Chile: El ejemplo del general Prats

La historia del ejército y las distintas fuerzas armadas del estado de Chile está llena de figuras prominentes y otras no tanto, muchas de ellas apenas aferradas al arte y deseo de matar, o a la defensa de los intereses de los poderosos, a la defensa de sus propios intereses, como también a la defensa de una ideología o un partido, o de la democracia y la institucionalidad, y aún los intereses de los desposeidos



El ejemplo del general Prats

Por Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)

La historia del ejército y las distintas fuerzas armadas del estado de Chile está llena de figuras prominentes y otras no tanto, muchas de ellas apenas aferradas al arte y deseo de matar, o a la defensa de los intereses de los poderosos, a la defensa de sus propios intereses, como también a la defensa de una ideología o un partido, o de la democracia y la institucionalidad, y aún los intereses de los desposeidos. De todo hay en la viña del señor, como en todas partes, ya que efectivamente en todas partes hay, tanto en la historia como en la actualidad, todos esos matices, por llamarlo así. Las instituciones mantienen una imagen y cohesión formal, pero dentro de cada una de ellas subyacen estas categoría o sustratos valóricos y prácticos, como en los bomberos, los masones, las iglesias, los partidos, los jueces y etc. Así hemos visto en diferentes países altos oficiales vinculados al tráfico de drogas, de mujeres, o también grupos o personas individuales formando parte de gangues, bandas y organización delictuales como asaltantes de gasolineras o aún tráfico de influencias y corrupción. Podrá usted imaginar como corren estos ríos al interior de los aparatos secretos de inteligencia de cada país. Los rambos hacen nata, como aquel que se parapetó tras un pequeño muro a matar estudiantes.

También han habido historias notables como los marinos constitucionalistas que fueron torturados por defender la legalidad del gobierno instituido contra el golpe militar de Pinochet y compañía, y el general Schneider, Prats y tantos otros que defendieron lo que habían jurado, el gobierno y la constitución, y murieron por ello.

El general Prats tenía además de la vocación institucional, una rara vocación de paz, ya que fue el encargado de conversar con la Democracia Cristiana, no encontrando más que exigencias, e insistía en y desde el gabinete UP-Generales en la paz social. En aquella época, el predominio obviamente no estaba en el campo social, de la gente, sino en la conducción, esto es, los partidos que expresaban los diferentes intereses en pugna, que en ese período no eran meros partidos burocráticos, salvo los que defendían intereses del capitalismo, liberal, neoliberal y de estado. Los partidos de la nueva base social, tradicionalmente excluida de los beneficios del estado de bienestar, expresaban, como el MIR, importantes sectores del PS, del MAPU y la IC, los intereses reales de esa enorme población marginada, cuyas exigencias y necesidades no eran reconocidas por la estrecha institucionalidad, que obviamente debía abrirse ampliando la democracia y no cerrándola, como era la propuesta de la derecha, los empresarios, sectores golpistas de las FFAA, la DC, el PC, algunos directivos del PS y el PR. De esa manera, en el fondo se trataba de una pugna de la democracia Vs. la democracia formal, que ante el avance sorprendente de los de abajo y la intransigencia de los de arriba, dejó al general Prats la disyuntiva de ofrecer a la DC que no pasaran al gobierno el papel de enfrentar a las dinámicas que ellos llamaban de extremistas, sino que ese rol quedara exclusivamente en las FFAA, a lo que la DC, ya a esta altura dirigida por el golpismo de Frei y ya sabía los entretelones del golpe, rechazó, dejando desarmado a Prats.

En el fondo Prats entendía que lo social y lo democrático eran una cosa y las tareas de orden público eran otras, por eso sostengo que tenía una rara, poco común, vocación pacifista. Las consignas del PS de Avanzar sin transar y la consigna del MIR de evitar o ganar la guerra civil, ninguna de las dos eran consignas de guerra como pretendían los golpistas militares y de la DC, muy por el contrario, eran un llamado al despliegue social de la democracia por abajo y la autodefensa contra el golpismo. Esas dos consignas expresaban lo social y lo democrático de la época, que si no hubiese el golpismo, se habría podido avanzar sin fracturas, lo que sólo puede ser considerado idealismo si se toma en cuenta que el golpismo era una decisión de antes de asumir Allende, o sea, los golpistas estaban decididos desde antes del avance popular desde abajo que usaron posteriormente como pretexto para desatar el genocidio, su meta no era contener la lucha social, sino simplemente, lisa y llanamente derribar el gobierno reformista de la UP. La vocación de paz de Prats encontró el muro, el engaño y la traición del golpismo. Prats nunca se sumó al conglomerado de partidos de la UP. nunca procuró la vía que posteriormente siguió Chávez en Venezuela. Él estaba claro que los mecanismos democráticos eran el marco de la institucionalidad vigente.

