Las Mareas: Funcionarios públicos y usuarios de salud, educación y otros, dan nacimiento juntos a nuevas formas de manifestaciones multitudinarias

Después de la marea verde, vino la Marea Blanca, de funcionarios de salud con batas blancas y decenas de miles de usuarios de los servicios amenazados por la privatización en España



Nota de Clajadep:
Siempre se ha visto el servicio público como burócratas que siguen instrucciones políticas de la jefatura del estado para aplicar los principios de cohesión y dependencia estatal de ovejas subordinadas. El neoliberalismo lanzó los servicios públicos al “libre mercado”, sin embargo en Europa permanecen una serie de servicios que no han podido ser tocados por la ola privatizadora y cada cierto tiempo salen millones a las calles para impedirlo, como los sindicatos franceses defendiendo la seguridad social, los ingleses defendiendo la edad para jubilar y actualmente los españoles defendiendo la salud pública amenazada por nuevas privatizaciones en el marco de la crisis que lleva a apretar más la soga en el cuello de la población.
Marx dijo en el capítulo tercero de su obra “La guerra civil en Francia”, refiriéndose a la Comuna de París, que la comuna cumple las funciones del estado, dejando sólo algunas tareas generales a ser centralizadas. Sabemos que a su muerte, Engels se opuso a este planteamiento escribiendo una introducción a dicho libro donde sostiene que “la comuna es la forma del estado”, con lo que subsume ambos conceptos, evitando la reflexión ontológica de una comuna, otra cosa, no lo mismo con “otra” forma, que arrebata las funciones estatales acabando con su esencia e iniciando otra. La comuna dirigiendo es evidentemente otra cosa.
Por eso en la lectura de la siguiente noticia podemos ver tres posibilidades en torno a la “dirección” o mando de los asuntos públicos en esta nueva forma de entender la interacción funcionarios-usuarios que son las Mareas:

1. Centralización, que en las actuales circunstancias dejaría a la alianza funcionarios-usuarios apenas como fuerza de presión externa, de calle, hacia los mecanismos de decisión, como fue la postura de Camila Vallejos en la lucha estudiantil chilena, donde su partido, el PC, aprovechó el “liderazgo” y el marketing de la superstar para levantarla como candidata al parlamento.
2. Descentralización, donde las mareas se van transformando en espacios locales o municipales de dirección de los asuntos públicos, lo que requiere la dirección de los municipios por parte de representantes de las comunidades subordinados al mandar obedeciendo que puedan instalar la práctica de legitimar la capacidad concreta de las asambleas comunales para definir los rumbos de cada servicio público. Así el municipio sería meramente instrumental y operativo, siendo el núcleo democrático que toma las decisiones el conjunto de las asambleas locales o funcionales por tema. La propuesta educativa de los estudiantes secundarios de la Aces en Chile es la formación de asambleas comunitarias que definan el currículo de las escuelas de acuerdo a los intereses locales.
3. Formas intermedias. Pueden ser muchas, algunas más cargadas hacia el plano reivindicativo en strictu senso y otras tendientes a proponer y ejecutar prácticas de empoderamiento local para ejecutar tareas descentralizadas, por ejemplo los comités autónomos barriales de salud, que pueden interactuar desde la comunidad con las instituciones sanitarias.

Cualquiera sea la modalidad que se aplique, resulta sumamente interesante estar juntos, funcionarios y usuarios, pero ojala se transite de la manifestación a la toma de decisiones operacionales, ejecución de proyectos y experiencias barriales de autonomización conjunta de los servicios, como en parte se hizo en Argentina, sin embargo la experiencia de las fábricas ocupadas por ejemplo, se ha mantenido en mini ghetos aislados de la población. Ellos dicen que no están aislados, porque participan en actividades y luchas con otros sectores, organizan talleres y en fin son muy concientes, buenos, bondadosos y demás con la gente, al más puro estilo paternalista estatal con un magnífico discurso revolucionario junto a fotos del Che por todos lados, sin embargo las decisiones las toman ellos al interior de sus espacios productivos en la más descarada exclusividad elitista y burocrática, igual como lo van a hacer cuando dirijan el estado. Distinto sería si todas las decisiones se tomaran con la comunidad circundante, los vecinos del barrio y la localidad, las asambleas, pero esa gente no tiene la misma conciencia y así vamos, protegiendo el espacio de los iluminados. Es claro que así siempre vamos a decir que los demás “no son concientes”. Así la administración de los asuntos públicos, incluyendo los económicos, no es posible hacerla con los “trabajadores” del sector ni con los “dueños”, privados o estatales, que viene siendo lo mismo, la diferencia estará únicamente en el destino de la ganancia, cosa que el Che previó y escribió sobre eso, con poca receptividad, ya lo sabemos. Será necesario que cada localidad determine el sentido y el destino de cada cosa, recurso, persona,fondos, etc. prestando atención a la producción de excedentes que puedan ser distribuidos hacia otras localidades que no los tengan. Como funcionaban los Incas, cuyo centralismo mediante impuestos en especies no eran para enriquecimiento de una casta, sino para suplir cuando había sequía en alguna región y mantener en general el equilibrio necesario. Lo que se vaya produciendo por sobre las necesidades de uso y reservas plurinacionales podrá ser colocado en el mercado mundial por parte de un grupo de funcionarios centrales rotativos especializados y técnicamente preparados.

