Salud comunitaria

Comienzan los talleres de la Universidad Libre 2014
Esta vez en la Quinta Región, Chile



Salud comunitaria

La medicina oficial se mueve por mecanismos mercantiles, por lo que el profesional individualista sabe que va a poder ganar y tener un buen nivel de vida, así se mueve más por el interés que por la vocación de vida y salud. Muchos profesionales y estudiantes lamentan ese estado de cosas y desean cambiarlo, algunos creen que cambiando el gobierno podrán favorecer la salud pública, sin embargo está penetrada por las relaciones mercantiles. Una señora fue al consultorio por hinchazón de piernas, pero no la derivaron al vascular periférico porque usaba medias ortopédicas que le permitían manejar el problema, pues en las mañanas amanecía con los pies normales debido al uso diario de esas medias. Ella quería solucionar el problema y no pasar comprando medias especiales. En otra oportunidad un caballero con rosácea dijo al oftalmólogo que se le irritaban por eso los bordes de los ojos, pero que a veces se ponía cloranfenicol y amanecía muy bien, a lo que el profesional dijo que entonces usara ese antibiótico todos los días, pues le ayudaba a limpiar.

En ambos casos y otros miles, el profesional enfatiza más el control del problema que la solución, con lo que se estimula abiertamente la circulación mercantil de fármacos y productos varios. El visitador médico, personaje siniestro que regala muestras farmacéuticas de laboratorio a los profesionales también ofrece porcentajes de las ventas y aún el pago directo como abono de gracia por sus «servicios». Al mantener el problema, la química-farmacéutica amplía su radio de ventas, lo que explica la impresionante red de cadenas farmacéuticas. De allí que la «cura» del cáncer, de la diabetes y otras no se han podido hacer, pues las investigaciones son financiadas por las empresas aún en las universidades. Tratamientos hay por cientos y buena parte de ellos permiten mantener vivo al paciente largos años pagando al mercado. Mantener es la palabra, pues la muerte del paciente es el fin de la cadena de compraventa.

Terrible, pero así funciona mientras exista el predominio del mercado por sobre los intereses reales de la gente. Los audífonos que vende a buen precio la empresa Gaes en Chile a los municipios para distribución gratuita a los deficientes auditivos, en su mayoría ancianos de muy baja capacidad adquisitiva, son de pésima calidad y cuando el paciente llega a una tienda de esa empresa para revisión, le ofrecen uno mejor con «facilidades de pago». La red de salud pública y distribución gratuita de fármacos químicos es sostenedora del amplio mercado de esos productos. Otro ejemplo es el de la aspirina diaria para el corazón. No vamos a hablar de las vacunas, que no sólo permiten la generación de anticuerpos que resistirán la llegada posterior del virus (hasta cierto punto), sino que nos transforma en verdaderos conejillos de laboratorio ambulantes, portadores de gérmenes «controlados» y de los anticuerpos correspondientes que influyen en el desarrollo y crecimiento del cuerpo y su equilibrio natural. Por ejemplo, el resfrío, que puede matar, en nuestro caso no lo hace porque estamos debidamente vacunados, sin embargo nos tira a la cama y nos hace trasmitir activamente el virus generando epidemias controladas los meses de invierno, en que se dispara la venta de Tapsin, ácido acetilsalicílico, jarabes, etc. Como gente «vacunada» somos una plataforma o red por donde circulan esos bichos de forma manipulada, sin exceder los límites, siendo así fácil abono, tierra fértil y presa fácil de los fármacos.

La dependencia mercantil y la ausencia de soluciones que eliminen el problema, transforman a los consultorios en verdaderos enjambres de gente angustiada por los dolores, circulación de virus, epidemias «mortales» y otras falencias que se calmarán con pastillas, inyecciones, cremas o jarabes, para luego regresar nuevamente o dejar de hacerlo para comprarlas directamente en las farmacias. Los pueblos no contactados de la Amazonia no tienen el resfrío que tenemos los occidentales por las vacunas que mantienen el «control», de modo que basta que un visitante resfriado entre en contacto para que mueran en masa, como ya ha sucedido con un par de comunidades en los territorios ocupados por el estado brasileño, de modo que parece mejor para la empresa que la red de vacunación y dependencia a los fármacos se siga extendiendo hasta los últimos confines del planeta.

