1978. Que se lo pregunten a Herrero de Miñón. Prohibición explícita de libre federación de comunidades autónomas (pensando en los Països Catalans) y segregación de País Vasco y Navarra (hasta el PSOE vindicaba su federación). No es casual, por ende, que las ‘batallas’ más duras de la transición se librarán en el País Valencià y Navarra. Es directamente causal y causado por el proyecto hegemónico del nacionalismo español, cuyos lastres arrastran hoy, y todavía, muchas izquierdas estatistas/nacionalistas españolas. Esa realidad compleja que son los Països Catalans es más evidente, ahora mismo, si observamos como se cierne la misma ofensiva centralizadora, españolizadora y floridopensilera de Wert y sus muchachos en… Pues si, especialmente en los Països Catalans. ¿Es casual que sea la mismo ofensiva? Ofensiva contra el modelo de inmersión lingüística en Catalunya (¿cabe recordar que sólo 12 familias de 50.000 han demandado no hacerlo?), apartheid en el País Valencià (125.000 alumnos sin poder estudiar en la opción escogida: el valencià) y en les Illes Balears –y a pesar de ello, el 87% de las familias sigue optando por un catalán que se quiere retirar de la vida público-institucional. En todo caso, Salvador, bienvenido el debate sobre la complejidad del laberinto español. Donde el nacionalismo español conservador es de una hegemonía que abruma y donde –más allà de ‘la Roja’– las raíces y sesgos identitarios siguen hundidas en Torquemada: la negación/ridiculización/folklorización del otro. La indisolubilidad de la patria eterna. Si: metafalangismo del siglo XXI a nuestro parecer.
¿Qué gentes, qué ciudadanos han parado esos desahucios?
Sin duda, Salvador, personas plurales, de diferentes sensibilidades y adscripciones múltiples. Sólo faltaría y nadie ha dicho lo contrario. No cabe la tendencia a la manipulación. No es de recibo. Y no es justo mezclar reflexiones diferentes y diferenciadas –una sobre Països Catalans, otra sobre movilizaciones populares– cuando nosotros no lo hacemos. Además, eso de “en su mayor parte alejadas de proyectos independentistas” es muy discutible. ¿De dónde lo sacas? Es acientífica, muy alejada de la realidad concreta y discutible del todo. Más todavía si analizamos la trama de resistencias en las comarcas y en la conurbación urbana metropolitana, con conformaciones sociales desiguales. Mira, las hostias son para todos siempre, pero para visualizar el vínculo estrecho entre izquierda independentista y luchas sociales te diría, como simple y modesto ejemplo y sin ninguna medalla, que de los 100 detenidos en la huelga general del 29M, 54 eran activistas del independentismo de izquierdas. Como dato singular. “Alejadas de proyectos independentistas” no es análisis ni dialéctica. Nace de un prejuicio profundo. Y parte de un apriorismo algo ciego, ramplón y sesgado y cansadamente cansino: alimentar la falso moto –insultante– que Catalunya es CiU, que no hay matiz alguno y que todo es la misma cosa. Intelectualmente deplorable. Con metonimias que asustan. Como decir que todos los nacionalismos son idénticos: ¿es lo mismo Somoza que Sandino? ¿Es lo mismo Pemán que Comorera? ¿Es lo mismo la resistencia saharauí que Mohamed VI? Pedrolo desbrozaba el entuerto: “hay nacionalismos de dominación y nacionalismos de dominación”. Las resistencias y tensiones nacionales (pueblos contra imperios, liberaciones contra dominaciones) existen, Salvador. Y existirán. Aunque algunas voces se empeñen en reducirlo, decimonónicamente, a “simple invento de la burguesía” como argumento prepolítico e infantil. Telón de fondo agotador: constatar, una vez más, que ciertas izquierdas solo hablan de autodeterminación cuando el pueblo que la reclama este lejos. Cuanto más lejos mejor. Si esta cerca, el derecho se invoca como formalidad para que nunca se ejerza. Acabáramos. Lo hemos dicho mil veces y hoy cabe insistir de nuevo: la diferencia entre CiU y la CUP es la misma que media entre la Duquesa de Alba y Diego Cañamero. La intervención de la CUP-AE en la investidura quedó meridianamente clara: uno de nuestros adversarios es el Estado español y con ello visualizábamos que en ningún caso, jamás, son el resto de pueblos y culturas. Duele hasta tener que escribirlo, cuando es una obviedad. Algunos no es que no lo entiendan. Es peor: no lo quieren entender.
