Votán III.
SECCIÓN NO FAQ.
Lo que usted siempre hubiera querido que le advirtieran acerca de
l@s zapatistas, su mentada escuelita y las consecuencias que le puede acarrear asistir.
Julio del 2013.
Pues parece que ya más o menos se va a aclarando el panorama sobre en qué diablos estamos pensando los zapatistas cuando hablamos de la escuelita.
Pero es de esperar que usted ahora tenga más preguntas que respuestas. Aunque ya no le preocupa lo del calzado, le quedan interrogantes. Se le ocurre entonces que tal vez sea cierto eso de que la zapatista es una rebelión del siglo XXI, hábil en todo lo que tenga que ver con lo cibernético (hasta tienen un grafitero de muros virtuales). Así que va al café internet más cercano, o enciende su computadora y busca: “Escuelita Zapatista, Dudas, preguntas frecuentes, FAQ, etcétera”.
La pantalla da entonces, como quien dice, un “elegante giro cibernético” para eludir la vigilancia de la Agencia de Seguridad Nacional gringa, y lo adentra en el ultra secreto servidor de los transgresores de la ley: el ZPS (“Zapatist Pozol Server”, por sus siglas en inglés). Después de que en la pantalla aparezca un contundente “Fuck You XKeyscore”, usted ve que se le pide una contraseña para entrar. Usted prueba “MARICHIWEU” y la pantalla dice “No”. Prueba con “NOSOTR@S” y en la pantalla aparece “Tampoco”. Intenta con “DURITO” y la pantalla reza “Uh, ni pensarlo”. Irritad@ por los obstáculos, usted deja un mensaje con una mentada, no de menta virtual, dirigida al gobierno norteamericano y, al poner su firma, la pantalla se abre como si fuera una puerta muy en 3D, sonido dolby y toda la cosa, y aparece un letrero que dice “Escuelita Zapatista, NO FAQ, -“Preguntas No Frecuentes. Puede agregar la suya al final-”, seguido de una gran lista con preguntas y respuestas, como las que siguen:
.- Encuentre la descripción que más se asemeje a la suya, ligue con la pregunta y vea la respuesta correspondiente:
- No tengo estudios superiores / No soy artista / No soy una persona de renombre / No represento a nadie / No soy dirigente ni líder de nada / Soy muy joven / Soy muy grande de edad / Nunca antes fui a la escuela / Soy nuev@ en el conocimiento del zapatismo y nunca he estado en una comunidad / No había nacido o era muy pequeñ@ cuando ustedes salieron a la luz pública / No me enteré de nada hasta el día del fin del mundo / Yo apenas supe hace unas semanas y pedí que me invitaran / Yo no sé ni por qué me invitaron si a mí los zapatistas me caen mal, bueno los zapatistas sí me caen bien, pero el Marcos es un payaso que se está aprovechando de los pobrecitos inditos y yo-les-voy-a-explicar-que-no-se-dejen-engañar-y-los-voy-a-redimir / el etcétera que esté de moda / _____ (su caso particular)….
Preguntas:
¿Me van a tratar igual que a quien se sabe de memoria el himno zapatista, que ha asistido a todas las actividades del/sobre el zapatismo, que tiene una playera del EZLN, que se sabe bien el estribillo de “es un honor estar…” -ah no, eso es de otro canal-, que trae unas súper botas y un equipo de alpinismo de alta montaña, que ha estado muchas veces en comunidad y ha apoyado muuucho, pero muuucho a los indígenas? ¿Importa mucho eso en la escuelita? ¿Es eso un impedimento para asistir o para pedir que me inviten?
Respuestas (de acuerdo al orden de las preguntas):
Sí. No. No.
Pregunta:
¿Puedo quedarme a vivir en una comunidad zapatista?
Respuesta:
No.
Pregunta argumentada:
Pero ya lo pensé bien y estoy muy decidid@, ¿Sí?
Respuesta reiterada:
No.
Insistencia enfática:
¿Por favor? ¿Por favor? ¿Por favor? ¿Sí?
Respuesta igualmente enfática (de acuerdo al orden de las preguntas):
No. No. No. No.
Pregunta:
¿Puedo dar más de 100 pesos por el material de apoyo educativo, como una muestra de solidaridad con las comunidades indígenas zapatistas?
Respuesta:
Sí, pero ni nosotros ni los demás sabrán la cantidad, ni quién la dio. Al registrarse, pasará usted frente a un bote o caja (no sé qué vayan a poner) y ahí usted deposita sus cien pesos o lo que quiera. Nadie más que usted sabrá si sólo dio 100 pesos, o más, o menos, o si metió una tarjeta prepago, o un boleto del metro, o una mentada (de menta, se entiende). Al final del registro, los compas encargados vaciarán el bote o caja, y entregarán lo que contiene a una comisión de la Escuelita Zapatista. Así nosotros tampoco sabremos ni quién ni cuánto colaboró. Así nadie podrá reclamar o exigir trato especial o V.I.P. porque “tú no sabes quién soy yo, ni todos los cargos y premios que he obtenido, ni lo muuucho, pero muuucho que he ayudado a las comunidades / y a mí no me van a humillar poniéndome junto con gente que ni siquiera ha ido a comunidad, / y a mí no tienen nada que enseñarme y sí, en cambio, todo que agradecerme, / y la única imagen de indígena que digiero es la de quien, postrado, me adora, la imagen de indígenas rebeldes, es decir, malagradecidos, me indigesta” (como ya lo ha hecho una “ilustrísima” persona del medio artístico-cultural).
