Pueblos del estado Guerrero anuncian caravana a la capital de México

A más de un mes del arrasamiento de pueblos en Guerrero por las tormentas, se acabó la paciencia de los indígenas ante la falta de respuesta gubernamental, y anuncian una caravana a la capital de México



Los pueblos de La Montaña, hartos de las promesas

A más de un mes del arrasamiento de pueblos en Guerrero por las tormentas, se acabó la paciencia de los indígenas ante la falta de respuesta gubernamental, y anuncian una caravana a la capital de México.
Edith Na Savi
Desinformémonos

Tlapa, Guerrero. Paciencia y negociar de pocos en pocos, es lo que exige el gobierno a las comunidades de la Montaña para atenderlas, mientras los riesgos de más derrumbes, hambre y enfermedades se agravan a más de un mes de las trombas que se llevaron vidas, casas y tierras. Los pueblos ñuu savi, nahuas y mephaa decidieron acudir a la capital de México para hacer visibles sus exigencias.

En medio de la desgracia, entre los pueblos de la Montaña las autoridades comunitarias tienen que aguantar actitudes prepotentes de las representantes del gobierno, que ni siquiera son autoridades de una instancia gubernamental, pero que fueron enviadas por Javier Guerrero García, el subsecretario de Participación Social y Desarrollo Comunitario de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol).

Fue decisión de los pueblos conformar un consejo para luchar por las demandas de modo colectivo, como Montaña, y evitar el uso político de los apoyos y los condicionamientos de los ya conocidos representantes de gobierno, como los presidentes municipales. Se hizo urgente unificar las demandas en planteamientos a nivel región y no a nivel local, como lo quieren hacer los gobiernos para lavarse las manos dando migajas a los pueblos, ya de por sí excluidos por este sistema económico y político.

Los pueblos, descontentos y cansados

Se inició un intercambio entre pueblos de Malinaltepec, Metlatónoc, Tlacoapa, Cochoapa el Grande, Alcozauca, Atlixtac, Atlamajalcingo del Monte y San Luis Acatlán. Los habitantes se indignaron al ver que a un mes de la tragedia, los datos que dan las representantes de Sedesol en cuanto a vivienda indican que sólo se terminaron de censar cuatro municipios: Huamuxtitlán, Tlalixtaquilla, Xochihuehuetlán y Alpoyeca, -es decir, los pueblos de la Cañada, no de la Montaña alta. De Acatepec reportaron censo del 19.4 por ciento, Tlacoapa 33 por ciento, Cochoapa el Grande 46 por ciento, y de Metlatónoc e Iliatenco no hay avances. El argumento es que no hay manera de entrar a las comunidades, pero alegaron que iniciarán la semana del 21 de octubre.

Los resultados causaron enojo inmediato e indignación ¿Cómo es posible que primero se cense la Cañada, municipios con mínimos daños, cuando por más de un mes se ha exigido la atención urgente a la zona de la Montaña? Los avances son mínimos en vivienda, ni qué preguntar de los cultivos o carreteras.

Ante una actitud un tanto déspota de las representantes de Sedesol, la gente de la asamblea realizada el 19 de octubre por el Consejo de Comunidades Damnificadas de la Montaña, manifestó sus inconformidades en cuanto al levantamiento del censo sobre vivienda. Las autoridades comunales reportaron que muchos promotores “sólo censaron las casas que estaban a orilla de carretera, sin entrar a la comunidad”, como lo detalló un vecino de la comunidad de Tepecocatlán, municipio de Atlamajalcingo del Monte. En otros pueblos se denuncia que los promotores llegan a la comisaria y piden que la gente se forme ahí a reportar los daños, sin darse a la tarea de recorrer las casas de la comunidad, o peor aún, reportan pueblos a donde ni siquiera van.

Otros de los señalamientos tuvieron que ver con los tramos carreteros inconclusos, cuya responsabilidad no se asume como tal, como relata Toño, autoridad de la comunidad de Huehuetepec, quien semana tras semana denuncia que la carretera que conecta su pueblo con la Colonia Juquila, Crucero de Chinameca, hasta Zitlaltepec – Chilixtlahuaca, no avanza. Aunque hay cuatro máquinas “no le echan ganas”, acusa. “Ponen de pretexto que no hay diesel”. Ese tramo carretero es de los más lastimados de la Montaña, pero no hay atención concreta para resolver la incomunicación de más de 10 pueblos que conectan el entronque con Zitlaltepec hasta Chilixtlahuaca.

