Capitalismo andino amazónico e ilusión estadística
Raúl Prada Alcoreza
23 de enero 2013
El vicepresidente comenzó la conmemoración del tercer aniversario del “Estado plurinacional” con un discurso con pretensiones teóricas, que emite términos como “topología”, geografía homogenizada, poli-centrismo, ciclos largos del Estado; quizás también quiso decir ciclos largos económicos; la estructura argumentativa del discurso ratificó la tesis, lanzada hace unos años, del capitalismo andino amazónico. Tesis guardada rápidamente, dada la discusión y la crítica que suscitó; la tesis fue suplida por la propuesta del socialismo comunitario, que contiene, sin embargo, la misma estructura argumental de la tesis del capitalismo andino amazónico. Al respecto de la pervivencia del capitalismo, hay que recordar que el modo de producción capitalista, contenido en la economía-mundo y el sistema-mundo capitalista, es el gran operador de la homogeneización del espacio, de la reducción de la geografía plural al espacio estriado[1], capturado por el Estado moderno. Como puede verse la homogeneización espacial es una consecuencia de la expansión y mundialización capitalista. Persistir en la homogenización del espacio es, en otras palabras, persistir en la desterritorialización capitalista, reterritorializada en el Estado-nación. Aunque se use metafóricamente el lenguaje matemático de topología, el estudio de los espacios abstractos, a partir de su conexidad y compacidad, se está referenciando al espacio homogéneo producido por el capitalismo[2].
El modelo del capitalismo andino amazónico se asienta en un conjunto de vértices, comprendidos como polos de desarrollo. Se divide la geografía política en áreas especializadas, de acuerdo a sus vocaciones territoriales, restringidas a los recursos naturales de la región, según la división del trabajo que requiere este modelo de desarrollo, concebido como una “topología” política y económica. En el discurso se busca distinguir la “topología” del “Estado plurinacional” de las “topologías” de los estados coloniales y republicanos. La diferencia radica en la oposición del poli-centrismo, del espacio correspondiente al “Estado plurinacional”, respecto del uni-centrismo, del Estado colonial y el Estado republicano. Hay también otra diferencia marcada; las dos civilizaciones pre-coloniales, anteriores a la invasión europea, la andina y la amazónica, lograron, a su modo, homogeneizar el espacio, abarcarlo, desde una perspectiva poli-céntrica. Estas civilizaciones, fueron portadoras de ciencias, tecnologías, saberes agrarios que revolucionaron la producción alimentaria; añadiríamos, manejando el genoma de las plantas, sobre todo de los tubérculos.
Estas dos diferencias históricas, en el pasado y en el presente, plantean un interregno colonial que nos convirtió en dependientes, sometidos al control y al dominio imperialista, dando lugar a una sociedad estructurada a partir de desigualdades. Esta hipótesis interpretativa, histórica y política, concibe al periodo de transición, desde el 2006 hasta la fecha, como etapa de recuperación soberana de la condición plurinacional, que también se dio, en sus propios contextos y temporalidades, en las formaciones administrativas de las civilizaciones andina y amazónica. Esta hipótesis supone una conexión con el pasado pre-colonial; este es el sentido de nombrar lo andino-amazónico como referente y matriz del modelo político y económico del Estado plurinacional. Tal parece, hasta aquí, que la interpretación histórica y política del Estado plurinacional encuentra su matriz en las civilizaciones andinas y amazónicas pre-coloniales. Hasta aquí la hipótesis se parece a otras interpretaciones histórico-políticas, que critican la dominación buscando su origen en una guerra de conquista[3]. Empero, lo que ya no aparece como crítica a la dominación, lo que se diferencia de las teorías histórico-políticas, es una suerte de apología del capitalismo, en su posible versión local y regional, andina y amazónica. Lo que es incongruente, en esta interpretación histórica y política, es la concepción capitalista de lo andino amazónico. No sólo por qué es difícil sostener que esas civilizaciones fueron capitalistas. En todo caso, usando todavía el concepto de modo de producción, se puede comprender que se trataba de otros modos de producción, diferentes al modo de producción capitalista. En este caso, no podría haber una re-conexión con los “modelos económicos” andinos y amazónicos; en contraste, en desconexión mas bien, la transición todavía experimentaría el condicionamiento capitalista del sistema-mundo. Es notorio que, si bien, el capitalismo andino-amazónico no se lo menciona en el discurso, es, sin embargo, el contenido de la tesis topológica poli-céntrica del Estado integral.