Pregunta:
¿Puedo llevar cosas para regalarle a la familia que me va a recibir?
Respuesta:
No.
Claro que será natural que usted vaya construyendo una relación de afecto con quien va a convivir. Pero los “regalos” personales, desequilibran la comunidad y desplazan una relación política hacia una personal. Usted deja entonces de relacionarse con una causa y pasa a relacionarse con una persona, lo que tampoco es malo, pero no viene a hacer amistades, sino a aprender. Lo que se va a hacer es que, en el CIDECI, podrá usted entregar lo que quiera donar, sea cuando llegue al registro o sea cuando termine el curso. Lo donado se hará llegar a las Juntas de Buen Gobierno quienes repartirán, EQUITATIVAMENTE y entre todas las comunidades zapatistas, lo que se reciba. Pero tenga en cuenta que para nosotr@s, es decir, para las familias que reciben a uno y a otro, lo importante es la persona, no lo que posee o da. También para usted, lo que debe importar son los pueblos zapatistas en su conjunto, no la familia o Votán particular con quien se relaciona, porque no es un grupo de personas quienes lo atienden sino todos los pueblos zapatistas organizados, sintetizados para usted en una familia y un(a) guardián(a).
Pregunta:
¿Por qué no aceptan que yo le obsequie algo a quien me va a recibir en su casa, me va a alimentar, me va a cuidar, y me va a enseñar?
Respuesta:
Mire, hay familias zapatistas que no van a recibir a nadie, pero que han colaborado y colaboran con alimentos, materiales, transporte. Participan tanto como la familia que recibe. ¿Para esas familias no hay regalito porque no las vio? ¿A ellas no les da sus datos por si alguna vez van a su geografía o para que le llamen o le escriban? ¿Para esos niños que no conoció no habrá dulces, ropa, juguetes, regalos?
Por ejemplo, hay pueblos zapatistas bajo la amenaza constante de grupos paramilitares. Como la seguridad ahí es muy precaria, no pudieron recibir estudiantes para la escuelita, porque no podríamos cuidar a nuestr@s invitad@s en esos lugares. Pero esas familias igual se prepararon, apoyaron a los que sí van a recibir, construyeron, barrieron, lavaron, trapearon, pintaron, cocinaron, juntaron leña, cooperaron con los alimentos que se le van a ofrecer. Usted no los conoce, ni los conocerá en la escuelita. Si las agresiones paramilitares y policíacas aumentan, tendrán que desplazarse. Usted tal vez se enterará o no (cheque el número de entradas-lectura a la última denuncia de las JBG), pero para usted no tendrán nombre ni rostro.
Serán invisibles, lo mismo que cientos de miles de zapatistas. ¿Hay quien sí los tenga en cuenta aunque sean invisibles para usted y para el resto?
Sí, nosotras, nosotros, sus compañeros y compañeras. Por eso lo que se recibe de fuera, se busca repartir equitativamente: se reparte más y mejor al más necesitado.
Otra cosa sobre este asunto de las donaciones. Sabemos bien que allá fuera predomina ese estereotipo de que los indígenas son objeto de la lástima y la limosna, de que hay que darles lo que sobra o estorba, en lugar de tirarlo. Algo como una especie de síndrome “Teletón” generalizado. Su equivalente en la clase política está en el photoshop de la limosna (nada que no se pueda maquillar con una campaña “contra el hambre”… o con una fotocopiadora).
La “aspirina de la conciencia” le llamamos nosotros los zapatistas, las zapatistas.
Y en lo que hemos andado en nuestro largo sube y baja por la lucha, hemos mirado muchas cosas. Una de ellas es que, en los momentos de desgracia, quienes más tienen, dan lo que les sobra; y quienes menos tienen, dan lo que les falta. Alguien con dinero y bienes, dona las cobijas que ya no usa, la ropa que no le queda, los zapatos que pasaron de moda, las monedas que no le hacen falta. Y quienes tienen que pelear cada minuto del día por hacerse de un poco de paga para tener algo que poner en la mesa, además de un mantel raído o ni eso, dan esa moneda que necesitan para completar su gasto de supervivencia.
Este pueblo indígena, el zapatista, no merece su lástima. A pesar del desprecio recibido por ser moda pasajera o por negarnos a ser parte de los acarreados del movimiento “histórico” en la coyuntura en turno, nos hemos levantado con dignidad, al igual que hace 20, 50, 500 años. Y lo seguiremos haciendo. No nos insulte con la limosna.
