Mudando hacia lo otro del Mundo. La esperanza hace del fin un “fin”

Capítulo del libro “Palabras para tejernos, resistir y transformas en la época que estamos viviendo”



Mudando hacia lo otro del Mundo. La esperanza hace del fin un “fin”1

Bárbara Natalia Sierra

Introducción

La modernidad parece haber quedado fatalmente enredada
y atrapada en las redes de la economía capitalista. Crisis del
sistema financiero, crisis del sistema productivo, crisis del
Estado Nacional, crisis de las instituciones sociales, crisis
ambiental, crisis de la ética, crisis y más crisis que no pueden
ser sino la evidencia clara de que ha estallado la contradicción
articuladora de la modernidad capitalista. El desarrollo de la
civilización en su promesa de emancipación humana acabó,
hacia adelante sólo promete muerte y destrucción.
Como ya el marxismo lo pensó, la razón instrumental
compañera de fórmula de la lógica de acumulación capitalista,
ha provocado el trastrocamiento de las fuerzas productivas,
creadoras de mundo, en fuerzas destructivas. Apocalíptica
transformación que hoy nos ha colocado en el umbral desde el
cual ya podemos observar la extinción del proyecto humano,
de no ser capaces de parar este desenfreno.
Atrapados en la peor trampa civilizatoria que hemos armado,
enredados en el laberinto mercantil, dominados y sometidos
por el capital que un mal día inventamos, nosotros, humanos
demasiado humanos asistimos a la última encrucijada de nuestras
historias. Como ya muchos teóricos lo han señalado, vivimos
tiempos de desintegración cultural y social, y su consecuente
entrada en la barbarie; o peor aún, como ya se avizora, en el
definitivo salvajismo (Mires, 2005: 304)
1 Frase recogida del texto ¿En qué creen los que no creen? Diálogos entre Umberto
Eco y Carlo María Martini.
77palabras para tejernos, resistir y transformar
En estas circunstancias, caracterizadas por la inminente
amenaza del fin de lo social, el dilema, lamentablemente, ya
no se sitúa entre el Capitalismo y el Comunismo, sino entre
la catástrofe humana y una posible alternativa social, de la
cual, a diferencia de la época anterior, no hay todavía ninguna
proyección. Vivimos tiempos apocalípticos (Zizek; 2009)
en los cuales y por los cuales, aunque la necedad humana se
niegue a aceptar, el capitalismo no puede continuar, a riesgo
de que acabemos en una situación irreversible para la vida de
la especie, al menos como hasta ahora la conocemos.
El capitalismo no puede dar respuestas humanas a esta crisis
social, pues ha sido él, en su normal y efectivo desenvolvimiento,
el que ha conducido a la humanidad a este callejón sin salida.
No es su mal funcionamiento el que ha puesto en riesgo de
muerte a la cultura y al medio ambiente que la soporta; todo lo
contrario, hemos llegado a esta grave situación debido al eficaz
desarrollo del modelo de acumulación. El sistema social objetivo
produce la necesidad de la acumulación de capital. La codicia es un
comportamiento inherente a la economía capitalista, no es ni un
problema moral ni psicológico.” (Zizek; 2011)
Basta poner un poco de atención a la lógica del desarrollo
de la economía capitalista, para darnos cuenta cómo, en su
expansión, la acumulación de capital ha ido destruyendo
sistemáticamente su marco de legalidad y legitimidad. Esto
explica la autodestrucción del capitalismo en tanto que supuesta
totalidad social. La idea expuesta, en lenguaje lacaniano2, sería
la siguiente: el humanismo moderno (Imaginario) cubría la
estructura económica capitalista (Simbólico). El campo uno
era el tejido imaginario (jurídico-político) que daba un “rostro
humano” a la estructura simbólica (económica) campo dos.
Articulación que hacía suponer que la modernidad capitalista
era una identidad social absoluta, sobre la base de reprimir
2 Tomamos para esta explicación la tesis de Jacques Lacan de los tres registros
psíquicos, a saber: Lo Real, lo simbólico y lo imaginario.
78mudando hacia lo otro del mundo
el antagonismo trabajo-capital; hoy, también, capital-vida. Sin
embargo, el capital (Real) en su expansión ha carcomido el
tejido imaginario (humanismo), dejando ver la pura estructura
simbólica capitalista, carente de todo sentido humano.
Estructura que en ausencia de tejido imaginario deja ver lo
Real-capital en su contradicción fundamental, por donde su
supuesta identidad se abisma.