Los problemas de salud, enfermedades, dolores, etc. se dan con mayor profusión en espacios de vida donde se rompe el equilibrio natural de relación entre las personas y de éstas con la naturaleza, cuestión que ya ha sido aceptado por el mercado y en todas partes se habla ahora de medicina complementaria, es decir aquella que no es de origen occidental «civilizado», sino de los indígenas y los orientales, como la acupuntura china o vietnamita. Muchos centros privados o estatales de salud están colocando áreas de atención complementaria, pues saben que algunas personas prefieren la medicina natural y las instituciones no están dispuestas a perder esa clientela, además que la mayoría de las veces les envían «desahuciados», gente que no tiene solución con los medios técnico-occidentales, así podrán decir que los medios naturales no son tan eficaces como sostienen sus defensores (la competencia). Por lo mismo muchas universidades están trabajando carreras de esa medicina no convencional, ya que prefieren integrarlas antes que desarrollen alternativas al mercado y se conviertan en parte de nuevas formas de entender y actuar el mundo de la vida.

Por otro lado el abaratamiento de costos industriales para ganar mercado en la competencia entre empresas ha llevado también a las industrias de alimentos a utilizar componentes químicos y de modificación biológica, ya que es más barato utilizar los ejemplares creados en laboratorios que los obtenidos mediante procesos naturales. Así la leche líquida en caja o bolsa es elaborada con leche en polvo que se hace mediante procedimientos industriales donde el porcentaje de lecha de vaca es cada vez menor y las vacas pronto llegarán a ser clonadas, lo que falló en Europa y dio origen a la enfermedad denominada de «vaca loca», pero que en el cerdo permite aumentar la producción, venta y consumo masivo de cecinas llenas de productos químicos, biológicos y de laboratorio que modifican la carne haciendo que comamos algo desconocido para el cuerpo, que nuevamente tiene que producir anticuerpos y rechazar ciertos alimentos mediante la aparición en nuestros cuerpos de granos e hinchazones hasta el punto de ahogarse, esto es, el surgimiento y multiplicación de nuevas alergias. De esa manera hoy en Chile, por hablar solamente de los territorios ocupados por el estado chileno teniendo en cuenta que eso va por todo el planeta, más del 50% de los niños y niñas sufren de alergia al gluten y a los lácteos. Aquí se han mezclado dos temas, por una parte el gluten (presente en muchos granos que consumimos diariamente, incluyendo el trigo) está modificado por vía transgénica, y por la otra ya no puede aceptarse el gluten natural debido a las modificaciones que ha sufrido el cuerpo. Es claro que tomando leche de laboratorio durante años, el cuerpo genera un anticuerpo tras otro, fuera de los producidos por las vacunas y otras gracias «médicas» del sistema de salud.

El mercado ha descubierto que sale más barato cultivar la tierra con semillas de laboratorio, ya que las plantas que crecen de ellas no producen semillas y así el productor debe comprarlas para cada una o dos cosechas. Anteriormente, en el cultivo tradicional, el productor tenía sus propias semillas que retiraba de parte de su plantación, con lo que a la vez mantenía a la tierra bien alimentada y llena de nutrientes, pero ahora las debe comprar una y otra vez, contribuyendo a que la población se alimente de química y de modificaciones biológicas resultantes de la modificación en laboratorios de los genes de la semilla, por lo que llevan el nombre de semillas, alimentos y productos transgénicos que presentan, por ejemplo, un tomate más grande, redondo y hasta apetitoso a la vista, pero que se madura casi de inmediato y muchas veces viene con una especie de raíz dura y fibrosa de fuerte color amarillo en el centro. Se vende más barato y la población se nutre de transgénicos, en tanto los pocos que tienen mayor poder adquisitivo compran en el nuevo mercado llamado de productos «orgánicos», cuyo precio es el doble, triple o cuádruple de aquel destinado al consumo popular. Los pesticidas y abonos químicos que matan diversidad de bichos y plagas, llegan al organismo humano por más que se laven las verduras y frutas, sin acabar con las plagas, por lo que hay que comprarlos y añadirlos a la siembra cada vez, pues la tierra ya está enferma.

Con esa alimentación tóxica, química y transgénica y con esos remedios químico-farmacéuticos, es obvio que los cuerpos se ven cada vez más afectados y el mercado de soluciones parches de los remedios aumenta alegremente, lo que se convierte en una espiral destructiva a corto, mediano y largo plazo. Y si a ello sumamos las formas químicas y biológicas de tratamiento de minerales, bosques, ríos, hidrocarburos, montañas y mares, por sólo señalar algunas de las lacras del extractivismo que mantiene la acumulación de fondos estatales por vía de la exportación de commodities, se entiende que la salud se encuentre en franco progreso de deterioro acelerado. No sólo la salud del planeta y del llamado medio ambiente, que está sumamente deteriorada, sino la salud humana, vegetal y animal.