Sobre la oligarquía catalana.
O no hemos oído el mismo discurso o no oíste que hablamos abiertamente de Millet, Pretoria, cas Palau, cas Treball, cas Turisme, La Caixa (a quién exigimos sus pingües beneficios para revertir la crisis) y Abertis. Y le respondimos –en la réplica de 20 minutos que tal vez no hayas visto– que eso de privatizar agua (ATL) y autopistas (Tabasa) a los mismos que conforman el CAREC, consejo asesor económico del Govern presidido por Salvador Alemany (Abertis), es confundir el país con una empresa y el gobierno con un Consejo de Administración. Por cierto, que es el empresariado catalán el que más se opone, y más radicalmente, a la independencia. Cabe recordar, como hemos hecho en campaña, las palabras de Salvador Seguí, en el Ateneo de Madrid en 1919, sobre el carácter (de clase y nacional español) de la burguesía catalana: “En canvi, nosaltres, els treballadors, com sigui que amb una Catalunya independent no hi perdríem res, ans el contrari, hi guanyaríem molt, la independència de la nostra terra no ens fa por. Estigueu segurs, amics madrilenys que m’escolteu, que si algun dia és parlés seriosament d’independitzar Catalunya de l’Estat espanyol, els primers i potser els únics que s’oposarien a la llibertat nacional de Catalunya, foren els capitalistes de la lliga regionalista i del Fomento del Trabajo Nacional”
Te adjunto dos artículos recientes al respecto:
http://www.setmanaridirecta.info/noticia/voleu-fer-favor-callar
http://www.setmanaridirecta.info/noticia/posen-cartera-posen-senyera?mini=calendar%2F2012-10
Sobre Millet y Samaranch.
Media hora da para media hora, Salvador. Con aciertos y errores. Juzgar todas las omisiones y elevar metonimias a rango de conclusiones es abiertamente injusto. Pero en todo caso, sabes perfectamente que formamos parte, como impulsores, de la Acusación Popular del caso Millet/Palau de la Música Catalana. Y, sobre, Samaranch, ahí va (en archivo adjunto) la denuncia que escribí en la Directa ante el vergonzante funeral de Estado que se le otorgó. Al que también asistieron, por cierto, algunas muchas izquierdas catalanas y españolas salvo honrosas excepciones. La CUP, no. Ni tan sólo fue invitada: porqué su proyecto radica en la memoria antifascista y porque seguimos denunciamos que el nuevo Museo Olímpico de Barcelona lleve su nombre: no solo por su pasado franquista sino por hacer del COI una mafia multinacional.
¿La Falange es un asunto estrictamente “español”? ¿No hay, no ha habido falangistas catalanes?
Otra pregunta absurda, por obvia. Ni mucho menos: Nani Riera lo pormenorizó perfectamente en ‘Els catalans de Franco’ en un ejercicio de memoria imprescindible e irrenunciable. Por qué aclara de donde venimos y porqué estamos donde estamos aún. Ni Falange fue sólo “español” ni las resistencias antifascistas solo “periféricas”. Simplismo en demasía.
¿Expresión popular masiva? ¿Qué porcentaje de la ciudadanía participó en las consultas soberanistas?
Y tanto que masiva, Salvador. Y tanto. 555 consultas en 555 municipios (de 944) y 900.000 votos a favor. O sea, que si: ciclo movilizador y expresión popular masiva. Manifestación del 10J de 2010 y del 11S de 2012, la mayor de la historia de la ciudad y del país y la más explícitamente independentista. En cambio, las recientes movilizaciones españolistas en Barcelona apenas 6.000 personas (12 de octubre) y 3.000 (6 de diciembre), con activos miembros de extrema derecha y neonazis localizados, por cierto. Y disponiendo de todo la amplificación y tensión mediática de la caverna de Madrid (las soberanistas también gozaron de amplia difusión mediática). Demoscopicamente, ¿de què hablamos?. Pues que tenemos lo que tenemos: un 51% de la sociedad catalana ya está a favor de la independencia. Y el 71% de esa mayoría se declara abiertamente de izquierdas.
¿No había que hacer referencia aquí al 15M, al movimiento cívico-rebelde que ha sido caracterizado como “españolista” en ambientes nacionalistas catalanes?