La desmedida búsqueda de usura y acumulación ha rebasado
los límites impuestos a la economía formal por el Estado
Nacional; ampliándose de esta forma la economía mafiosa
capitalista que desborda y violenta las regulaciones de la
democracia liberal. Situación que conduce: por un lado, al
re-surgimiento y fortalecimiento de formas económicas
criminales, como son las mafias de todo tipo de tráfico ilegal;
y, por otro lado, a la restitución de formas de gobierno de corte
autoritario e incluso fascistoide, necesarias para asegurar la
actual recomposición del capital mundial.
La democracia liberal ya no es necesaria para llevar adelante
la profundización de la colonización capitalista. La actual
reproducción del capital no necesita esconderse detrás de un
“rostro humano”, no necesita encubrir su voracidad; su cinismo
le autoriza usar, instrumentalizar o violar derechos humanos;
usar cualquier tipo de estrategias legales e ilegales en función de
su interés. Invade, destruye y reconstruye territorios según su
conveniencia; inventa guerras, expulsa pueblos, genera desastres
sociales y ecológicos sin pudor alguno. Destruye el mundo que
algún día construyó para convertirlo en un escenario de guerra,
violencia, desintegración, muerte y putrefacción. Desde hace
algún tiempo ha empezado a desmantelar las sociedades que
le vieron nacer, crecer, hipertrofiarse y desquiciarse.
No hay duda, el capitalismo ha enloquecido y en su desenfrenada
expansión va disociando, desintegrando, “llevando a la llamada
sociedad al vacío negro de la anomia.” (Mires, 2005: 298). Ha
llegado a la forma más obscena de su existencia.
79palabras para tejernos, resistir y transformar
En este contexto el peligro mayor es que el ser humano deje de
ser el sujeto de su historia y se convierta en un resto biológico
destruido,sujeto amedrentado,aislado,abandonado al movimiento
económico, del cual podría no escapar. Sin sujeto o sujetos de
la historia, la modernidad capitalista y su enferma obsesión
acumulativa conducirán a la humanidad a su destrucción. A no
ser que logremos parar esta locura suicida, el daño será irreversible.
Desatar los vínculos
No es pues todavía el momento de dejarse
emborrachar por la televisión mientras
esperamos el fin. Todavía nos queda mucho
por hacer juntos. (Martini; 2004: 30)
En este escenario, urge romper todo vínculo que ata lo humano
al capitalismo; romper el flujo de colonización por el cual lo
humano está sometido al circuito de la reproducción de capital.
Emanciparnos del coloniaje mercantil que ha reemplazado a la
sociedad por un circuito de mercados unidos gracias al poder
del capital transnacional y sus políticas autoritarias.
Desconectarse del capitalismo no es una tarea fácil, ante todo por
el estado de terror en el que se intenta encarcelar la voluntad y
libertad humana. Miedo a abandonar una historia, una civilización,
que aunque agonizante se ha impuesto como única. Miedo a salir
de esta historia sin que otra nos acoja, miedo de aproximarnos al
umbral que nos empuje hacia una otra aventura humana. Miedo
de un porvenir no dicho, de un porvenir aún no dibujado. Este es
el desafío que la humanidad enfrenta de manera apremiante, salir
de esta historia sin tierra prometida.
Perder el Miedo
El proceso de desocialización que hunde al individuo en la
soledad, sin amor (erotismo), sin alianza (socialidad), sin
80mudando hacia lo otro del mundo
discurso (política), lo condena a padecer el miedo. Sentimiento
que paraliza al espíritu en un peligroso conformismo que deja
al capitalismo avanzar hacia la catástrofe humana y ambiental.
De allí que sea urgente perder el miedo y arriesgarse a
enfrentarlo, en la perspectiva de recuperar el erotismo, la
sociedad y la política.
La primera exigencia es asumir, sin duda alguna, que el
capitalismo no puede redimirse de ninguna manera, no puede
ser la cura para sí mismo (Zizek; 2001), trampa en la que no es
posible caer de ninguna manera y por ninguna circunstancia.
No tenemos tiempo para la ingenuidad, menos para la
estupidez, de pensar que el capitalismo que ha provocado esta
catastrófica situación va a dar las soluciones para salvarnos. No
es con más capitalismo que vamos a tratar de revertir la grave
situación que hoy enfrentamos.
Perder el miedo a pensar más allá de los límites políticos,
ideológicos y éticos impuestos por el capitalismo, que dicho sea
de paso sus propios mentores no los toman en serio. Imaginar
más allá del mercado, la acumulación y la propiedad privada.
Imaginar lo inimaginable dentro de este marco civilizatorio,
ya enfermo terminal. Condición de esto es renunciar de forma
radical a las reformas, los reciclajes, los rostros humanos del
capitalismo, tan de moda hoy en América latina. Justo cuando
el capitalismo ya no necesita maquillajes.
