Rechazar las bombas, el golpe del 11 y los gobiernos
Medidas positivas, constructivas y desobediencia pacífica.
Por Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
Estamos ad portas de un nuevo aniversario del golpe militar, por lo que muchos grupos de militantes y jóvenes de diferentes corrientes saldrán a expresar de diferentes maneras su rechazo a la asonada militar anti-democrática. Los gobiernos civiles han continuado la línea vertical y autoritaria instalada por los uniformados con un disfraz de democracia que no ha conseguido ocultar la cola del diablo. Los militares se retiraron dejando una lacra formada por los partidos políticos que se disputan y comparten los beneficios del poder. Fue un enroque, la torre para acá y el rey para allá, cambios para salvar una situación y seguir lanzando caballos y alfiles contra los peones. Los gobernantes se despojaron de los fusiles y los yataganes para sustituirlos por retórica, mentiras y promesas, lo que llenó el alma de muchos chilenos de ilusiones y falsas esperanzas que hasta ahora han resultado huecas.
Todos los chilenos estamos así, del asesinato y del miedo pasamos a la palabrería huera y la fantasía que adormece las sensibilidades, tanto los partidarios de los militares como los seguidores de los partidos, que hoy día estamos todos hermanados en la orfandad y la incertidumbre. De seguidores de unos o de otros, pasamos todos a ser perseguidos por la precariedad del trabajo, la miseria de las pensiones, la mala educación, la pésima salud, en fin, para qué diagnosticar lo que siente el bolsillo, el cuerpo y el corazón de cada uno de los que vivimos la constante batalla de cuidar a la familia y en especial a los hijos, que no se merecen este entorno y que nos llaman a salir del marasmo y dejar de proponer o pedir soluciones a la pared, para pasar a otra fase, una fase de abrir puertas y ventanas para que corra la brisa suave de la amistad y el compartir con los vecinos para instalar en el barrio lo que nos niegan, es decir, la democracia, el sustento y la paz.
Basta ya de agarrarnos abajo, en el mundo de la vida, los unos contra los otros, en nombre de quienes allá arriba se reparten la torta, cada uno justificando los mordiscos a la conciencia y al bolsillo de los chilenos que cuando vamos a votar, parece que estamos seleccionando gladiadores que irán a matarse en el parlamento u ocuparán la presidencia para que los adversarios le caigan encima como manga de langostas furiosas. A Piñera le cayeron encima los del otro bando, a Bachelet le caen encima los otros. Los partidos son como el perro del hortelano, no comen ni dejan comer. Es hora que los saquemos de ahí, pero no como salieron los militares dejando a la tropa de oportunistas a cargo de la bolsa de gatos en que han transformando el mundo de la vida y menos para que vuelvan los militares, que se supone cuidan la paz y la democracia, y tampoco para que vengan los «revolucionarios» que luego entregan el poder al estalinismo como hicieron en Cuba, donde la rebeldía de los barbudos libertarios fue traicionada por la necesidad de quebrar la ofensiva norteamericana que sólo consiguió entregar el proceso cubano a los soviéticos del capitalismo de estado.
Para este aniversario del golpe proponemos acciones pacíficas de desobediencia civil, tales como no asistir a los centros de trabajo o estudio, no hacer compras ni pagar cuentas. no tomar locomoción, hacer paseos en bicicleta en grupo por la Alameda, detenerse frente a La Moneda y estirar el brazo apuntando con el dedo en forma acusatoria, así como tras de inventiva popular, que demuestren la voluntad ciudadano de vivir en paz y en democracia.
Ni izquierda ni derecha, ni capitalismo ni socialismo, lo que se necesita es la democracia y la paz, pero eso no podemos llevarlo nuevamente a modos de representación de partidos, que ya sabemos como termina (y como nos tienen) Ni UDI, ni fascismo, ni derecha, ni capitalismo, ni izquierda ni socialismo ni PC. Ningún partido debe representar más a la población, esa será la mejor sanción si somos capaces de unirnos, pero no unidad de dirigentes, sino unidad de vida, unidad de comunidad, unidad de vecinos, rescatando la soberanía popular en las propias manos del soberano, la población, la gente, en cada barrio y localidad y desde allí desarrollar un protagonismo que deje atrás el ciclo de los partidos y comience el ciclo de la gente en territorios de paz y comunidad, donde todos podamos buscar la felicidad y no más que los jefes la busquen por nosotros.
Ante la dependencia de los partidos, proponemos la libertad de expresión ciudadana entre vecinos actuando juntos para recobrar los lazos naturales de la vida, lo que implica una nueva mirada civilizatoria, que supere la noche (con todo cariño a la noche) de la división entre seres humanos y naturales y abra paso al buen vivir del afecto compartido.
Ante la lucha por el poder, de pugnas por acceder a los cargos estatales de presidencia y parlamento, proponemos el control de los municipios desde las comunidades de los barrios, levantando candidatos a concejales y alcaldes independientes electos de entre los propios vecinos, que respondan a ellos y se distancien radicalmente de los bloques y alianzas de partidos.
Que desde ahora se levanten alternativas vecinales independientes a trabajar al menos en dos o tres comunas por incorporar un concejal barrial en su municipio e ir demostrando que el cambio es posible desde abajo, para que en la siguiente elección ese concejal vaya de candidato a alcalde y se levante el concejal territorial, es decir uno representando a los vecinos de uno o más barrios próximos, así se podrá llevar una cantidad que permita el control total de la municipalidad por parte de los vecinos. Ello implica que otras comunas por su vez inicien el ciclo de democracia local sumándose a levantar también su primer concejal que permitirá hacer el mismo o parecido camino. Esto sin participar en las elecciones presidenciales ni parlamentarias, para vaciarlas y dejar que se peleen entre ellos mientras avanza la unidad por abajo, lejos de los que nos dividen.
Así la expansión municipal de la democracia comunitaria en diferentes regiones permitirá definir los siguientes pasos hacia la democratización total del funcionamiento de los territorios controlados por la nación o la unidad plurinacional de los pueblos.
Eso implica al vaciamiento de los partidos, no votar por sus candidatos ni apoyar sus «luchas», así como una nueva concepción de seguridad nacional y defensa del territorio para las fuerzas armadas asentada en la defensa de la democracia comunitaria. Lo contrario que está haciendo Maduro en Venezuela, de dar más poder a los militares junto a los partidos para invitarlos al reparto de la torta. La democracia comunitaria también necesita el desarrollo de una producción diversificada y un proceso de acumulación para contar con fondos centralizados, sólo que ese proceso no puede ser en base a la destrucción de la madre tierra, por lo que habrá que apoyarse en los recursos propios y su orientación hacia una economía sustentable entrelazada con la expansión de la economía de sustento familiar y comunitario.
Para iniciar este proceso e intercambiar ideas, hemos formado el grupo Democracia Comunitaria, que puede ver en https://www.facebook.com/groups/1517668955138135/?fref=ts
Súmese a las acciones pacifistas del 11: https://www.facebook.com/events/349680015207538/?fref=ts
Más informaciones en http://clajadep.lahaine.org