Por supuesto que hicimos referencia: tanto que dijimos que es lo mejor que le había pasado a la sociedad! Agradezco el matiz (“algunos ambientes nacionalistas”) sobre desde que sectores (concretos) vertieron críticas envenenadas. Fue la derecha nacionalista catalana y un cierto independentismo neoliberal de nuevo cuño el que lo demonizó y azuzó con argumentos surrealistas su estigmatización. Y también, ¿te olvidas?, fuertemente criticado por ambientes nacionalistas españoles. Cabe recordar, en todo caso, que el 90% de la Asamblea del 15M en plaça Catalunya votó a favor del derecho de autodeterminación. Por lo demás, bien lo sabes: engrueso la larga lista de heridos en el desalojo policial del 27M. 22 porrazos, 13 contusiones. Y somos 57 los que hemos mantenemos la denuncia judicial todavía: indignados no-independentistas y indignados independentistas. Es decir… no es que hablemos o no de ellos, como tu preguntas. Es que, simplemente, estábamos allí. Otros no. Radical diferencia corporal-espacial nuevamente: el movimiento se demuestra andando. Cuando los hechos del Parlament del 15J, la CUP salió en abierta defensa de los indignados mientras todas las fuerzas parlamentarias se encerraban en su autismo. La CUP lo sostiene desde mayo de 2011: es el ciclo combinado de soberanismo e indignación lo que ha posibilitado ciertas experiencias municipalistas altamente positivas. 65.000 votos en las municipales del 22M de 2011 (7 días después del 15M) presentándose solo al 10% de los municipios. 4 alcaldías, 101 concejales. Y política confederativa en movimiento autónomo y a pie de calle.
Podía y debía haberse añadido: reconociendo, por justicia y verdad, que cuando muchos “nacionalistas” no hablaban del tema ni de muchos otros asuntos y estaban ubicándose en la línea de mando y oportunidades neoliberales, la tradición marxista-comunista no independentista, catalana y no catalana, abonó la lucha por el ejercicio de ese derecho.
Podía y debía, no, Salvador. Podíamos y debíamos. En la réplica de la investidura hablamos del PSUC. Y nuestra memoria de elefantes nada olvidadiza sabemos de sobra de ‘El Peque’, de Cazcarra, de los maquis, de los subalternos que se dejaron la piel mientras los ‘catalanes de Franco’ les sobreexplotaban. ¿Por qué nos tratas con ese desliz paternalista, como si fuéramos presuntamente ignorantes, con ese sesgo de atalaya que nos juzga ‘desviados’? Pero insistamos: no nos puedes exigir que lo dijéramos todo en 30 minutos. És un puro tecnicismo temporal: no podíamos. Por cierto: la tradición marxista-comunista (en la que siempre me he ubicado desde la heterodoxia) es más amplia también, no? Hay una tradición marxista independentista también. Y siempre se la silencia. Por ejemplo: August Gil Matamala, que cerraba la lista electoral por Barcelona de la CUP el pasado 25N, y que fue responsable de intelectuales del PSUC hasta 1965.
La lengua catalana, una de las lenguas de Maria Mercè Marçal, ¿es el único medio de hermanamiento social y cultural en los “Países catalanes”? ¿No hay otras lenguas que incluso son, en muchos territorios de esos Países, tan o más incluso más habladas que la catalana? ¿El castellano no es también medio de hermanamiento social y cultural en estas tierras?