Entender que la modernidad capitalista es una eventualidad
histórica, una más entre otros ensayos civilizatorios por donde
ha caminado la historia humana, por lo tanto transitoria y no
absoluta. Un proyecto humano ya obsoleto que nada tiene ya
para darnos, a no ser destrucción y muerte.
Rebasar el marco de veracidad
Superado el miedo hay que trascender y romper el régimen
de verdad (Foucault; 2007: 35) abierto e impuesto por la
81palabras para tejernos, resistir y transformar
modernidad capitalista, cuyo fundamento, pienso, es la ley del
valor. Régimen de verdad que, como dice el filósofo citado, no
es una ilusión, sino un conjunto de prácticas que se inscriben
en lo real, y que desde ahí configuran una realidad social
determinada.
Esta realidad social “…forma un dispositivo de saber-poder que
marca efectivamente en lo real lo inexistente (relaciones sociales
mercantilizadas)3 y lo somete en forma legítima a la división entre
lo verdadero y lo falso.” (Foucault; 2007: 37) Siguiendo esta línea
argumentativa se entiende que “…la estructura de la mercancía
y el capital, no consiste en una esfera empírica limitada, sino que
en una especie de sociotrascendental a priori, la matriz que genera
la totalidad de las relaciones sociales y políticas.” (Zizek, 2006:
93). Es de esta totalidad social, cuya forma determinante es la
economía capitalista, de la que inaplazablemente hay que salir.
Rebasar el régimen de verdad capitalista implica necesariamente
interrumpir los flujos que lo mantienen vigente. Interrumpir
el flujo de la especulación financiera, interrumpir el flujo
de la destructiva producción industrial, interrumpir el
flujo mercantil, interrumpir el flujo irracional del consumo
mercantil, interrumpir el flujo devastador del extractivismo,
interrumpir el flujo de la información dominante, interrumpir
el flujo de capital, interrumpir el flujo de la explotación del
trabajo asalariado; en otras palabras interrumpir el flujo de la
económia capitalista y todo lo que ella articula.
Hay que ir más allá del marco de los derechos burgueses; más
allá del imaginario de la democracia liberal y sus coordenadas
políticas; más allá de la moral burguesa; más allá del Estado
Nacional que, valga aclarar, ya está bastante enfermo; tan
enfermo que está siendo asistido por todo tipo de instituciones
para-burguesas y para-estatales que ayudan a hacer el trabajo
más sucio, de lo que ya se hacía. Solo para citar un ejemplo
3 Parentesís añadido por el autor, BNS.
82mudando hacia lo otro del mundo
de esta depredación en nuestro continente hay que mirar la
tragedia que ocurre en México y Colombia.
Esta inmensa tarea ética y revolucionaria pasa por romper
con el flujo simbólico que nos liga subjetiva y políticamente al
capitalismo. Solo libres del mandato simbólico y político del
capital podremos poner en paréntesis a la estructura económica
capitalista y liquidar sus relaciones de explotación y opresión.
“Esta puesta entre paréntesis no es solo epistemológica, concierne
a lo que Marx llamaba la ‘abstracción real’: la abstracción del
poder y las relaciones económicas en la realidad misma del proceso
democrático, etcétera.” (Zizek; 2001: 94)
Este es el único acto ético que lleva la resistencia hacia la
lucha. Esto es lo que hoy, más que nunca, debemos hacer.
Sabemos que no es fácil, sabemos que no se puede hacer de un
momento a otro, pero sabemos también que si no empezamos
¡ya! no quedará tiempo.
Alianza para la salida
Romper las conexiones simbólicas que encadenan a la
humanidad a la historia capitalista, condición necesaria
para liberarnos de las ataduras materiales y emprender el
éxodo definitivo, demanda de una gran voluntad. La primera
tarea es recuperarnos en nuestros vínculos políticos, es
decir, recuperarnos en nuestros comunes intereses, deseos,
expectativas. Esto exige pensar nuestro ser-juntos, pues más
allá de la disociación que ha provocado la lógica mercantil, es
más que cierto que nosotros somos juntos.
….nosotros existimos indisociables de nuestra sociedad, si
se entiende por ello no nuestras organizaciones ni nuestras
instituciones, sino nuestra asociación, la cual es mucho más
que una asociación y algo muy distinto de ella (un contrato, una
convención, un agrupamiento, un colectivo o una colección),
es una condición coexistente que nos es coesencial. (Espósito;
2007:13)
83palabras para tejernos, resistir y transformar
Esta proximidad de acción recíproca nos vincula en la necesidad
de buscar el camino de salida para abandonar esta historia que
se autodestruye. Es esta necesidad la que nos junta en nuestra
disyunción, es decir la que nos expone a unos frente a otros en
nuestra “indigencia”, así como en nuestra “potencia”, de un yo
que solo existe y puede reconocerse en los otros, con quienes
se hace nos-otros.
