El potencial de la economía de reciprocidad

La reciprocidad en el contexto comunitario y el entorno individualista mercantil



El potencial de la economía de reciprocidad: apuntes para la discusión
Por: Jacqueline Michaux
Esta ponencia, fue presentada al encuentro de dirigentes y representantes de los pueblos originarios, “Los Pueblos Originarios camino a la Constituyente”, organizado por APPNOI, Inti Andino, TARI y la Fundación Suma Qamaña en Achocalla, del 13 al 16 de abril de 2005. Esta ponencia fue presentada el 14 de abril.
LA RECIPROCIDAD EN EL CONTEXTO COMUNITARIO
Los economistas clásicos no consideraron al don y a la reciprocidad como los principios de una economía diferente de la economía de intercambio. Para ellos, existe un desarrollo lineal de la economía, desde el trueque hasta el comercio, es decir que el don sería la forma de origen del intercambio.Todas las tradiciones hacen aparecer la reciprocidad y el don como principios de base de las sociedades humanas. Las tradiciones europeas (griega, romana, judío-cristianas…), las tradiciones asiáticas conocidas a través de los textos sagrados (budismo, hinduismo, taoísmo…), las tradiciones transmitidas a través de la oralidad y de la ritualidad (sociedades africanas, amerindias…) consideran a la reciprocidad como el fundamento de la vida social. En las sociedades andinas, la reciprocidad juega un papel crucial en la organización económica, social, política o religiosa. Conocemos ya muchas manifestaciones de reciprocidad positiva basadas en dones y contra dones de productos, de servicios, de cortesía, como ser el ayni (reciprocidad de servicios o bienes entre dos familias), la mink’a (don de servicio agrícola por comida y parte de la producción), la waki (don de tierra cultivable, contra don de trabajo en el terreno y repartición del producto entre ambos), el apthapi (dones de comida consumidos por todos), el apxata (dones de productos a familias que han asumido cargo en la comunidad, de parte de sus ahijados, familiares, padrinos, etc.) , el k’intu (dones y contra dones de coca en una reunión), etc. Existen muchos proverbios que recuerdan la importancia fundamental del don en la vida cotidiana.
“Mä tunqutsa payaw sasa jaljasiña,
janiwa sapa puräkañati ”
(”Hasta un maíz debe partirse entre dos,
no hay que ser un solo vientre”)
Desde fines del siglo XIX, varios antropólogos han descrito sociedades en las que coexistían relaciones económicas basadas en la reciprocidad y relaciones de intercambio. Así, los trobriandeses (Melanesia) cuya sociedad fue conocida por la obra de B.Malinowski, llaman kula a un sistema de dones y contradones ceremonial de collares y brazaletes de conchas que circulaban entre varias islas de la región. Este sistema económico, el kula, se diferenciaba de otras relaciones económicas, el gimwali,por ejemplo, que es una transacción comercial de trueque (ñame y pescado por platos de madera y canastas, por ejemplo) que realizaban los habitantes de estas islas con pueblos lejanos y respecto a la cual B.Malinowski mencionó: “ La característica esencial de esta forma de intercambio es la ventaja mutua: cada parte adquiere lo que necesita y proporciona un artículo de menor utilidad” (B.Malinowski, Los Argonautas del Pacífica Occidental).
Franz Boas describió también un sistema económico original, el potlach, durante el cual los jefes de pueblos indios de la costa este de Canadá, ofrecían dones ostentosos a jefes rivales (frazadas, recipientes de cobres, etc.). A veces, en los llamados potlach de destrucción, los dones no eran ofrecidos sino destruidos, para así imposibilitar todo contra don a su rival e impedirle acceder al prestigio.
Estos ejemplos y otros estudios fueron analizados por Marcel Mauss en los años 20’ que presentó su famoso Ensayo sobre el Don en el que se sistematiza por primera vez todos los casos de economía de reciprocidad, proponiendo una primera teoría general del don, encontrado en todas las sociedades del mundo, menos las sociedades occidentales contemporáneas.
Varios antropólogos presentaron a su vez su propia interpretación de la reciprocidad, planteando en general que la reciprocidad no era más que un intercambio disfrazado de generosidad orientado a la satisfacción de intereses personales (cf. Alberti y Mayer, Reciprocidad e Intercambio en los Andes).
En los años 70, un biólogo francés, Dominique Temple, deja la docencia universitaria para emprender un viaje de varios años en las comunidades guaraní de Paraguay, luego shipibo de la Amazonía Peruana y posteriormente en Africa. A partir de estas experiencias, inicia una serie de investigaciones pluridisciplinarias, reflexiones teóricas y acciones prácticas para entender y valorizar la reciprocidad, pero también para denunciar las políticas economicidiarias de los Estados y de los organismos de desarrollo en contra de las comunidades fundamentadas en la reciprocidad.
Conceptos básicos

