Racionalidad, ideología y represión del instinto

Notas sobre su biopolítica y la nuestra, transitando de la antropología a la comunología



Nota previa:
El estudio del antropo como especie se ha concentrado en las formas culturales, digamos la subjetividad como producción de sujeto, más que en las formas biocomunitarias del ser común. Cuando se «desciende” a lo biológico se realiza más bien un estudio antropométrico, lo que no permite comprender el rol posterior de la biopolítica en la sociedad de personas disgregadas y desgarradas del común. Se estudian los comportamientos, las costumbres y los modos relacionales, insistiendo en que una relación requiere dos o más sujetos, consiguiendo así traer al debate la presencia de varios sujetos, como que el conjunto de sujetos individuales produjera cosmovisión en una especie de consenso asambleario. La asamblea para los investigadores positivistas es la reunión de las individualidades y no un alto en el camino del sujeto común, el sujeto Nosotros, que en la verbalización no reconoce al sujeto Yo. Cuando se habla a un miembro de la comunidad, se le mira como un sujeto dentro del común, que no es la forma de mirar de ese «sujeto», ya que no distingue su propia habla del resto de los hablantes no presentes corporalmente en ese momento, a quienes no re-presenta, sino que están presentes en él, que es un sujeto común, parte del sujeto comunitario, lo que se aplica también a los ausentes en vida, es decir, la comunidad está constituida por los vivos y los muertos, por eso se dice que en África uno nunca muere y se piensa en forma similar en la cosmovisión andina.

Para las mentes formadas culturalmente en la sociedad individualista resulta complicado aceptar que su Yo no existe, aunque en la comunidad exista la plena individualidad, mucho más plena que en la sociedad individualista, donde somos prisioneros de nosotros mismos, somos los guardianes y gendarmes de nuestra vida-prisión.

Si no entendemos el cuerpo común no logramos captar con la lógica el dolor corporal de los otros al ser acuchillado un comunero, que no es dolor síquico, como la madre que le falta el aire, se ahoga y le duele todo el cuerpo al ver herido al hijo o a la hija, es un dolor corporal, ya que el cuerpo del hijo sigue formando parte de su propio cuerpo. Los hijos de la comunidad son hijos de todos, no son «propiedad» de la madre, aunque se sabe por ella la línea consanguínea de descendencia, pues al no ser ella exclusividad de un macho, todos son «sospechosos» de paternidad biológica. La ausencia del padre y todo lo que ello conlleva es la que permite el cuerpo común, de allí las profundas modificaciones que introducen la propiedad, el patriarcado y el poder en la esencia de lo común, haciéndolo pedazos e instalando sobre las cenizas de la comunidad lo que se llamó «sociedad». La sociedad destruyó la comunidad, por lo que el sociólogo es sinónimo de destruyólogo. Sin embargo el instinto de lo común, como veremos, es como el ave Fénix y renace de las cenizas.

Parte racional
Ni parte 1 ni letra A, o sea, usted sigue el tema usando su lógica, esto es, la metodología ordenada de los conceptos y sus comparaciones. Si siente deseos de pedar o de orinar mientras lee, no las emprenda contra su soma, dese el gusto y luego siga, si quiere, claro, el deseo no es controlable. Por lógica o racionalidad usted puede cerrar y decir, no leo a este weón porque es un volado o un francotirador o me tiene chato o porque es arrogante (como dicen los acomplejados). En el fondo se trata de que esta parte puede leerla haciendo abstracción de su cuerpo. Le bastará el uso simple de la cantidad de información y conceptos que maneja. No se meta el dedo en la oreja ni se frote los ojos. Controle, hombre, o mujer.
Vamos allá:

Durante millones de años los homos, sapiens o no tanto, que vivían en hordas y luego en comunidades, lo hacían en armonía e interacción con la naturaleza, que fue modelando el cuerpo mediante la acción permanente del aire, el viento, la temperatura, la altura, el alimento, la luna y el agua, entre otros millones de componentes de la pacha y el cosmos. Un cuerpo tan complejo que necesitó millones de años para alcanzar la forma actual y quien sabe la forma que vamos a tener en otros tantos millones más, en especial si pensamos (arre plata! pensemos!) en la caca que estamos comiendo, el aire que estamos respirando y el agua que estamos bebiendo, vamos a parecer productos plásticos chinos y la tecnología nos la están metiendo hasta por el trasero, al punto que ya están experimentado cerebros con cuerpos artificiales. No es broma. Va a dar lo mismo lo que comamos, tal vez unas gotas de petróleo o un par de horas enchufados a la electricidad como un celular. Habrá que ver por donde nos van a sacar el cable.