Solo con el cum que “nos pone los unos frente a los otros, nos
entrega los unos frente a los otros, nos arriesga los unos frente
a los otros…” (Espósito, 2007:16) es posible entregarnos a
la experiencia de la libertad. No la libertad del liberalismo,
del libre mercado, sino la libertad de salir de esa “libertad”.
Libertad de violar la libertad de la ley del valor y entrar en otro
orden de sentido. Libertad para emprender la construcción de
otro mundo.
Hazaña humana para liberarnos
Solo una forma de salir del infierno: respirando
(Hopeenhayn; 1999 :11)
Fernando Mires, citando a Taylor, dice: “…en el periodo
que hoy vivimos se puede constatar una pérdida de lo que él
llamaba ‘dimensión heroica de la vida’” (Mires; 2006: 291).
Es exactamente esa falta de épica política el problema más
complejo que enfrentamos. Hasta hace algunas décadas, aún
los sueños, las “utopías”, las ideas (ideales) fuertes dotaban de
sentido pleno nuestros actos. Por ellos estábamos dispuestos a
seguir caminando, a seguir tejiendo mundo.
Al parecer hoy no estamos solo huérfanos de mundo, sino
incluso huérfanos de deseo de mundo. La colonización
productiva-mercantil de la energía deseante ha enfermado
nuestras ganas de crear mundo, en y por el deseo. Nada parece
convocarnos, congregarnos y consagrarnos, no hay ideas,
84mudando hacia lo otro del mundo
ideales, promesas que nos llamen más allá de esta continuidad
decadente de la historia capitalista.
Es urgente entonces recuperar esa dimensión heroica de la
vida, y liberarnos de la cínica comedia mercantil; recuperar el
deseo y liberarnos del vano placer consumista.
Es preciso abandonar este mundo, alejarse más allá de sus
orillas, para poder aportarle preciosas especies exóticas y
desconocidas. En esta apertura, en este asir los extremos, en
esta exploración de los confines, reside la radicalidad de Fourier,
una radicalidad que no consiste tanto en penetrar hasta la raíz
misma de las cosas, cuanto en desarraigarse y llevarlas hasta el
extremo de lo posible. (Subirats; 1975: 13)
Abandono que será posible en tanto seamos capaces de
reconstruir el relato emancipador, que nos ubique en el tiempo
pleno, “’tiempo–ahora’, que como modelo del mesiánico resume
en una abreviatura enorme la historia de toda la humanidad.”
(Benjamin; 1973) Tiempo fuera de la historia, tiempo de la
rebelión, tiempo de la plenitud libidinal deseante y subversiva.
Abandono que será posible si somos capaces de ubicarnos
en el espacio correcto, allí donde las relaciones mercantiles
se suspenden y abren el vacío necesario para una nueva
aproximación humana, que nos posibilite “…producir realmente
otro mundo y otro tipo humano que el existente.” (Subirats; 1975:
15)
Ser en el tiempo-ahora de la promesa, es decir ser trascendente;
estar en el espacio correcto, es decir ser inmanente. Ser en
el tiempo trascendente de la promesa es estar en el lugar
correcto (inmanencia) desde donde nos proyectamos como
promesa que trasciende la continuidad de la historia. Es este
movimiento de paralaje en el cual la promesa (trascendencia)
coincide con el lugar desde el cual la vivimos (inmanencia),
lugar en el cual habita. La promesa está, es, entonces, el lugar
mismo de su enunciación, de su habitación.
85palabras para tejernos, resistir y transformar
Ser justo cuando y donde se suspende el tiempo y el espacio
de la relación dada y se abre la ausencia de la misma que es
ya deseo. Entonces, abandonar el capitalismo exige ser en
el tiempo-deseo y estar en el espacio-deseo que despierta la
posibilidad de la libertad.
En esta línea argumentativa, la primera tarea será restaurar
o desenterrar las potencialidades emancipadoras utópicas
de todas las épocas y de todos los pueblos, potencialidades y
pueblos que fueron traicionadas y olvidados en la concreción
de la civilización capitalista. (Zizek; 2006:113)
En esta tarea es necesario recuperar el lado proscrito de la
historia moderna. Las voces silenciadas y olvidadas, los pueblos
negados y oprimidos, la feminidad reprimida y sometida, las
prácticas humanas encubiertas. Parafraseando a Foucault, hay
que provocar la insurrección de los saberes sometidos, aquellos
que han estado “…sepultados, enmascarados en coherencias
funcionales o en sistematizaciones formales.” (Foucault; 1980:
128). De los saberes “…calificados como incompetentes, o,
insuficientemente elaborados: saberes ingenuos, inferiores
jerárquicamente al nivel del conocimiento o de la cientificidad
exigida.” (Foucault; 1980: 129).