No es el único, pero sin duda es el que más nos define –no el único– como cultura mediterránea (una más) de código abierto. Claro que hay más lenguas: la castellana, por supuesto, aunque hoy en nuestros barrios se habla urdú, amazigh o árabe. Afortunadamente. También hay comarcas valencianas castellanohablantes y un país construido en base a un desarrollo desigual, a agregaciones migratorias (yo mismo, que vengo de tierras zamoranas) y múltiples exclusiones para con las clases populares. ¿No citamos acaso a Miguel Hernández en el discurso? Si, deliberadamente y a consciencia. Pienso además, que si alguna cultura emancipatoria de izquierdas se reclama también de Hernández, de García Lorca, de Machado o de Gil de Biedma (a quién el PSUC, por cierto, estigmatizó su valía por su homosexualidad) se da en las izquierdas catalanas. ¿Es recíproco? Creo que no o que es muy desigual. Pocas izquierdas españolas, hoy, disfrutan de los poemas de Sarrionaindia o de las canciones de Ovidi Montllor, por poner dos ejemplos silenciados. De hecho, dudo que se conozca en demasía la obra feminista de Marçal: “al azar agradezco tres dones: haber nacido mujer, de clase baja y nación oprimida”. La incompresión continua y se trata, sin querer generalizar, a las ‘culturas periféricas’ como un anecdótico localismo patuà. La estimada izquierda autónoma madrileña, en cambio, dedicó en ‘Diagonal’ el pasado año sendos especiales a Montllor y Marçal. Y Lluís Llach, en Madrid, siempre es acogido con sumo cariño. Rompamos pues ese discurso falaz que pretende azuzar la confrontación entre culturas y no entre clases y abandonemos esa ceguera incapaz de entender lo plurinacional y plurilingüístico. Ya vale de bloques monolíticos y falsos frontismos. Que nos dejen decidir libremente. Tan sencillo como eso.
¿Quico?
Débil argumento de ataque pero no, no es un problema de traducción. No conozco al señor Homs. Lo vi arriba, en la zona de invitados e improvisé. Mediáticamente se usa a menudo Quico. Hace poco llame a Artur Mas, Ártur Mas (con el acento del programa satírico de Polonia). Cosas del directo. Lo de la familiaridad infundada es mala leche fundada, ¿no? :-) Aquí, simplemente, lo que reclamamos es que el futuro de Catalunya lo decidan democráticamente su ciudadanía. ¿Any problem? No Madrid, no Bruselas, no la troika, no nuestra burgesía. ¿Tanto miedo hay a la democracia que supone el libre ejercicio del derecho a la autodeterminación? Parece que si y se azuza la peor cultura del miedo, de una fractura social que no será. Simplemente hablamos de democracia política y de que somos una nación. Eso que el españolismo niega a cada segundo.
Por lo demás, la España neofranquista y neoliberal no es ni puede ser el futuro para ninguno de los pueblos que la constituyen. ¿Por qué iba a saberlo? ¿Qué pueblos rebeldes abonan ese horizonte?
Porqué iba a serlo… ¿por qué el PP arrasa, tal vez, y con mayoría absoluta? ¿Por el deterioro acumulado de las culturas emancipatorias en el Estado español y en los Països Catalans? ¿Por què Zapatero ganó de ‘chiripa’ un congreso del PSOE, con sólo siete votos de diferencia, frente a un tal José Bono, nacionalista español rezumado? ¿Por qué el anticatalanismo pervive en la política oficial como elemento cohesionador fundamental, fundacional? ¿Por qué el ministro de cultura manda españolizarnos de nuevo? Manía de descubrir lo obvio para autoafirmarse. Claro que hay burgesía española. Y catalana. Y vasca. Pero hay sobretodo Bildu, hay Anova, hay CUP y hay otras izquierdas catalanas, hay miles de experiencias que vuelven a exigir que nos retornen todo lo robado, todo lo negado. Desde la reivindicación autodeterminista de izquierdas no se diluyen las contradicciones sociales: muy al contrario, se clarifican del todo y se visualizan mejor. Y en cambio, Salvador, ¿exactamente de qué otras izquierdas hablas (y haberlas, haylas, y son bienqueridas)? ¿Puede haber federalismo, ucrónico, sin federalistas? Subyace además otro grave error de bulto: pretendes visualizar que hay un único relato independentista, Salvador. Y eso es radicalmente falso. Hacer metonimia es hacer trampa. Meter a la CUP en el carro de CiU es como meter a nuestros queridos bucaneros de Vallecas en la sede misma del PP. Un despropósito intelectual y diría que ético. Injusto. Más aún cuando CiU, presuntamente, acaba de llegar hace dos meses a la vindicación de autodeterminación. Otros llevan 40 años exigiéndola.
¿Incluimos también al empresariado y a las finanzas catalanas?
Sólo hay que ver la segunda respuesta de esta entrevista improvisada. Hay una frase que rechazamos de plano: tots els catalans som bons. Y un cuerno. Aquí tenemos Mossos que nos parten la cara, Angladas que azuzan la xenofobia, evasores fiscales de pro, un Puig que nos deja tuertos y oligarquía que nos roba por desposesión. Enmedio de la Europa del capital.
