El anarquismo, siempre incómodo, siempre criminalizado
En el siguiente artículo, el autor advierte que “el movimiento anarquista y el horizonte ético-político libertario se han mantenido siempre resistiendo a los embates que desde el Estado, el capitalismo y los grupos políticos autoritarios de derecha e izquierda han tratado de eliminarlo”.
Marcelo Sandoval Vargas
Centro de Estudios y Documentación Anarquista – Francisco Zalacosta
Desinformémonos
Guadalajara, Jalisco. La represión y violencia que el Estado, a través de los gobiernos federal y de la Ciudad de México, implementó contra las personas, colectivos y organizaciones que protestaban contra la imposición de Peña Nieto el primero de diciembre del 2012, demuestra la continuidad de la guerra de contrainsurgencia y la política represiva que se está aplicando en contra de los que resisten.
En el caso del 1 de diciembre, la estrategia represiva estaba destinada a crear miedo, a paralizar las movilizaciones y a llevar a otra lógica la lucha del movimiento contra la imposición –pues es comprensible que de ahora en adelante la mayoría de los esfuerzos estarán orientados a sacar a los compañeros de la cárcel-; para esto recurrieron a los golpes durante las protestas, a disparar balas de goma y de gas lacrimógeno directamente contra la gente con la intención de herirlos de gravedad, al encarcelamiento masivo de personas –muchas de ellas que nada tenían que ver con las manifestaciones-, al uso de provocadores, a la intimidación y al hostigamiento.
Junto a esto resalta el sistemático señalamiento y criminalización, por parte del gobierno del df y de los medios masivos de comunicación, al movimiento anarquista y al anarquismo, como promotores de la violencia, de actos vandálicos y de la destrucción; lo cual nos recuerda una pluralidad de historias que han acompañado al movimiento libertario desde sus orígenes, donde se les ha acusado desde todos los gobiernos, sean de derecha o de izquierda, como impulsores de caos, el terrorismo y la violencia.
La propia campaña de criminalización y persecución que se ha desatado desde el gobierno del Distrito Federal no es algo nuevo, es una campaña que viene desde el propio Cuauhtémoc Cárdenas y la continuaron López Obrador y Marcelo Ebrard. Una campaña orquestada para aislar, desarticular y golpear a un movimiento que resulta incómodo a todas las personas y grupos que aspiran a dirigir, controlar, gobernar y suplantar a los demás, que aunque se quieran ocultar bajo la máscara de la democracia y la representación no son más que los administradores y operadores de la dominación y la explotación capitalista.
Ante esto los compañeros de la Cruz Negra Anarquista México reconocen que “las declaraciones con las que pretenden implicarnos como autores de los hechos ocurridos en las manifestaciones, son parte de una campaña de criminalización y persecución en contra de grupos e individuos anarquistas y libertarios… [son] una revancha en nuestra contra debido al trabajo que hemos venido realizando, principalmente en solidaridad con los jóvenes anarquistas que el gobierno del Distrito Federal ha secuestrado en sus cárceles en estos últimos años”. (Comunicado del 3 diciembre del 2012).
Asimismo, los compañeros de la Coordinadora Estudiantil Anarquista ven que las declaraciones del gobierno del df, donde se asocia el anarquismo con vandalismo y en concreto a su organización “carece de sentido de realidad y busca corregir sus errores y justificar su complicidad con Peña Nieto buscando chivos expiatorios (como nosotros) que no manifestamos sumisión o simpatía alguna con su gobierno”. (Comunicado del 3 de diciembre del 2012). En el mismo sentido, esta campaña significa para la Alianza Anarquista Revolucionaria “una estrategia para sembrar la desorganización y la desarticulación del movimiento social y el descontento en visible ascendencia y en otro plano criminalizar al movimiento anarquista” (comunicado del 4 de diciembre del 2012).
El anarquismo siempre ha sido incómodo, siempre ha sido ingobernable, y ante eso los gobiernos, los partidos políticos y los grupos –de todas las tendencias políticas-, que son los amos o aspiran a convertirse en los nuevos amos, utilizan la cárcel, la muerte, el exilio, la estigmatización y la guerra para acallar un movimiento que cuestiona de raíz la dominación social, es decir, las relaciones donde hay unos que mandan y otros que obedecen, unos que explotan y otros que son explotados.