¡Cuánto tiempo seguiremos esperando!

Los pueblos vieron urgente sentar a las autoridades municipales, estatales y federales para que tomaran decisiones y escucharan nuevamente todas las demandas. Parece que semana tras semana, sólo acudieron a escuchar y anotar, y a la siguiente semana regresaban con datos que contrastaban la realidad de los pueblos; como si no creyeran a las autoridades de cada una de las comunidades, que un mes antes hicieron el reporte de pérdidas humanas, cultivos y viviendas, e incluso de desplazados.

Semana tras semana las representantes de Sedesol, “María” y “Lisandra”, sólo acudieron a reportar algunos avances en torno a vivienda, cultivo y carreteras, pero como un requisito, pues lo “avanzado” no era muy lejano de lo de la semana anterior. Reconocieron que hace falta mucho trabajo, pero pidieron “paciencia”. A los pueblos les pareció verdaderamente una falta de respeto por la situación de hambre, frío y enfermedad que viven a lo ancho del territorio de la Montaña. Al parecer, “paciencia” y espera son las únicas respuestas.

La gente no quiso más promesas, como las de cada semana. Los pueblos exigieron soluciones inmediatas y concretas, y se indignaron pues les dijeron que hay abiertos tramos carreteros, gracias a los presidentes municipales, pero en Itia Zuti fue la misma gente de la comunidad la que abrió brecha a pico y pala, lo mismo en San Miguel del Progreso, en Malinaltepec.

Parece que las representantes del gobierno hablan de otra Montaña, no la derrumbada, la caída, la destrozada. Lo que se necesita no son parches o analgésicos para los pueblos, sino un trabajo real de seguimiento, compromiso y respuesta contundente para dar solución a las demandas. No sólo se trata de despensas, sino de reconstrucción de grandes tramos de carreteras y de un programa integral de atención. No se trata sólo de ver las casas que se cayeron, sino lo que implican las viviendas cuarteadas. Tampoco se trata de llevar alimentos por llevar o por imponer otras lógicas aprovechando la necesidad; lo que se demanda principalmente es el abasto de maíz, frijol, arroz y granos básicos, considerando el contexto histórico y cultural de los pueblos.

Ni hablar de la cuestión de la salud. Hasta ahora, el sector salud es lento para atender a los pueblos. Se reportan lugares donde las clínicas o centros de salud permanecen cerrados, no se han iniciado las vacunas a los niños menores de tres años y preocupan los posibles brotes de dengue o cólera, porque en la Montaña sigue lloviendo, hay encharcamientos y en todos lados se rompieron las tuberías del agua potable.

Los procesos de reubicación son muy lentos, con el argumento de que la Comisión Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) no se da abasto. Mientras más tiempo pase y las lluvias continúen, hay riesgo de otro derrumbe. Tampoco se trata de pensar que los pueblos dejarán su territorio, pues no es una cuestión tan simple. Hay lógicas, pensamientos, cosmovisión y una construcción de los pueblos en torno al lugar sagrado que habitan. Ahí tienen a sus muertos, ahí está enterrado su ombligo. Ser desplazado no sólo es irse, sino todo un proceso, con la historia que se carga, el dolor de dejar la tierra y de abandonar el pueblo de los padres y los abuelos. Esto no lo entiende el gobierno, y tampoco el panorama sociocultural de las comunidades o que muchos no saben leer y escribir en español. Los pueblos sienten como una burla que les digan que la Sedesol los apoyará con tarjetas para adquirir electrodomésticos.

Parece que cada orden de gobierno se quiere lavar las manos, y hay un claro ejemplo en cuestión de reconstrucción de tramos carreteros. Unos dicen que la carretera que va del entronque de Huehuetepec a Zitlaltepec corresponde al estado, y otros que es responsabilidad de la federación, dependiendo del municipio, ya sea Atlamajalcingo del Monte o Metlatónoc. Hay una clara desorganización de las propias autoridades para coordinar los trabajos, y los pueblos no saben con quién dirigirse para presentar las denuncias. Todos dicen apoyar, pero cada uno tiene sus modos de excusarse y no asumir la responsabilidad que le corresponde.