De esa manera el tratamiento de la salud sólo puede hacerse por fuera de esas redes de control del estado y del mercado, que volverán a cerrase sobre nuestras gargantas cada vez que recurrimos a ellos, lo que lleva a acoger soluciones alternativas en varios planos.

Los problemas del individualismo y la competencia de la vida moderna, del llamado crecimiento, donde crecen solamente los empresarios y las burocracias, mientras decrecen, se deterioran y enferman los sectores populares, generan el llamado stress moderno, tensiones, presiones, angustias y expansión de la soledad, las distancias, el odio, el miedo, el aburrimiento, el cansancio y la competencia entre personas, lo que trae como consecuencias un mayor deterioro de las relaciones personales, familiares y de todo tipo. Las familias prefieren encerrarse en casa y decir a los hijos que el mundo y la sociedad están mal, que ellos están bien. El pelambre es el deporte nacional en Chile: en casa estamos bien y los demás presentan estos y otros problemas. Más se refuerza el individualismo, el odio y el miedo, es decir, las distancias entre las personas. Las soluciones son el solipsismo (sólo existo Yo, los demás son una ilusión), el hedonismo individualista (la búsqueda del placer propio, independientemente del placer o la felicidad de los demás), el utilitarismo (los demás existen para ser utilizados en mi beneficio), la competencia (debo ganar yo y deben perder los demás), el sálvese quien pueda, mientras allá arriba, en la corte del poder, planifican nuestras desgracias los malos y detrás van los buenos ofreciendo las mil maravillas que luego olvidan cuando acceden al aparato.

Esta situación de deterioro de las relaciones humanas y la ausencia de una ética práctica del compartir, traen como consecuencia la multiplicación de los problemas mentales, hijos con problemas, traumas, etc. lo que llena los consultorios de gente que deben atender los sicólogos y psiquiatras que nos llenan de pastillas que relajan el organismo y más nos atontan.

Es decir, la salud es agredida en todos los frentes y la solución de fondo pasa por cambiar las formas de relacionarnos, convivir, alimentarnos, cuidarnos y vincularnos a la madre tierra. Sin generar espacios de compartir entre vecinos en la forma de una gran familia, seguiremos viviendo encerrados y sometidos al envenenamiento diario de nuestros cuerpos y nuestras mentes. En épocas pasadas existía lo que se llamaba la gran familia de la cuadra, donde a veces se cortaba la calle, los niños jugaban allí, los jóvenes les ayudaban o apoyaban a los adultos, las madres en la olla y los varones degustaban allí mismo cara a cara con la familia, desarrollando una cultura del compartir que servía como ejemplo, referente y escuela para los menores y adolescentes. Había un micro mundo de formación afectiva, sana, algo que ya no se ve, que se ha perdido y debería ser el primer paso para modificar el entorno y avanzar hacia un contexto propio que estimule y cuide la salud física y mental de la población de ese espacio urbano.

En ese espacio barrial es posible hacer una o más huertas donde se cultiven alimentos sanos y plantas medicinales. Es posible colectar y reciclar materia orgánica para las huertas y lombricultura que produzca humus como remedio para la tierra. Colectar basura no orgánica que sirva de materia prima para artesanías y manualidades de niños y niñas. Catastrar a los enfermos y generar medios propios de atendimiento y curación recurriendo a la medicina ancestral. Higiene, nutrición, reciclaje de aguas usadas, energía alternativa, juegos no competitivos. En fin, las tareas son múltiples. De esa manera no enfocamos la salud como una profesión mercantil, sino como una vida y vocación de servicio comunitario, donde es la propia comunidad la que asegura el equilibrio y la armonía del Buen Vivir, que hace su propia salsa de tomates o mayonesas sin recurrir al mercado transgénico, sus propios jugos de frutas sin recurrir a polvos químicos ni productos industriales gasificados.

Todo ello vamos a trabajar en el Taller de Salud Comunitaria de la Universidad Libre, la Desuniversidad, que opera la teoría y la práctica de construcción de otros espacios de vida donde la salud sea primordial en sus formas de prevención y promoción en torno al desarrollo de formas de vida comunitaria.

Para estudiantes de primer año de áreas de la salud, sicología y similares, aunque puede participar quien lo desee. Una sesión semanal teórica de dos horas y práctica barrial en horarios a combinar. Estudiantes de primer año colaboran con mil pesos y los demás con dos mil pesos por sesión teórica. La práctica es gratuita y voluntaria junto a la población en el desarrollo de huertas, actividades con niños, reciclaje, plantas medicinales, nutrición, elaboración de alimentos sanos, catastro de salud barrial, etc.

Interesados en la Quinta Región comunicarse en unlibre@gmail.com

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