Organizarse, única opción para los jóvenes que no aceptan las universidades

Como resultado de que las políticas públicas en México no los consideran una prioridad, más de 200 mil jóvenes en la capital del país quedarán fuera del sistema educativo público este año



Organizarse, única opción para los jóvenes que no aceptan las universidades: Hugo Aboites

Como resultado de que las políticas públicas en México no los consideran una prioridad, más de 200 mil jóvenes en la capital del país quedarán fuera del sistema educativo público este año.

México. Los jóvenes que no son aceptados en las universidades públicas enfrentan el estigma de ser los “reprobados”, y sus opciones dentro de un sistema educativo que prefiere las carreras técnicas son malas, excepto la de organizarse para exigir su derecho a estudiar, señala el investigador Hugo Aboites, especialista en educación.

Aboites señala que no existe una política de desarrollo de la educación superior en México, sino una “política de estancamiento. No hubo crecimiento de la matrícula en los últimos 30 años, y probablemente no la habrá con la llegada del nuevo gobierno. Sólo queda organizarse, como los jóvenes en Chile. Después de todo, hay una suma de 200 mil rechazados, sumando las dos vueltas del examen de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) y los de otras instituciones”.

Para el Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior (MAES), el abandono sistemático de las tareas sustantivas del Estado para garantizar los derechos sociales de la población ha significado una crisis general en todos los niveles de la educación, desde el nivel preescolar hasta el nivel superior. Señalan que el presupuesto asignado a la educación no corresponde con las necesidades de la población y, además, en función de los intereses del mercado se han construido los nuevos pilares del sistema educativo, que son la educación privada y la educación técnica.

Las cifras

La UNAM publicó los resultados del primer examen del año para admisión a la licenciatura. El MAES explica que fueron rechazados 124 mil 871 jóvenes: de los 135 mil 808 que se registraron para el examen que se aplicó los días 2 y 3 de marzo, sólo 10 mil 937 obtuvieron un lugar. De ellos, 7 mil 813 ingresarán a las aulas universitarias en el sistema escolarizado, mil 39 fueron aceptados en el Sistema de Universidad Abierta y 2 mil 85 en el Sistema a Distancia. Esto significa que la UNAM dejó fuera de sus sistemas abierto y a distancia (SUAyED) a 10 mil 894 de los 14 mil 18 aspirantes.

El estigma

Hugo Aboites, catedrático e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), señala que los estudiantes rechazados tienen muchas opciones, “pero todas malas: esperar a otro examen, aunque los estudios muestran que los puntajes en los exámenes no varían mucho de uno a otro; entrar a una escuela privada de bajo costo, que suele ir de la mano con mala calidad; dedicarse a otras actividades, como el comercio informal, trabajos mal pagados y en algunos casos, incluso la delincuencia; tomar cursos de computación, de inglés o de preparación para el examen, aunque son caros y no garantizan resultados. Pero hay una opción más: organizarse y luchar”.

Justamente a organizarse es a lo que se dedica el Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior (MAES). Inició en el 2006 como un pequeño comité integrado por apenas 15 estudiantes, la mayoría de los cuales llevaban varios años intentando ingresar a la universidad. Pronto se integraron estudiantes y profesores de la UNAM.

Tras ocho años de existencia, el MAES logró colocar en el escenario político nacional y ante los medios de comunicación el tema de la exclusión. Por ejemplo, en el acuerdo firmado entre el MAES y las autoridades educativas en agosto de 2012, las instituciones de educación superior reconocieron que “los procesos de admisión a la educación superior pública constituyen mecanismos de selección y ordenamiento de los aspirantes en función de la disponibilidad de los espacios de cada institución, y no son instrumentos orientados a determinar la aprobación o reprobación, por lo que de sus resultados no se puede concluir que los jóvenes que no consiguieron un lugar han sido reprobados”.

Este posicionamiento es un desagravio ante el estigma que se ha colocado sobre los aspirantes que no logran un lugar, y, señala el MAES, es parte de la necesidad de que la sociedad en general comprenda el problema de fondo, pues el discurso que acompaña los propios exámenes de selección pretende responsabilizar a los aspirantes de manera individual de una tarea que corresponde a las instituciones educativas.

La situación se vuelve más difícil para los estudiantes de los estados, señala Aboites, porque “suele no haber conciencia de lo que pasa en verdad. A los aspirantes se les considera rechazados, que no estudian, que son flojos. La demanda no es tan alta como en el Distrito Federal, pero las colegiaturas son muy altas. A diferencia de la UNAM, que cobra 20 centavos al año, se cobran cuotas de miles de pesos anuales”. Por ello, muchos jóvenes deciden estudiar en el Distrito Federal.

Diana Juárez viene del estado de Oaxaca; fue rechazada en la primera vuelta del examen de la UNAM en 2011, pero fue hasta la segunda vuelta que decidió sumarse al MAES. “Estaba decepcionada, triste, frustrada, desganada, esa noticia te tumba el primer sueño que tenías, sentí que decepcioné a mis familiares”.

Las carreras técnicas

El doctor Aboites afirma que, además de que los métodos de evaluación para la selección de aspirantes son poco satisfactorios, el problema tiene una raíz fundamental: “El modelo de desarrollo de México es un modelo en el que los jóvenes con educación superior no se consideran parte estratégica del desarrollo. Se prefieren universidades técnicas y politécnicas, lo cual forma parte de una política clasista porque plantea en los hechos que éstas sean para jóvenes de bajos recursos, y las universidades públicas y privadas de calidad estén reservadas a unos cuantos”.

Las políticas “recomendadas” por los organismos económicos internacionales al gobierno federal –algunas de las cuales se materializan en la propuesta de reforma educativa de Enrique Peña Nieto- también son seguidas por las instituciones educativas, denuncia el MAES. En la UNAM, por ejemplo, todas las carreras de nueva incorporación en las unidades creadas en Morelia, Michoacán y León, Guanajuato, cuentan con opciones técnicas, de tal manera que han modificado los planes y programas de estudio para poder entregar diplomas en vez de títulos a los estudiantes.

La organización

Después de que fuera rechazada, Diana Juárez tomó un camión a la Ciudad de México; era su primera vez sola en la ciudad. Dio vueltas y se perdió en el Metro, pero llegó a la que fue su primer movilización. Hizo muchas preguntas, habló con varios compañeros y escuchando los discursos se convenció. “Aunque no conocía a nadie me sentí cómoda, en ese momento me di cuenta de que íbamos exigiendo algo que nos corresponde, un derecho”, señala.

Como resultado de los acuerdos que en 2011 firmó el MAES con las Universidades y la Secretaría de educación Pública (SEP) después de meses de movilización, ahora Diana estudia la carrera de Psicología en una universidad privada con una beca completa que le otorgó la SEP. En abril de 2013 acudió con todos sus compañeros del movimiento a las oficinas de la UNAM para entregar sus papeles e iniciar el trámite para ingresar al tercer semestre en la facultad, por fin dentro de la UNAM, como lo establece el mismo convenio.

Pero Diana sabe que esta lucha no termina aquí: “Hay que luchar por la educación para todos, no es sólo por un lugar, es por tratar de cambiar este sistema. Hace falta una transformación profunda que aunque lleva tiempo, inicia ahora”.

Publicado el 22 de abril de 2013

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