Análisis de coyuntura 25 de marzo 2014

Estamos en una fase de consolidación del modelo exportador de commodities del extractivismo depredador y de la alianza estado-mercado donde a la izquierda se ofrece un espacio en el poder



Coyuntura 25 de marzo 2014

Jaime Yovanovic (Profesor J)

Desde el punto de vista de la dominación podemos decir que estamos en una fase de consolidación del modelo exportador de commodities del extractivismo depredador y de la alianza estado-mercado donde a la izquierda se ofrece un espacio en el poder a través de gobiernos, bloques partidarios y aún algunas constituciones que reflejan el nivel de flexibilidad a que puede llegar el capital, lo que explica que los ejércitos de vieja vocación golpista hoy en día sean firmes defensores de los gobiernos de Bolivia, Venezuela, Ecuador, Nicaragua, El Salvador, Perú, Brasil, Uruguay y Argentina, países del llamado bloque «progresista». Del punto de vista de los de abajo, el extractivismo y la nueva política económica pos-neoliberal del neo-institucionalismo de Joseph Stiglitz, ha estimulado múltiples movilizaciones de resistencia en dos grandes modalidades: dinámicas reivindicativas y dinámicas de construcción de nuevas relaciones sociales, comunitarias, de la otra economía y del Buen Vivir. Por una parte los movimientos anti-extractivistas se limitan a la denuncia, en tanto otros avanzan a la construcción de formas de vida comunitaria.

La izquierda reformista y muchos destacamentos de la izquierda rebelde coinciden en que las dinámicas reivindicativas deben ser integristas, estos es, no proponerse cambiar el mundo desde abajo, sino confluir hacia la administración del estado, los primeros (reformistas) y algunos rebeldes, lo hacen por vía del copamiento de espacios en instituciones estatales, y los segundos (la mayoría de los grupos rebeldes) por medio de instancias político-organizativas de poder popular consideradas como parte del proceso estratégico de acumulación de fuerzas para el futuro -una vez más- asalto al palacio de Invierno.

Muchos otros grupos y dinámicas rebeldes han preferido aproximarse a las prácticas de construcción de formas de vida comunitaria que prescinden del estado para avanzar a la sociedad sin clases, aunque con grandes polémicas, fracturas, avances y retrocesos, como sectores del MST brasileño que se han desprendido de su matriz en diferentes lugares para iniciar acciones en búsqueda de nuevos rumbos, o sectores campesinos próximos al PC-Farc de Colombia, que se han distanciado del estalinismo por las violentas maneras de «reclutar» combatientes a través de su propia forma de servicio militar obligatorio.

Las experiencias comunitarias y movimientos sociales afines mantienen pocas y esporádicas relaciones con el estado, pues han ido rescatando la autogestión y auto-sostenibilidad que tenían las comunidades originarias desde antes de la llegada de los invasores, hoy día en especial en zonas rurales, tales como campesinos, afrodescendientes, indígenas, pescadores artesanales, villorrios y otros. Esa sustentabilidad se asienta en la interrelación de formas de vida cotidiana compartida y el rescate de la interacción con la madre tierra, lo que ha llevado a grupos urbanos a instalarse en el campo en la forma de eco-aldeas desde las cuales tejen el intercambio horizontal con experiencias similares, redes de cultivo de semillas, medicina natural, producción alimenticia sin transgénicos y otras modalidades que se van encontrando en múltiples lugares con la lucha contra las mineras, las represas, por el agua y afines. En los últimos meses esa modalidad ha penetrado fuertemente las ciudades en la forma de huertas, redes de huertas y cultivos agrícolas urbanos, que al permitir la salida del encierro de las casas y compartir aspectos de la cotidianeidad, van desembocando en un crecimiento del sentimiento barrial, comunitario, de gran familia, de identidad, pertenencia y empoderamiento, sin necesidad de plantearse la lucha contra el estado y el mercado, sino más bien de aprender a prescindir de ellos, lo que al no ser del agrado de las políticas sistémicas y de las izquierdas que luchan por el poder, da como resultado una similitud de políticas gubernamentales de derechas y de izquierdas, lo que lleva a sectores importantes de la población a no orientarse ya más por esos criterios ideológicos, de allí que se constituyen nuevos grupos, corrientes, partidos y bloques impensables en el pasado, como ex guerrilleros uruguayos actualmente en el gobierno defendiendo la mega minería de tajo abierto o el ex líder de la revolución ciudadana en Ecuador intentando instalar la explotación petrolera en la gran reserva natural del Yasuní, o el Partido Comunista chileno aliado del partido promotor del golpe de Pinochet, los fanáticos anti-cubanos de la Democracia Cristiana, o como Evo Morales reprimiendo las marchas indígenas contra la carretera brasileña en territorio protegido.