Recuperar esa gran riqueza que emergió en el seno de las luchas
que los pueblos realizaron por mundos más justos. Recuperarla
y defenderla de la refuncionalización que hoy se quiere hacer
de ese saber histórico de nuestra lucha, como en el caso de
Ecuador ya está sucediendo con el Estado Plurinacional y el
Sumak Kawsay. Una vez más se quiere silenciar nuestras voces,
nuestros saberes, tratando de vaciarlos de todo su contenido
político y subversivo, con base en formalizaciones que le quitan
“…su carne y su sangre, su repercusión en el orden de la sensibilidad
y el deseo.” (Subirats; 1975: 15). Despojados de su cualidad
fundamental, los saberes pierden su anclaje en la imaginación
y fantasía que los hace pensamientos de la emancipación y la
promesa. Por esta razón no hay que permitir que se los vuelva
a inscribir en el discurso y la jerarquía del poder.
86mudando hacia lo otro del mundo
Pueblos en aislamiento, pueblos libres.
Recuperados en nuestras alianzas humanas, recuperados
en nuestros saberes, intentemos abrir un nuevo comienzo.
Un comenzar sin origen, sin verdades absolutas que nos
autoliquiden; si algo hay que aprender de la historia es que la
Verdad -con mayúsculas- es una “…especie de error que tiene para
sí misma el poder de no poder ser refutada…” (Foucault; 1980:
11) ni alterada, ni cambiada. Error que al cerrar el espacio del
azar, la imaginación y la fantasía, podría llevarnos a repetir
la trampa que, lamentablemente, hizo fracasar la apuesta del
socialismo real.
Un comienzo sin origen es posible como proyecto de pueblos
libres. Libres de ideas rígidas, libres de esquemas y fórmulas
terminadas; libres para sorprendernos, para imaginar; libres en
nuestros azares. Libres de las verdades últimas e inalterables,
de modelos sociales cosificados. Libres de mundo para poder
situarnos en el umbral del acontecimiento y apostar por un
mundo otro.
Esta sitiada cualidad de la existencia humana ha sido
secretamente guardada en el corazón de nuestros pueblos.
Pueblos cuya articulación asimétrica al capital mundial
impidió, en buena hora, la integración plena a la lógica
capitalista. Pueblos mal llamados “de la periferia”, “tercer
mundistas”, “subdesarrollados”; pueblos obligados a entrar
a la historia moderna en condiciones de exclusión funcional.
Sin embargo, pueblos que por esta misma lejanía hoy tenemos
mayor posibilidad de salir de este atolladero civilizatorio,
siempre y cuando poseamos la sabiduría necesaria para
aprovechar esta distancia, y trascender los lazos que nos
amarran al capital. Romper el vínculo que nos ata a la historia
occidental capitalista y emprender el éxodo hacia lo otro del
mundo.
87palabras para tejernos, resistir y transformar
Somos nosotros, pueblos y nacionalidades indígenas que hemos
sostenido la vida dentro de la comunidad agrario-campesina,
los que hoy más que nunca tenemos la sabiduría para soltar
las amarras que nos ligan a esta historia que se desmorona en
catástrofe humana. Sabiduría nacida en nuestro tejer mundo
al margen, en nuestro lejano caminar respecto del centro
mercantil capitalista; sabiduría aprendida en nuestras lejanas
y distintas maneras de habitar, que no son museos de historia
cultural y menos natural, como se las quiere configurar. Si que
son proyectos de vida, comunidades de vida que emergieron y
se desplegaron en la resistencia y la lucha que hemos librado
en contra de la colonización capitalista.
Nuestras tantas historias de lucha han formado las
comunidades, distintas así como alternas, donde hemos
desplegado la vida. Comunidades que se fueron haciendo de
bronca, de indignación, de deseo, de erotismo, de tristezas,
alegrías y miedos, de resistencias cotidianas, de abuelos y
abuelas, de granos de maíz, de pequeños y grandes relatos, de
sueños y ensueños, de persecución, cárcel, tortura y muerte, de
derrotas y victorias. Inmensa experiencia que nos ha permitido,
en cierta forma, desprendernos del mundo capitalista, a un
espacio que está en un más acá y un más allá de la realidad
mercantil.
Experiencia humana que a veces nos coloca en:
(…) un estadio previo a la configuración de la relación sujeto-
objeto en un espacio espeso, ambiguo, difuso y sombrío, que no
es más que una otra cara de la realidad, un reflejo lejano que,
continuamente, el mundo y su economía ocultan tras los velos
de una realidad plena e iluminada. (Garay; 2008: 1)
Formas de vida alternas que han sido negadas por la
modernidad, sitiadas por la democracia liberal, embestidas por
el capital transnacional y sus atroces demandas. Sin embargo,
ellas se han mantenido siendo la posibilidad de sobrevivir con
dignidad a la lógica salvaje de la razón capitalista.
