Entrevista a Gabriel Paví, Consejero Mayor del Tejido de Educación de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca- ACIN

Los actores armados están haciendo un daño grave en nuestra comunidad, desarmonizando el territorio y asesinando



“Los diálogos de La Habana no son un alivio para nosotros”
Desinformémonos

Colombia. El pasado 29 de abril, las autoridades indígenas del Norte del Cauca condenaron a dos milicianos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) por el asesinato de Benancio Taquinás, un sabedor ancestral (The Wala). La sentencia son 40 años de “Patio Prestado” -reclusión en una dependencia del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, INPEC, para encarcelar a criminales juzgados desde el derecho general colombiano, pero bajo vigilancia, control y seguimiento de las autoridades indígenas.

La entrevista a Gabriel Paví (Consejero Mayor del Tejido de Educación de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca- ACIN) fue realizada con el objetivo de entender los motivos, la dinámica de la justicia indígena y los retos que tienen los pueblos indígenas afectados por la violencia en sus territorios.

- ¿Qué sucedió el 29 de abril y cómo se puede contextualizar a la opinión pública colombiana e internacional lo que sucedió en Toribío (Cauca)?

En Colombia existen territorios indígenas ancestrales que son gobernados por los Cabildos indígenas. Éstos tienen jurisdicción propia -reconocida por la Constitución colombiana- y administran el territorio, la justicia y, en general, a la población. La justicia aplicada a los milicianos de las FARC se debe entender en ese marco, teniendo en cuenta que los actores armados están haciendo un daño grave en nuestra comunidad, desarmonizando el territorio y asesinando . Desde octubre de 2012 asesinaron a nueve miembros de nuestras comunidades indígenas, cuatro de ellos The Walas.

En razón de estos hechos, los Cabildos investigaron el último asesinato del The Wala Benancio Taquinás, ocurrido el 18 de abril de 2013, y dieron órdenes a la Guardia Indígena de capturar a los responsables de este homicidio. Se decidió castigar -en nuestra cosmovisión, aplicar remedio o corregir- a estas personas. Por eso, en la asamblea que se organizó el 29 de abril en el municipio de Toribio, de los seis detenidos que se tenían, dos de ellos fueron juzgados por ser responsables intelectuales y materiales del asesinato, y fueron sindicados a pagar 40 años de Patio Prestado.

La decisión de la condena la planteó la asamblea, que es la máxima autoridad [1], de acuerdo al derecho propio y por encima de los Cabildos. La asamblea, en la que participaron 4 mil indígenas, asignó el Patio Prestado. Los condenados se van en calidad de “guardados” a un centro penitenciario. El Instituto Nacional Penitenciario Colombiano (INPEC) debe cuidarlos en una de sus cárceles, la cual debe estar acondicionada con un patio especial para albergar los juzgados por la justicia indígena. Pero deben aclararse varias cuestiones.

En primer lugar, la justicia indígena no le entregó los condenados a la Fiscalía o a la justicia ordinaria. Existe un convenio con el INPEC porque los indígenas no contamos con infraestructura carcelaria. Es decir, en los centros penitenciarios más grandes se prestan las instalaciones y la logística asociada al alojamiento y la comida de los sindicados. En segundo lugar, los juzgados tendrán un seguimiento y acompañamiento realizado por las autoridades indígenas y los Cabildos. Finalmente, siendo la asamblea la máxima autoridad indígena, sólo ella tendrá potestad de decidir sobre rebaja de las penas; ni la Fiscalía ni el INPEC podrán intervenir en la decisión.

- ¿Qué es el Remedio y cuáles son los tipos de Remedio que existen?

El Remedio nosotros lo interpretamos así: Si un indígena comete un delito, puede ser asesinato, hurto, violación, etcétera, sucede porque la persona está enferma, desarmonizada. Por lo tanto, a esa persona hay que aplicarle un Remedio para que se cure y pueda participar como cualquier indígena en la comunidad. El Remedio también se aplica para las personas no indígenas que cometan delitos en nuestros territorios.

Existen tres tipos de Remedio. Uno de ellos es el Fuete; primero se armoniza el fuete y luego se aplica a las personas. Un segundo Remedio es el Cepo, que es un madero donde se cuelga a las personas. Antes de hacerlo se armoniza el cepo mismo, para que con su uso la persona reconozca que ha cometido un delito y quede armonizada. Finalmente, el tercer Remedio es el que llamamos Patio Prestado, que consiste en enviar a la persona a un centro de reclusión. El seguimiento que realizan los Cabildos no consiste solamente en ir a ver cómo se encuentra el condenado. Implica ir con un The Wala, armonizarlo, hablar con él, hacer que se arrepienta, se reconcilie y se corrija. Es un proceso que busca que las personas vayan insertándose psicológicamente en el proceso de la comunidad.

