El pez muere por su propia boca
Alfredo Rada y la intervención del CONAMAQ
Pablo Mamani Ramírez *
El 22 de diciembre de 2013 el Viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales Alfredo Rada escribió una nota en La Razón sobre CONAMAQ para negar la acusación de que es el gobierno quien ha propiciado la intervención de la sede de esta organización en la ciudad de La Paz. Para ello, el Viceministro recurre a una retórica moralista para decir qué es el Proceso de Cambio y por qué no hay que oponerse a él. Habla de proceso de cambio cuando en los hechos dicho proceso ya no le interesa al gobierno sino como un discurso justificador de su proyecto capitalista y neocolonial
El Viceministro Rada en dicho artículo se quita abiertamente la máscara de por qué no le interesa la democracia, lo indígena y el horizonte de país plural. Le interesa por el contrario la monoversidad del mundo dada desde lo criollo-mestizo. Y es aún peor esto en relación con la autonomía de los movimientos sociales e indígenas. El Viceministro sostiene abiertamente de por qué las organizaciones sociales no deben tener su autonomía frente al Estado y al gobierno del MAS. Y en esa senda da rienda suelta de por qué las organizaciones deben estar sometidas a los designios del régimen de poder. Un realismo que nos enrostra de por qué hoy la CSUTCB (otrora crítico de los grupos de poder), Bartolinas, la COB y los Interculturales, están sometidos al nuevo régimen de poder. Un ejemplo de esto es la división de la CIDOB y la reciente intervención al CONAMAQ con un grupo sindicalista vestidos de indígenas.
Hace sólo una semana antes de esta nota y la intervención de CONAMAQ el Viceministro había dicho que la COB es parte del Proceso. “Celebramos el retorno de la COB al proceso de cambio”[1], sostuvo. Esto delata de cómo los movimientos sociales tienen que alienarse a la línea del gobierno.
El 22 de diciembre hace público ese objetivo para sostener que CONAMAQ es de derecha. Esa afirmación evidencia un absoluto irrespeto por lo indígena originario. Y luego constata. Hoy los indígenas ya no son los mismos de ayer porque hacen pacto con la derecha. Con ello hace un extraordinario descubrimiento: los indios se habían alienado a la derecha, cuando en los hechos es el gobierno la que aplica toda la receta de derecha económica y política. En este hecho, pues, existen políticas públicas para favorecer a los latifundistas y a los agroindustriales del oriente. Y como fuera menor esto luego se presenta como un gran benefactor de lo indígena o de lo aymara. Aquí descubrimos una lógica particular de este mundo social: es el señorialismo. Misma que es muy parecido a la hacienda colonial y republicana. Pues ahora Ellos (los señores) deben definir (decidir) con quién y quién no debe hablar el indio. Lo cual es un hecho interesante porque saber que estos saben y sienten que tienen el deber de decidir con quién deben hablar y con no el indio, es algo que no puede y no debe tener sentido en un Estado plurinacional. Este tipo de comportamiento es típico de un señor de la hacienda. Pues en ella los señores deciden sobre la vida y la muerte de sus siervos. Ahí su poderío. Hoy esa sociedad ya no existe pero desgraciadamente en el corazón de los señores aún esto existe.
Detrás de este razonamiento está además el hecho de que el indio sigue siendo un menor de edad y al menor de edad hay que conducir por un buen camino; cuando en los hechos muchos aymaras o quechuas ya no necesitan ni quieren un tutelaje de este tipo. Pese a esa realidad, Ellos autoafirman su señorío aunque sea para sí mismo; sólo para Ellos. Este puede ser un hecho parecido a una ruptura umbilical entre siervo y el patrón. Al patrón le cuesta desprenderse del trabajo del indio. Y hoy es esto así porque no puede vivir sin la legitimidad del indio.