- Reciprocidad e intercambio. Existen dos grandes sistemas económicos. El sistema de reciprocidad, basado en el don y contra don, que se caracteriza por incentivar tanto la producción y circulación de los bienes y servicios (valores materiales), además de generar un lazo social (valor social) y valores éticos, entre los participantes de la reciprocidad. Por otro lado, el sistema de intercambio, expresado hoy en el neoliberalismo, que consiste esencialmente en la producción y circulación de los objetos y servicios como valores materiales. Sin embargo, a menudo, encontramos ambos principios en todas las comunidades, en particular en las ferias, y vemos que el intercambio es factor de discordia en las comunidades.
- Satisfacer la necesidad del otro. La economía de reciprocidad se basa en el don y contra don. Una persona o un grupo da a otra persona o grupo un objeto, un producto, un servicio, cuando lo necesita. A su vez, el donatario dará al primer donador un don de retorno, cuando éste lo necesite. La economía de reciprocidad implica la satisfacción de las necesidades del otro, y no así la satisfacción de un interés personal. Esta preocupación por el otro es poco sostenible para muchos porque parece suponer un altruismo o una bondad inherente a la naturaleza humana . Pero no es así. Tampoco lo es el egoísmo original planteado por Adam Smith. En realidad, el individuo se construye en su relación al otro, y la reciprocidad aparece entonces no como el resultado de una naturaleza generosa y altruista del ser humano, así como el intercambio no sería el resultado de alguna esencia egoista, sino como la matriz de los sentimientos humanos. Veamos de qué manera.
- La conciencia de conciencia. La reciprocidad crea entre sus participantes una situación particular puesto que el donador es donatario y éste, donador a su vez. Mediante la reciprocidad, cada participante se ve reflejado en el otro, generándose una conciencia compartida de ser a la vez donador y donatario, una doble conciencia. Esta conciencia de conciencia se revela a sí mismo como afectividad, como sentimiento puro, por lo que la llamamos una conciencia afectiva. Esta conciencia afectiva se llama “chuyma” en aymara.
- Una economía humana. La relación de reciprocidad genera un lazo social, un sentimiento compartido entre participantes de la relación de reciprocidad. En este sentido, no encontramos, como en la economía de intercambio, una separación de la afectivo y de lo material, sino una economía basada en una estructura de reciprocidad capaz de generar lazo social y humanidad. En la comunidad, no es posible separar lo económico de lo social y de lo afectivo. Un acontecimiento productivo, la siembra por ejemplo, implica reunir a la familia, trabajar duro pero también compartir coca, merienda, bebidas; implica también realizar rituales, por lo menos en muchas regiones. Es decir que el trabajo no genera más individualismo, sino al contrario es motivo de convivialidad y consolida las relaciones sociales.
- Prestigio. El sentimiento, este valor de ser, que nace de toda relación de reciprocidad se expresa a menudo como el prestigio de aquel que inició la relación de reciprocidad, del donador, que recibirá elogios, agradecimientos, honores. Al inverso, el donatario, si bien gana bienes materiales, pierde en prestigio y reconocimiento social, hasta que reproduzca a su vez el don. Si no realiza contra dones, perderá el reconocimiento social de los demás, perderá su cara: en aymara, se dice de una persona que no reproduce un don que es “q’ara ajanu” o “ch’usa ajanu”, es decir que es “cara pelada” o “cara vacía”.

