La Comuna de Gezi
Taksim y Gezi pertenecen al pueblo turco desde el 1 de junio. Miles de personas viven ahí y organizan sus vidas de acuerdo con principios de solidaridad. Pero todavía no se sabe cuánto durará y el gobierno no da muestras de dar marcha atrás.
ZEYNEP GAMBETTI
TRADUCCIÓN: BRISA ARAUJO
Desinformémonos
Estambul, Turquía. El principio de la historia es increíblemente sencillo. Todo empezó cuando un árbol en el parque Gezi de Taksim fue derrumbado por empleados de la construcción, en uno de los muchos proyectos de transformación urbanística de Estambul. Me acuerdo que el jueves 30 de mayo dije que nunca había sido tan pesimista sobre el futuro de Turquía desde el año 2000. Les dije a mis amigos que me sentía impotente, incapaz de cambiar cualquier cosa. Todas las luchas en las que me involucré desde el año 2000, o fueron derrotadas o frustradas por el autoritarismo del gobierno de AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) y por las políticas neoliberales implementadas en Turquía desde hace dos décadas. Muchos de mis amigos estaban de acuerdo. Estábamos sentados en el parque Gezi, esperando la última conferencia de prensa del día antes del inicio de la construcción. No teníamos esperanza de que el gobierno tomara en serio nuestras demandas. El proyecto del parque Gezi está en la agenda pública desde hace casi dos años. Muchos grupos ya estaban activos intentando dar voz a sus protestas pacíficamente. Se recogieron 50 mil firmas en una petición contra la demolición del parque. Cuando el parque fue cercado por trabajadores de la construcción a principios de este año, multitudes derrumbaron las barricadas para mostrar su oposición. El gobierno ignoró todo esto persistentemente. El 30 de mayo, el plan era hacer una declaración final para la prensa, pero no teníamos esperanzas. El futuro no era nuestro.
Regresé a mi casa poco después de la conferencia de prensa para luego darme cuenta de que los grupos de ambientalistas, arquitectos, artistas y la población de Estambul no dejaron el parque Gezi. Más y más personas armaron sus tiendas para empezar una vigilia. El parque se transformó en una inmensa feria, miles de personas fueron con sus hijos. Los vendedores de calle ofrecieron sus globos y antojitos. Grupos de música tocaron canciones. Fue difícil de creer, pero Gezi atrajo a una gran multitud aquella noche y mi pesimismo comenzó a irse.
Pero a las cinco de la mañana, con todos dormidos, la policía intervino para destruir el campamento y lanzó gas lacrimógeno contra los soñolientos amantes de los árboles. Las footos tomadas durante la intervención circularon ampliamente por Twitter y Facebook. La violencia de la policía fue tanta que personas de toda Turquía expresaron su repudio a través de las redes sociales. Más vecinos de Estambul corrieron hacia el parque, pero también les tiraron más gas lacrimógeno. Cada vez que la policía intervenía, la multitud crecía en vez de disminuir. Hubo intentos de hacer otra declaración de prensa, pero los vehículos de la policía llamados TOMAs pulverizaron a los manifestantes con gases y cañones de agua, causando muchas lesiones. Los mensajes por Twitter y Facebook se multiplicaron como incendios forestales y más y más personas, incluso fans de fútbol, corrieron hacia Taksim para desafiar a la policía.
La única arma que la gente tuvo fueron sus cuerpos, mientras la policía antidisturbios disparó cápsulas de gas directamente en su contra. Muchos huesos resultaron rotos cuando las cápsulas golpearon a la gente en sus cabezas o cuerpos, o cuando la policía pateó a los manifestantes que caían en medio del tumulto. Los manifestantes empezaron a tirar piedras hacia la policía, algunas de las cuales rompieron ventanas de tiendas o de otros establecimientos públicos. La policía civil también persiguió a los manifestantes con palos, e intencionalmente dañaron cajeros automáticos para hacer parecer que los manifestantes eran vándalos. Para defenderse, los manifestantes agarraron lo que puidieron (botes de basura, macetas de flores, material de construcción) para construir barricadas.