Entonces la hipótesis interpretativa histórica y política adolece de esta incongruencia conceptual, respecto a la mantención de un modelo de desarrollo que sigue siendo capitalista. Está claro que no se puede caracterizar de capitalistas a las civilizaciones andinas y amazónicas; sin embargo, ¿se puede seguir manteniendo esta estructura económica acumulativa, de valor abstracto, en la transición del Estado plurinacional? Ante esta pregunta, hay dos respuestas alternativas posibles; una, que sostenga que en la transición no se puede hacer otra cosa que ir transitando bajo los condicionamientos del sistema-mundo capitalista, empero creando condiciones para superar esta marco capitalista. La otra respuesta, es la que propone como estrategia una variante de este modelo de desarrollo capitalista; por lo tanto, se define este modelo como horizonte histórico, aunque no se lo mencione, empero se lo muestra en toda la estructura argumentativa y propositiva estratégica. Es esta segunda opción la que aparece en el discurso “topológico” poli-céntrico, que interpreta el mismo modelo de desarrollo capitalista con otros términos y una perspectiva espacial matemática. No es esta última la mayor incongruencia de la interpretación histórica y política en cuestión; pues la mayor parece ser la de referirse a las civilizaciones andinas y amazónicas desde la perspectiva de la experiencia del capitalismo y la modernidad, como si el capitalismo hiciera inteligibles estas sociedades antiguas[4]. La otra incongruencia, la de una transición capitalista, es problemática políticamente. Pues, si se emerge de luchas sociales anti-neoliberales, anti-coloniales, que son, por el contenido social y cultural de las movilizaciones, anti-capitalistas, no se puede persistir como objetivo estratégico en un modelo de desarrollo que supone el modo de producción capitalista. En todo caso, se puede decir que en la transición se debe tener en cuenta el condicionamiento del sistema-mundo y la economía-mundo capitalista, en el que estamos insertos, empero, no se puede, consecuentemente, proponer un modelo de económico alternativo que suponga la acumulación capitalista. Aunque no se la mencione como tal, por su nombre, los vértices del modelo de desarrollo, los polos de desarrollo, no son otra cosa que ejes del capitalismo periférico, a pesar que se intente insistir en éstos provisionalmente para salir de la dependencia, a través de la industrialización y la soberanía alimentaria. Una transición tiene que ser transformadora respecto a los condicionamientos del capitalismo, una transición no puede llegar a ser transformadora si se repite el modelo de desarrollo capitalista. No se puede reducir a las regiones y a los territorios de acuerdo a su vocación en recursos naturales, configurar una división del trabajo más eficiente y abarcadora, que al final de cuentas está destinada a la exportación de materias primas. No se puede apuntar a la expansión y al crecimiento económico mediante este modelo de desarrollo, basado en las vocaciones territoriales para su explotación, que no puede ser otro que la explotación del capital, que es el que se alimenta con estas materias primas en sus procesos de producción. La industrialización no transforma el modelo extractivista sólo por el hecho de su mayor participación en la estructura económica; mientras la estructura económica esté articulada a la demanda de la acumulación capitalista a escala mundial sigue siendo un modelo extractivista, pues la matriz del mismo siguen siendo la explotación de los recursos naturales, reducidos a objetos de la transformación y acumulación capitalista.