Estos, por ejemplo: Ibárruri, Cernuda, García Lorca, Antonio Machado, Julián Grimau, José Arnal Cerezuelo. ¿Ellos son también franquismo, españolismo y reacción?
En esta ocasión, y sin que sirva de precedente, la simple pregunta ofende. Una barbaridad.
¿El franquismo es un estado de Derecho? ¿Qué tipo de derecho?
Sobre la (falsa) polémica sobre si el franquismo era un Estado de Derecho y de Derechas (campaña de Fraga Iribarne en 1964) era una fínisma ironía con realidad y base, desgraciadamente, jurídico-legal. Sobre Estado de Derecho y Estado de Excepción, recomiendo vivamente a Giorgio Agamben. Sublime. Por cierto que Miguel Hernández y “lo mejor del país sigue en la cuneta” porque hubo reforma pactada y continuidad jurídica de Derecho –harakiri de las Cortes, Reforma Política, Constitución– desde un franquismo que quedó impune. Ninguna ruptura. Y así nos va. Con las cunetas llenas todavía. Gracias al ‘Estado de Derecho’. O al Derecho de Estado (español).
¿Sólo los españolistas son nacionalistas?
Ni mucho menos. Pero a estas alturas del siglo XXI cabe convenir que los nacionalismos existen, perdurarán y de todo hay. Son como la condición humana: capaz de lo más terrible y de lo más sublime. En el siglo XX, el nacionalismo hipertrofiado y supremacista ha traído el peor horror (los fascismos) y la muerte misma de la cultura en sentido civilizatorio (Adorno) a las puertas de Auswitchz. Pero las luchas de liberación nacional también han traído procesos emancipatorios y de resistencia: del ghetto de Varsovia a Nicaragua y a tantas decenas de ejemplos. Supongo que lo te genera aversión es el término “nacionalista”. Bien, a mi también. Mira, nuestro Joan Fuster escribía: “tenemos unas terribles ganas de dejar de ser nacionalistas pero no nos dejan”.
Sepharad.
El recurso a Sepharad era para recordarle a CiU la equívoca campaña nacionalista conservadora de “Catalunya es CiU” y Mas el Mesías (“nunca un pueblo debe ponerse tras un sola persona” escribía Espriu). Nada más. No le busques tres pies ni traspíes al gato, por favor.
¿Es traidora la familia Mas por ello? ¿Entonces…?
En nuestro vocabulario la palabra traición no se frecuenta mucho. Refiere una cultura política sectaria y maniquea. Pero en todo caso, la mayoría de la burguesía catalana apoyó a Franco. No por traición, apuntaría: sino por pura fidelidad de clase, ¿no?. La dictadura franquista fue eso precisamente, una dictadura de clase y nacional (española). CiU también apoyó a Aznar. CiU gobierna hoy la Diputación de Barcelona y Badalona con el PP. No creo que descubras nada nuevo. O si: el independentismo de izquierdas lucha contra su burguesía y es solidaria con los trabajadores de todo el mundo desde un perspectiva de clase irrenunciable. El viejo lema de paz entre pueblos y guerra entre clases. Pasa que pasa que el programa de la derecha española de siempre se parece en demasía a al de la derecha catalana de siempre. Menuda novedad. Nada nuevo bajo el (cara al) sol. Y pasa que pasa que los nacionalismos conservadores –el español, el catalán– se retroalimentan en veleidades y victimismos: ambos utilizan la independencia para tapar la crisis. En cambio, los independentismos de liberación nos apoyamos mutuamente.
¿Mano extendida a CiU, a quiénes abonan agresiones sociales, demonizan, agreden e insultan a las clases trabajadoras y privatizan aguas, educación y sanidad? ¿Un acuerdo con gentes así?
Cítanos correctamente, por favor. Literalmente “mano extendida a nuestro pueblo”, no a CiU. Te confundes de nuevo: el pueblo catalán no es CiU. Mano tendida por la autodeterminación como derecho democrático irrenunciable. ¿Si un día CiU se levanta y dice que es antirracista… dejaremos de serlo? Y, sobretodo, puño cerrado al neoliberalismo desde un proyecto anticapitalista que reivindica la autodeterminación política, económica y energética en base a la autorganización popular, la desobediencia civil y una vía institucional hasta ahora inexplorada. También con CiU hemos coincidido, en campaña electoral, en una propuesta transversal contra la homofobia. ¿Somos impuros? Si, afortunadamente. Pero en algo llevas razón compartida, sin que nos descubras nada: todo proceso de autodeterminación es complejo y no exento de contradicciones. ¿Y? ¿Descubrimos la sopa de ajo? Te dejas el final de la síntesis que hicimos: “y luces y taquígrafos en la gestión”. Contra la corrupción: que no es del sistema. Es el sistema. Se ha acabado el tiempo de meter la mano en la caja pública. El acta de sesiones lo recoge.