El colmo del asco viene cuando constatamos que la comida está contaminada con tóxicos y modificada en forma transgénica, lo que nos lleva a adquirir productos naturales u orgánicos, pagando más que la media del mercado por la porquería disfrazada de tomates que no es tomate.

Nuevo ejercicio del pensar: Vuelva a leer el último párrafo y diga donde está el asco, ya que no son ni los tóxicos ni los transgénicos como pensó cuando pasaba surfando sobre las palabras. Luego vuelva aquí. Vaya, no haga trampa.

El asco es que estamos formando ṕarte consciente-inconsciente, voluntaria-involuntaria, de una readecuación del mercado de alimentos: orgánicos para los que tienen capacidad adquisitiva y veneno para los pobres. Ya vio que en Europa devolvieron la miel chilena por contener transgénicos. ¿Sabe usted dónde está ahora esa miel? ¿Sabe usted que la naranja transgénica de California sólo se cultiva para la exportación o se comercializa entre los millones de campesinos del sur de Estados Unidos? ¿Sabía usted que Argentina obtiene su mayor ingreso de la exportación de soja transgénica?

¿Sabía que hoy es el día mundial de la lucha contra Monsanto? Pero no sabía que esa izquierda que hace que lucha contra Monsanto esconde que los gobiernos y parlamentos de Argentina, Brasil, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Nicaragua y demás progresistas se han negado a establecer leyes contra esta transnacional de los transgénicos. Esa es la acción de los lobbies. ¿Sabía usted que las nuevas leyes que se han propuesto el día de ayer simultáneamente en Bolivia y Ecuador por los respectivos vicepresidentes, el primero en reunión con ejecutivos de grandes empresas internacionales que lo aplaudieron de pie, y el segundo en la ceremonia de mando del nuevo período presidencial de Correa, apuntan a aumentar la tecnología minera pasando por encima de las áreas protegidas y comunitarias?

Bien, ya ha pensado en la forma en que el cuerpo se está …. digo lo están alimentando, nos tiran cualquiera porquería, como quien arroja basura a los chanchos. Bueno, dirá usted, hay mucha gente que protesta, hay conciencia, en fin, vamos hacia allá, pero si verifica que aún los gobiernos progresistas, que requieren acumulación capitalista para repartir canastas y médicos gratuitos a los barrios, están cayendo en lo mismo, debe ya estar pensando que vamos mal, que tal vez de tanto ir el cántaro al agua se va a terminar rompiendo, es decir, que puede haber algo grave. Sin embargo ya más de la mitad de los niños chilenos no pueden ingerir gluten ni lácteos, pues les produce alergia.

La mitad. Piense otra vez y calcule si se trata de uno o dos millones o más. Vamos haga el ejercicio, a ver si le duele alguna parte del cuerpo. Con sus vecinos usted ya está enterado de que la alergia crece y crece, a cualquiera cosa. Antes usted escuchaba o sabía muy a lo lejos de alguien con alergia a los mariscos u otra cosa, pero ahora eso es un fenómeno masivo.

