La Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC) es un espacio de intercambio, discusión y acción conformado por asambleas, grupos de vecinos autoconvocados, organizaciones autónomas no partidarias ni vinculadas al aparato estatal y ciudadanos en general reunidos en defensa de los bienes comunes, la salud y la autodeterminación de los pueblos, seriamente amenazados por el saqueo y la contaminación que el avance de diferentes emprendimientos económicos van dejando o pretenden dejar a su paso.
La UAC nace con el propósito de articular y potenciar las diferentes luchas que en los últimos años han emergido en todo el país para repudiar el avance sistemático de los emprendimientos destructivos, y con la convicción de que la Consulta Popular y la autodeterminación de nuestras comunidades es la única vía para logar un modelo de desarrollo regional sustentable, respetuoso del ecosistema, de las economías regionales y las culturas e identidades locales. Es, a la vez un espacio que asambleas y grupos se han dado a sí mismos, con la simple y básica convicción que la unión hace la fuerza. No tiene una existencia autónoma por encima de quienes la conforman.. La complejidad del planteo “crecer o desaparecer” se mantiene y depende de quienes la conforman. La diversidad de individualidades es vital, de lo contrario el crecimiento se detiene Se construye a sí misma en su encuentro, en su accionar, en su producción dinámica y colectiva de un mensaje que propone detener la destrucción de seres y ambientes (considerados como un todo), revisar el modo hegemónico actual de producción y consumo, pensar nuevas formas de existencia y relaciones en el planeta.
La UAC fortalece la resistencia al unir voluntades: se convirtió en espacio de intercambio, nuevas relaciones y construcción de saberes e ideas, generó movimiento en el ámbito de los medios de comunicación, nuevas atenciones e interés en sectores militantes y académicos, posibilitó un re-conocimiento de las regiones de la mano de los pueblos y no de las agencias de turismo, comenzó a tejer una nueva forma de relación entre el interior y las capitales, energizó de esperanza a quienes la conforman, evolucionó del no al sí, se nutrió de enfoques globales que intentan explicar las realidades locales, denunció con fuerza las nuevas formas de articulación entre empresas y Estado, redescubrió el arte comprometido y la autogestión. Logró ser espacio de libertad, relación y de origen de una nueva democracia: la popular, que lejos está de los parámetros actuales y con ella de un nuevo lenguaje, a partir del cual aprendemos a construir y comprender el mundo del que sólo somos solo una parte.