La lucha por la soberanía alimentaria es una lucha por la vida: Vandana Shiva

Las empresas de semillas transgénicas contaminan, privatizan la vida, afectan la soberanía alimentaria, esclavizan a los campesinos y traen muerte y despojo a los pueblos. Por eso “tenemos que echarlas de nuestras tierras”, señala la activista india



La lucha por la soberanía alimentaria es una lucha por la vida: Vandana Shiva

Las empresas de semillas transgénicas contaminan, privatizan la vida, afectan la soberanía alimentaria, esclavizan a los campesinos y traen muerte y despojo a los pueblos. Por eso “tenemos que echarlas de nuestras tierras”, señala la activista india.

M. Alejandro González Ledesma
Desinformémonos

Florencia, Italia. Los transgénicos están en el centro de la discusión de la soberanía alimentaria, la libertad y la democracia, señala Vandana Shiva, y la única solución es que las semillas estén en manos de los campesinos y pequeños productores.

Para la filósofa, científica y escritora, el despojo de tierras que se sufre en diferentes partes del mundo está relacionado con la imposición de los monopolios de las semillas modificadas, que únicamente buscan la ganancia bajo el pretexto de combatir al hambre.

Presente en Florencia para el encuentro social Firenze 10+10, la también activista habló del inicio del movimiento contra los transgénicos, de la soberanía alimentaria y de los endeudamientos que sufren los pequeños campesinos por causa de esta tecnología.

La activista comenzó a guardar semillas en 1987, cuando se dio cuenta de que las transnacionales querían patentar las semillas y así tener su propiedad. “Está mal patentar las semillas porque no se crean; además, las consecuencias para la soberanía alimentaria son enormes. Si no tienes semillas, simplemente no tienes comida”, resume. Por ello se inició un movimiento global en defensa de las semillas “que es local y global”, apunta, “porque es naturaleza de la semilla ser local y es naturaleza de la globalización ser global”.

Vandana Shiva señala que la cuestión de los transgénicos es central en la soberanía alimentaria, la libertad y la democracia. Señala que en California se rechazó recientemente la propuesta 37, que planteaba etiquetar los alimentos elaborados con semillas transgénicas, y apunta que una consecuencia de tener semillas modificadas es que, al final, se tendrá comida modificada y se perderá soberanía.

“En India, Monsanto vino con la semilla de algodón modificada y consiguió el endeudamiento de los granjeros, porque la única razón por la que han entrado en el negocio de las semillas es porque quieren generar ganancias a través de los derechos de propiedad de la semilla modificada”, recuerda la científica india. “Antes solíamos tener señores de la tierra (land lords) y ahora tenemos señores de la vida (life lords). Los señores de la tierra no tienen que trabajar porque todo lo hacen los jornaleros, pero los señores de la vida recogen las ganancias gracias a la reproducción de las semillas. Un caso muy importante está en Brasil, donde las transnacionales han conseguido dos billones de dólares sólo de regalías”.

Endeudamiento, despojo y suicidios

Para la activista, “el emperador de los organismos genéticamente modificados está desnudo, pues sostiene que ésta es la única manera de alimentar al mundo, y que por ello los granjeros deben destruir la soberanía alimentaria”. Señala que el argumento para el despojo de tierras es que supuestamente los pequeños granjeros y las semillas locales son ineficientes y no producen lo que se necesita. “Es por eso que el señor Bill Gates está invirtiendo millones en el despojo de tierras en África”, explica.

“La soberanía de las semillas, la soberanía alimentaria y la soberanía de la tierra están íntimamente conectadas. En India lo vemos con el violento desalojo de campesinos con el pretexto de que son improductivos, así que les quitan la tierra para dársela a los grandes negocios, pero también en el caso de las semillas, cuando los granjeros se encuentran endeudados por comprarlas”, señala Vandana Shiva.

Pero el endeudamiento de los campesinos no es solamente para comprar las semillas, sino para adquirir todos los químicos que se necesitan para que germine la semilla, como sucede en la India, apunta.

La activista señala que antes la deuda era pública y miles de personas iban al banco para enfrentarlo, pero ahora la deuda consume individualmente. “Gracias a las nuevas modalidades de endeudamiento, el granjero se ve separado de la comunidad, así que no hay ningún tipo de presión colectiva que lo proteja”, por lo que cuando llega la empresa que vende las semillas a quitarle la tierra por no haber podido pagar las deudas, “ese día el campesino se va su campo para beber una botella de pesticida y acabar de una vez con su vida”, relata. Los suicidios de campesinos por esta situación ascienden a 270 mil casos.

“Cuando comenzaron los suicidios, uno de los ejecutivos de Monsanto celebró este hecho diciendo ‘¿Los granjeros se están suicidando? ¡Qué bien! Eso quiere decir que ya no habrá pequeños productores, porque si queremos comida para alimentar al mundo, necesitamos que desaparezcan’”, relató Shiva.

El control y la criminalización contra los campesinos

La científica señala que en Europa se está tratando de criminalizar la soberanía en las semillas. “Ya se sabe de procesos legales contra granjeros que almacenan sus propias semillas, bajo la lógica de que sus semillas son diferentes cuando deberían ser uniformes”. Para ella, esta imposición de la uniformidad se parece a lo que se vive bajo un gobierno militar “mientras que la libertad, por sí misma, es diversa”. Enfatiza que de sebe detener la criminalización de estos campesinos que guardan sus propias semillas.

Shiva señala que la única manera que existe para defender la soberanía alimentaria y las semillas es que estén libres en manos de los agricultores. Recuerda que en 1999, la mayoría de los gobiernos del mundo afirmaron que la propiedad intelectual sobre la vida está mal, y por eso “no deberían existir patentes sobre las semillas. Así que los reclamos de estas empresas son un engaño porque las semillas no son un invento”. Además, señala, las empresas cometen un ecocidio y un genocidio porque destruyen la diversidad, a las semillas y a los granjeros.

La filósofa apunta que la idea es que el control de las semillas regrese a las manos de los campesinos, y denuncia que el efecto de los monopolios y de las patentes es la uniformidad, la toxicidad y la vulnerabilidad. “Todo lo que Monsanto nos dejó fueron sustancias tóxicas en nuestra comida. Tenemos que castigarlos echándolos de nuestras tierras, de nuestras semillas y de nuestra comida. Esta será la pelea por los próximos diez años”, concluyó.