19-08-2014
Reconstruirnos desde el poder del pueblo
Dairo Ruiz
Rebelión
En Colombia la guerra contra el pueblo ha sido siempre una constante y criminal agresión, ésta se cierne hoy más sobre las fuerzas de la paz que avanzan en el continente, y como resultado de la acción popular creciente de los pueblos, sus luchas y proyectos soberanos que se irán profundizando en el tiempo, y hasta expulsar como se merecen, a los yanquis de la región.
Hoy contra la paz que se “perfila” en Colombia, “el imperio contraataca”, y como siempre hipócrita y mentiroso reorganiza sus “fichas” criminales para “justificar” e imponer la paz del capital, y continuar la guerra contra-revolucionaria.
Es evidente que las mayorías colombianas anhelan la reconciliación y la paz con justicia social, que no les interesa profundizar la guerra fratricida originada en la desigualdad y el terror de Estado e Imperio, pero no a cambio de olvidar, encubrir o mitificar la verdad histórica, o hacer pasar el terrorismo de Estado, la miseria y el despojo, como que ya no son, o hacerlos parecer como lo que no fueron.
La pobreza, el desplazamiento, la desaparición forzada, y la muerte de millones de colombian@s, tienen unos responsables esenciales; lo son el Estado, sus fuerzas oscuras y el imperialismo Norteamericano que han llevado y siguen llevando a Colombia y al mundo, más miseria, muerte y destrucción.
En el clamor popular por la paz, el pueblo necesita la paz, quiere la paz, construye su paz, y hace el mejor esfuerzo para lograrla, pero sin claudicar en los objetivos esenciales, que seguirán siendo la fraternidad y la justicia para todo un pueblo.
La paz con dignidad para el pueblo colombiano debe ser de soberanía e independencia, y a los EE.UU, el país más guerrerista del mundo, no le interesa, hoy replantea con sus viejos y renovados sirvientes capitalistas, militares y para-militares, un acuerdo de paz del tamaño de sus intereses geo-políticos, y para que la paz de las mayorías no prospere.
Les importa que “la paz descanse”, y dar “un golpe de gracia”, para reposicionarse sub-regionalmente.
Así, los gringos han hecho de Colombia un enclave militar para agredir a la Venezuela Bolivariana, a Ecuador y Bolivia, - entre otros-; sus “alfiles”, Santos-Uribe, muy serviles y obedientes, recomponen el sistema, nombran nuevos ministr@s “postconflictuari@s”, para seguir discutiendo sus “acuerdos de guerra con el imperio”, y combatir a sangre y fuego, las propuestas de paz emanadas de la insurgencia popular, quienes persisten con gran generosidad, en mantener viva la búsqueda de paz.
Los Uribe-Santos, Lleras, Pastrana, Gaviria, Naranjos, Mora Rangel - entre otr@s-, con el narco-generalato, la “godarria”, el latifundismo, los medios de comunicación del poder, las multinacionales o la gran oligarquía subalterna con su delincuencia de Frack, no podrán impedir la paz de un pueblo que trabaja incansablemente por la liberación nacional, por la justicia popular, y hacia un proyecto nacional propio, con un nuevo poder, pero por fuera del imperialismo económico, contra la dominación, y por un socialismo NuestroAmericano.
La Colombia de hoy, es edificada con un proyecto de liberación total, solo el pueblo y una acción política unitaria, organizada y movilizada, tendrá en el mediano plazo la posibilidad de regir los destinos de la patria de Bolívar y de Camilo Torres R.
Es necesario en Colombia, un gobierno del pueblo y para el pueblo, que contribuya de manera decisiva al fortalecimiento de la paz del mundo, como al afianzamiento del ya importante polo de independencia continental, para la integración de poderes populares y alianzas “con fuerzas productivas sociales”, y anticapitalistas, que amplíen la conciencia y la solidaridad a escala internacional.
Efectivamente, no dejaremos morir el sueño de la paz y de la libertad, hay que pasar de la resistencia a la operación contra la guerra y el neoliberalismo, como contra la piratería de los intereses capitalistas, sus paces y tratados de libre comercio.
El pueblo colombiano desde sus dignas luchas, tiene clara la exigencia de democracia, paz y bienestar, y amplía la conciencia del valor de la unidad, de sus culturas, lenguas, religiones; crecen sus formas de articulación, para la defensa y apropiación de nuestros territorios y recursos naturales, para reconstruirnos desde la base de un sistema político propio, con nuestras propias riquezas, y desde el poder popular.