La sangre irredenta del pueblo yukpa grita: ¿Cómo confiar en las instituciones del Estado venezolano?

Ya a estas alturas sabemos las dimensiones del monstruo que se consolidó en las instituciones llamadas a imponer justicia, evitar la impunidad, y en consecuencia, a frenar el auge de este tipo de delitos de lesa humanidad.



La sangre irredenta del pueblo yukpa grita: ¿Cómo confiar en las instituciones del Estado venezolano?
Por: Gladys Emilia Guevara | Domingo, 02/06/2013
Aporrea

Creo que el tiempo de solicitudes de justicia a las instituciones del Estado, en el caso de las muertes sistemáticas a las que desde el 2008 se encuentra sometido el pueblo yukpa allá en Sierra de Perijá, Estado Zulia, caducó desde hace bastante tiempo. (¡Qué decir de la justicia histórica que según marco constitucional, obligaba al Estado venezolano a reconocer la existencia de los pueblos indígenas, su organización social política y económica, así como su hábitat y derechos originarios sobre las tierras que ancestral y tradicionalmente ocupaban!)

Si alguna esperanza teníamos en que realmente se investigaran estos hechos en los cuales perdieron la vida nuestros hermanos en lucha por hacer realidad el texto constitucional, y que los órganos jurisdiccionales revelaran eficientemente quién o quiénes estaban detrás de estos actos de violencia, ya a estas alturas sabemos las dimensiones del monstruo que se consolidó en las instituciones llamadas a imponer justicia, evitar la impunidad, y en consecuencia, a frenar el auge de este tipo de delitos de lesa humanidad.

No dejaremos sin embargo de citar el texto constitucional, para evidenciar la inoperancia de las instituciones que dicen propender hacia la conformación de un Estado socialista, y que paradójicamente se convierten en cómplices de mafias de poder económico, político y militar en Venezuela. Artículo 119 de la Carta Magna: “El Estado reconocerá la existencia de los pueblos y comunidades indígenas, su organización social, política y económica, sus culturas, usos y costumbres, idiomas y religiones, así como su hábitat y derechos originarios sobre las tierras que ancestral y tradicionalmente ocupan y que son necesarias para desarrollar y garantizar sus formas de vida. Corresponderá al Ejecutivo Nacional, con la participación de los pueblos indígenas, demarcar y garantizar el derecho a la propiedad colectiva de sus tierras, las cuales serán inalienables, imprescriptibles, inembargables e intransferibles de acuerdo con lo establecido en esta Constitución y en la ley”.

Sabino y Romero Izarra y su gente creyeron en la letra impresa que nosotros los guatías, como ellos nos llaman, ayudamos a aprobar hace casi trece años; y por las cuales nos jactamos de ser uno de los países más adelantados en materia de DDHH. La sangre de sus ancestros, y las de sus ocho líderes asesinados en un gobierno mal llamado socialista, aún clama por justicia a un Estado que definitivamente declara con su inercia, su negación al concepto de Estado multiétnico y pluricultural.

¿Cuánto importa la vida de un indígena venezolano? ¿Qué piensa el ciudadano promedio de nuestros pueblos originarios? ¿Por qué aún los venezolanos que habitan este territorio no sienten como suya la muerte de un indígena, un campesino o un obrero en lucha por la tierra o por reivindicaciones laborales? ¿Por qué aún algunos no sienten la necesidad de ponerse de pie (aquellos que en lugar de poner “rodilla en tierra”, como solían decirle al Comandante Chávez, quedaron postrados de ambas rodillas mendigando prebendas a las instituciones públicas) y giran el timón hacia el rumbo que una vez creímos iba a tener esta revolución venezolana?

El 27 de agosto de este año, el canciller Elías Jaua, previo compromiso con el gobernador Arias Cárdenas, prometió entregar en sesenta días algunas haciendas libres de terceros al pueblo yukpa de Chaktapa; y una vez más estos hermanos fueron burlados, sin que ningún medio privado o del llamado sistema bolivariano de comunicación e información ofreciera una noticia o reportaje a los venezolanos que explicara el por qué de tanta mentira e infamia. Sin embargo, este “nuevo sistema bolivariano de medios públicos” se encuentra insólitamente presente (al mejor estilo de Globovisión) el viernes 31 de mayo en un show montado por garotas y stripper en la ciudad de Los Teques, en una superficial y “escuálida” protesta contra la ausencia del gobernador Capriles Radonski.

Hoy escuchamos de labios de nuestros compañeros zulianos que apoyan y acompañan la lucha de nuestros pueblos originarios, que son ahora blanco de amenazas de muerte… ¿A dónde acuden nuestros camaradas? ¿Y qué hacemos nosotros desde nuestros espacios para evitar que nos lleguen trágicas noticias sobre prácticas de sicariato en la persona del joven cacique Sabino Romero Martínez, la cacica Kuse Carmen Fernández o el camarada Lusbi Portillo…?

Creo firmemente que sólo el silencio de las mayorías hace posible que ocurran iniquidades en este mundo. Y porque creo en el pueblo y en que impere sobre nuestra sociedad lo mejor de él, hago un llamado a la conciencia de todos los venezolanos, un llamado al dolor de su sangre india, negra y mestiza, para que se incorporen activamente en las actividades que se planifiquen para apoyar las luchas de los más débiles: de los indígenas, campesinos, obreros en lucha… Apoyo a todos los luchadores colombianos y al periodista Pérez Becerra entregados criminalmente por este gobierno al Estado paramilitar colombiano, y solidaridad militante con un combatiente en canto, preso injustamente en nuestro territorio, como lo es el grancolombiano Julián Conrado.

Este llamado a la conciencia solidaria está dirigido al pueblo, a ese pueblo chavista que una vez vio en su líder un legado de lucha ancestral personificado en la figura de Maisanta, hijo de indios y negros en lucha permanente por su libertad. No es ningún llamado de atención a funcionarios ni a instituciones que en su actuación disfuncional día a día asesinan arteramente cualquier posibilidad transformadora y revolucionaria para nuestro país.

A ellos, al pueblo chavista, al pueblo honesto y a lo mejor de la izquierda venezolana (¡Que sé que aún existe, respira y combate!) les pido que cerremos filas con los más débiles. Cerremos nuestros oídos a las disputas mediáticas que activa el poder y los intereses mezquinos de la derecha, y preparémonos para la defensa de nuestra gente.

Identifiquemos al enemigo no sólo en las filas de la derecha, agucemos la mirada y evaluemos las actuaciones de los operadores políticos que han asumido responsabilidades en la administración pública y el efecto que estas han causado en nuestra sociedad. Sólo unidos podremos avanzar y evitar que el verdadero enemigo avance.

¡No hay ni habrá pueblo vencido mientras haya un ser humano que sueñe y trabaje por la libertad! ¡Volvemos por todos los caminos… Ayer, hoy y siempre!