El discurso “topológico” poli-céntrico no es más que otra versión de la misma tesis del capitalismo andino amazónico. De todas maneras, llama la atención que se vuelva a insistir en el contenido de esta tesis con un discurso ya no del socialismo comunitario, sino “topológico”. Lo que se nota es una preocupación por explicar mejor lo que se está haciendo, por adecuar mejor su justificación a la Constitución, por mostrar que no se ha abandonado el proceso y el proyecto. Hay como un atisbo a reflexionar sobre el proceso, cosa que no necesariamente ocurría antes, en discursos anteriores, cuando parecía mostrarse una reiteración afirmativa de lo que se hacía. Estas pequeñas variaciones, estos desplazamientos imperceptibles en el discurso, pueden mostrar ciertos cambios en la condición subjetiva, no sólo de los gobernantes, sino también en la relación intersubjetiva entre gobernantes y pueblo.
El segundo discurso, esta vez más largo, pronunciado como informe del residente, es mas bien descriptivo. Aparece como balance económico. El segundo discurso entonces corresponde al de la exposición económica; una larga disertación sobre los logros del gobierno en sus dos gestiones, comparando el contraste entre los alcances económicos de los gobiernos anteriores y el gobierno popular. Lo que se muestra es el crecimiento de las cifras, en cuadros y en histogramas. La diferencia es notoria en la variación positiva del PIB del país, en el crecimiento abultado de las reservas internacionales, también en los PIB departamentales, en los ingresos del Estado, del Tesoro General del Estado, en el ingreso de las gobernaciones, municipios y universidades. También se describen los avances en las exportaciones. Del mismo modo se muestran los datos de la inversión; se hace notar que es importante el monto de la inversión, como no ocurrió nunca antes; esta inversión está destinada a la producción, a la industrialización, al incremento del valor agregado. También se muestran los montos destinados a los bonos sociales, su impacto en número de beneficiarios. Se presentan indicadores que muestran la reducción de la pobreza extrema, interpretada por el gobierno como avances en la meta del milenio, en paralelo al fenómeno de la movilización social, con el crecimiento de la clase media y su disponibilidad dineraria. Como se podrá ver, este panorama es la mejor propaganda de los cambios habidos en el proceso. Sin embargo, hay dos explicaciones para todo este llamado crecimiento económico; primero, obviamente la nacionalización de los hidrocarburos modifica la estructura de ingresos del Estado, mejorándolos notablemente. Ingresos que se van a repartir en todas las instancias administrativas del país, gobierno central, gobernaciones, municipios y universidades, además del ejército, la policía y el sistema educativo. La otra explicación tiene que ver con la subida sostenida de los precios de las materias primas en el mercado internacional. Los ingresos del Estado son mayores; para que ocurra esto no se necesitaba mucha genialidad económica, bastaba con beneficiarse de la alta temporada de altos precios para los recursos naturales. Entonces estamos ante un incremento de cifras, al que no se puede reconocer como crecimiento estructural de la economía. No se puede caer en el fetichismo de las cifras. El problema es que la estructura económica sigue siendo la misma, la preponderancia expansiva del modelo extractivista, el perfil dominante de un Estado rentista. Las cifras han crecido, empero no se ha transformado la estructura económica. De este crecimiento económico cuantitativo, los mayores beneficiarios fueron los bancos, por lo tanto, su lógica especulativa financiera salió beneficiada. También la empresa privada se beneficia con este “crecimiento económico”, el Estado tiene más para gastar, aunque muchas veces no ejecuta su propio presupuesto. Hay más grasa, pero el cuerpo sigue siendo enfermo; hablamos de una economía dependiente[5].