Irpsu. Al finalizar su año de cargo, una autoridad recibe regalos que,
tales condecoraciones, expresan su prestigio por haber asumido esta responsabilidad
El símbolo del don. El sentimiento que nace de la reciprocidad se expresa simbólicamente como espíritu. El espíritu de los productos agrícolas (ispälla), el espíritu de los animales, de la gente. Pero también se puede se expresa mediante nuevos dones. En los Andes, es frecuente que los cargos de la comunidad reciban productos agrícolas, ganado o adornos de alimentos en agradecimiento por el año de servicio prestado a la comunidad. Estos dones son símbolos vivos del valor de ser que generaron durante el año de cargo.
En este sentido, los espíritus que, para muchos aymaras, animan y dan una vida espiritual a toda la Pacha (Universo) no son entidades separadas de la actividad humana. Son la manifestación de la afectividad que nace de toda relación de reciprocidad. Por eso, las actividades económicas están rodeadas en un halo de religiosidad: son una celebración.

Los pastores de llamas de Charazani entretenían relaciones de reciprocidad con los productores de papa de la región de Umanata. Hace varios años, los llameros de Charazani ya no vienen a buscar papa en la provincia Camacho, y según los habitantes de Jichwiri (Umanata), la papa ya no produce como antes, porque “sus ispällas ya no están en la comunidad, se han quedado en Charazani”. Este ejemplo muestra que la relación de reciprocidad se expresa como espíritu, de los animales si involucra a los animales, de las plantas si involucra a los productos agrícolas. Sin reciprocidad, los espíritus se desvanecen… En Jichwiri, las ispällas (espíritus) de la papa eran la expresión simbólica de un sentimiento de amistad y colaboración mutua entre pastores de llamas de Charazani, y productores de papas de Jichwiri.

La dialéctica del don. El don está involucrado en dos movimientos inversos: el que da un bien pierde un valor material pero adquiere un valor espiritual (el prestigio); aquel que recibe, el donatario, adquiere un valor material y pierde su valor de ser.Y para no perder la “cara”, el donatario donará a su vez, y recibirá el reconocimiento de todos, su prestigio, mientras el primer donador recibirá a su vez un bien en contra-don.
Es por eso que el don implica un contra-don, un movimiento de retorno del don: el destino de lo material implica el destino de lo espiritual. La contradicción entre lo material y lo espiritual en el movimiento de ida del don está resuelta por el movimiento de retorno del don (contra don).
Así, se resuelve el enigma del don planteada por M. Mauss: ¿Porqué el don tiene que volver, retornar al donatario inicial? Para M. Mauss, es porque el objeto era portador de la fuerza espiritual del donador (mana) amenazando al donatario de muerte si no retornaba a su amo. En realidad, la fuerza espiritual del objeto es el símbolo de la relación afectiva nacida entre contrapartes de reciprocidad.

El aspecto el más llamativo del don japonés
es el sentimiento de obligación de responder
a un regalo recibido, que pesa enormemente
como una “carga”, oime.
Porque el don tiene en sí el poder de obligar
a todo Japonés, de tal manera que [el donatario]
busca siempre cumplir esta obligación
lo más rápido posible.
(Jane Cobbi, Recibir hoy es dar mañana)

