Ainara Lertxundi Kazetaria
Voces ixiles frente a Ríos Montt
Voces pausadas, entrecortadas por momentos por lo profundo y doloroso de sus testimonios, pero firmes en su propósito de recordar y de luchar contra sus propios prejuicios. Suenan para exponer por primera vez ante un tribunal la brutalidad sin límites de la que fueron víctimas y testigos, al mismo tiempo.
Desde hace varias semanas, el dictador guatemalteco Efraín Ríos Montt se enfrenta a los relatos en lengua ixil de decenas de indígenas que sufrieron el paso del Ejército por sus aldeas, cuyas acciones respondían a la política de «tierra arrasada» ordenada por Ríos Montt. Las vidas de estos supervivientes quedaron marcadas la muerte de gran parte de su familiares, por la violencia desmedida de los soldados que quemaron las casas con todos sus habitantes dentro y los cultivos para evitar que aquellos pocos que habían logrado escapar regresaran a sus pueblos y perecieran de hambre, que violaron a niñas y mujeres, que sacaron a fetos del vientre de sus madres….
Una de esas mujeres recordó cómo antes de que abusaran de ella, presenció cómo violaban a su madre. «Me dejaron desnuda, otras personas me regalaron ropa. Tenía un hijo de 30 días. Cuando regresé a mi casa todo estaba quemado. Quemaron a mi hijo», relató otra. Muchas ofrecieron su testimonio con el rostro cubierto para preservar su identidad ante el temor que aún les produce el estigma de la violación.
Francisco Velasco encontró a una de sus hijas, de 12 años, tirada en el suelo de su vivienda «con el pecho abierto y sin corazón. Se lo habían sacado, no sé si con cuchillo o machete». En aquella incursión militar de agosto de 1982 en Saquil Grande, en el departamento de Quiché, fallecieron al menos 33 indígenas ixiles, entre ellos 12 familiares suyos.
Se estima que entre 1960 y 1996, murieron 200.000 personas en Guatemala. Ni una hipotética condena a Ríos Montt puede ya reparar semejante horror. Lo que queda es rescatar y dar valor a todos esos testimonios durante años silenciados y deslegitimados por su origen humilde y construir una verdadera memoria sobre la base de «nunca más».