En lo que respecta a las inversiones, también se sufre de un fetichismo de las cifras; se cree que por el sólo hecho de destinar montos a la inversión, ésta se realiza materialmente, como arte de magia[6]. Si las condiciones para la realización material, la transformación productiva, no están dadas, estas inversiones no son ejecutadas o se pierden en gastos insulsos, hasta en desvíos corruptos. La experiencia del fracaso del proyecto siderúrgico, en el caso del Mutún, es categórico. El engaño de la industrialización de litio, la Planta de Llipi Llipi, inaugurada varias veces, con montajes y desmontajes repentinos de la planta, equipada y desmantelada con materiales y equipos alquilados o a medio uso, a pesar de los montos destinados a la construcción de la planta; además del fraude de la compra de carbonato de litio en Chile; acompañando esta historia con otras tramoyas, con simulaciones de que se está obteniendo cloruro de potasio, cuando lo único que se hizo es echar alcohol en un poco de sal para impresionar al presidente con la espuma de la reacción química. Sumándose a esto el conflicto con los coreanos, quienes se llevaron una cantidad grande de salmuera para experimentos científicos, sin permiso del Congreso; experimentos que terminaron con descubrimientos de nuevas tecnologías, que no la comparten con Bolivia, y mas bien quisieron cobrarle como parte del contrato[7]. Todas estas anomalías muestran la cruda realidad. Se puede constatar entonces que, efectivamente, no se efectúa una real transformación de la matriz productiva; hablamos de fracasos y de bluff. Si a esto le sumamos las incursiones en la petroquímica, la Planta de Amoniaco y Urea que se la proyecta instalar en el Chapare y no en Puerto Suarez, donde parece que es aconsejable, por la proximidad de la fuente de gas y del mercado. Planta que se instalaría en tierras regaladas por el Estado a campesinos, que ahora serían indemnizados por una rara expropiación de las tierras.
Como se puede ver, estamos ante un panorama nada alegador en lo que respecta a los proyectos industriales estratégicos. La instalación de plantas separadoras de gas, que no corresponden exactamente a procesos de industrialización, como hace creer el gobierno, pasaron por historias de escándalos de corrupción, sobre-precios, que hasta ahora no se han aclarado. Siguiendo con las tristes historias, las inversiones menores en empresas industriales estatales como PAPELBOL, CARTONBOL, LACTEOSBOL, no lograron parar empresas industriales tal como se proyectaron. Unas están estáticas, otras están muy lejos de llegar a ser empresas que puedan funcionar por sí mismas. Ante esta realidad, el discurso de las inversiones cae por su propio peso. La única empresa pública que parece haber funcionado es EMAPA, pero no en los marcos que ha sido constituida, que es la de producción de alimentos, sino en marcos más estrechos, circunscrita al acopio de productos, con el objeto de controlar y nivelar los precios, distribuyendo, además, en los pequeños y medianos productores, insumos para la agricultura. En este panorama gris, esperemos que la empresa estatal de la castaña, Empresa Boliviana de Almendra y Derivados (EBA), pueda cumplir su papel; apoyar a las comunidades, a las cooperativas, a las trabajadoras castañeras, rompiendo el monopolio privado de la castaña, donde Bolivia es el principal exportador mundial.
YPPF y COMIBOL son indudablemente las dos más grandes empresas estatales estratégicas, que captan la mayor parte de los recursos de la estructura económica del país; sin embargo, no hay que olvidar que estas empresas existen desde los años de la revolución nacional (1952-1964). También se puede citar a ENTEL, la empresa estatal de telecomunicaciones nacionalizada, así también a otras empresas nacionalizadas, en el rubro de los hidrocarburos, así como recientemente la empresa nacionalizada de servicio y distribución de energía eléctrica. Todo este conjunto de grandes empresas ya existía, no se pueden mostrar como parte de la transformación de la matriz productiva. Para que se pueda hablar de este cambio es menester la creación de nuevas empresas estratégicas de gran alcance e impacto, de tal forma que logren modificar el perfil de la estructura económica.
El fetichismo de las cifras no sustituye a la realidad; no se puede confundir el crecimiento cuantitativo con el crecimiento cualitativo, que es el real. No se puede tomar en serio los montos destinados a la inversión, si no se cumplen con las condiciones de posibilidad para su realización material. No se puede vivir de propagandas y de informes positivos, que enorgullecen al presidente, al vicepresidente y al ministro de economía. La necesidad de las transformaciones estructurales e institucionales en la economía requiere de transformaciones materiales, de condiciones objetivas y subjetivas, de transferencia de tecnologías y formación científica.