88mudando hacia lo otro del mundo
Es en su seno donde hemos ido tejiendo nuestro ser-juntos,
nuestras proximidades y lejanías. Es en el seno de su oscuridad
donde nos hemos recogido y protegido del ojo vigilante del
panóptico. Nuestro rincón del mundo desde el cual nos
abrimos y escondemos del mundo moderno, inventando y
reinventado nuestro singular modo de habitar.
Comunidades de vida donde hemos podido producir,
reproducir y desplegar nuestra vida en “…un tipo de relación
social fundamental, material, de contenido” (Dussel; 1999:5)
Comunidades de vida tejidas en los rincones geográficos y
simbólicos más lejanos de la sociedad.
Comunidades clandestinas donde hemos podido producir y
reproducir la vida y, sin embargo, no son parte de una otra
civilización, no tienen total existencia positiva. Existen en
relación de conflicto y negociación con la sociedad capitalista,
existen la mayoría de las veces como negación de la sociedad.
Su existencia radica en su ser-resistiendo, en su deseo de
emancipación, en su promesa, en lo que aún no-es, ahí reside su
libertad. La libertad no es entonces, estar fuera de la sociedad
capitalista, sino el deseo de ese afuera.
Las comunidades de vida alterna no son una forma de vida
situada al frente de la sociedad capitalista, sino que se presentan
a distinto nivel: a) como una falla en el orden simbólico-social
del mundo capitalista, nunca dada en su positividad y b) como
posibilidad que in-siste, que busca ser en aquello que es como
promesa.
Atravesar la fantasía, atravesar el mar
Sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión.
No había nada que estuviera en pie; sólo el agua en reposo,
el mar apacible, solo y tranquilo. No había nada dotado de
existencia. (Popol Vuh)
Enfrentado y superado el miedo, recuperados en nuestras
relaciones, en nuestras confianzas, en nuestras prácticas
89palabras para tejernos, resistir y transformar
de resistencia, ya es posible comenzar a desprenderse de la
historia capitalista. Desconectarnos del capitalismo y abrir el
éxodo al más acá y más allá de la realidad, al estadio previo
al acontecimiento, a ese: “…espacio espeso, ambiguo, difuso y
sombrío, que no es más que una otra cara de la realidad, un reflejo
lejano que, continuamente, el mundo y su economía ocultan tras
los velos de una realidad plena e iluminada.” (Garay; 2008:1)
“Dar el salto dialéctico bajo el cielo despejado de la historia” (Cfr.
Benjamin, 1973:9) Justo al punto donde no-fue, punto del
aún-no, en el cual se resume y se abre la fuerza de la redención,
exigida por todas las generaciones que precedieron a la nuestra
(Cfr. Benjamin, 1973:9)
Abrirnos y entregarnos a la inmensidad del mar, el desierto o el
páramo, sumergirnos en su silencio, en su abismo, ante el cual
el pensamiento iluminista, iluminado por la luz capitalista,
retrocedió horrorizado, barrándolo, apresándolo mediante la
violenta ley del valor. (Cfr. Espósito, 2007:153)
Abrirnos al mar abierto del por-venir, abierto de abismo, del
cual venimos y al cual eternamente nos dirigimos, en tanto
que apertura del ser. Abrirnos al comienzo donde no hay
presencia, sino ausencia, desaparecimiento, dispersión y azar.
Al comienzo como: “lugar de la falta, la carencia: laguna ausente,
censura vértigo, antes que sitio, patria raíz.” (Cfr. Espósito, 2007:
175) Al comienzo, tierra extranjera, no fundada, entonces mar,
desierto, páramo.
Mar, inmensidad del eterno movimiento y la absoluta
pasividad, lugar del eterno retorno, lugar del desarraigo en
el cual perdemos la habitación, el mundo, y el dominio sobre
nuestro destino, para navegar lejos de nosotros mismos. (Cfr.
Espósito, 2007:177). Lejos de nuestras certezas ya gastadas,
lejos del mundo que ya no nos sirve, lejos de nuestros obsoletos
inventos civilizatorios.
Solamente había inmovilidad y silencio en la obscuridad, en la
noche. (Popol Vuh)
90mudando hacia lo otro del mundo
La metáfora europea del mar bien podría coincidir con la
metáfora del cielo, de la noche, de la obscuridad de los Mayas.
Las dos hablan de la heterogeneidad, misma que expresa a la
vez el absoluto movimiento y la absoluta pasividad; el absoluto
ruido y el absoluto silencio. Lugar sin orden, en el cual es
posible vagabundear en la ausencia de modelos, de fórmulas
rígidas traídas del mundo que va quedando atrás.