Sin embargo esta presentación no sirve para ser reflexionada en si, por lo que haga su lectura del artículo y luego venga a discutir con esta opinión. Verá que es una buena práctica.

El artículo:

¿Son las Mareas un nuevo Sindicalismo?

El pasado mes de Septiembre se ha cumplido un año del nacimiento de la Marea Verde en defensa de la educación pública. Un año después podemos afirmar que el fenómeno de las Mareas no es algo aislado, sino que compone (ahí está la Marea Blanca como su mejor expresión) una nueva realidad organizativa. Queremos identificar alguna de sus particularidades para responder a la pregunta inicial: ¿Prefiguran las mareas un nuevo sindicalismo?

1.- De la defensa de lo público a las comunidades
La diferencia esencial del movimiento de las Mareas con las concepciones tradicionales del sindicalismo es el haber abandonado la defensa de los servicios públicos como conflictos corporativos que se vinculan de forma exclusiva a las reclamaciones salariales inmediatas de los y las profesionales. El éxito de las movilizaciones de las Mareas Verde y Blanca se debe a que han sabido abrir el problema de los recortes a toda la sociedad. Apelando a las comunidades como defensa fundamental de los servicios públicos se introduce la idea de que la salud o la educación son cuestiones comunes que necesariamente deben ser defendidas por todo el mundo.
Al abrirse la problemática a la sociedad al completo se empieza a romper la frontera entre usuarios de un servicio y profesionales del mismo. Se establece la noción básica de que centros de salud, colegios y hospitales son espacios de y para cualquiera. Así se supera la idea de que un servicio público es competencia exclusiva de la administración pública.
En los últimos años, el discurso neocon de ataque a los funcionarios públicos se había sostenido precisamente sobre una condición de privilegio de estos profesionales en relación al resto, por unas mejores y más estables condiciones laborales “pagadas por todos”; las Mareas han demostrado, como se decía, que no luchan solo por mantener esos beneficios sociales y además han hecho visible lo avanzada que está la precariedad en el empleo públicos (interinos, laborales, subcontratas, externalizaciones). Los conservadores-liberales también les acusaban de “vagos”, de “no hacer nada”, de “estar chupando del bote”; las Mareas han demostrado que a muchos empleados públicos les importa muchísimo lo que hacen y están dispuestos a renunciar a salario (con las huelgas) y a méritos (con las dimisiones de cargos de responsabilidad) para defender el servicio.
Esa apertura está llena, además, de afectos, de complicidades y guiños constantes entre comunidades y profesionales que reproducen un lazo social, un vínculo que favorece el apoyo y que convierte a cada persona en co-participante de las movilizaciones.
2.- Huelga intensiva, toma de la ciudad y comunicación.
En las últimas semanas hemos visto intensificarse la campaña por “regular el derecho de huelga” por un único motivo, las Mareas han colocado en el centro la idea de la huelga intensiva, como uno de los mecanismos esenciales de conflicto.
Se entiende que para bloquear las dinámicas de reproducción del propio servicio público es necesario bloquearlo de manera más o menos constante. Esto, que fue un debate intenso el inicio de la Marea Verde (huelga indefinida o huelga puntual) En el caso de la Marea Blanca es la constante habitual y ha sido capaz de sostenerse poque han incorporado dos elementos que pueden ser fundamentales para comprender su éxito: un sistema de rotaciones que distribuye las cargas económicas de la huelga y un especial celo en mantener una excrupulosa cobertura de la atención sanitaria hacia aquellas personas o situaciones que más lo necesitan.
Esta huelga intensiva no se limita a la detención del servicio, sino que se acompaña con otra serie de cuestiones que apuntan a la victoria en los conflictos abiertos con la administración como una cuestión de democracia, gobernabilidad y dominio del espacio urbano. Las Mareas toman la ciudad en grandes movilizaciones que bloquean el tránsito y que atraviesan los medios de comunicación demostrando la ingobernabilidad de la situación. Se trata de producir desorden, de demostrar una anomalía.
Así, la huelga se acompaña con encierros, acciones de desobediencia civil e incluso la presión directa a las instituciones rodeando la asamblea de Madrid, las consejerías, etc.
