Nunca termina uno de aprender: Sara Jardón Jurado, 81 años
Doña Sara se llenó de pesar cuando pensó que había olvidado sus libros de La Escuelita Zapatista porque se enfermó. “Es la primera vez que voy con ellos y subí con tanto garbo y cariño, que no se me hizo pesado”, recuerda.
Sara Jardón Jurado
Desinformémonos
Me llamo Sara Jardón Jurado. Tengo 81 años y me dedico al hogar, a mis plantas y a mi casa. De La Escuelita supe por mi hijo; él me invitó a Chiapas. Él fue allá con los zapatistas. De ahí me enteré y tengo mis libros. Me gustó bastante todo lo que vi, fue muy interesante.
Todo el día estudiábamos y preguntábamos. Yo, por ejemplo, preguntaba el porqué de todo lo que no entendía, y la persona que me tocó -que no sé cómo nombrarla, la guardiana- era muy buena persona y nos entendimos bastante bien. Sí vi sus casos terribles, les ponen mucho trabajo, mucha tensión, y están mucho muy organizados.
Yo estuve en San Cristóbal. Llegábamos a las siete, y los zapatistas ya salían arregladitos; entrábamos a desayuno y luego a un salón grande a oír todo lo que decían. Después estudiábamos y repasábamos. Yo, como estoy un poco sorda, no entendía, pero al salir con la joven Judith, me informaba y le preguntaba. Aparte yo leía –me cansaba porque llevé mis lentes para ver lejos y me costó trabajo, pero estuve leyendo y me encantó. De ahí salíamos del salón a tomar café y de nuevo a estudiar. ¡Nos la pasamos estudiando!
De los temas, la mera verdad es que todos fueron interesantes. Casi, casi, se parece a lo que yo viví en México, cuando invadieron mi terreno y me costó recuperarlo. Eso me volvió a la realidad.
Lo que más me gustó fue su organización. Son muy disciplinados y llevan todo en orden. Desde que llegué todo me encantó. Es la primera vez que voy con ellos y subí con tanto garbo y cariño, que no se me hizo pesado. Mejor ya para venirme fue cuando me enfermé, pero estuve bastante bien.
Como me puse mala, le dejé mis libros a mi hijo y él me los va a traer. Me dio mucho pesar cuando pensé que se quedaban allá, pero mi hijo me dijo, no, los compramos porque nos van a servir. Y sí, principalmente a mí porque yo no tengo ni la primaria, apenas el tercer grado.
Voy a seguir estudiando para aprenderlo mejor y, por ejemplo, practicarlo con mi familia. Que se organicen, que no vaya cada quien por su lado, que la familia sea una. Por lo regular así somos, todos se reúnen y muy bien, pero falta más porque luego dicen algo y no lo cumplen. Lo que voy a hacer es decirles lo que aprendí.
Nunca termina uno de aprender. De todo el mundo se aprende.