Vamos a seguir pensando, esta vez en el ministerio de salud, encargado de mantener el control de población y su cohesión con las instituciones en esta área. Saben que los alimentos están modificando los cuerpos afectando con la expansión de las alergias y otros temas. La atención es individual y no hay acciones preventivas ni estudios o charlas informativas a la población sobre las causas transgénicas de las alergias, ya que el desarrollo de la acumulación capitalista en este rubro es fundamental, tanto en los transgénicos como en la química farmacéutica que comercializa remedios que sólo calman los síntomas, flujos y dolores, sin actuar sobre las causas de los males, ya que ello acabaría con la venta. Los jarabes de tos disminuyen la afectación de los flujos de mucosa, que luego regresan y hay que comprar otro frasco, al igual que los dolores con respecto al diclofenaco u otros y se insiste en que es bueno para el corazón tomar una aspirina diaria, lo que no sólo es aberrante, sino siniestro, ya que el ácido acetilsalicílico puede contener el desarrollo de los flujos gripales por algunas horas, y que luego volverán con mayor fuerza, a menos que …. tome otra aspirina, con una serie de consecuencias de efectos colaterales no graves, pero sistemáticos y debilitamiento de las defensas y sistema inmunológico del organismo.

Hay un cerco estratégico sobre el cuerpo proveniente del mercado, adaptándolo a la dependencia de remedios y alimentos «baratos», una especie de red envolvente que aspira a ser como el vientre materno, el espacio privilegiado y exclusivo de nutrición del individuo que ve progresivamente disminuidas sus defensas y si tiene dinero accede a los mejores servicios inmediatos y al paso, como fast foods. Ese cerco sobre el cuerpo refuerza la dependencia del sujeto individual hacia el estado y el mercado, menospreciando a su propio cuerpo tapándolo con ropas de moda y maquillajes o caída del cabello tapando una parte del rostro o vistiéndose como troglodita. O con terno. La aceptación y sometimiento a vestirse y arreglarse acorde con las conveniencias y requerimientos de la sociedad del espectáculo que te manda a la guillotina ni no vas bien afeitado o no usas el desodorante que te hace subirte a los techos.

Parte sensitiva

Después de pensar un poco, veamos como se forja la psique del dominado o de todo y cualquier sujeto individual en la sociedad del poder y la biopolítica: Además de residir sus primeros años de vida en la prisión del hogar soportando a la madre exclusiva que ha ido perdiendo el afecto hacia los otros niños de las proximidades debido a la concentración con el «suyo» al que se ha ido apegando mediante el síndrome de la soledad de esta sociedad individualista, como quienes llevan mascotas a casa, ese niño o niña sufre las consecuencias de la exclusividad de los afectos formales, ya que los afectos reales son bastante fluidos. La mitad de los hogares chilenos son mantenidos por las mujeres y ya existe poco la imagen idílica de papá y mamá en la casita que dibujamos cuando pequeños, con caminito y todo. Seguir vendiendo esa imagen ya es abusivo. La tasa de divorcios es mayor que la de matrimonios. El macho con el trabajo precario no responde plenamente al rol de género de suministrador, ahora hay que perseguirlo con la policía y los jueces. Vea usted machos que deben alimentar dos o tres familias fuera de la actual. Las mamás hacen que la niña persiga y le saque plata al que escribió con ella la carta a París para que viniera la cigüeña. Hay una presión social que reproducen aún los más aventajados en el pĺano de la conciencia política y la militancia rebelde.

Justamente en ese contexto se aspira en la escuela que los padres y apoderados «disciplinen» al niño o a la niña, para que se los manden mansitos o recurren a la amenaza de «acusarlo a los padres» cuando se porta mal.

«Quédate quieto», «mira para delante», «cállate la boca» (como que pudiera callarse otra cosa), son algunas de las órdenes más frecuentes. El cuerpo se escapa, la pierna se mueve, la mirada se va. Es el instinto de la libertad que se expresa. Después de mil veces de gritar o decir suavemente la misma orden, se espera que haya al menos cierta adaptación a la disciplina requerida. La mente debe ir hacia el cuerpo o la pierna rebelde aquella y emitir una orden de contención. Emitir esa orden hacia el soma es un acto de racionalidad, que se espera que haga conciencia, o sea, no será una orden automática, sino también forjadora de un sistema normativo que deviene de lo externo, de otro, el hétero, de allí que hablamos de heteronomía, que avasalla la autonomía de la libertad del instinto. Se trata del policía del cuerpo, uno mismo: «cuerpo mío, quédate quieto, o nos van a sacar la mugre» una relación de autoritarismo, de mando, donde el cuerpo debe obedecer, no es la persona, sino el cuerpo, y el policía no está afuera, sino en la racionalidad, ya que el biopoder es jerárquico y escalonado. De esa manera la biopolítica no es control del cuerpo por el sistema, sino la integración de la mente del sujeto individual a la cadena de mando, el domador de circo poniéndose electricidad para el proceso de domesticación, que el oso no puede hacer debido a que no porta las condiciones biológicas para la racionalidad.