- El don no es un préstamo o un crédito. Desde el punto de vista occidental, el don podría ser asimilado a un crédito, una forma de préstamo con interés, devuelto bajo la forma de un contra don. Efectivamente, si consideramos únicamente el valor material de los objetos que circulan, sería posible interpretar de tal manera a los dones y contra dones. Sin embargo, es negar la particularidad de la reciprocidad que consiste en crear un sentimiento compartido, un valor adicional de orden social y simbólico.
- La reciprocidad como motor de la producción. La economía de reciprocidad no es una economía de autosubsistencia, sino un sistema económico en el que la producción se define por el consumo : consumo diario, festivo, lúdico, redistributivo, etc. El motor de la producción es la reciprocidad porque para dar tengo que producir. Y en muchas circunstancias, para ampliar la red de reciprocidad, al casarse una hija, pasar un cargo, ser padrino o madrina, para bailar, etc. se necesita producir más. La reciprocidad es el motor de la producción. Es verdad que hoy, muchos microcréditos son solicitados a fines redistributivos (y no así productivos), cuando la capacidad productiva ya no satisface las exigencias de la redistribución, en particular en medio urbano porque las fiestas exigen gastos monetarios importantes en orquesta, bandas, trajes, etc.

- El mercado de reciprocidad. En las ferias, aun en las ferias urbanas, coexisten varias formas de transacciones económicas. La reciprocidad se encuentra mediante transacciones basadas en equivalencias fijas, (el chimpu, la alsa, por ejemplo), es decir que las cantidades dadas y recibidas no dependen de la oferta y de la demanda, y la relación social creada se expresa a su vez por la yapa (cantidad de producto añadida a la equivalencia). La yapa es un símbolo que compromete a ambos participantes seguir reafirmando su sentimiento compartido (amistad, por ej.) a partir de dones y contra-dones de productos. En este sentido, el mercado no es reservado al intercambio de tipo occidental: existe un mercado de reciprocidad, muchas veces inmerso en el mercado de intercambio, en el que las transacciones económicas son inseparables de actividades sociales (compartir comida y bebidas, divertirse, informarse, reencontrarse con caseros y familiares, etc.) y rituales (ch’alla), de tal manera que la feria en la que se juntan centenas o hasta miles de personas se asemeja a un centro de peregrinación.
- La moneda de reciprocidad. Se asocia la reciprocidad a la ausencia de una moneda. En realidad, existen monedas de reciprocidad en todo el mundo. Nathan Wachtel escribía: “la coca es casi tan importante como el dinero, ya que la coca puede puede ser convertida en una gran gama de productos de subsistencia”. Sin embargo, cabe notar que la moneda de reciprocidad además de ser un equivalente general a todos los productos, es también un símbolo.
- Las estructuras de reciprocidad. Existen varias estructuras de reciprocidad, según que los dones circulan entre dos (estructuras binarias, ayni, por ejemplo) o más participantes (estructuras ternarias, la waxt’a por ejemplo).
Por otro lado, los dones pueden circular de manera horizontal (estructuras concéntricas, por ejemplo, el apthapi) o de manera vertical (estructuras centralizadas, la apxata, por exemplo). Asimismo, D.Temple utiliza el término de reciprocidad unilateral cuando la reciprocidad funciona en una sola dirección (entre generaciones, por ejemplo, como en el caso de la reciprocidad de filiación), y bilateral cuando el movimiento de reciprocidad esta redoblado en sentido inverso. Por definición, la reciprocidad binaria es siempre bilateral, mientras la reciprocidad ternaria puede ser bilateral o unilateral.

Existen también estructuras intermediarias, y más combinaciones de estructuras elementales. Muchos acontecimientos comunitarios hacen intervenir una serie de relaciones de reciprocidad al mismo tiempo. Por ejemplo, para pasar un cargo en una comunidad, una pareja recibe dones (de productos, de servicios, de palabras, de símbolos, etc.) de sus ahijados/as, de sus aynis, de sus parientes consanguíneos, de sus parientes por matrimonio (cuñadas, cuñadas, suegros, etc.), de sus padrinos, de tal manera que las ceremonias de inicio y conclusión de cargo son la ocasión de celebrar esta red de relaciones de reciprocidad constituida a lo largo de la vida.