Navegando sin amarras
La metáfora del mar es la inmensidad que invita al
vagabundo a navegar sin brújula, a aventurar, pues será en
su propio movimiento a través del cual irá encontrando las
nuevas cartografías. No se admiten en esta travesía mundos
anticipados, menos aún terminados, mundos con dueños, con
amos, con nombre propio, pues solo a falta de esto podrá surgir
la apuesta y el nombre común. Es en el munus originario que
lo infinito de la travesía encontrara su propia finitud, la finitud
de nuestra existencia en común. (Cfr. Espósito, 2007:179)
Esta idea coincide con lo expuesto por Slavoj Zizek en
el debate que sostuvo con otros filósofos, en relación a su
interpretación sobre la metáfora del bote, con la cual finaliza
la película Children of Men de Alfonso Cuarón:
Lo que me gusta es la solución de bote. ¿Cuál es la definición
de bote?: No tiene raíces, carece de raíces, flota por ahí. Es esta
solución la que debemos aceptar, que no tenemos raíces. Para
mí éste es el significado de esta maravillosa metáfora. El bote
es la solución en el sentido que uno acepte no tener raíces,
el flotar libremente, no confiar en nada. No es el regreso a la
tierra. Renovarse significa cortar raíces. (Zizek; 2001)
Una travesía sin delante ni detrás, sin futuro ni pasado, sin
raíces que nos condenen a la repetición compulsiva de lo ya
gastado. Solo el presente, el tiempo del aquí y ahora, tiempo
91palabras para tejernos, resistir y transformar
del olvido del origen, nunca existente; libres para flotar sin
anclas que detengan nuestra partida, que es ya comienzo.
Perdidos de las verdades que cosifican el comienzo, flotando
en nuestro deseo.
“Que el mar no tenga dirección, lógica, significa que el origen se ha
sumergido en un abismo tan profundo que solo puede mostrarse en
el movimiento de su retirada.” (Espósito, 2007, 180). Abismo
donde se rompen las viejas pertenecías a un grupo, a una sangre,
a una tradición, a una identidad, a una supuesta coherencia
que ya hace tiempo dejo de aproximarnos. La travesía en
la inmensidad del mar que es en sí misma ya comienzo es
innombrable, no atrapable en un supuesto origen pleno de
sentido.
Todo comienzo es la proliferación de sucesos a través de los
cuales (gracias a los que, contra los que) se han formado la
idea de origen. (Cfr. Foucault; 1979: 13). Idea que “…pretende
remontar el tiempo para establecer una gran continuidad por
encima de la dispersión del olvido.” (Foucault; 1979: 13). La gran
continuidad de los vencedores que escriben la historia, sobre el
silenciamiento de los vencidos.
El olvido de la dispersión nos conduce a pensar y hacer la
historia como etapas de una evolución metafísica, sea esta
natural o espiritual. Una historia con un principio y un fin ya
anticipado, “una fórmula dibujada desde el comienzo” (Foucault;
1979: 13), que termina destruyendo toda capacidad humana
de imaginar e inventar en camino otras posibilidades. Fecunda
imaginación que nos evitaría la auto condena a un destino
fatal, dado supuestamente por alguna entidad supra humana,
llámese Razón o Dios, que al final no es más que un recurso
de los dominadores. La metáfora del mar o del bote lanzado
al mar sin amarras suprime todo aquello que “…se asemeje a la
evolución de una especie o al destino de un pueblo.” (Cfr.Foucault;
1979: 13)
Las actuales circunstancias catastróficas por las que atraviesa
la humanidad, nos obligan a ser radicales para atrevernos a
92mudando hacia lo otro del mundo
cortar las raíces, ese es el único acto ético-político que quizás
nos abra otra oportunidad…
No intentemos controlar la cadena de causalidad, no intentemos
controlar el acontecimiento, es necesario derrotar el miedo que
nos lleva a querer controlar nuestro propio caminar, en base a
auto imponernos una verdad, la Verdad que, de tan absoluta,
termina por coartar la libertad. Hay que aceptar que: “en la raíz
de lo que conocemos y de lo que somos no está en absoluto la verdad
ni el ser, sino la exterioridad del accidente.” (Foucault; 1979: 13)
La travesía sin amarras, curiosamente no funda, sino remueve
lo que se percibe como inmóvil, absoluto y eterno. Fragmenta
lo que se pensaba unido y abre la posibilidad de lo plural, de
lo heterogéneo que dice que no hay continuidad, que no hay
destino, que no hay civilización eterna, que no hay pensamiento
ni realidad conforme consigo mismo, que no existe la eternidad
del capital. Que nuestra infinitud está en sabernos finitos,
que nuestra seguridad está en sabernos frágiles, que nuestras
certezas están en nuestra azarosa existencia, que nuestro
destino está en nuestro deseo de ir construyéndolo.