En Europa, durante la segunda mitad del siglo xix, desde los gobiernos de cada país, se etiquetó a los anarquistas como terroristas y se crearon leyes que prohibían todo lo que pudiera tener que ver con el anarquismo –cualquier discurso, periódico, organización o símbolo-, como estrategia para romper la influencia del movimiento libertario en el naciente sindicalismo revolucionario y combativo y en el movimiento de los trabajadores que optó por la acción directa como forma de hacer política, que significa el rechazo de toda forma de representación y la negativa a ser dirigidos por quien sea –sea una vanguardia “revolucionaria”, un iluminado o un líder carismático-, así como el despliegue de una lucha que sea orientada y decidida por los propios interesados, de manera autogestiva, horizontalmente y basada en el apoyo mutuo.
En el mismo momento, en México, los gobiernos liberales de Benito Juárez y Lerdo de Tejada acusaban al movimiento anarquista de violento y de atentar contra las leyes, cuando generó un movimiento agrarista contra el despojo y la privatización de la tierra, donde estaban involucradas cientos de comunidades indígenas y peones insumisos del centro del país; durante este movimiento el indígena y anarquista Julio Chávez López, originario de la región de Chalco, fue fusilado por órdenes de Juárez.
Mientras que en el siglo xx, en todo el mundo, para detener el impulso antiautoritario y autonómico que desplegaba el movimiento anarquista en cada lucha, con los trabajadores del campo y la ciudad, con los indígenas, con las mujeres y los jóvenes, se utilizaron todos los calificativos y todos los medios. Durante la Revolución Rusa los bolcheviques los señalaron como contrarrevolucionarios por no aceptar el control centralista de los soviets y las comunidades libres por parte del partido, por lo que fueron masacrados los makhnovistas de Ucrania y los marinos Kronstadt, encarcelados miles de libertarios o llevados a los campos de concentración. Los regímenes fascistas y nacionalsocialistas de Italia y Alemania, respectivamente, trataron de eliminar toda señal de socialismo y anarquismo de sus países, para ello recurrieron a los asesinatos, a la persecución y a la cárcel, a la ilegalización de sus organizaciones y órganos de información y agitación, con leyes que prohibían la disidencia. En la Revolución Española, tanto estalinistas como franquistas y republicanos se encargaron de acabar militarmente la experiencia libertaria de organización social que concretaron los anarquistas desde la Confederación Nacional del Trabajo y los millones de trabajadores dispuestos a vivir sin Estado ni capital en el campo y la ciudad.
Los magonistas, en México, fueron atacados desde el régimen de Porfirio Díaz, desde el grupo político de Madero y por todos los jefes revolucionarios que aspiraban a ser los nuevos dominadores del país como Carranza y Obregón. A los magonistas se les nombró como filibusteros para aislarlos de los movimientos y comunidades que en todo el país luchaban por Tierra y Libertad; se les encarcelaba constantemente, les quitaban las imprentas y el Periódico Regeneración era considera ilegal.
Sin embargo, el movimiento anarquista y el horizonte ético-político libertario se han mantenido siempre resistiendo a los embates que desde el Estado, el capitalismo y los grupos políticos autoritarios de derecha e izquierda han tratado de eliminarlo. Continua el anarquismo, en la actualidad, siendo incomodo, rebelde e ingobernable, significa en el hoy no sólo una pluralidad de individualidades, colectivos y organizaciones que despliegan desde estas formas de hacer política luchas y proyectos autogestionarios, sino que sus prácticas y posicionamientos han tenido una resonancia en una diversidad de movimientos y comunidades en lucha que apuestan por la autonomía, la horizontalidad, la democracia directa y el apoyo mutuo.
A pesar de todos los esfuerzos por acabar con el anarquismo, en el presente el anarquismo vive uno de los momentos de mayor resonancia y crecimiento en todo el mundo. Pues desde el anarquismo se ha impulsado una permanente crítica y rechazo a cualquiera que nos quiera representar o dirigir; irrumpe la negativa a la explotación capitalista y al trabajo alienado; implica un enfrentamiento cotidiano contra el patriarcado, el racismo y la xenofobia. El anarquismo nos recuerda que no necesitamos jefes, vanguardias, iluminados, líderes carismáticos o caudillos, pues los de abajo auto-organizados podemos crear todos mundos que imaginemos. El anarquismo nos recuerda que nosotros hacemos todo lo que existe en este mundo, la generaciones pasadas y presentes con su hacer lo han construido e imaginado, por tanto, nosotros podemos crear algo nuevo en el momento que lo decidamos, como decía Durruti, llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones, basta con que lo hagamos crecer día a día.