Estamos en presencia de la educación de la racionalidad para el sometimiento del instinto, la domesticación y formación de autoconciencia, donde pueden ingresar y desenvolverse todos los contenidos racionales e ideológicos que se quieran, incluso los extremos de las mentiras y las creencias, sólo que el instinto contiene una multiplicidad de acciones y reacciones que están grabadas en los genes, es decir, son genéticos y congénitos, o sea, están en los genes y se transmiten generacionalmente. A la razón se dejan las opiniones, conceptos y opciones, por eso quedan allí circunscritas y encerradas las ideologías, conjunto de lógicas que van a determinar las opciones de interpretación del mundo y del caminar por él. Así el instinto no tiene arte ni parte, es nuestro lado salvaje, primitivo, natural, debidamente controlado por la civilización racionalista, que al relativizar la importancia del cuerpo y su carga genética, puede permitirse alimentarlo con porquerías y meterle remedios químicos sin importarse un cuesco.

Usted puede identificar sus instintos, son muchos, pero no hemos hecho el ejercicio de conocerlos e identificarlos para armonizarnos. Lo interesante es que son los mismos en todos y cada uno de nosotros, por algo son grabados en los genes para todos. Los instintos nos igualan, su control nos separa. La sociedad de individuos separados y desiguales no puede permitir el aflorar de los instintos. Mejor que se expresen las diferencias en el plano conceptual, en las ideologías y así nos vamos identificando entre los que pensamos parecido y separándonos de quienes están a nuestro lado, como los vecinos. Tenemos una gran diversidad de modos de mantenernos separados con el pretexto de «unirnos», por ejemplo los partidos políticos, las iglesias, los clubes deportivos, las sectas, los juegos competitivos, etc.

El instinto principal viene grabado más profundamente que el resto, y es el instinto de lo común, de la horda, de la comunidad, del estar juntos, del sujeto Nosotros, del que derivan otros como el afecto y la necesidad de compañía. No son manejables por la racionalidad salvo en el proceso de domesticación. Sólo podemos reconocerlos, identificarlos, permitir o no su expresión y expansión, así como aprender de ellos. La presencia del sujeto común es el puente de lo humano con la naturaleza, por el contrario la permanencia de los sujetos separados es la mantención de la distancia y contradicción con lo natural.
Sólo que la experiencia ha demostrado que no basta el «acuerdo» racional, consciente e ideológico para vivir en comunidad, hace falta el referencial, que la gente se encuentre a hacer cosas juntos, compras, cocinar, almorzar, cuidar la salud, aprender, cuidar la huerta, etc. Cuando lo haga, podrá dar rienda suelta al instinto de lo común, pues la corporalidad se irá encargando de lo sicosomático, la proximidad permitirá al instinto levantar cabeza, pues de otro modo permanece cohibido, ahí donde lo quiere el sistema: arrinconado, como perro apaleado.

De esa manera estamos todos invitados o convocados a pensar sintiendo o sentir pensando, pero no hacer más cosas en la soledad de lo privado, sino con vecinos. Podemos descubrir mil maneras de llegar a ellos y hacer cosas juntos. Hacer y hacer, resolver necesidades, jugar con los niños, lo que sea. El instinto hará su parte. Hagamos a un lado las ideologías para que el instinto de lo común se exprese libremente, que los niños vean el compartir de lo cotidiano y será en ellos donde el instinto se presentará en plenitud y podremos decir que estamos cambiando el mundo, haciendo otro.

Abrazos
Jaime Yovanovic (Profesor J)
profesor_j@yahoo.com