Un punto vacío en la oscuridad
La medusa no puede aterrorizarnos porque el “abismo” es solo
el infinito cum de nuestra finitud (Cfr. Espósito, 2007, 155)
Navegar sin amarras, siendo indigentes arrojados a la
inmensidad de las aguas y la inmensidad del cielo, ahí, solo
ahí el nomos4 prescripción escondida en el destino sin destino
del ser, es capaz de sustentarnos y vincularnos en esta travesía.
Munus que es en la ley lo que está más allá de ella, de su
dimensión racional. El don más esencial que el establecimiento
de la ley, acompañamiento que encierra el movimiento de dar,
4 Ley, no jurídica, que descansa en los avatares humanos, en su historia y si-
tuaciones vitales concretas y contingentes. Prescripción que nos aproxima en
nuestras lejanías, nos hace ser-junto, en nuestro hacer-común.
93palabras para tejernos, resistir y transformar
recibir y devolver. Vínculo donde encontramos la verdad; no
verdad de nuestro ser en el mundo, nuestra habitación, nuestra
estancia primigenia que nos saca de la orfandad, otorgándonos
la experiencia de lo estable. Experiencia de destino, que no
es otra cosa que la donación de sentido entre los que son
vinculados por el munus y hacen comunidad cum-munus.
Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y
Gucumatz, en la obscuridad, en la noche, y hablaron entre sí
Tepeu y Gucumatz. Hablaron, pues, consultando entre sí y
meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su
pensamiento. (Popol Vuh)
El don es primigeniamente un coloquio, la dimensión de
la palabra y la escucha, dimensión del discurso que es una
manera de sublimar la guerra. Coloquio, discurso, que ha sido
clausurado en el individuo monológicamente constituido
por el capitalismo. Proceso que nos ha regresado al estado de
guerra no sublimada, por la cual el ser humano del siglo XXI
se está autodestruyendo.
El don da cuenta de los intercambios que vehiculizan de otra
manera la guerra, es otra manera de matar, por ejemplo el
Indio Tlingit dice “matar la propiedad”, haciendo de ella un don
o destruyéndola” (Karsenti; 2009: 41). No afirmarla haciendo
de ella un valor de intercambio mercantil posible en su
privatización y acumulación.
El don expresa una “guerra de propiedad”, expresión: “… no de
una búsqueda guiada por el interés u orientada hacia la ganancia,
ya que se trata menos de acumular riquezas que de gastarlas –
gastarlas, precisamente, dándolas, y a veces, de manera más
radical destruyéndolas públicamente.” (Karsenti; 2009: 41) Una
rivalidad que no desune, sino que une, que perpetúa el vínculo
social. Una rivalidad que abre la verdad, “…pues ésta solo se
encuentra allí donde los hombres no se consideran aisladamente:
94mudando hacia lo otro del mundo
ella (…) tiene cabida solo pasando de uno a otro.” (Espósito, 2007,
195). De aquí que, la comunidad sea la verdad de la existencia
humana, en tanto la existencia es común desde su nacimiento,
ella se hace solo en el pasaje de uno a otro, en el intercambio,
en el don.
Así, este cum munus, este con, que es acompañamiento, vínculo,
soporte, perdido en el individualismo narcisista del capitalismo,
es el brillo de la oscuridad, la luz del abismo. La luz del ser de
la comunidad, en tanto la comunidad es el: “ser ahí mismo en
su constitución singularmente plural” (Cfr. Espósito, 2007, 155)
Es así: “La comunidad que no pertenece a nuestro pasado ni a
nuestro futuro, sino a lo que ahora somos” (Cfr. Espósito, 2007,
155), lo que va a asegurar que no naufraguemos en el inmenso
mar que estamos obligados a atravesar, en la perspectiva de
construir el otro mundo posible. Otro mundo que ya siempre
es el mundo que compartimos entre nosotros, mundo que es al
mismo tiempo nuestro nacimiento y nuestro por-venir.
La comunidad es la experiencia del no saber y el no saber
solo puede ser saber del otro (Cfr. Espósito, 2007, 193) con
el cual nos acompañamos, nos-otros. El otro al cual no es
posible conocerlo, atraparlo, negarlo en el conocimiento. En
este sentido el no saber del saber del otro mantiene abierta la
apertura, la desgarradura que somos y en la que es posible el
don, el munus.
Es la experiencia interior y exterior de la herida en y de
nuestra existencia, el encuentro que nos depara esta travesía.
Ahí sabremos si somos capaces de aceptar esa herida, aceptar
esta contrahecha existencia humana, o volver a caer en el gran
engaño de la astucia de la razón. Ahí sabremos con qué tipo
de vida pretendemos comprometernos.
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