Xenofobia institucional frente a un barrio multicultural
La convivencia entre culturas no es el problema. El problema es la pobreza de muchos entre la riqueza de unos pocos y que esos pocos se dediquen a fomentar la insolidaridad
La rica vida social, el activo movimiento asociativo y la riqueza de culturas que convivimos en Alde Zaharra, en el Casco Viejo de Gasteiz, hacen de sus calles un lugar atractivo para el encuentro y la convivencia de personas muy di- versas. Este barrio, especialmente en los últimos años, ha dado acogida a nuevas vecinas y vecinos de los más variados orígenes, lenguas, culturas e identidades; vecinas que, bien atraí- das por unas condiciones de acceso a la vivienda más asequibles que en otros puntos de la ciudad, bien porque aquí han recibido el apoyo y el arrope de su comunidad o bien por cualquier otro motivo, han elegido el Casco Viejo como lugar de residencia. Y no solo eso, también han contribuido a su actividad mediante la instalación de pequeños negocios.
Esta circunstancia no puede ser sino un motivo de orgullo para los habitantes que hemos aprendido a convivir con personas muy distintas, y nos hemos enriquecido mutuamente del bagaje cultural y vital de todas las que componemos este particular mosaico.
Pero esta convivencia, que ha sido labrada en el día a día de las vecinas y vecinos, se está viendo amenazada por la intervención de políticos y de todos los cuerpos policiales convenientemente ayudada por la campaña mediática de criminalización de unos sectores muy concretos del vecindario. Nos referimos a la campaña orquestada desde instancias del Ayuntamiento, en colaboración con ciertos medios de la prensa, que pone en el punto de mira de la actuación policial a la población de origen extranjero y empobrecida (especialmente de origen árabe magrebí) y a la del colectivo gitano. En los últimos meses la Policía, sea cual sea su color, se ha convertido en omnipresente en determinadas zonas, creando una falsa sensación de inseguridad, haciendo gala de una auténtica actitud de acoso e intimidación dirigido de manera selectiva contra las vecinas y vecinos de los colectivos en cuestión. Es lo que en el argot policial llaman registros fenotípicos, es decir, registros e identificaciones selectivos de la población, supuestamente preven- tivos (sin mediar ningún tipo de indicio de delito), dirigidos por criterios «raciales» contra un sector de la población con unos determinados rasgos faciales, color de piel, etc. El objetivo de estos registros no es otro que el de amedrentar, hasta obligarles a marcharse, a una buena parte del vecindario perteneciente a estos colectivos, mayoritariamente a través de la expulsión directa de quienes no tienen su documentación en regla (independientemente del arraigo que tengan en el barrio).
Esta campaña de acoso policial viene avalada por las sucesivas y reiteradas declaraciones electoralistas del alcalde, convenientemente difundidas por los medios de la prensa afín, promoviendo la islamofobia y criminalizando a parte del vecindario por motivos religiosos (campaña contra la apertura de mezquitas), étnicos (campaña contra el colectivo árabe o contra una familia gitana en particular a la que el propio alcalde califica reiteradamente de manera discriminatoria como «clan»), o económicos (criminalización del colectivo perceptor de las prestaciones sociales al que interesadamente se pretende identificar con determinadas comunidades). Esto, sin mencionar la obsesión del señor alcalde por intentar asociar a los hombres de origen extranjero con las agresiones machistas. Como si el ejercicio de la violencia patriarcal fuera monopolio de uno u otro grupo étnico.
Este acoso y desalojo forzoso paulatino de parte del vecindario que se ha venido produciendo hasta ahora de manera silente y de espaldas a la ciudadanía en general, ha tomado en los últimos tiempos un cariz cada vez más evidente y preocupante, al verse acompañado la mayoría de las veces de grandes y ostentosos dispositivos policiales, que contribuyen de manera colateral a crear una falsa sensación de amenaza.
Está visto que la riqueza multicultural que ha sido motivo de orgullo para mucha gente en este barrio es para algunos de nuestros representantes políticos un obstáculo para el modelo de barrio que quieren construir. Aquellas vecinas y vecinos que no corresponden a sus estándares estéticos y/o socioeconómicos suponen un estorbo para el circuito museístico, turístico y comercial en el que pretenden convertir el barrio. Sencillamente, hay personas que hacen feo.
Quienes firmamos este manifiesto creemos, no solo que en este barrio sigue habiendo cabida para todas aquellas personas que quieran vivir, trabajar o divertirse en él independientemente de su origen, sino que además esa variedad es un motivo de enriquecimiento mutuo. Y que la convivencia entre distintas culturas no es el problema. El problema es la pobreza de muchos entre la riqueza de unos pocos, y el que esos pocos se dediquen a fomentar la insolidaridad y la criminalización entre la mayoría, mientras continúan empobreciéndonos con sus medidas económicas y políticas. La diversidad cultural y social que caracteriza a nuestro barrio es riqueza, y es hora de que la defendamos protegiendo a los sectores más vulnerables del barrio que están siendo objeto del acoso y la xenofobia de quienes dirigen la institución municipal.
(*) Suscriben este escrito los colectivos: Gao Lacho Drom, Egin Ayllu, AAVV Gasteiz Txiki, AAVV Barrenkale, Amanda, Colectivo Bachué, Federación Coordinadora de Inmigrantes y Refugiad@s de Alava-KIRA, Gasteizko Gaztetxea, Hala Bedi Irratia, Zapateneo Kulturgunea.