El espíritu en Taksim se propagó a otras ciudades, primero a la capital, Ankara, y luego hacia grandes y pequeñas ciudades por toda Turquía. Más de 60 ciudades se levantaron contra la violencia policiaca y en apoyo a las protestas de Gezi. Estos eventos unieron a personas de todas las facciones en un único cuerpo, una multitud, cuyos eslóganes fueron más allá del amor por los árboles. Hubo dos slogans principales: “¡Renuncie, Erdogan!” y “¡Unidos contra el fascismo!”
Ninguna de las principales redes de televisión puso atención a las protestas. Mientras Taksim era tomada por la gente, la CNN turca decidió exhibir un documental sobre pingüinos. Solamente dos canales, Halk TV y Hayat TV transmitieron los eventos en vivo. La gente tuvo que informarse por las redes sociales.
Desde la noche de sábado 1 de junio, la plaza Taksim y el parque Gezi pertenecen al pueblo. La situación puede ser comparada con la ocupación del Zócalo después de las elecciones del 2006 en México. Cada día crece el número de tiendas en el Parque Gezi. Hay 80 organizaciones, partidos y grupos de la sociedad civil en la Plataforma de Solidaridad en Taksim, pero igual número de pequeños grupos también mantienen puestos o tiendas en el parque – como la facción de izquierda de fans del equipo de fútbol Fenerbahce de Estambul, organizaciones de estudiantes de preparatoria, socialistas islámicos, y hasta el movimiento Alcoholic Stance. Además de esto, hay incontables jóvenes quienes viven permanentemente en Gezi con sus amigos. El parque está tan lleno por las noches que es difícil caminar por ahí.
Nadie sabe quiénes son estas personas. Ellos son todos, ellos son nadie. Ellos aparecieron de la nada, para la sorpresa de todos. No son los de abajo, aunque trabajadores y sindicatos también son parte de las protestas. La mayoría son jóvenes de clase media, las multitudes antes apolíticas a quienes nosotros criticamos, vilipendiamos y condenamos. Ellos son la generación electrónica que nosotros pensamos que no tenían ningún interés además de chatear con sus amigos en sus teléfonos celulares y jugar con videojuegos. Ellos son los que no leen y no ven las noticias en la televisión, que ni siquiera pertenecen a un club u organización estudiantil. Ellos no tienen idea de lo que pasa fuera de Turquía. Uno de mis estudiantes confesó que no sabía que era un TOMA hasta la semana pasada. Uno de ellos mencionó que le dijeron por primera vez qué era el anarquismo en su clase de Ideologías Políticas Contemporáneas, el semestre pasado, pero que ahora está “experimentando personalmente el anarquismo”. Muchos jóvenes enfrentaron la policía por la primera vez en sus vidas. No sabían a qué olía el gas lacrimógeno, ni qué hacía a sus cuerpos. Y aun así, están en las calles, con sus grupos sanguíneos escritos con plumón en sus brazos, por si acaso, para enfrentar la violencia policiaca y rescatar el parque Gezi.
Los fans de fútbol tienen más experiencia en confrontar a la policía, ya que los partidos rara vez son pacíficos en Turquía. Pero para nuestra sorpresa, ¡los fans de fútbol tienen convicciones políticas! No son sólo hooligans, también son socialistas, social demócratas y anarquistas. En Besiktas, uno de los barrios de Estambul, los fans de fútbol se volvieron héroes. Defendieron su barrio como leones y corrieron hacia Taksim para ayudar a expulsar a la policía. Tomaron una pesada máquina de construcción y la usaron para perseguir a los TOMA. Lucharon con el gas y las barricadas de la policía hombro a hombro con los fans del equipo rival.
