Un grupo de 82 personas, la mayoría jóvenes estadunidenses, burlaron la seguridad desplegada en torno al Centro de Convenciones y lograron apostarse justo frente a la sede de la quinta reunión ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Casi tres horas después de tomar ese tramo de la avenida Kukulkán, esos manifestantes fueron trasladados en dos autobuses al lugar en el que pernoctan, ubicado a unos nueve kilómetros de donde se realiza la cumbre de Comercio, no sin antes ser advertidos por la Secretaría de Gobernación que si participaban en otra acción similar serían expulsados inmediatamente del país.
La estrategia que siguieron para traspasar los retenes policiacos y engañar a todas las corporaciones destacadas en la zona hotelera de esta ciudad fue muy sencilla: se vistieron con atuendo de playa, con gogles, toallas, sandalias, trajes de baño y otros artículos, y caminaron el trayecto que separa la sede de la reunión de la OMC del estadio de beisbol Beto Avila.
La acción que puso de cabeza por más de una hora a funcionarios del gobierno federal y a los jefes de las policías local, federal y al propio Estado Mayor Presidencial, comenzó en punto de las 18:45 horas cuando un grupo de 10 jóvenes -dos de ellas mexicanas, una de origen italiano y el resto estadunidenses- se sentaron en los carriles centrales de la avenida Kukulkán, enlazaron sus manos y empezaron a gritar: ¡Sí a la vida, no a la OMC!
Minutos después empezaron a sumarse otros para completar el grupo de poco más de 80 personas. Al mismo tiempo llegaron funcionarios de la cancillería mexicana para intentar convencer a los jóvenes de retirarse. La encargada de atención de las organizaciones civiles de la cancillería, Melba Pría, les pidió infructuosamente que se retiraran del lugar, con el argumento de que obstruían el tránsito vehicular.
Los manifestantes aprovecharon para alzar la voz con cantos y consigas acompañadas de sonidos de percusiones. Los mensajes iban en inglés y español, y repitieron, siempre tomados de la mano, ¡todos somos Lee!, ¡todos somos libres!, ¡Zapata vive!, ¡la lucha sigue! y también: ¡no queremos, no nos da la gana ser una colonia norteamericana!
Para entonces ya se había formado una enorme hilera de automóviles que quedaron atrapados por la protesta, mientras que decenas de elementos del Estado Mayor Presidencial no daban crédito al engaño del que habían sido objeto por los “bañistas” que unos minutos antes habían pasado frente a sus caras, en operación hormiga, en grupos de tres o cuatro y hablando inglés.
Los gritos subían de tono y, sin reserva, los más jóvenes no ocultaban sus rostros y tampoco su identidad. Señalaron que no tenían ningún miedo a ser golpeados por la policía y menos ser expulsados del país. Sacaron una manta con el mensaje: “Cosecha tu soberanía”. Algunos dijeron pertenecer a la organización Queernation y al Rain Forest Action Network.