¿Y quiénes niegan esa libertad? ¿”Los españoles”, el gobierno central, los Botín, los Godó? ¿Quiénes?
El estado español, los mercados financieros y la burguesía catalana. El orden ponlo tu. En términos recientes: el Estado español a través del Tribunal Constitucional (sentencia Estatut), los mercados financieros (deudoracia) y nuestra burguesía (que en 2010, vía CiU, pretendió transmutar, reciclar y descafeinar el ciclo soberanista catalán con un difuso pacto fiscal). Y algo más, en buena lógica spinoziana: también nosotros la negamos. Desde nuestra indolencia o pasividad, si somos incapaces de construir contrahegemonías.
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Y cuatro apuntes finales
* Yo no soy nacionalista. Soy independentista. O como diría el señor K de Brecht en tono fusteriano… soy nacionalista según quién tenga delante.
* Críticas pero propones escasas alternativas, cuando izquierda española y autodeterminaciones tienen tan malas, y tan tensas, relaciones. Y acabo. ¿La nueva izquierda española será Llamazares con Baltasar Garzón? Sólo pregunto. Y pregunto… ¿dónde estaba la izquierda inexistente que sugieres cuando cerraron Egin y Egunkaria? ¿dónde cuando torturaban a independentistas de izquierdas en 1992 y Garzón miraba a otro lado, como dictaminó el Tribunal Europeo de Derechos Humanos? ¿Dónde cuándo Garzón encarcelaba impunemente a pacifistas y desobedientes vascos cómo reconoció el Supremo? ¿Dónde… dónde carajo estaba? Una sola anécdota: cuando el proceso de Nou Estatut llegó a Madrid se buscaron apoyos en la sociedad civil española a las demandas catalanas. Sólo fue una sola persona: Santiago Carrillo. Otro ejemplo, esta vez personal pero transferible: durante el sumarísimo 18/98 (2007) contra la izquierda abertzale vasca mediamos para recabar apoyos contra un proceso jurídico inquisitorial anclado en el Derecho Penal de Enemigo. En dos ocasiones, me reuní con dos miembros de la tradición catalana marxista-comunista no independentista que reclamas para que nos apoyaran en la denuncia. Conoces a los dos: uno es político, otro es catedrático. Es mejor, por doloroso, por extremadamente doloroso, no reproducir ni los nombres ni el contenido terriblemente desolador de su respuesta. Sólo añadiré una cosa: estaban al nivel ‘guantanamero’ de las diatribas de Mayor Oreja.
* El nudo gordiano que no te atreves a plantear en tu reflexión –que agradezco aunque también la juzgué algo envenenada y de sesgo atávico para con la autodeterminación– es, finalmente, el sujeto de decisión. Como la tradición marxista reclamó, la autodeterminación de Catalunya atañe al pueblo de Catalunya en base a procesos democráticos, de libre decisión y opinión (los que votarán que si y los que votarán que no, sólo faltaría). Y ahí hay quién se cierra numantinamente a que el sujeto de decisión es el pueblo español. Y eso, company, eso es puro nacionalismo español negador de libertades ajenas. Camuflado, matizado o desbordado. Si de lo que se trata en cambio es de hablar de federalismos no huecos y sinceros, hablemos entonces de Pi i Margall. Primero libres y después ya decidiremos con quién nos federamos.
* La hegemonía histórica del nacionalismo conservador convergente, de 23 años de pujolismo, ha dañado antes y deteriora hoy este debate. Se utiliza como ariete y excusa y piedra arrojadiza. Nosotros no le vamos a regalar la autodeterminación a CiU: más todavía cuando la libertad política de Catalunya fue defendida en dictadura por la clandestinidad comunista mientras los catalanes de Franco hacían sus negocios. Por eso tan necesario el independentismo de izquierdas: para desnudar a CiU y desproveerle de la manía de envolverse en la bandera para hacer negocios. Pero apenas sugerir –dejar caer, hacer intuir– que las miles y miles de personas que en dictadura o en democracia se han comprometido con la plena libertad política y la máxima justicia social en los Països Catalans, desde un acreditado internacionalismo, son CiU o le hacen el juego es una falta de respeto en toda regla. Y diría que grave.