Cómo interpretar y seguir el ejemplo profundo del general Prats en la época actual?

Hoy día los partidos van de mal en peor, cualquiera que llegue a la presidencia se envuelve con los actuales modos del funcionamiento del capital extractivista en un proceso de acumulación que asegura en primer lugar los beneficios de la alianza estado-empresarios, en segundo lugar un sector de la sociedad que sirve de base electoral y de cohesión en esa institucionalidad bastante poco democrática a la cual se hacen llegar algunos beneficios en forma «clientelar», en tanto la mayoría de la población ya no quiere votar, pues muchos han perdido la esperanza de que por allí se consiga un cambio, un mejoramiento de la situación de las familias y están poco dispuestas a sumarse a los llamados vanguardistas a «la lucha».

Hoy día la democracia es puramente formal y hace falta rescatarla y potenciarla desde abajo, ya que cualquiera que sea el gobierno, sigue aumentando la delincuencia, la drogadicción, la precariedad del trabajo, la homofobia, el machismo, la mala educación, la mala salud, el odio, el miedo, la competencia de unos contra otros y de todos contra todos, los transgénicos que envenenan el cuerpo, la violencia doméstica, en los colegios y en las calles, etc. Pareciera que las instituciones, especialmente los partidos y los militares de alto rango, requieren de eso para endurecer la mano y evitar el despliegue de los de abajo en forma pacífica. Pareciera que endurecen para provocar actos desesperados de violencia juvenil para justificar el permanente estado de control antisocial y sacarnos de una vocación de paz diferente de la paz de los sepulcros. La nuestra es una vocación de paz por la democracia y no por la guerra ni la toma del poder, sino el cambio de los modos de vivir y la instalación de formas democráticas y comunitarias en los barrios, localidades y comunas donde la gente pueda vivir en paz desarrollando el buen vivir comunitario, lo que ya que no lo hacen por arriba, más bien nos sacan la leche, tendremos que hacerlo por abajo en cada lugar o hábitat humano donde podamos retomar contacto armonioso con la madre tierra y extraer de ella los alimentos sanos que necesitamos, ya que el mercado está lleno de transgénicos, venenos, carne podrida y enfermedades, lo que nos lleva a instalar nuestro propio mercado por abajo, que rescate tradiciones de la tierra y del afecto del compartir la cotidianidad.

Ya pasó la época del socialismo, un proceso de acumulación capitalista desde el estado, que reproduce los comportamientos individualistas y de competencia. Ya estamos en la época del cambio civilizatorio. Que todos pueden ver en diferentes países en algunos casos con izquierdistas que quieren ponerse de vanguardias con la carreta delante de los bueyess, pero en otros casos simplemente como comunidades que defienden su derecho a la vida y el ambiente.

Las experiencias locales de gente saliendo del encierro individualista a compartir la vida con los vecinos, son el germen de la democracia comunitaria y de la paz, que permitirá algún día terminar con las escuelas de la muerte de las fuerzas militares de derecha, de izquierda o institucionales, ya que la comunidad se cuida a si misma. A eso queremos llegar desde abajo, desde los corazones, en forma pacífica y afectiva, lo que retira el sentido represivo de toda la institucionalidad vigente, pues si bien no seguimos las reglas del juego de las ovejas mansas de la democracia formal, tampoco seguimos los caminos de la ilegalidad, sino que la comunidad va forjando sus propias reglas de convivencia sin estar atados a un centro que es el premio de la disputa entre izquierdistas, derechistas, empresarios y altos mandos militares. No estamos ni estaremos en esa disputa, peléense entre ustedes y los que quieran, que nosotros de allí nos retiramos y nos vamos a vivir, a crear espacios de vida compartida donde los niños crezcan con vocación democrática y de paz.

Sin duda el general Prats, hubiese apoyado esta forma de vivir y hacer democracia. Por eso lo saludamos con cariño y respeto en este día.

Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
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