La arcas del Estado han crecido, ni duda cabe; esto no está en discusión. El problema es que no se trabaja en la creación de condiciones de posibilidad material y subjetiva para la transformación de la matriz productiva. Se prefiere apostar al fetichismo de las cifras, experimentando en la imaginación la transformación productiva y el soñado “desarrollo”. El problema del gobierno popular es su concepción monetarista de la economía. Un gobierno popular, colocado en la transición que debe ser transformadora, no puede proyectar políticas económicas transformadoras desde una concepción económica conservadora, como el monetarismo. Sin embargo, es a esta eficiencia a la que apuesta el gobierno, a la eficacia de las cifras. El gobierno que tiene que responder a la Constitución, a la Organización Económica del Estado, debería desarrollar una concepción materialista y dinámica de la economía, apostando a la movilización productiva generalizada, inyectando inversión en los sectores productivos comunitarios, empresariales, sociales, incluso cooperativas, garantizando que se cumpla con el estatuto social de la cooperativa. Obviamente, la inversión en las empresas estatales es estratégica, para que esta inversión sea estructural, es indispensable una transformación radical de la llamada empresa pública; desburocratizándola, convirtiéndola en una institución de ingeniería productiva, compuesta por científicos, profesionales y obreros altamente calificados. Puede ser que para dar estos pasos se requiere de un macro operador de planificación integral y participativa, con enfoque territorial, como establece la Constitución. En contraste, el gobierno ha optado por desmantelar el Ministerio de Planificación para el Desarrollo, reduciéndolo a la mínima expresión. La planificación quedó reducida al núcleo estrecho de clarividentes que definen las políticas públicas. Por otra parte, siguiendo con las condiciones de posibilidad institucionales, para una planificación integral y participativa se necesitaba urgentemente de un censo científico, que cuente con una actualización cartográfica, antes de realizarse, incorporando variables para la construcción de indicadores específicos y diferenciales, útiles para la planificación participativa y las políticas públicas. En discrepancia, el gobierno ha preferido seguir con un censo que no contaba con la actualización cartográfica, cuya boleta ha sido desarmada, sin cumplir con las preguntas de la comparación internacional, que es un requisito, menos introducir preguntas para indicadores específicos y diferenciales. La pregunta que se mantuvo es la de opción de auto-identificación con algún pueblo indígena; pegunta de opinión, que requería otros soportes y controles, que tampoco se introdujeron. En otras palabras, nos quedamos sin soga ni cabra. El gobierno quiere cubrir estas abismales falencias con propaganda. Si el censo no es científico, está mal implementado, no cuenta con el requisito básico de la actualización cartográfica, no se puede esperar alguna utilidad apreciable de sus resultados.
El gobierno vive una ficción estadística, quiere que también el pueblo viva de esta ficción; sin embargo, esto no es posible. Los gobernantes pueden darse el lujo de alimentar el imaginario de una economía en crecimiento, de manera diferente, el pueblo, que se encuentra en otros planos, en los planos donde experimenta la evidencia cualitativa de las dinámicas sociales y económicas, de sus procesos recurrentes, no llega a entusiasmarse con cuadros e histogramas.