Además ello devela una malicia intelectual y para serlo se convierte en un escribidor. Allí, desde ese hecho, deja notar su seguridad de que cuenta con el poder porque puede acusar impunemente; a cambio no acepta críticas de que su gobierno es de derecha dada en referencia evidente en las Leyes que ha penalizado a los movimiento Sin Tierra a ocho años de cárcel. En este tema, ni la extrema derecho que gobernó este país, se había atrevido crear una Ley que penaliza el Avasallamiento de Tierras. Con esto quienes van a ir a la cárcel son los que demanda tierras y estos son los migrantes andinos, los qullas, y otros que no tienen tierras de la propia región oriental del país. ¿Un gobierno revolucionario e indígena podría ejecutar una práctica que pertenece a la represión fáctica latifundista? Pues no. Aquí la realidad es ese. Es decir, el gobierno revolucionario puede aplicar efectivamente las medidas de la extrema derecha.
Luego sostiene que CONAMAQ no tiene representatividad. Mientras que en VIII Mara Tantachawi había una multitud de gente en el Coliseo de la UMSA. Afirma sobre ello: “Este turbio alineamiento precipitó una reacción de varios suyus (organizaciones territoriales de carácter regional) en La Paz, Oruro y Potosí, que hace dos semanas realizaron un congreso en el que desconocieron a esa dirigencia y eligieron nuevas autoridades encabezados por el jiliri apu mallku Hilarión Mamani, de Potosí”[2]. Aquí se observa la malicia intelectual. Habla como si no supiera que es el propio gobierno quien ha financiado al grupo paralelo dirigido por Hilarion Mamani y Gregorio Choque. Y en ello nuevamente se devela el poderío de decir finalmente que Ellos (los señores) tienen la verdad sobre la historia. Y quienes critican a ese señoríalismo no tienen derecho a ninguna verdad histórica. Sus críticos aparecen en el otro lado de la historia.
Luego dice: “Casi de inmediato, los dirigentes desplazados convocaron a su propio evento congresal, en el que se eligió a otro jiliri apu mallku, Freddy Bernabé, de Oruro. Con esto se consumó la división de Conamaq”. Según esta narrativa nuevamente el gran culpable es el propio indio. Porque “los dirigentes desplazados al convocar a otro evento han consumado la división”. Semejante diatriba es colosal porque no tiene relación con la verdad de los hechos. Ese es el señorialismo que culpa con toda la moral del mundo a los Otros. Los únicos culpables, incluido los Mamani o Choque, son los indios porque no saben hacer política. Así el eterno culpable es el indio. Éste era un discurso y práctica de los principios del siglo XX y finales del siglo XIX. Y hoy el criollo-mestizo nuevamente aparece como un gran salvador del indio culpable. El cura de la hacienda sentía así y además lo hacía sentir al indio como culpable de su propia desgracia. Y hoy el Viceministro cumple esa función.
Así el Viceministro es un gran salvador porque además explica la desviación del indio de su destino final que es el retorno al Proceso de Cambio. Pero para ello hay que palear a ese indio rebelde. Y así lo hicieron cuando tomaron las oficinas de CONAMAQ. Los intimidadores gritaban: “Que salgan de rodillas, carajo”. En los hechos aquí varios mallkus y mamas han sido ensangrentados y perseguidos por las calles por una turba ensordecida de odio. Y esa turba tenía tufo de alcohol. Así el MAS y el Viceministro Rada se manchan de sangre india.
¿Alguien con sano sentido se atrevería a negar que allí no hubiera sangre india derramada y violencia anti-ayllu? ¿Por qué el Viceministro tiene que justificar la violencia? La única explicación posible es que aquí hay una política de ensañamiento contra el indio rebelde y de alabanza del indio sumiso.