Todo ello construido con una potencia comunicativa independiente capaz e llegar a casi todos los públicos a través de la comunicación vía redes sociales que conecta los distintos centros y un impresionante depliegue en formatos tradicionales (cartelería, pancartas, pegatinas, camisetas…). En relación al uso de las redes sociales está siendo especialmente relevante en la Marea Blanca, dónde en vez de haber una “cuenta de la Marea” hay cuentas abiertas centro a centro y la idea de Marea es un logo abierto, común, participable por cualquiera. Además la estrategia comunicativa se ha apoyado en ambas mareas en una amplia producción de conocimiento teórico-técnico para atacar uno a uno los argumentos utilizados por la Comunidad de Madrid para justificar los recortes.
3.- Paradoja sindical y democracia organizativa
Se da la paradoja de que cuanto más estructurada y potentes son las estructuras sindicales tradicionales en los servicios públicos, más difícil es que estas dinámicas de las Mareas se desarrollen por completo. Así, la Marea Blanca, que tendría a priori menor potencia sindical clásica (a pesar de la presencia de los colegios profesionales o los sindicatos de tipo corporativo) que espacios como la educación pública, es capaz de generar una dinámica de conflicto mayor.
Los servicios públicos de transporte o de comunicación, con niveles más altos de sindicación tienen muchas dificultades para desarrollar este tipo de prácticas y producir esa alianza “profesionales-usuarios/as” que es clave para el desarrollo del conflicto. En la última huelga de Metro en Madrid hemos visto cómo esas diferencias remitían levemente porque las redes sociales han activado esos afectos de mutuo reconocimiento, pero no se ha configurado como Marea. No hay carteles hechos a mano en los túneles que expliquen el conflicto, no nos invitan a movilizaciones imaginativas tipo “Yo no pago” para potenciar la participación de las personas en el conflicto como algo propio. personal en los vagones o en las salidas del metro contando que se movilizan por la defensa de un servicio público, no solo por mantener ciertas condiciones laborales. Algo similar sucede con las movilizaciones de defensa de Telemadrid, con muchas dificultades para construir como común una televisión que ha sido la punta de lanza de la manipulación en la Comunidad de Madrid (Con la oposición, eso si, de los y las profesionales de la misma)
La Marea Verde estuvo claramente atravesada desde el principio por relación conflictiva que se viene produciendo en diferentes ámbitos entre las institiuciones políticas tradicionales y las nuevas formas de expresión política surgidas a partir del 15M. Organizada de forma asamblearía en el marco de la explosión movilizadora del 15M entre interinos, funcionariado y posteriormente una parte de la comunidad educativa , se encontró con unos sindicatos educativos mayoritarios que al tiempo que mantenían una posición de escucha y facilitación de los espacios de encuentro querían mantenerse a toda costa como cabeza visible e interlocución necesearia con con la Comunidad de Madrid, pese a que ésta les ignoraba sistemáticamente. Los sindicatos de concertación, que veían la propia Marea con interés (por su potencia) y con recelo (porque esa potencia podía poner en crisis su hegemonía) apostarón por limitar el alcance de la movilización por temor a una posible derrota que los dejara en una peor posición.
4.- ¿Podemos soñar?
Imaginemos un desarrollo de estas dinámicas de Mareas como instituciones socio-sindicales de nuevo tipo. ¿Podríamos pensar estructuras sindicales en las que las comunidades no-profesionales, los y las usuarios de los servicios tuvieran voz y voto? ¿Es posible democratizar las instituciones sindicales para ponerlas al servicio de una dinámica comunitaria? ¿Que tipo de reivindicaciones de carácter ofensivo se podrían producir? ¿Podemos pensar que un nuevo sindicalismo pasa no solo por la defensa de las condiciones de vida de los profesionales, sino también por la defensa y el desarrollo de los servicios públicos que ofrecen? ¿Qué poder pueden tener ahí las comunidades? ¿Puede la propuesta de las Mareas extender a sectores que no sean el empleo público? ¿Puede sobrevivir el sindicalismo tal y como lo hemos conocido hasta ahora si no asume estas posiciones?
Madrilonia
10/01/2013