No le hemos pedido nada que no sea justo: sólo el pago del costo del material de apoyo (cien pesos) y su disposición a aprender. Nosotros l@s hospedaremos. Nosotras l@s alimentaremos. No será un hotel de 7 estrellas ni un bufet gastronómico, pero en cada tortilla, frijolito, verdura, camastro o hamaca, nailon para la lluvia, está el cariño y el respeto de todos nosotros y nosotras hacia usted, porque es nuestra invitada, nuestro invitado, nuestro compañero, nuestra compañera, nuestroa compañeroa.
No nos debe nada ni queda a deber nada. De la escuelita no sigue la militancia, la pertenencia orgánica, la sujeción de mando, el fanatismo. Lo que sigue de la escuelita es algo que a usted, y sólo a usted, corresponde decidir… y actuar en consecuencia. No los invitamos para reclutarlos, formarlos o deformarlos, programarlos o, como ahora se diría, “resetearlos”. Hemos abierto una puerta y lo hemos invitado a entrar para que vea cómo es nuestra casa, la que hemos levantado con la ayuda de personas de todo el mundo que, ésas sí, no nos dieron sus sobrantes, sino sus miradas y oídos compañeros, y a quienes nunca se les ha ocurrido siquiera que les debemos estar eternamente agradecidos, ni rendirles culto como se le rinde culto a quien posee y ordena.
Usted es quien es, y sólo a usted debería corresponder el seguir siendo así o de otro modo.
Y para finalizar este fragmento de la sección de Preguntas No Frecuentes:
¿Que no es usted una gran personalidad? ¿Que no tiene grandes estudios? ¿Que nunca ha estado antes en una comunidad zapatista? ¿Que ni siquiera había nacido cuando se hizo público el EZLN? ¿Que no se enteró de nada hasta el día del fin del mundo, o después?
No se preocupe ni ocupe de eso. Acá no se miran los currículos académicos, ni los calendarios de antigüedad en la vida o en la lucha, sino los corazones. Acá vendrá gente con varios doctorados y quien ni siquiera ha ingresado al maternal; personas con más de 90 años y quien no ha llegado aún a deshojar un calendario. A todas, a todos, a todoas, los vamos a recibir con el mismo cariño compañero, lo vamos a atender con lo mejor que tenemos, le vamos a enseñar igual lo que somos, y lo vamos a cuidar con el mismo esmero.
Así que deje esos reparos, traumas y resquemores para su teleserie preferida.
Piense mejor, por ejemplo, que, a su regreso, podrá platicarle a sus familiares, amig@s, o poner en su blog o en su perfil, algo como:
“Me acuerdo de cuando el Pablo (González Casanova), el Luis (Villoro), el Adolfo (Gilly), el Immanuel (Wallerstein), la Paulina (Fernández Christlieb), el Oscar (Chávez), uno que le decíamos “el Mastuerzo” por lo mismo, otro que le decíamos “el Rocco” no sé por qué, unos cuates que le hacían a la cantada con nombres raros como el Comando Cucaracha, SKA-P y Louis Ling and the Bombs, y otr@s compas que ahora no recuerdo, estudiamos junt@s en la escuela y echábamos relajo en el recreo, y por cierto nos castigaron por no hacer la tarea. Y un día sorprendieron al Toño (Ramírez Chávez) y a la Domi (la única Domi que hay) grafiteando la pared que da hacia afuera, hacia nuestros mundos, y, junto con ellos, cada quién agarró lo que podía y nos pusimos tod@s a pintar. Pero en eso llegó el conserje, y pues tod@s nos echamos a correr. El conserje quedó mirando la pared, se fue y regresó con un bote de pintura y una brocha. Pensamos que iba a borrar lo que, con muchos colores y figuras, tod@s habíamos pintado. Pero nada. No me lo van a creer, pero resulta que el conserje agarró la brocha y se puso a rayar el muro. Pero muy otro todo, porque el conserje sólo dibujó una grieta en la pared… y se fue. Pero lo más extraño es que, cada día que pasábamos en la escuela, la grieta dibujada pasó primero a hacerse real, después se fue agrandando y profundizando. El último día de clases, nos juntamos todos frente a la pared, mirando y esperando a ver si la grieta acababa por romper el muro. En eso estábamos, cuando pasó una compa zapatista con un pasamontañas de muchos colores muy divertidos y nos dijo “¿Qué hacen ahí si ya acabó la escuelita? ¡Jálenle para su tierra!”. Nos fuimos tod@s. Sí, les cuento para que vean que sí tengo estudios. ¿Eh? ¿Que para qué es el bote de pintura en aerosol? Nada, que estaba viendo esa pared de allá enfrente, donde al otro lado vive el Mandón. Ese muro tan grande, tan bien cuidado, tan sólido, tan poderoso, tan intimidante, tan indestructible, tan gris. Y me quedé pensando y me dije “A ese muro lo que le hace falta es… una grieta”.
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Vale. Salud y no compre la pintura y la brocha, ya las trae usted en el corazón. Sólo búsquelas bien. Lo que haga con ellas es parte de su libertad.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
El SupMarcos.
Conserje, velador y barrendero en la Escuelita Zapatista (¡no vayan a dejar su tiradero!).
México, Julio del 2013.