Como dijimos al principio, llama la atención el atisbo de reflexión y elaboración discursiva sobre el proceso, una especie de desplazamiento de retoma en el discurso de preocupaciones emancipatorias. Se introducen términos como de la madre tierra, el vivir bien, se critica al capitalismo, a la dependencia de los mercados, al dominio del capital financiero, se alude a la necesidad de respetar a la madre tierra y estar en armonía con ella, por lo tanto de diseñar un desarrollo que equilibre “progreso” y respeto de los derechos de la madre tierra. Al respecto, algo que ya deberíamos haber aprendido de la enunciación discursiva es que la introducción de estos términos no garantiza una concepción no-desarrollista, no-extractivista, no-depredadora. Puede darse un discurso que incorporé estos términos, pertenecientes a otras concepciones, por ejemplo, a las cosmovisiones indígenas, pero, se lo hace, para colonizar estas concepciones, adecuándolas a una ideología modernista. Incluso, puede esperarse que los que emiten el discurso creen que logran equilibrar tendencias contradictorias, la indígena y la moderna, la desarrollista y la ecológica; pero, no puede obviarse que las prácticas discursivas no garantizan su deducción en prácticas no-discursivas, en este caso, en la efectuación de políticas y prácticas que logren armonizar y equilibrar tendencias efectivas, de evidente contraste. Los gobernantes creen que por que hablan de madre tierra se respetan sus derechos, consagrados en la Constitución, creen por que por que hablan del vivir bien, ya se encaminan en este horizonte y expresan esta perspectiva. Nada se resuelve en el discurso, salvo su propio desplazamiento y emisión, muchas veces contradictorio. Si el gobierno se mantiene en el modelo extractivista, nada ha cambiado, sigue una política económica depredadora.
Es anecdótico, que en el mismo discurso el gobierno se traicione, termine develando sus ocultas intenciones; el presidente ha dicho que va erradicar la extrema pobreza del TIPNIS, y esa tarea se encargará al ministro de la presidencia. Ese es el respeto a los derechos de la madre tierra y a los derechos de las naciones y pueblos indígenas originarios. El presidente ha dicho que el gobierno ha sido exageradamente democrático - ¿cómo se puede ser exageradamente democrático? -, que ha hecho la consulta en el TIPNIS, cuando no le correspondía, pues se trata de una carretera y no de temas administrativos y fiscales que afecten a los pueblos indígenas. Ha dicho que ha consultado a las comunidades del TIPNIS, las que de acuerdo al informe oficial, han aceptado la suspensión de la intangibilidad, interpretada por el gobierno como aceptación de la construcción de la carretera. El presidente ha recurrido, en su argumentación, a una consulta que no es consulta, que no cumple con la estructura normativa y conceptual de la consulta con consentimiento, previa, libre e informada. Ha dado cifras de preguntas hechas a familias, no a comunidades, mostrando forzadamente que la mayoría del TIPNIS ha aceptado la construcción de la carretera. Una vez conocido el informe del gobierno, se ha visto al detalle todas sus falencias; se sabe ya lo que significan sus cifras. También se sabe que de ahí, del informe de la consulta, a pesar de que solamente son familias y no comunidades las que respondieron, no se puede deducir la construcción de la carretera. Sin embargo, el gobierno persiste en una interpretación insostenible. También se conoce el informe de Defensoría del Pueblo, así como el informe de la comisión verificadora de la consulta, compuesta por Derechos Humanos, la iglesia católica y una oficina interamericana, informes que arrojan lucen de la violencia sistemática, la violación de derechos fundamentales, la manipulación grotesca de la consulta gubernamental. Hasta se dio el caso del rapto de una familia de Gundonovia, que fue trasladada a Trinidad, a un cuartel donde fue adoctrinada, para posteriormente hacerle la consulta en una hacienda. Sin embargo, el presidente persiste en seguir utilizando como argumentos estos mecanismos alterados.
Como se puede ver, se sigue optando por la persistencia de la fuerza, de las demostraciones de fuerza, en el uso ilegitimo de la mayoría congresal, a pesar de la evidencia de los crasos errores, el deterioro alarmante, la expansión de la corrupción y las derrotas electorales, en la elección de magistrados y en el departamento del Beni. Tal pareciera, que el gobierno ha llegado a un lugar de la curva del tiempo político del que ya no se puede retroceder. Ya está atrapado en una lógica de poder que se desencadena indeteniblemente. El gobierno no va optar por una evaluación crítica de lo que ha pasado en los ocho años de gestión, no se le ocurre revisar su comportamiento político, tampoco piensa contrastar lo que efectivamente hace respecto de lo que establece la Constitución. Esto ya no va ocurrir, el caballo de los acontecimientos ya está desbocado.