Estas protestas también revelaron otro talento que fue una sorpresa para muchos de nosotros. El pueblo turco es extremadamente bien humorado. No hablo de un humor bufonesco, sino de verdaderas sátiras y juegos de palabras. Tenemos muchísimas revistas de sátiras, pero yo nunca había imaginado que tantos fueran genios en inventar eslóganes satíricos y burlarse de todo lo que las autoridades dijeran. La gente comenzó a usar playeras con pingüinos para burlarse de la CNN turca. Máscaras de V de Victoria abundan. El término que el primer ministro Erdogan usó para definir a los manifestantes fue apropiado por la masa de Gezi y transformado en un juego de palabras contra Erdogan. El tpermino turco es “capulcu”, que significa “gamberro” u “holgazán”. Ahora todos se dicen a sí mismos capulcu e inventaron verbos y adjetivos del nombre, como “¡estoy capulando!” Algunos de los slogans usados son intraducibles, pero son increíblemente bien humorados. Aquí hay muestras para que tengan una idea:
¡Prepare mi gas pimienta bien caliente, oficial!
Si ustedes tienen TOMAs, nosotros tenemos Drogba [futbolista en el equipo Galatasaray].
El gas pimienta es bueno para la piel [escrito en la puerta de una tienda de cosméticos].
No necesitas rociarnos gas lacrimógeno, ya somos un pueblo muy sentimental.
No te preocupes, mamá, no estoy en la línea de fuego, ¡todos estamos!
¡Ya basta! ¡Voy a llamar a la policía!
¡No debiste prohibir aquella última lata de cerveza!
La canción “Eyvallah”, del grupo de música progresiva turco Duman, se volvió el tema de las protestas.
Hoy, Taksim y Gezi son una comuna. Miles de personas viven ahí y organizan sus vidas de acuerdo con principios de solidaridad. Voluntarios organizan la entrega de comida, agua, medicina y otros bienes. Otras personas se turnan para tirar la basura, cuidar la plaza, organizar una biblioteca pública o mini-museos de la revolución. Cada árbol tiene una pancarta o poster. El parque es como un periódico al aire libre donde los grupos se informan sobre los muchos problemas de la sociedad turca. Árboles y barricadas llevan el nombre de las víctimas de la violencia de Estado. Cada puesto se vuelve un espacio en el cual la gente se puede encontrar, hacerse preguntas, comer o beber, tomar una siesta. Toda la atmósfera es carnavalesca.
Pero ¿cuánto durará? Y ¿hay una manera de proveer a esta multitud de una voz política que lleve un mensaje al gobierno o a otras partes del país que fueron silenciadas por los grandes medios y la prensa? Esperamos, pero mientras pasa el tiempo, el gobierno no da ninguna señal de dar marcha atrás. La situación todavía es muy tensa. Nuestra única esperanza es que el movimiento Occupy Gezi no se desmorone como hicieron otros movimientos occupy por el mundo.
Letra de Eyvallah
Gracias (Cheerio!)
A tu pimienta, tu gas,
Tu porra, tus palos,
Para tus duras patadas,
Yo digo gracias, ¡gracias!
Atácame sin vergüenza, sin cansarte.
Mis ojos se queman pero yo no me someto, ni me reduzco.
Todavía soy libre, yo dije.
Todavía soy libre, yo dije,
para ti.
Todavía soy humano, yo dije
Crees que voy a desistir, ¿dime?
A tu pimienta, tu gas,
Tu porra, tus palos,
A tus duras patadas,
Yo digo gracias, ¡gracias!
Nos das cachetadas,
Envidias nuestra voz,
Gracias a todos ustedes!
¡Gracias, gracias!
Alza la mano sin duda o miedo,
Las plazas nos pertenecen, no te olvides, ¡la nación es nuestra!
Todavía soy libre, yo dije.
Todavía soy libre, yo dije
para ti
Todavía soy humano, yo dije
Crees que desistiré, ¿dime?