NIÑOS ALÉRGICOS A LA PROTEÍNA DE LA LECHE DE VACA: “LA GENTE NOS CREE LOCOS”
Jessica Urrea es madre de 2 niñas que sufren de alergias severas, por lo que su dieta sólo se basa en papa camote, pollo, zapallo y una leche hipoalergénica que cuesta $25 mil el tarro que alcanza sólo para 6 mamaderas.
Lunes 18 de marzo de 2013| por Jeniffer Vega
La Tercera
Los chilenos estamos acostumbrados a demostrar nuestro amor a través de la comida. Un rico queque recién salido del horno o una cazuela bien aliñada pueden ser la mejor manera de decir “te quiero”, pero para la familia de Jessica Urrea estos regaloneos pueden llevar a sus hijas a la muerte.
Emilia (1 año 8 meses) e Isidora (3 años 10 meses) sufren de alergia a la proteína de la leche de vaca, desorden del sistema inmunológico que no tolera el suero de la vaca ni sus derivados llevándola al extremo de alimentar a sus retoños sólo con zapallo, papa camote, pollo y leche hipoalergénica.
“Ellas no puede tomar ningún derivado lácteo ni siquiera galletas con leche o trazos de leche. Su alergia ha llegado a grados severos que las ha llevado a tener más de 10 diarreas al día y sangrar”, confiesa Urrea quien es parte de la Fundación Creciendo con Alergias que reúne a más de 3 mil familias con el mismo problema.
DIETA ESPECIAL
Un verdadero calvario para esta familia que antes de entender el problema que aquejaba a la primera de sus hijas, pasaron por las manos de una decena de médicos que la diagnosticaron erróneamente y la convirtieron en un verdadero conejillo de indias con tratamientos y dietas bajo el concepto de prueba y error.
“Un niño no debería ser alérgico a las verduras, pero su alergia es tan severa que cualquier alimento su organismo lo desconoce. Ellas no comen frutas ni verduras y menos dulces porque se han vuelto alérgicas a los colorantes. A los cumpleaños llevan sus propias loncheras y en el jardín nos dejan llevarles un almuerzo especial”, cuenta Jessica, que ha eliminado de su refrigerador las lechugas, zanahorias, manzanas, naranjas y un sinfín de otros alimentos.
La única tabla de salvación que ha tenido esta madre es la leche hipoalergénica, la cual se puede conseguir fácilmente en países como Estados Unidos y España, pero que es muy escasa en Chile.
“El tarro de leche cuesta $25 mil aproximadamente, y nos alcanza para un día o sea 6 mamaderas. Tenemos que invertir $650 mil mensuales en leche, que es el único alimento que toleran fácilmente y en momentos de crisis alimentarias es lo único que pueden ingerir”, detalla la administradora de empresas.
La inversión tiene a los Urrea con problemas económicos, igual como al resto de los padres de niños con alergia a la proteína de la leche de vaca, y que aseguran los lleva a convertirse en expertos en etiquetación de alimentos.
INFORMACIÓN REAL
“Es desgastante a morir. Tienes que estar atenta a todo y luchar contra tu entorno porque la gente te cree loco, cree que exageras por no recibir un dulce, porque la mayoría confunde la alergia con la intolerancia a la lactosa, que sólo trae diarreas y meteorismo, no problemas de base asociados incluso al desarrollo físico de los niños”, cuenta Jessica, quien ha vivido cómo sus hijas nunca pueden alcanzar ni el peso ni el porte ideal para niños de su edad.
Por eso la mujer abraza los tarros de leche que han logrado hacer sobrevivir a sus pequeñas, y pide a las autoridades ser escuchada.
“En la Fundación entendemos que no es un problema del Gobierno de turno sino de Estado, porque lo estamos hablamos de hace 5 años. Necesitamos que nos escuchen, que el Minsal tenga un tratamiento para niños alérgicos, que se incluyan las formulas lácteas en el sistema de salud y que se capacite a los médicos, porque todos pasamos por muchos diagnósticos erróneos y lo importante es saber qué tiene tu hijo para poder ayudarlo”, explica Urrea.