En todo lo que duró la asamblea, hubo un proceso de revisión y de señalamientos hacia las señoras representantes de Sedesol. Una mujer reclamó que “llevamos así una semana y parece que no pasa nada”. La gente sigue indignada pues en los medios aparece Acapulco como noticia de primera plana, además de que el gobernador no presenta los datos reales y los asuntos inconclusos en la región.

Se condiciona la negociación con las autoridades y las dependencias gubernamentales a las comunidades. Alegan que no pueden sentarse con la asamblea de los comisarios y gente de las comunidades, pues necesitan una comisión más pequeña porque así “se trabaja mejor y se generan acuerdos concretos”. Parece que no quieren oír a toda la gente, y que hay un claro dispositivo de cuidarse para no ser nuevamente señalados por los pueblos; no quieren que les vuelva a pasar nuevamente lo que sucedió con Rosario Robles y su visita a la Montaña, cuando fue increpada por las autoridades comunitarias.

Es más sencillo convencer a 10 o a 15 que a más de cien, que son quienes asisten asamblea tras asamblea del Consejo de Comunidades Damnificadas de la Montaña. Ahí se afirmó que el gobierno debe entrar a la lógica de los pueblos y su forma de tomar decisiones, pero ahora hay una fuerte presión de que si quieren que se resuelvan más pronto las demandas, hay que crear una comisión representativa. Quizá quieren negociar con líderes o comunidades de manera personal, lo que resta fuerza a los pueblos organizados.

En la Montaña hay preocupación por quienes no se encuentran registrados en los censos o contemplados en los reportes de los municipios. Preocupa porque pueden salir debido al camino destrozado. ¿Por qué aún no se llega a esos pueblos para saber cómo están? Los helicópteros sobrevuelan y avientan las cosas a los pueblos, como una especie de abandono a su suerte.

La montaña se cansa de la espera

Al ver que no hay respuestas ya cumplido un mes del desastre, ni disposición del gobierno para sentarse a negociar con los pueblos –pero sí condicionantes, como la conformación de la comisión-, además de que la problemática en la región sigue en las mismas condiciones, los pueblos decidieron ir en caravana a la Ciudad de México. Ahí se concentra el poder económico y político del país, y ahí exigirán la solución a sus demandas. Se denunciará la falta de respuestas claras a las exigencias en torno a la alimentación, vivienda, cultivos, vías de comunicación, salud y educación.

El Estado debe garantizar el bien vivir de las comunidades indígenas, sus derechos humanos y como pueblos originarios; también tiene que garantizar la seguridad social de las familias, que en muchos lugares siguen viviendo en campamentos; debe asegurar que tengan alimento suficiente. Esto representa un enorme reto para el siguiente año, pues gran parte de las cosechas se ahogaron por el exceso de agua, se secaron, se cayeron, se pudrieron o presentan brote de plagas.

Indígenas de los pueblos ñuu savi, nahuas y me phaa se dirigen a la ciudad de México a hacer un llamado a los gobiernos, y a denunciar que a más de un mes del desastre, aún hay mucho por hacer para reconstruir la Montaña.

La caravana, que próximamente anunciará su fecha de llegada, traerá reclamos para los tres órdenes de gobierno, debido a la ausencia de muchos presidentes municipales y de un gobernador sordo a las necesidades más urgentes de los pueblos. Las comunidades dijeron “No” a que el apoyo se canalice a través de los presidentes municipales, pues, señalan, conocen sus prácticas clientelares, lo que lejos de contribuir a la reconstrucción, genera un lucro con la desgracia de los pueblos. Además, el presidente de la República, que varias veces ya recorrió Acapulco, en días pasados anunció que es nuevamente zona de destino turístico como si nada hubiese pasado, mientras en la Montaña hay gente que no tiene un techo digno donde vivir, o que duerme con miedo.

Desde aquel oscuro mes de septiembre, la gente de la Montaña lo perdió casi todo y está en una vulnerabilidad mayor por las condiciones de marginación que la azotan. Al parecer, al gobierno no le duele porque no es su gente, ni lo que es ser pueblo, hacer pueblo, estar con el pueblo y luchar con y para la reconstrucción de los pueblos.

Solidarízate con los pueblos ñuu savi, nahuas y mephaa en su camino para reconstruir el rostro y el corazón de su Montaña, ahora destrozada.