Luego continúa con su alocución. “La saliente conducción de Conamaq se equivocó en sus estrategias respecto al Gobierno. Es que una cosa es la crítica propositiva dentro del proceso de cambio para profundizarlo, otra es deslizarse por la pendiente inclinada del oportunismo hacia los brazos de la derecha”. Aquí nuevamente el señorialismo. Y el razonamiento es la siguiente. “¡Soy-Yo el que decide con quién te metes y con quien no¡”. Y ese Yo-decido es hacer que el indígena no debe y no puede salirse del dominio del señor. En el caso del mundo andino a este tipo de razonamiento se lo llamó la impunidad del señorío. El señor cree ciegamente que nadie puede salirse de su dominio; en el pasado esta era de las haciendas. Hoy este mismo hecho es: nadie puede salirse de Mi-Yo. Es decir no hay y no es posible un otro anti-Yo. Aunque esto es un miedo a un anti- Ti-Yo. Por eso hay que aplastar cualquier atrevimiento de romper con el dominio del señor, particularmente del indio. De ese hecho sabe muy bien los curas; ellos no permiten que sus siervos se salgan del camino de Dios. Es decir, un hecho dado por y para el señor.
Así habla con efusiva soltura de los factores que posibilitó, según el Viceministro, de la división del CONAMAQ. “Su momento de máximo esplendor orgánico fue hace diez años, cuando logró aglutinar a comunidades aymaras y quechuas que demandaban la consolidación legal de sus posesiones de tierras”. Según este razonamiento pues hace diez años valía la pena la lucha del CONAMAQ. Hoy no tiene sentido ni realidad porque Bolivia ha entrado a otro momento histórico. Es decir, una vez más los indígenas y los ayllus en particular han quedado rezagado de la dinámica histórica igual que en 1990 cuando los indios, según los técnicos de Censo de población de ese año, estaban en franco proceso de extinción.
Casi para finalizar sostiene. “Estos factores explican la poca capacidad de convocatoria del Conamaq, esa relación inversamente proporcional entre los exaltados discursos de sus mallkus con la poca cantidad de gente que logran movilizar, lo que no alcanza para disimular ni siquiera la exagerada cobertura mediática que se les brinda”. Es curioso saber que el Viceministro se haya convertido en un gran conocedor del proceso de reconstitución de los ayllus, pero a la vez hacernos saber que no sabe de cuánta gente estuvo en el coliseo de la Universidad Mayor de San Andrés, donde se desarrolló el Jach’a Tantachawi entre 12 y 13 de diciembre de 2013. Allí hubo fácilmente cerca de 1000 mallkus y mama t’allas de los 16 suyus junto a los tres Suyus en proceso de reconstitución.
Finalmente termina diciendo como toda una autoridad señorial: “para ello no alcanzan los argumentos simplones que atribuyen todos sus males a una supuesta “injerencia gubernamental”. Aquí las críticas del movimiento de los ayllus es calificado de simple. Es decir, sin profundidad y sin realidad de los hechos. Cuando en los hechos el gobierno es el que ha propiciado la intervención de una cuantas personas a las oficinas de CONAMAQ.
La gran retorica moralista anti-derechista a partir de ello se cae por los suelos. Escribidores como Manfredo Kemp hacían lo mismo: criminalizaban la lucha india para defender su modelo neoliberal. Y hoy este hecho es trágico; la propia derecha no se hubiera animado hacer estas políticas como es la de otorgar nuevos y viejos privilegios a los grupos de poder. Hoy el gobierno hace que dichos grupos ganen mucho más dinero que con el propio Gonzalo Sánchez de Lozada o Banzer. Y sin embargo se incrimina al indio por el solo hecho de levantar su voz para tratar de vivir su libertad y su vida orgánica.
Notas:
[1] http://www.paginasiete.bo/nacional/2013/12/15/celebramos-retorno-proceso-cambio-8749.html (17/12/13)
[2] http://www.prensaescrita.com/adiario.php?codigo=AME&pagina=http://www.la-razon.com (24/12/13). El resto de las citas aquí pertenecen al mismo artículo del periódico La Razon.
* Sociólogo y director de la Carrera de Sociología de la Universidad Pública de El Alto (UPEA).