* No sé si el análisis etimológico, tal vez simple, de un discurso -uno más, ni más ni menos- es la mejor forma de afrontar el irresoluto debate necesario, imprescindible, sobre la izquierda ante cuestión nacional. Hubiera preferido una crítica política al proyecto CUP. Pero mira, estos días hemos tenido la suerte de poder conversar largamente con Jaime Pastor y Miguel Romero. Para nosotros ha sido un lujo. Viento sur y calidez izquierdista desde Madrid en apoyo a la autodeterminación. Absolutos compañeros de viaje. De Pastor te recomiendo “Los nacionalismos, el Estado español y la izquierda”, de recientísima publicación. Y que habla precisamente de lo que subyace en esa epístola cruzada: la incompresión intelectual de los hechos nacionales y los procesos históricos, la incapacidad programada y deliberada para disfrutar de la pell de brau d’Espriu y la absoluta ausencia de voluntad política de cierta izquierda para respetar siquiera -ya no digo demandar- el derecho a la autodeterminación. Motivado por una persistente hegemonía nacionalista españolista conservadora que los ha hecho cautivos de un españolismo militante, difuso o camuflado. Ese es el quid. Y cuando caiga esa cortina de humo… tal vez nosotros nos liberemos de nuestros Millets y ellos de sus Botines.
* Anécdota de campaña que viene muy a colación. En una entrevista en Catalunya Radio, Manuel Fuentes preguntándome que haría el día de la independencia. Proseguir el largo camino ímprobo de la plena liberación, por supuesto, sin renunciar a Vallecas ni a Zamora ni a Marinaleda ni a un proyecto confederal como Coop57 ni a la suerte, el lujo y el honor de compartir proyectos, por ejemplo, escribiendo en el quincenal Diagonal. No hay ningún motivo para hacerlo y están todos los argumentos para reforzar esos lazos. En todo caso, fuera mitos y fantasmas, la respuesta personal y transferible a Manuel Fuentes fue que me iría al Raval, a buscar al bueno de Lluís Cabrera, fundador en 9 Barris de la peña flamenca Enrique Morente en 1969 y uno de los activos culturales imprescindibles del flamenco en Barcelona y en Europa. Y que con Cabrera nos iríamos a tomar unas cañas y a cantar Morente. ‘Gernika-Iraq’, por ejemplo, o ‘Manhattan’ (homenaje a Lorca) uno de sus mejores temas en mi modesta opinión desde abajo a la izquierda.
Bueno, lo dejo aquí. Con desazón, decía al principio, porque en tu artículo subyace un punto de soberbia y algún grado de menosdesprecio hacia la CUP que sólo tu sabrás de dónde nace y que lo impulsa. Un abrazo y la próxima en directo analógico y no virtual digital. El artículo, eso si, tiene una virtud crítica: reabrir un debate siempre cerrado con siete llaves y cien candados. El de las cuestiones nacionales y las izquierdas en el Estado español.
Sobre el hipotético carácter público de esta respuesta en Rebelión, lo dejo a tu criterio y al criterio también de Espai Marx, estimat Salvador. Si consideráis que puede servir para un buen debate dialéctico y ayudar a la confrontación libre de ideas entre diferentes tradiciones de las izquierdas, cosa que someto a vuestra consideración, lo publicaría en Rebelión. Si, otroramente, consideráis que alimentará el bucle de la incomprensión o contribuirá a estancar todavía más un debate que ha nacido algo envenenado, lo dejamos aquí.
Nos vemos en la próxima manifestación, ¿no?
Salut i llibertat.
PS. He escrito en castellano en homenaje y desmentimiento a Wert: para demostrar que la inmersión lingüística –que nació en los barrios obreros de Santa Coloma de Gramenet en 1983 a demanda de padres, madres, profesores y alumnos– no limita la cultura sino que la amplia.
PS. Abrazos a Miras, a Tafalla y tantos otros de los que aprendí hace 20 años, tantas lecciones nacidas de los recovecos subrayados de los Grundisse y los Manifiestos filosófico-económicos de Marx.