En el caso venezolano, no es sólo la derecha golpista y el apoyo exterior los que movilizan gente y empujan para derribar al gobierno Maduro, sino los propios errores cometidos por la burocracia, cuya estrategia es aprovechar el control de las fuerzas armadas para debilitar a la extrema derecha sin aniquilarla, al mismo tiempo que mantiene la situación en el tiempo dando largas a las soluciones, para perfilar aún más la falsa contradicción derecha-gobierno llevando a todos a esa polarización funcional que permite el juego del pimpón político e ideológico, ocultando la verdadera contradicción entre pueblo y capitalismo, entre la continuidad de las relaciones individualistas pintadas de colores de concientización y revolución cultural, que cayeron estrepitosamente en la URSS, y las relaciones comunitarias, barriales y de democracia directa en localidades para avanzar a paso de carga hacia la sociedad sin clases y del fin del estado.

Tienen miedo que el pueblo tome las riendas. Los gobiernos progresistas se transforman en autoritarios lanzando a las legiones contra las comunidades que defienden su autonomía y los territorios en contra de la voracidad del capital extractivista que negocia con ellos. Hoy día en el continente no hay mejor socio del capitalismo extractivista que los gobiernos progresistas, que para justificarse dicen que las comunidades trabajan con la CIA, olvidando oportunamente que hace algunos años fue la propia CIA la que definió a las comunidades como el principal peligro para la estabilidad (su estabilidad) en el continente.

Pero para esas izquierdas y progresistas no todo es miel sobre hojuelas: Correa perdió las principales ciudades ecuatorianas en las recientes elecciones municipales. No quiere trabajar con las comunidades, siembra el divisionismo en el pueblo, conclusión: avanza la derecha. Maduro está casi en las cuerdas. El FMLN casi pierde las presidenciales, ganando sólo por unos pocos votos. La mujer de Zelaya fue derrotada en Honduras, tal como Menchú había obtenido apenas un 3% de votos en Guatemala. Fernández en Argentina baja sus votos, al igual que el PT en Brasil. Petro es sacado de la alcaldía de Bogotá. Humala ha tenido que negociar con los partidos parlamentarios debido a la imposibilidad de llevar adelante el proyecto Conga y Evo Morales hubo de pasar por encima de su propia Constitución ante la ausencia de un candidato que le sustituya y va nuevamente de candidato presidencial. El nacional populismo es la forma de gobierno del capitalismo progresista.

Los gobiernos seguirán por un tiempo como territorio de disputa atrayendo cada vez menos gente a votar, pues los programas son los mismos y la población está poco a poco aprendiendo a resolver sus problemas con sus propias manos. La expansión de las experiencias comunitarias en todos los países seguirá su paso de gigantes, encabezados por los zapatistas de México, los lenca de Honduras, los pueblos mayas de occidente en Guatemala, los nasa de Colombia, la Conaie en Ecuador, las Rondas Campesinas de Perú, Conamaq y Cidob de Bolivia, la Unión de Asambleas Ciudadanas de Argentina, la Alianza Territorial Mapuche en Chile y muchos otros.

La correlación de fuerzas y los cambios de coyuntura ya no se puede medir en quien controla el gobierno o va a controlarlo, sino en las capacidades territoriales concretas de evitar el extractivismo capitalista, desplegar las nuevas formas de vivir, el Buen Vivir de las formas de vida comunitaria, la nueva economía y el desarrollo masivo de la alimentación natural sin transgénicos ni pesticidas, así como la medicina natural y la educación autónoma de las comunidades prescindiendo del estado y del mercado.

O sea, ya no se mide por fuerza o acumulación de fuerzas, sino por el despliegue de nuevas relaciones humanas y de los humanos con la madre tierra, esto es, los avances concretos y mensurables en dirección de la sociedad sin clases.

Abrazos

Jaime Yovanovic (Profesor J)
profesor_j@yahoo.com
http://clajadep.lahaine.org