- ¿Esos procesos de acompañamiento y rearmonización de las personas condenadas, si llega a ser efectivo y las personas reconocen sus faltas, pueden implicar una reducción de la pena a los condenados?

Sí, pero es diferente a como sucede con la justicia ordinaria. En los condenados por la autoridad indígena no se aplica rebaja de penas por buen comportamiento o por trabajo. En principio se debe pagar la mayoría del tiempo determinado por la asamblea, pero en la medida en que el Cabildo vaya al centro de reclusión y encuentre que hay un genuino arrepentimiento, reflexión y un compromiso de corregirse, se puede llevar la petición de rebaja a la asamblea. En esta última condena de 40 años, es difícil que se reduzcan más de diez años.

- Una vez afuera, ¿qué debe hacer la persona al salir para compensar la desarmonización generada tras cometer un asesinato?

La persona se debe reconciliar con las autoridades, comprometerse a un buen comportamiento desde el centro penitenciario, hablar con la familia afectada. En otras palabras, confesar todo lo que hizo y especificar el por qué, quién le envío, etcétera; ayudar a la reconstrucción de la verdad y al esclarecimiento de los hechos para que a otros cómplices o colaboradores también se les aplique justicia.

- ¿Qué mecanismos utiliza la comunidad para acompañar a las familias que resultan afectadas?

Normalmente la familia acude al Cabildo para verificar que la persona agresora sea condenada. Además, el Cabildo está pendiente de la seguridad de la familia para que no haya represalias contra ellos, más en este último caso. La Guardia Indígena y el Cabildo estarán permanentemente acompañando.

- Acerca de los hechos de violencia sucedidos recientemente, ¿cómo se le el asesinato sistemático a los médicos tradicionales (The Walas)?

Los The Walas son los sabedores ancestrales; mantienen la fuerza y la armonía del territorio, las familias y las personas. Son nuestro pilar principal para conservar la cosmovisión y la cultura de nuestros pueblos, porque son las autoridades espirituales dentro de las comunidades. Los The Walas no se forman en ninguna universidad; lo hacen de acuerdo al Don que les da la naturaleza y esa formación es un proceso muy largo. Posteriormente a su formación, son los encargados de cuidar, curar, armonizar, de mantener la autonomía del territorio. Los The Walas son el corazón de nuestro territorio. El asesinato de los The Walas es un hecho gravísimo para nosotros.

La guerrilla ha decidido comenzar a asesinar a nuestros The Walas porque obedece a un plan estratégico de los grupos armados para debilitar la autonomía de la organización indígena. Esto se debe a que la guerrilla siempre ha buscado subordinar la organización indígena a sus intereses, y nosotros nos hemos resistido porque lo nuestro no son las armas. Nosotros hemos sido claros: tenemos una organización con ideales, con propuestas, con proyectos, y nuestra apuesta es sin armas. Siempre hemos rechazado la lucha armada porque estamos convencidos de que no es el camino para nosotros, así haya habido personas de las comunidades indígenas que se han reclutado en las guerrillas.

Identificamos que el plan de la guerrilla busca asesinar a The Walas, a otros líderes organizativos o guardias indígenas. La guerrilla está infiltrando milicianos en las veredas, en los Cabildos, en los proyectos comunitarios o en los Planes de Vida. Dichas estrategias buscan desestabilizar o fracturar nuestra organización. Sabemos que los asesinatos no son gratuitos porque obedecen a un plan sistemático, diseñado para desestabilizar nuestra resistencia y capacidad organizativa. Nosotros no hemos dejado de denunciar estos hechos y, en esta ocasión, decidimos tomar medidas contundentes tras el asesinato de Benancio Taquinás. No podemos permitir que nos sigan matando y asediando sin hacer nada.

- La justicia indígena está aplicando 40 años de cárcel a dos milicianos de las FARC. ¿Cómo puede entenderse una condena tan alta en un contexto de negociación?

Nosotros hemos dicho que a pesar que hay una mesa de diálogo en La Habana [2], ésta es entre la guerrilla y el gobierno. Así se haya hablado desde la guerrilla sobre cese al fuego o de hostilidades, vemos que en el territorio del Cauca hay una disminución de hostigamientos contra la fuerza pública, más no contra la población indígena. Los milicianos nos siguen asesinando sistemáticamente. Por este motivo, consideramos que el proceso de diálogo para nosotros no está teniendo resultados mayores. En la práctica, estos diálogos no están siendo un alivio para nosotros. Mientras el Gobierno y las FARC dialogan, las comunidades indígenas estamos viviendo asesinatos selectivos o masacre. No estamos siendo beneficiados por el proceso de diálogo.

- Entonces, ¿los asesinatos podrían verse como una forma de pasar una cuenta de cobro a la resistencia de los pueblos indígenas por no subordinarse a la guerrilla?