Los valores éticos. Cada estructura de reciprocidad genera en sí un valor ético específico: por ejemplo, la reciprocidad ternaria vertical, de generación en generación, permite la creación de la responsabilidad (responsabilidad de los padres hacia sus hijos, por ejemplo).
- Las formas de la reciprocidad. Las estructuras de reciprocidad pueden ser enmarcadas en distintas formas de reciprocidad: positiva (reciprocidad de dones, apthapi, apxata, etc.), negativa (reciprocidad de venganza, maldiciones, el t’inku, etc.), y simétrica (equilibrio entre la reciprocidad negativa y la reciprocidad positiva).
- Reciprocidad y palabra. Hemos visto que toda estructura de reciprocidad crea un sentimiento compartido entre sus participantes. Este sentimiento se expresa : llamamos a estás expresiones simbólicas “palabras”, que sean palabras verbales, textiles, musicales, etc. Expresan de manera visible todo lo que crea la reciprocidad a nivel intangible (eso es un símbolo que expresa un sentimiento). La palabra de oposición se expresa como dos términos opuestos pero complementarios. A la vez, estas palabras se complejizan : principio de cruzamiento, principio de liminalidad.
- La reciprocidad como principio de organización social.
La sociedad (comunidad pequeña o mayor) nace de estructuras de reciprocidad (sentimiento de identidad comunitaria, regional, etc.) que se expresa mediante el principio de oposición (los ayllus) o mediante el principio de unión (la marka). Pareciera que los varones se expresan mediante la oposición (chachawarmi, aran/urin, chiqa/kupi), mientras las mujeres privilegian la palabra de unión (jaqi, taypi, uta, etc.).

LA RECIPROCIDAD FUERA DEL CONTEXTO COMUNITARIO
Hasta ahora hemos visto como funciona la reciprocidad en el contexto comunitario. Hemos tomado ejemplos de las comunidades aymaras, pero todas las sociedades originarias funcionan a nivel interno a partir de la reciprocidad.
Quisiera mostrar ahora cómo la reciprocidad existe también fuera del ayllu, en muchos aspectos de la vida social y económica de Bolivia.
1) En la esfera privada
- Nino/madre y familia restringida
- Padrinos de bautismo o rutucha
- Padrinos varios
- Padrinos de matrimonio (jach’a y jisk’a)
- Vertical: cargos en la comunidad
- Amigos y vecinos
2) En la esfera económica
Son las estructuras de reciprocidad que encontramos en varias actividades en medio no tradicional y no comunitario:
- 90% de la producción se genera fuera de la esfera de intercambio (llamada economía informal)
- En Bolivia, el sistema de intercambio no funciona, no es productivo. Recién en Santa Cruz se está formando una generación de jóvenes empresarios. Funciona mediante el robo al Estado y las redes de amistades y conocidos que uno tiene.
- Redistribución: El Estado debería actuar como redistribuidor de sus ganancias (empresas e impuestos) para la población: educación gratuita, salud gratuita, subsidio para aquellos que no consiguen trabajo (Bonosol ampliado), etc.
- A nivel diario, la gente utiliza la reciprocidad para compensar los desniveles económicos. Por ejemplo, los precios del transporte público no es el mismo en zonas residenciales y en zonas más populares: 2 km. en El Alto cuestan menos al pasajero que 2 km. en el sur de la ciudad; los precios en el mercado alimenticio varian según la capacidad estimada de la compradora.

PERSPECTIVAS PARA UNA DOBLE ECONOMÍA
Los límites del intercambio en Bolivia:
¿Es posible humanizar el capitalismo?

