Nota de Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J):
Durante mi exilio en panamá tuve la alegría de conocer, leer y escuchar a algunos notables panameños que me ayudaron a ampliar la mirada, comprensión y cariño a esa tierra y gente que llevo clavadas en mi corazón, entre otros recuerdo a Ricaurte Soler, Marcos Gandásegui y Juanito Jované. En esa tierra fértil, Abya Yala, no es extraño que broten semillas y flores de gran identificación con el carácter telúrico de esa nación o plurinación destinada a jugar un papel importante en la emancipación de nuestro continente, como Ana Elena, que ha dedicado sus esfuerzos a construir junto a muchos otros un espacio de reflexión y propuesta que es el Movimiento Ciudadano por la Identidad Panameña, que sería interesante para otros lugares y territorios conocer más, ya que trae mucha riqueza para el aprendizaje común.
Reflexiones canaleras
a los 100 años del Canal de Panamá
Por: Ana Elena Porras
En ocasión de conmemorar el primer centenario del Canal recordé la indignación que me causó la opinión de un respetable panameño, cuando se refería al Canal de Panamá como “el Canal que ningún panameño construyó”, opinión que muchos repiten en actitud de autoflagelación y negación de la propia historia y valía. Hoy, intentaré deconstruir esta narrativa de la identidad negativa de Panamá, como mi homenaje personal al Canal de los panameños. Porque se hace urgente, hoy más que nunca, rescatar a Panamá y a los panameños de la categoría de fantasmas por la invisibilidad en la que habitamos la Historia del Canal.
En la lectura de los innumerables programas televisados y textos publicados en los medios, observo que predominan las narrativas de siempre sobre la historia del Canal, donde la identidad panameña permanece a la sombra del olvido en la memoria histórica del Canal, para apenas hacerse notoria a partir del 9 de Enero de 1964. Si bien es cierto que los panameños hemos ya nacionalizado la administración del Canal, la memoria histórica de esta empresa panameña sigue colonizada, replicando historias de la supremacía tecnológica, científica y militar de los EEUU, e invisibilizando, incluso negando, la participación de los panameños en la construcción del Canal, porque no reconoce a la República de Panamá, ni a la nación panameña, su inversión y sacrificios históricos en beneficio de la construcción del Canal. En suma, aspiro a que, por un ejercicio historiográfico descolonizado, se entienda y reconozca ¡que los panameños también construimos el Canal! Superemos de una vez por todas esas historias oficiales del centenario del Canal que replican este vacío tremendo, o zanja histórica, para utilizar lenguaje canalero.
La narrativa historiográfica tradicional del Canal, generalmente dominada por la mirada de autores estadounidenses, que reproducimos una y otra vez, está enmarcada en la filosofía del progreso entendido como ciencia, tecnología e ingeniería; como el triunfo de la civilización sobre la naturaleza. Esta sigue siendo, 100 años más tarde, sorprendentemente, la narrativa histórica oficial del Canal en el Panamá de 2014. Nuevamente, se repite el culto a los ingenieros y médicos de los Estados Unidos de América, con una cuota obligada de reconocimiento a los ingenieros franceses que los antecedieron. Sin negar el valor que tuvieron, ya es tiempo de reconocer y explicar el aporte de la República de Panamá y de la nación panameña en la construcción de este Canal. Porque la perspectiva de esta tradición historiográfica, no obstante sus logros, es etnocentrista y “desde afuera”.
Se hace necesario, además, un estudio histórico con una perspectiva económica y política, “desde adentro”, es decir, desde Panamá, para descubrir y rescatar el protagonismo de Panamá y los panameños en la construcción del Canal. Desde esta perspectiva observaremos que el Canal nació también gracias a la República de Panamá y no sólo la República del Canal como dicen titulares en los periódicos locales y que, en consecuencia, Panamá, como Estado nacional, también construyó el Canal, con sus recursos económicos más importantes (principalmente políticos, económicos, territoriales e hídricos) asignados a este mega proyecto. No olvidemos las toneladas de agua dulce del Chagres que se asignan al funcionamiento diario del Canal desde hace 100 años, compitiendo con el consumo y crecimiento de la ciudad de Panamá; el secuestro de los puertos terminales más importantes para la economía comercial de Panamá en la zona de tránsito, bajo el argumento de la seguridad del Canal; la imposición de un enclave colonial en la Zona del Canal que no solo sustrajo ingresos al Estado nacional por no pagar impuestos, sino por competir deslealmente con el comercio local y forcejear con asimetría de poder contra la soberanía del nuevo Estado panameño. En efecto, la intervención en los asuntos internos del Estado de Panamá (desarme de la policía panameña, ocupación de tierras para la defensa del Canal, intervenciones militares en el territorio nacional, etc.) fueron una fuerza asfixiante e inhibidora para la consolidación y modernización del Estado nacional de Panamá, posteriormente al pacto de 1903, cuando el Tratado Hay-Bunau Varilla debía servir de garante del Canal por Panamá y de la nueva República. Estos aportes de Panamá y los panameños, cuyos costos económicos son enormes y los políticos son inconmensurables, merecen ser reconocidos, explicados, medidos y puestos en valor, desde la mirada del siglo XXI, a la hora de contar la historia del Canal de Panamá en su primer centenario. Porque recopilar y repetir los estudios tradicionales de esta historia, si bien nos permite recordarlos y conocerlos mejor, también equivale a difundir, sin crítica ni autonomía intelectual, la misma vieja historia contada por otros, y repetida por nosotros mismos, ad infinitum, manteniendo viva la colonización de nuestra memoria histórica, cuando ya el Canal y el país se ufanan por su descolonización.
Desde una perspectiva descolonizadora de la memoria del Canal, habría que rescatar también el Canal que soñaron los panameños a fines del siglo XIX, cuando recibieron con júbilo a Ferdinand de Lesseps y, en 1903, cuando crearon la República a la medida del Canal. Caracterizar y dar valor a la cultura de la interoceanidad que la sociedad panameña de la zona de tránsito construyó, desde la historia colonial de Panamá, con sus valores hacia el cosmopolitismo, modernidad, tolerancia, diversidad y la negociación frente a las enormes migraciones de trabajadores y el enclave colonial. Si entendemos todos estos procesos históricos y culturales de Panamá y los panameños, en relación con la historia del Canal, concluiremos sin dificultad que el Canal también lo construimos los panameños, desde antes de su construcción, con nuestros sueños y pesadillas, nuestros recursos económicos y políticos, con nuestra República, nuestros pueblos y con nuestra cultura de la interoceanidad, que le dieron al Canal viabilidad geográfica, económica, política y cultural, y garantizar su sostenibilidad en el tiempo.
Descolonicemos nuestra memoria histórica y ejerzamos autonomía intelectual en la historia del Canal, reconociendo que los panameños soñamos, invertimos, padecimos y, finalmente, conquistamos el Canal de Panamá.