Los pueblos indígenas diseñamos un plan de resistencia y de no apoyar a ningún actor armado. Protestamos contra cualquier actor armado que nos haga daño. El problema es que el denunciar los hechos cometidos por la guerrilla hace que ellos nos digan que somos sus enemigos y nos declaren anti insurgentes. Han llegado a plantear que como no estamos con ellos, estamos aliados con las fuerzas armadas. Nada más lejos de la realidad.

- ¿Qué responden a esas acusaciones que los llaman anti-insurgentes o que tratan de acercarlos al discurso de derecha que se opone a la paz?

Nosotros hemos dicho que optamos por una lucha pacífica, con propuestas, con un Plan de Vida, y no estamos de acuerdo con los actores armados. Nuestras tierras son territorios ancestrales, nuestros territorios existen desde antes que se creara la República de Colombia. Por eso tenemos nuestra identidad, nuestra cultura y la legitimidad para gobernar nuestros territorios. En nuestra concepción no deben existir ni la guerrilla ni la fuerza pública. Ellos nos llevan al desequilibrio, nuestro plan de vida y nuestra armonía se ven afectados.

Ejército y guerrilla nos asesinan. Hemos dicho en muchas ocasiones que necesitamos que todos los actores armados desalojen nuestro territorio para que podamos encontrar la paz. El gobierno trae fuerza pública con el pretexto de la paz, pero entre más fuerza pública llega, se incrementa el conflicto armado. Lo mismo sucede con la guerrilla. Cuantas más armas circulan, el conflicto se agudiza. Cuanto más se extiende el conflicto hay más niños muertos por balas perdidas y personas heridas. La única solución es que ningún actor armado esté en el territorio.

Somos muy claros en expresar que no tenemos una propuesta anti-insurgente, tenemos una propuesta anti–actores armados. Queremos que la fuerza pública y la guerrilla salgan del territorio para que nosotros podamos gobernar con la Guardia Indígena, con nuestra autoridad propia y nuestra identidad de acuerdo a usos y costumbres.

- ¿Qué mensaje se le debe enviar a aquellos sectores de la opinión pública que se han opuesto a las negociaciones de paz, para separar con claridad la propuesta del Norte del Cauca de la de estos sectores?

Nosotros hemos dicho que el proceso de paz que se está llevando a cabo en La Habana no recoge las propuestas o el sueño de los sectores populares [3], pero especialmente del sector indígena. Por eso nosotros como sectores sociales y populares hemos hecho nuestros propios congresos para generar propuestas de paz, de la manera como la creemos y de acuerdo a lo que hemos vivido. Nosotros sí hemos tenido que vivir la guerra en carne propia. Nos ha tocado poner los muertos, los heridos, desplazarnos y enfrentar los problemas de la comunidad. Los sectores que se oponen a las negociaciones no le apuestan a la paz. Nosotros sí, nuestra propuesta es esencialmente pacífica. ¿Qué puede ser más pacífico que proponer controlar un territorio con una Guardia Indígena que no tiene armas?

En ese marco nosotros exigimos diálogo, uno en el que se respete a los pueblos que tienen su propio proyecto político. No queremos que se lea erróneamente. El asunto es simplemente que como nosotros tenemos nuestro propio proyecto político como pueblos, y creemos que ese proyecto debe respetarse, merecemos que ese mensaje que estamos enviando desde hace tiempo sea comprendido.

Hay que tener en claro que no estamos condenando a la guerrilla como tal. Es decir, la guerrilla tendrá sus razones de existir, sus objetivos o planes. Tendrán razones para haber optado por una lucha armada. Nosotros en el Cauca tenemos nuestras razones para haber optado por una lucha pacífica. Por eso no estamos en contra los diálogos. Al contrario, los felicitamos y saludamos porque creemos que ese es el camino. Lo que no podemos aceptar es que mientras se dialoga, se sigan cometiendo faltas gravísimas en nuestro territorio. Nosotros no estamos castigando el proceso de paz; estamos castigando las faltas en nuestro territorio. Necesitamos que los demás actores sociales entiendan que no se está realizando ninguna ruptura con los procesos populares.

Anhelamos que la paz llegue a nuestros territorios ancestrales, que nuestras hijas y nuestros nietos vivan en paz. Estamos cansados de que nuestras niñas en Toribío, Jambaló, Miranda, entre otros, vivan en zozobra. Queremos que puedan salir a jugar a los parques tranquilamente y sin temer una toma guerrillera o una bala perdida del ejército. Los niños que están creciendo y que han vivido las tomas guerrilleras, por ejemplo como la de Toribío del 2005, tienen secuelas psicológicas y manifiestan pánico ante cualquier explosión. Por eso esperamos que los distintos actores sociales y la comunidad internacional entiendan que lo que hicimos fue en defensa de la vida, del territorio, en defensa de nuestros mayores ancestrales y en el ejercicio de nuestra autonomía. Tenemos derecho a ello.

Publicada el 20 de mayo de 2013.