Lo que ha ocurrido en la conmemoración del aniversario del llamado “Estado plurinacional”, que no es otra cosa que el mismo Estado-nación, solo que folklorizado, pues no se han efectuado las transformaciones estructurales e institucionales, que sostengan la construcción del Estado plurinacional comunitario y autonómico, es una clara manifestación de lo que ocurre. Se moviliza un auditorio popular, se traen organizaciones, que ya no acuden espontáneamente, se arma un desfile cívico y militar, repitiendo lo que se hizo años atrás; solo que ahora, ya no se nota el entusiasmo, como al principio de la primera gestión de gobierno. Se trata de una “movilización” formal, armada por el mismo gobierno; estamos lejos de las convocatorias a la movilización para profundizar el proceso. Estos actos se han convertido en una inercia repetitiva. Por otra parte, se tiene al verdadero público de los discursos, los diputados y senadores de la Asamblea Legislativa, quienes sí aplaudieron los discursos del vicepresidente y del presidente. El público que asistió a la Plaza, fuera de las organizaciones que desfilaron, fue por los festejos, la presentación de los conjuntos musicales. Fue a divertirse. Por último, tenemos a los propios miembros del gobierno, quienes no son público, sino actores de las políticas públicas que estaban contempladas en el informe del presidente. En este estrato privilegiado están los mandatarios, quienes dieron los discursos. Habría que preguntarse: ¿A quienes se dirigen? ¿Quiénes son sus interlocutores? ¿El pueblo boliviano? ¿Cuántos del pueblo realmente vieron y escucharon los discursos? Ya no ocurre como antes, al principio de la primera gestión, cuando la gran mayoría estaba atenta a lo que decía el presidente. La gran mayoría se sentía comprometida con el proceso. Ahora, en cambio, se siente desplazada por los funcionarios, los políticos profesionales, los gobernantes, que siempre tienen la razón, no escuchan, todo el rato se justifican y explican asombrosamente sus errores más garrafales. A propósito, una figura exagerada puede mostrarnos lo que patéticamente parece ocurrir: Los oradores se dirigen a su propio espejo; se miran a sí mismos en la épica estadística de sus grandes logros. También se miran a sí mismo en el espacio “topológico” de una trama donde aparecen como los héroes incomprendidos.
[1] Término usado pro Gilles Deleuze y Félix Guattari; ver Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia II. Pre-textos. Barcelona.
[2] La topología se define como estudio de los espacios abstractos, dedicada al análisis de las propiedades de los cuerpos geométricos, que permanecen invariables a pesar de las transformaciones continuas. La topología estudia las propiedades de los espacios topológicos y las funciones continuas. La Topología se ocupa de estos tópicos usando conceptos como proximidad, número de agujeros, además de comprender el tipo de consistencia que presenta un objeto, comparar objetos y clasificar, entre otros múltiples atributos donde destacan conectividad, compacidad, metricidad y otros atributos. El término de topología tiene dos connotaciones; primero, en términos generales, el estudio de los espacios abstractos y sus propiedades; segundo, comprende familias de subconjuntos de un conjunto dado, familia que cumple unas reglas sobre la unión y la intersección.
[3] Revisar de Michel Foucault Defender la sociedad. Curso en el Collège de France (1975-1976). Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires.
[4] Marx y Engels hicieron famoso el enunciado presentista de que el capitalismo alumbra a los otros modos de producción y formaciones sociales-económicas, haciéndolas inteligible. La frase más conocida es que la anatomía del hombre es la clave para comprender la anatomía del mono.
[5] Revisar de Raúl Prada Alcoreza La concepción desfachatada de la economía; Bolpress 2013; La Paz.
[6] Revisar de Raúl Prada Alcoreza Critica de la economía política del desarrollo; Bolpress 2012; La Paz.
[7] Lo que se refiere a la Planta de Carbonato de Litio se basa en denuncia de los trabajadores de la planta.