Muchas alternativas económicas proponen rehumanizar la economía, insuflando nuevos valores éticos a la economía a traves del comercio justo, por ejemplo, o de los microcréditos para “los pobres”.
Desde el punto de vista del propio sistema de intercambio, resulta importante tomar en cuenta ciertas dimensiones sociales y humanas porque se ha establecido que la explotación ilimitada de los recursos naturales ponía en peligro la vida de las generaciones futuras, a muy corto plazo. En este sentido, se tiene que crear algún mecanismo para limitar las actividades empresariales que comprometen el medio ambiente. Es un planteamiento que contradice de alguna manera el postulado de base del capitalismo: la libertad individual actúa como motor de la producción porque genera una competencia que dinamiza la economía. El mercado de intercambio (de capital, de tierra, de bienes y de trabajo) permite una auto-regulación de estas aspiraciones y empresas personales, pero mediante relaciones de fuerza: el más fuerte (capaz, emprendedor, rico) gana. Pero este derecho a la libre empresa y competitividad se ve cuestionada hoy por el hecho que llevó el planeta a una catástrofe ecológica.
Por otro lado, ciertos economistas han planteado que el crecimiento de un país no depende únicamente de la economía, sino también de otras variables humanas: la educación, el nivel de salud de una población, un sistema político que permita la participación de todos en las decisiones, la preservación del medio ambiente, son tantas variables que están directamente ligadas al buen funcionamiento de una economía de mercado (Stiglitz, 2002).
Los movimientos sociales en los últimos años han denunciado todos los abusos del sistema capitalista: robo de recursos naturales (gas y agua por ejemplo), monopolio de las empresas transnacionales, abusos del sistema financiero (tasas de interés elevadas para los micro créditos, etc.), todo eso llevando a las poblaciones a los niveles de pobreza y extrema pobreza que conocemos hoy. Exigen en la actualidad una intervención mayor del Estado para frenar la usurpación de los recursos naturales y garantizar una mejor distribución de las riquezas.
De manera general, se plantea la necesidad de insuflar más ética a un sistema que en sus fundamentos planteó que el interés individual era el motor de toda economía.

El comercio justo es una alternativa prometedora, pero no una panacea. Si bien los ingresos de las familias involucradas en el comercio justo –de la quinua por ejemplo- suben y les permiten elevar su nivel de consumo, se genera también un desequilibrio al interior de la comunidad con aquellas familias que no participan del comercio justo, porque no tienen suficientemente mano de obra, tierras u otros medios. Por otro la lado, el comercio justo de la quinua es tan atractivo que muchas familias de residentes volvieron a su comunidad, provocando una presión sobre la tierra y conflictos internos. El uso de tractor cada vez más generalizado en las zonas productoras de quinua acelera la erosión de la tierra. Entonces el comercio justo puede llegar a provocar problemas sociales y ecológicos en las comunidades, de tal manera que su efecto monetario inmediato para algunas familias debe ser equilibrado con los efectos negativos que tiene, y por ende con la misma sostenibilidad del programa, pues muchas familias se lanzaron en el monocultivo de la quinua.

De igual manera, sabemos que los intereses solicitados para un microcrédito no son sostenibles para muchas familias que se lanzaron en ello.

Perspectivas de la reciprocidad

Dos necesidades:

Intercambio
- Hacer funcionar la economía de intercambio: que sea productiva (fin del robo de las transnacionales y de los funcionarios del Estado)
- Interfase: Excedente para la esfera de reciprocidad

Reciprocidad

- Incentivar los mercados y las ferias de reciprocidad
- Incentivar la producción étnica
- Reconocer y proteger las producciones con valores sociales y simbólicos.
- Empresas de reciprocidad
- Un Estado de redistribución
- Un sistema de intercambio con control social
- Límite y redistribución del excedente más allá de este límite
- Protección legal de lo producido con calidad (sello de origen: label étnico)
- Protección legal de los valores simbólicos del arte (textiles, etc.): sello cultural o étnico.
- Protección social: educación, salud, subsidio mínimo
- Salario mínimo decente: asegurar a todos su subsistencia.

En el contexto actual, la reciprocidad no tiene ningún mecanismo de defensa frente a la economía de intercambio. En este sentido, todas las producciones simbólicas de los pueblos originarios se mercantilizan (ej. el Turismo Místico: el Año Nuevo Aymara en Tiwanaku, Danza Sagradas en el Lago Titicaca, etc.). Es urgente pensar en instancias y mecanismos que garanticen un espacio, una territorialidad, para la reciprocidad para que sea recuperada de la economía de intercambio capitalista.

Publié par Un journal d’itinérance à 09:09